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The radio ministry "Hasta que el día sea perfecto" has prepared a special programming for the month of September, focusing on readings, reflections, devotionals, and biblical analysis. They emphasize the importance of the Bible as one of the most reproduced, translated, read, and persecuted books in human history. They invite listeners to tune in to their program on Saturdays and Sundays for spiritual and emotional growth. They also mention that September 27 is National Bible Day in the Dominican Republic. The transcript includes a summary of the first letter of Peter, which encourages Christians to persevere in their faith and live a holy life. The letter addresses various topics, such as obedience, suffering, and the salvation brought by Christ. The speaker urges believers to live according to God's will, love one another, and be prepared to suffer for doing good. The letter also highlights the importance of respecting authority and living with humility. The speaker concludes by enco Y desde ahora, hasta que el día sea perfecto. El ministerio radial, hasta que el día sea perfecto. Hasta que el día sea perfecto ha elaborado una programación especial para este mes de septiembre con lecturas, reflexiones, devocionales y un análisis bíblico versus nuevas corrientes que atentan la verdad bíblica. Según algunos expertos, la Biblia es uno de los libros más reproducido, traducido, leído y perseguido en toda la historia de la humanidad. Crece espiritual y emocionalmente, escuchando siempre, hasta que el día sea perfecto. Recordemos que el 27 del mes de septiembre es el Día Nacional de la Biblia en la República Dominicana según la ley 204-84. Recuerda que este programa sale los sábados a las 10 de la noche y los domingos a las 9 de la noche por radio.tierrademilagros.org. Hasta que el día sea perfecto para ayudarle en su entorno familiar, espiritual y emocional. ¡Qué bellas son, qué bellas son, bellas palabras de vida! Jesucristo a todos da bellas palabras de vida. Hoy escucharás pecador bellas palabras de vida. Bondados nos te salva y al cielo te llama. ¡Qué bellas son, qué bellas son, bellas palabras de vida! ¡Qué bellas son, qué bellas son, bellas palabras de vida! ¡Qué bellas son, qué bellas son, bellas palabras de vida! Hola, Dios les bendiga a cada uno de ustedes. Este es su programa Hasta que el día sea perfecto por Tierra de Milagros Radio. Y yo soy su hermano Reinaldo Nisbet Jr., quien con su permiso le estaré haciendo compañía por un espacio de 55 minutos. Estamos altamente agradecidos con cada uno de ustedes y gracias, gracias porque estuvo con nosotros el sábado pasado y ha querido continuar con nosotros. Ustedes recordarán que todo este mes de septiembre nosotros vamos a estar haciendo un programa que va a ser muy puntual, muy preciso y será su columna vertebral. Y lo que va a ser muy importante es que usted nos haga la lectura bíblica y hablar de lo que es la cultura, el origen de este documento religioso que nosotros le llamamos la Biblia. Así es que si usted no oyó el programa pasado, le hacemos la invitación a que busque nuestro podcast Hasta que el día sea perfecto y ahí usted lo encontrará. Y también le vamos a pedir que nos ayude a escuchar de nosotros en Spotify, entre otros tantos, donde ya nosotros estamos registrado. Un contenido amplio, un contenido muy variado y creemos que sí, creemos que ahí usted va a encontrar programa con un alto sentido espiritual y luego, de acuerdo a su demanda, con un alto contenido profesional. Eso es lo que nosotros queremos y creemos. Y la lectura no va a ser variada concerniente a lo que es el programa pasado y todo lo que será la programación de este mes de septiembre. Y hoy vamos a tener la lectura bíblica de la primera carta de Pedro con una breve introducción por el pastor Luis Florian. Y también vamos a tener la segunda carta de Pedro justamente con una breve introducción por el pastor ya mencionado. Y será un programa totalmente variado, pero siempre con esa misma temática, lectura bíblica, reflexiones, anécdotas y cuantas otras cosas más que la haremos. Y si empezamos el sábado pasado, hoy reafirmamos el próximo sábado, si así Dios lo permite, pues nosotros seguiremos con la idea. Este mes, el 27 de septiembre, para ser preciso, es el Día Nacional de la Biblia. Hay otros países que también tienen el Día de la Biblia, según tengo entendido, pero en distintas fechas. Así que nosotros, los dominicanos, lo hacemos el 27 de septiembre. Gracias otra vez por estar en sintonía con nosotros. Yo voy entonces ya a guardar un silencio y dejaremos que cada uno de los participantes y la lectura, entonces se hagan dueño y conduzcan como tal lo que es la programación hasta que el día sea perfecto. Gracias nuevamente por usted querer acompañarnos. Primera de Pedro. Tiene 5 capítulos y 105 versículos. Y fue escrita por Pedro entre el año 62 y 67 después de Cristo, desde la ciudad de Roma, que él llama Babilonia. Pedro escribió para alentar a los cristianos perseguidos a perseverar en su fe en medio del sufrimiento. Él presenta cuatro instrucciones teológicas seguidas por exhortaciones. En el primer capítulo bendice a Dios por los privilegios que otorga a los creyentes en los versículos 1 al 12 y como resultado los exhorta a obedecer cinco órdenes en los versículos 1, 13 al 2, 3. En los versículos 2, 4 al 10, Pedro les recuerda los propósitos soberanos de la elección de Dios y luego los versículos 11 al 18 del capítulo 2 los exhorta a ser santos, a sujetarse a la autoridad y a honrar a todos. La tercera explicación doctrinal acerca de su llamado está en los versículos 2, 19 al 25, seguidos por, en el capítulo 3, versículos 1 al 18, exhortaciones a hacer el bien aunque sufran por ello. La última explicación teológica está en capítulo 3, versículos 18 al 22 y es acerca de los logros de Cristo, sección seguida por la última cadena de exhortaciones en los capítulos 4 y 5 acerca de cómo deben ellos responder frente al sufrimiento. Esto ha sido un resumen de la primera carta de Pedro. Yo, Pedro, apóstol de Jesucristo, escribo esta carta a los elegidos por Dios que viven como extranjeros en las provincias de Ponto, Galacia, Cappadocia, Asia y Bitinia. Dios Padre los conocía y los eligió desde hace mucho tiempo, y su Espíritu los ha hecho santos. Como resultado, ustedes lo obedecieron y fueron limpiados por la sangre de Jesucristo. Que Dios les conceda cada vez más gracia y paz. Que toda la alabanza sea para Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Es por su gran misericordia que hemos nacido de nuevo, porque Dios levantó a Jesucristo de los muertos. Ahora vivimos con gran expectación, y tenemos una herencia que no tiene precio, una herencia que está reservada en el cielo para ustedes, pura y sin mancha, que no puede cambiar ni deteriorarse. Por la fe que tienen, Dios los protege con su poder hasta que reciban esta salvación, la cual está lista para ser revelada en el día final, a fin de que todos la vean. Así que alégrense de verdad, les espera una alegría inmensa, aunque tienen que soportar muchas pruebas por un tiempo breve. Estas pruebas demostrarán que su fe es auténtica. Está siendo probada de la misma manera que el fuego prueba y purifica el oro. Aunque la fe de ustedes es mucho más preciosa que el mismo oro. Entonces su fe, al permanecer firme en tantas pruebas, les traerá mucha alabanza, gloria y honra en el día que Jesucristo sea revelado a todo el mundo. Ustedes aman a Jesucristo, a pesar de que nunca lo han visto. Aunque ahora no lo ven, confían en Él y se gozan con una alegría gloriosa e indescriptible. La recompensa por confiar en Él será la salvación de sus almas. Incluso los profetas quisieron saber más cuando profetizaron acerca de esta salvación inmerecida que estaba preparada para ustedes. Se preguntaban a qué tiempo y en qué circunstancias se refería el Espíritu de Cristo que estaba en ellos cuando les dijo de antemano sobre los sufrimientos de Cristo y de la inmensa gloria que después vendría. Se les dijo que los mensajes que habían recibido no eran para ellos, sino para ustedes. Y ahora esta buena noticia les fue anunciada a ustedes por medio de aquellos que la predicaron con el poder del Espíritu Santo enviado del cielo. Todo es tan maravilloso que aun los ángeles observan con gran expectación cómo suceden estas cosas. Así que preparen su mente para actuar y ejerciten el control propio. Pongan toda su esperanza en la salvación inmerecida que recibirán cuando Jesucristo sea revelado al mundo. Por lo tanto, vivan como hijos obedientes de Dios. No vuelvan atrás a su vieja manera de vivir con el fin de satisfacer sus propios deseos. Antes lo hacían por ignorancia, pero ahora sean santos en todo lo que hagan, tal como Dios quien los eligió es santo. Pues las Escrituras dicen, «Sean santos, porque yo soy santo». Recuerden que el Padre Celestial, a quien ustedes oran, no tiene favoritos. Él los juzgará o los recompensará según lo que hagan. Así que tienen que vivir con un reverente temor de Él durante su estadía aquí, como residentes temporales. Pues ustedes saben que Dios pagó un rescate para salvarlos de la vida vacía que heredaron de sus antepasados. No fue pagado con oro ni plata, los cuales pierden su valor, sino que fue con la preciosa sangre de Cristo. El Cordero de Dios, que no tiene pecado ni mancha. Dios lo eligió como el rescate por ustedes mucho antes de que comenzara el mundo, pero ahora en estos últimos días Él ha sido revelado por el bien de ustedes. Por medio de Cristo han llegado a confiar en Dios, y han puesto su fe y su esperanza en Dios, porque Él levantó a Cristo de los muertos y le dio una gloria inmensa. Al obedecer la verdad, ustedes quedaron limpios de sus pecados. Por eso ahora tienen que amarse unos a otros como hermanos, con amor sincero. Ámense profundamente de todo corazón, pues han nacido de nuevo, pero no a una vida que pronto se acabará. Su nueva vida durará para siempre, porque proviene de la eterna y viviente Palabra de Dios. Como dicen las Escrituras, los seres humanos son como la hierba, su belleza es como la flor del campo. La hierba se seca y la flor se marchita, pero la Palabra del Señor permanece para siempre. Y esta Palabra es el mensaje de la buena noticia que se les ha predicado. Por lo tanto, desháganse de toda mala conducta. Acaben con todo engaño, hipocresía, celos y toda clase de comentarios hirientes. Como bebés recién nacidos, deseen con ganas la leche espiritual pura, para que crezcan a una experiencia plena de la salvación. Pidan a gritos ese alimento nutritivo, ahora que han probado la bondad del Señor. Ahora ustedes se acercan a Cristo, quien es la piedra viva principal del Templo de Dios. La gente lo rechazó, pero Dios lo eligió para darle gran honra. Y ustedes son las piedras vivas con las cuales Dios edifica su templo espiritual. Además, son sacerdotes santos. Por la mediación de Jesucristo, ustedes ofrecen sacrificios espirituales que agradan a Dios. Como dicen las Escrituras, pongo en Jerusalén una piedra principal elegida para gran honra, y todo el que confíe en él jamás será avergonzado. Así es. Ustedes, los que confían en él, reconocen la honra que Dios le ha dado. Pero para aquellos que lo rechazan, la piedra que los constructores rechazaron ahora se ha convertido en la piedra principal. Además, él es la piedra que hace tropezar a muchos, la roca que los hace caer. Tropiezan porque no obedecen la palabra de Dios, y por eso se enfrentan con el destino que les fue preparado. Pero ustedes no son así porque son un pueblo elegido. Son sacerdotes del Rey, una nación santa, posesión exclusiva de Dios. Por eso pueden mostrar a otros la bondad de Dios, y él los ha llamado a salir de la oscuridad y entrar en su luz maravillosa. Antes no tenían identidad como pueblo. Ahora son pueblo de Dios. Antes no recibieron misericordia. Ahora han recibido la misericordia de Dios. Queridos amigos, ya que son extranjeros y residentes temporales, les advierto que se alejen de los deseos mundanos que luchan contra el alma. Procuren llevar una vida ejemplar entre sus vecinos no creyentes. Así, por más que ellos los acusen de actuar mal, verán que ustedes tienen una conducta honorable y le darán honra a Dios cuando Él juzgue al mundo. Por amor al Señor, sométanse a toda autoridad humana, ya sea al Rey como Jefe de Estado o a los funcionarios que Él ha nombrado, pues a ellos el Rey los ha mandado a que castiguen a aquellos que hacen el mal y a que honren a los que hacen el bien. La voluntad de Dios es que la vida honorable de ustedes haga callar a la gente ignorante que los acusa sin fundamento alguno, pues ustedes son libres, pero a la vez son esclavos de Dios, así que no usen su libertad como una excusa para hacer el mal. Respeten a todos y amen a la familia de creyentes. Teman a Dios y respeten al Rey. Ustedes, los que son esclavos, deben someterse a sus amos con todo respeto. Hagan lo que ellos les ordenan, no sólo si son bondadosos y razonables, sino también si son crueles, pues Dios se complace cuando ustedes, siendo conscientes de su voluntad, sufren con paciencia cuando reciben un trato injusto. Es obvio que no hay mérito en ser paciente si a uno lo golpean por haber actuado mal, pero si sufren por hacer el bien y lo soportan con paciencia, Dios se agrada de ustedes, pues Dios los llamó a hacer lo bueno, aunque eso signifique que tengan que sufrir tal como Cristo sufrió por ustedes. Él es su ejemplo, y deben seguir sus pasos. Él nunca pecó y jamás engañó a nadie. No respondía cuando lo insultaban ni amenazaba con vengarse cuando sufría. Dejaba su causa en manos de Dios, quien siempre juzga con justicia. Él mismo cargó nuestros pecados sobre su cuerpo en la cruz, para que nosotros podamos estar muertos al pecado y vivir para lo que es recto. Por sus heridas, ustedes son sanados. Antes eran como ovejas que andaban descarriadas, pero ahora han vuelto a su pastor, al guardián de sus almas. Capítulo 3 De la misma manera, ustedes, esposas, tienen que aceptar la autoridad de sus esposos. Entonces, aun cuando alguno de ellos se niegue a obedecer la buena noticia, la vida recta de ustedes les hablará sin palabras. Ellos serán ganados al observar la vida pura y la conducta respetuosa de ustedes. No se interesen tanto por la belleza externa, los peinados extravagantes, las joyas costosas o la ropa elegante. En cambio, vístanse con la belleza interior, la que no se desvanece, la belleza de un espíritu tierno y sereno que es tan precioso a los ojos de Dios. Así es como lucían hermosas las santas mujeres de la antigüedad. Ellas ponían su confianza en Dios y aceptaban la autoridad de sus maridos. Por ejemplo, Sara obedecía a su esposo Abraham y lo llamaba Señor. Ustedes son sus hijas cuando hacen lo correcto sin temor a lo que sus esposos pudieran hacer. De la misma manera, ustedes, maridos, tienen que honrar a sus esposas. Cada uno viva con su esposa y trátela con entendimiento. Ella podrá ser más débil, pero participa por igual del regalo de la nueva vida que Dios les ha dado. Trátenla como es debido, para que nada estorbe las oraciones de ustedes. Por último, todos deben ser de un mismo parecer. Tengan compasión unos de otros, ámense como hermanos y hermanas, sean de buen corazón y mantengan una actitud humilde. No paguen mal por mal, no respondan con insultos cuando la gente los insulte. Por el contrario, contesten con una bendición. A esto los ha llamado Dios, y Él les concederá su bendición. Pues las Escrituras dicen, Si quieres disfrutar de la vida y ver muchos días felices, refrena tu lengua de hablar el mal y tus labios de decir mentiras. Apártate del mal y haz el bien. Busca la paz y esfuérzate por mantenerla. Los ojos del Señor están sobre los que hacen lo bueno y sus oídos están abiertos a sus oraciones. Pero el Señor aparta su rostro de los que hacen lo malo. Ahora bien, ¿quién querrá hacerles daño si ustedes están deseosos de hacer el bien? Pero, aun si sufren por hacer lo correcto, Dios va a recompensarlos. Así que no se preocupen ni tengan miedo a las amenazas. En cambio, adoren a Cristo como el Señor de su vida. Si alguien les pregunta acerca de la esperanza que tienen como creyentes, estén siempre preparados para dar una explicación. Pero háganlo con humildad y respeto. Mantengan siempre limpia la conciencia. Entonces, si la gente habla en contra de ustedes, será avergonzada al ver la vida recta que llevan porque pertenecen a Cristo. Recuerden que es mejor sufrir por hacer el bien, si eso es lo que Dios quiere, que sufrir por hacer el mal. Cristo sufrió por nuestros pecados una sola vez y para siempre. Él nunca pecó. En cambio, murió por los pecadores para llevarlos a salvo con Dios. Sufrió la muerte física, pero volvió a la vida en el espíritu. Por lo tanto, fue a predicarles a los espíritus encarcelados, esos que desobedecieron a Dios hace mucho tiempo, cuando Dios esperaba con paciencia mientras Noé construía el arca. Solo ocho personas se salvaron de morir ahogadas en ese terrible diluvio. El agua del diluvio simboliza el bautismo que ahora los salva a ustedes, no por quitarles la suciedad del cuerpo, sino porque responden a Dios con una conciencia limpia, y es eficaz por la resurrección de Jesucristo. Ahora Cristo ha ido al cielo. Él está sentado en el lugar de honor, al lado de Dios, y todos los ángeles, las autoridades y los poderes aceptan su autoridad. Por lo tanto, ya que Cristo sufrió dolor en su cuerpo, ustedes prepárense, adoptando la misma actitud que tuvo Él, y estén listos para sufrir también. Pues, si han sufrido físicamente por Cristo, han terminado con el pecado. No pasarán el resto de la vida siguiendo sus propios deseos, sino que estarán ansiosos de hacer la voluntad de Dios. En el pasado, han tenido más que suficiente de las cosas perversas que les gusta hacer a los que no tienen a Dios. Inmoralidad y pasiones sexuales, barrandas, borracheras, fiestas desenfrenadas y abominable adoración a ídolos. No es de extrañarse que sus amigos de la vieja vida se sorprendan de que ustedes ya no participan en las cosas destructivas y descontroladas que ellos hacen. Por eso los calumnian. Pero recuerden que ellos tendrán que enfrentarse con Dios, quien está listo para juzgar a todos, tanto a vivos como a muertos. Por esta razón, la buena noticia fue predicada a los que ahora están muertos. Aunque fueron destinados a morir como toda la gente, ahora vivirán para siempre con Dios en el espíritu. El fin del mundo se acerca. Por consiguiente, sean serios y disciplinados en sus oraciones. Lo más importante de todo es que sigan demostrando profundo amor unos a otros, porque el amor cubre gran cantidad de pecados. Abran las puertas de su hogar con alegría al que necesite un plato de comida o un lugar donde dormir. Dios, de su gran variedad de dones espirituales, les ha dado un don a cada uno de ustedes. Usenlos bien para servirse los unos a los otros. ¿Has recibido el don de hablar en público? Entonces habla como si Dios mismo estuviera hablando por medio de ti. ¿Has recibido el don de ayudar a otros? Ayúdalos con toda la fuerza y la energía que Dios te da. Así, cada cosa que hagan traerá gloria a Dios por medio de Jesucristo. A Él sea toda la gloria y todo el poder por siempre y para siempre. Amén. Queridos amigos, no se sorprendan de las pruebas de fuego por las que están atravesando, como si algo extraño les sucediera. En cambio, alégrense mucho, porque estas pruebas los hacen ser partícipes con Cristo de su sufrimiento, para que tengan la inmensa alegría de ver su gloria cuando sea revelada a todo el mundo. Si los insultan porque llevan el nombre de Cristo, serán bendecidos, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre ustedes. Sin embargo, si sufren, que no sea por matar, robar, causar problemas o entrometerse en asuntos ajenos. En cambio, no es nada vergonzoso sufrir por ser cristianos. Alaben a Dios por el privilegio de que los llamen por el nombre de Cristo, pues ha llegado el tiempo del juicio y debe comenzar por la casa de Dios. Y si el juicio comienza con nosotros, ¡qué terrible destino les espera a los que nunca obedecieron la buena noticia de Dios! Además, si los justos a duras penas se salvan, ¿qué será de los pecadores que viven sin Dios? De modo que, si sufren de la manera que agrada a Dios, sigan haciendo lo correcto y confíenle su vida a Dios, quien los creó, pues Él nunca les fallará. Capítulo 5 Y ahora, una palabra para ustedes los ancianos en las iglesias. También soy un anciano y testigo de los sufrimientos de Cristo, y yo también voy a participar de Su gloria cuando Él sea revelado a todo el mundo. Como anciano igual que ustedes, les ruego, cuiden del rebaño que Dios les ha encomendado. Háganlo con gusto, no de mala gana ni por el beneficio personal que puedan obtener de ello, sino porque están deseosos de servir a Dios. No abusen de la autoridad que tienen sobre los que están a su cargo, sino guíenlos con su buen ejemplo. Así, cuando venga el gran Pastor, recibirán una corona de gloria y honor eternos. Del mismo modo, ustedes los más jóvenes tienen que aceptar la autoridad de los ancianos, y todos vístanse con humildad en su trato, los unos con los otros, porque Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes. Así que humíllense ante el gran poder de Dios, y a su debido tiempo, Él los levantará con honor. Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque Él cuida de ustedes. Estén alerta, cuídense de su gran enemigo, el diablo, porque anda al acecho como un león rugiente, buscando a quien devorar. Manténganse firmes contra él y sean fuertes en su fe. Recuerden que su familia de creyentes en todo el mundo también está pasando por el mismo sufrimiento. En su bondad, Dios los llamó a ustedes a que participen de su gloria eterna por medio de Cristo Jesús. Entonces, después de que hayan sufrido un poco de tiempo, Él los restaurará, los sostendrá, los fortalecerá y los afirmará sobre un fundamento sólido. A Él sea todo el poder para siempre. Amén. Les escribí y envié esta breve carta con la ayuda de Silas, a quien les encomiendo como un hermano fiel. Mi propósito al escribirles es alentarlos y asegurarles que por lo que están atravesando es en verdad parte de la gracia de Dios para ustedes. Manténganse firmes en esta gracia. Su iglesia hermana aquí en Babilonia les manda saludos, al igual que mi hijo Marcos. Salúdense unos a otros con un beso de amor. La paz sea con todos ustedes que están en Cristo. Hasta que el día sea perfecto. ¡Qué bellas son, qué bellas son, bellas palabras de vida! Yo, Simón Pedro, esclavo y apóstol de Jesucristo, les escribo esta carta a ustedes que gozan de la misma preciosa fe que tenemos. Esta fe les fue concedida debido a la justicia e imparcialidad de Jesucristo, nuestro Dios y Salvador. Que Dios les dé cada vez más gracia y paz a medida que crecen en el conocimiento de Dios y de Jesús nuestro Señor. Mediante su divino poder, Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para llevar una vida de rectitud. Todo esto lo recibimos al llegar a conocer a Aquel que nos llamó por medio de Su maravillosa gloria y excelencia. Y debido a Su gloria y excelencia, nos ha dado grandes y preciosas promesas. Estas promesas hacen posible que ustedes participen de la naturaleza divina y escapen de la corrupción del mundo causada por los deseos humanos. En vista de todo esto, esfuércense al máximo por responder a las promesas de Dios, complementando su fe con una abundante provisión de excelencia moral. La excelencia moral con conocimiento, el conocimiento con control propio, el control propio con perseverancia, la perseverancia con sumisión a Dios, la sumisión a Dios con afecto fraternal, y el afecto fraternal con amor por todos. Cuanto más crezcan de esta manera, más productivos y útiles serán en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero los que no llegan a desarrollarse de esta forma son cortos de vista o ciegos, y olvidan que fueron limpiados de sus pecados pasados. Así que, amados hermanos, esfuércense por comprobar si realmente forman parte de los que Dios ha llamado y elegido. Hagan estas cosas, y nunca caerán. Entonces Dios les dará un gran recibimiento en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Por lo tanto, siempre les recordaré todas estas cosas, aun cuando ya las saben y están firmes en la verdad que se les enseñó. Y es justo que deba seguir recordándoselas mientras viva, pues nuestro Señor Jesucristo me ha mostrado que pronto tendré que partir de esta vida terrenal. Así que me esforzaré por asegurarme de que siempre recuerden estas cosas después de que me haya ido. Pues no estábamos inventando cuentos ingeniosos cuando les hablamos de la poderosa venida de nuestro Señor Jesucristo. Nosotros vimos Su majestuoso esplendor con nuestros propios ojos cuando Él recibió honor y gloria de parte de Dios Padre. La voz de la majestuosa gloria de Dios le dijo, Este es mi Hijo muy amado, quien me da gran gozo. Nosotros mismos oímos aquella voz del cielo cuando estuvimos con Él en el monte santo. Debido a esa experiencia, ahora confiamos aún más en el mensaje que proclamaron los profetas. Ustedes deben prestar mucha atención a lo que ellos escribieron, porque sus palabras son como una lámpara que brilla en un lugar oscuro hasta que el día amanezca, y Cristo, la estrella de la mañana, brille en el corazón de ustedes. Sobre todo, tienen que entender que ninguna profecía de la Escritura jamás surgió de la comprensión personal de los profetas, ni por iniciativa humana. Al contrario, fue el Espíritu Santo quien impulsó a los profetas, y ellos hablaron de parte de Dios. En Israel también hubo falsos profetas, tal como habrá falsos maestros entre ustedes. Ellos les enseñarán con astucia herejías destructivas y hasta negarán al Señor, quien los compró. Esto provocará su propia destrucción repentina. Habrá muchos que seguirán sus malas enseñanzas y su vergonzosa inmoralidad, y por culpa de estos maestros se hablará mal del camino de la verdad. Llevados por la avaricia, inventarán mentiras ingeniosas para apoderarse del dinero de ustedes. Pero Dios los condenó desde hace mucho, y su destrucción no tardará en llegar. Pues Dios ni siquiera perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó al infierno, dentro de fosas tenebrosas donde están encerrados hasta el día del juicio. Dios tampoco perdonó al mundo antiguo, aparte de Noé y a los otros siete miembros de su familia. Noé advirtió al mundo del justo juicio de Dios, y por eso Dios lo protegió cuando destruyó con un gran diluvio el mundo de los que vivían sin Dios. Tiempo después, Dios condenó las ciudades de Sodoma y Gomorra, y las redujo a montones de cenizas. Las puso como ejemplo de lo que le sucederá a la gente que vive sin Dios. Sin embargo, Dios también rescató a Lot y lo sacó de Sodoma, porque Lot era un hombre recto que estaba harto de la vergonzosa inmoralidad de la gente perversa que lo rodeaba. Así es, Lot era un hombre recto atormentado en su alma por la perversión que veía y oía a diario. Como ven, el Señor sabe rescatar de las pruebas a todos los que viven en obediencia a Dios, al mismo tiempo que mantiene castigados a los perversos hasta el día del juicio final. Él trata con particular severidad a los que se entregan a sus propios deseos sexuales pervertidos y desprecian la autoridad. Estas personas son orgullosas y arrogantes, y hasta se atreven a insultar a los seres sobrenaturales sin ni siquiera temblar. Aún los ángeles, que son mucho más grandes en poder y fuerza, no se atreven a presentar de parte del Señor cargos de blasfemia en contra de esos seres sobrenaturales. Esos falsos maestros son como animales irracionales que viven por instinto y nacen para ser atrapados y destruidos. Se burlan de lo que no entienden, e igual que animales serán destruidos. Su destrucción será la recompensa que recibirán por el daño que han causado. A ellos les encanta entregarse a los placeres perversos a plena luz del día. Son una vergüenza y una mancha entre ustedes. Se deleitan en el engaño incluso mientras comen con ustedes en las reuniones de compañerismo. Cometen adulterio con sólo mirar, y nunca sacian su deseo por el pecado. Incitan a los inestables a pecar y están bien entrenados en la avaricia. Viven bajo la maldición de Dios. Se apartaron del buen camino y siguieron los pasos de Baláam, hijo de Beor, a quien le encantaba ganar dinero haciendo el mal. Pero Baláam fue detenido de su locura cuando su burra lo reprendió con voz humana. Estos individuos son tan inútiles como manantiales secos o como la neblina que es llevada por el viento. Están condenados a la más negra oscuridad. Se jactan de sí mismos con alardes tontos y sin sentido. Saben cómo apelar a los deseos sexuales pervertidos para incitar a que vuelvan al pecado los que apenas se escapaban de una vida de engaño. Prometen libertad, pero ellos mismos son esclavos del pecado y de la corrupción, porque uno es esclavo de aquello que lo controla. Y cuando la gente escapa de la maldad del mundo por medio de conocer a nuestro Señor y Salvador Jesucristo, pero luego se enreda y vuelve a quedar esclavizada por el pecado, termina peor que antes. De eso hubiera sido mejor nunca haber conocido el camino a la justicia, en lugar de conocerlo y luego rechazar el mandato que se les dio de vivir una vida santa. Demuestran qué tan cierto es el proverbio que dice «Un perro vuelve a su vómito», y otro que dice «Un cerdo recién lavado vuelve a revolcarse en el lodo». Queridos amigos, esta es la segunda carta que les escribo, y en ambas he tratado de refrescarles la memoria y estimularlos a que sigan pensando sanamente. Quiero que recuerden lo que los santos profetas dijeron hace mucho y lo que nuestro Señor y Salvador ordenó por medio de los apóstoles. Sobre todo, quiero recordarles que en los últimos días vendrán burladores que se reirán de la verdad y seguirán sus propios deseos. Dirán, «¡Qué pasó con la promesa de que Jesús iba a volver! Desde tiempos antes de nuestros antepasados, el mundo sigue igual que al principio de la creación». Deliberadamente olvidan que hace mucho tiempo Dios hizo los cielos por la orden de Su palabra y sacó la tierra de las aguas y la rodeó con agua. Luego usó el agua para destruir el mundo antiguo con un potente diluvio. Por esa misma palabra, los cielos y la tierra que ahora existen han sido reservados para el fuego. Están guardados para el día del juicio, cuando será destruida la gente que vive sin Dios. Sin embargo, queridos amigos, hay algo que no deben olvidar. Para el Señor, un día es como mil años y mil años son como un día. En realidad, no es que el Señor sea lento para cumplir Su promesa, como algunos piensan. Al contrario, es paciente por amor a ustedes. Quiere que nadie sea destruido, quiere que todos se arrepientan. Pero el día del Señor llegará tan inesperadamente como un ladrón. Entonces los cielos desaparecerán con un terrible estruendo y los mismos elementos se consumirán en el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, quedará sometida a juicio. Dado que todo lo que nos rodea será destruido de esta manera, ¿cómo no llevar una vida santa y vivir en obediencia a Dios? Esperar con ansias el día de Dios y apresurar que éste llegue. En aquel día, Él prenderá fuego a los cielos y los elementos se derretirán en las llamas. Pero nosotros esperamos con entusiasmo los cielos nuevos y la tierra nueva que Él prometió, un mundo lleno de la justicia de Dios. Por lo cual, queridos amigos, mientras esperan que estas cosas ocurran, hagan todo lo posible para que se vea que ustedes llevan una vida pacífica, que es pura e intachable a los ojos de Dios. Y recuerden que la paciencia de nuestro Señor da tiempo para que la gente sea salva. Esto es lo que nuestro amado hermano Pablo también les escribió con la sabiduría que Dios le dio al tratar estos temas en todas sus cartas. Algunos de sus comentarios son difíciles de entender, y los que son ignorantes e inestables han tergiversado sus cartas para que signifiquen algo muy diferente, así como lo hacen con otras partes de la Escritura. Esto resultará en su propia destrucción. Queridos amigos, ustedes ya saben estas cosas. Así que manténganse en guardia, entonces no serán arrastrados por los errores de esa gente perversa y no perderán la base firme que tienen. En cambio, crezcan en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él sea toda la gloria, ahora y para siempre. Amén. Segunda de Pedro. Pedro tiene solo tres capítulos con 61 versículos y fue escrita en el año 67 en la ciudad de Roma. La inminencia de su muerte sirve a Pedro para recordar a los cristianos en todas partes la importancia de crecer en la gracia y en el conocimiento del Señor Jesucristo. Por lo cual, en el capítulo 1 los alienta a agregar a su fe siete virtudes y también lo hace ante la certeza de él mismo haber visto a Cristo y a la certeza de haber recibido la palabra profética más segura que es la palabra de Dios. En el capítulo 2 les advierte acerca de los falsos maestros y en el tercer capítulo los alienta a vivir en santidad ante la inminente realidad del regreso de Cristo. Hasta que el día sea perfecto. La segunda carta de Pedro. Capítulo 1. Yo, Simón Pedro, esclavo y apóstol de Jesucristo, les escribo esta carta a ustedes que gozan de la misma preciosa fe que tenemos. Esta fe les fue concedida debido a la justicia e imparcialidad de Jesucristo, nuestro Dios y Salvador. Que Dios les dé cada vez más gracia y paz a medida que crecen en el conocimiento de Dios y de Jesús nuestro Señor. Mediante su divino poder, Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para llevar una vida de rectitud. Todo esto lo recibimos al llegar a conocer a Aquel que nos llamó por medio de su maravillosa gloria y excelencia. Y debido a su gloria y excelencia, nos ha dado grandes y preciosas promesas. Estas promesas hacen posible que ustedes participen de la naturaleza divina y escapen de la corrupción del mundo causada por los deseos humanos. En vista de todo esto, esfuércense al máximo por responder a las promesas de Dios, complementando su fe con una abundante provisión de excelencia moral. La excelencia moral con conocimiento, el conocimiento con control propio, el control propio con perseverancia, la perseverancia con sumisión a Dios, la sumisión a Dios con afecto fraternal, y el afecto fraternal con amor por todos. Cuanto más crezcan de esta manera, más productivos y útiles serán en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero los que no llegan a desarrollarse de esta forma son cortos de vista o ciegos, y olvidan que fueron limpiados de sus pecados pasados. Así que, amados hermanos, esfuércense por comprobar si realmente forman parte de los que Dios ha llamado y elegido. Hagan estas cosas, y nunca caerán. Entonces Dios les dará un gran recibimiento en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Por lo tanto, siempre les recordaré todas estas cosas, aun cuando ya las saben y están firmes en la verdad que se les enseñó. Y es justo que deba seguir recordándoselas mientras viva, pues nuestro Señor Jesucristo me ha mostrado que pronto tendré que partir de esta vida terrenal. Así que me esforzaré por asegurarme de que siempre recuerden estas cosas después de que me haya ido. Pues no estábamos inventando cuentos ingeniosos cuando les hablamos de la poderosa venida de nuestro Señor Jesucristo. Nosotros vimos Su majestuoso esplendor con nuestros propios ojos cuando Él recibió honor y gloria de parte de Dios Padre. La voz de la majestuosa gloria de Dios le dijo, «Este es mi Hijo muy amado, quien me da gran gozo». Nosotros mismos oímos aquella voz del cielo cuando estuvimos con Él en el monte santo. Debido a esa experiencia, ahora confiamos aún más en el mensaje que proclamaron los profetas. Ustedes deben prestar mucha atención a lo que ellos escribieron, porque sus palabras son como una lámpara que brilla en un lugar oscuro hasta que el día amanezca y Cristo, la estrella de la mañana, brille en el corazón de ustedes. Sobre todo, tienen que entender que ninguna profecía de la Escritura jamás surgió de la comprensión personal de los profetas, ni por iniciativa humana. Al contrario, fue el Espíritu Santo quien impulsó a los profetas, y ellos hablaron de parte de Dios. En Israel también hubo falsos profetas, tal como habrá falsos maestros entre ustedes. Ellos les enseñarán con astucia herejías destructivas y hasta negarán al Señor, quien los compró. Esto provocará su propia destrucción repentina. Habrá muchos que seguirán sus malas enseñanzas y su vergonzosa inmoralidad, y por culpa de estos maestros se hablará mal del camino de la verdad. Llevados por la avaricia, inventarán mentiras ingeniosas para apoderarse del dinero de ustedes. Pero Dios los condenó desde hace mucho, y su destrucción no tardará en llegar. Pues Dios ni siquiera perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó al infierno, dentro de fosas tenebrosas donde están encerrados hasta el día del juicio. Dios tampoco perdonó al mundo antiguo, aparte de Noé y a los otros siete miembros de su familia. Noé advirtió al mundo del justo juicio de Dios, y por eso Dios lo protegió cuando destruyó con un gran diluvio el mundo de los que vivían sin Dios. Tiempo después, Dios condenó las ciudades de Sodoma y Gomorra, y las redujo a montones de cenizas. Las puso como ejemplo de lo que le sucederá a la gente que vive sin Dios. Sin embargo, Dios también rescató a Lot y lo sacó de Sodoma, porque Lot era un hombre recto que estaba harto de la vergonzosa inmoralidad de la gente perversa que lo rodeaba. Así es, Lot era un hombre recto atormentado en su alma por la perversión que veía y oía a diario. Como ven, el Señor sabe rescatar de las pruebas a todos los que viven en obediencia a Dios, al mismo tiempo que mantiene castigados a los perversos hasta el día del juicio final. Él trata con particular severidad a los que se entregan a sus propios deseos sexuales pervertidos y desprecian la autoridad. Estas personas son orgullosas y arrogantes, y hasta se atreven a insultar a los seres sobrenaturales sin ni siquiera temblar. Aún los ángeles, que son mucho más grandes en poder y fuerza, no se atreven a presentar de parte del Señor cargos de blasfemia en contra de esos seres sobrenaturales. Esos falsos maestros son como animales irracionales que viven por instinto y nacen para ser atrapados y destruidos. Se burlan de lo que no entienden, e igual que animales serán destruidos. Su destrucción será la recompensa que recibirán por el daño que han causado. A ellos les encanta entregarse a los placeres perversos a plena luz del día. Son una vergüenza y una mancha entre ustedes. Se deleitan en el engaño incluso mientras comen con ustedes en las reuniones de compañerismo. Cometen adulterio con sólo mirar y nunca sacian su deseo por el pecado. Incitan a los inestables a pecar y están bien entrenados en la avaricia. Viven bajo la maldición de Dios. Se apartaron del buen camino y siguieron los pasos de Balaam, hijo de Beor, a quien le encantaba ganar dinero haciendo el mal. Pero Balaam fue detenido de su locura cuando su burra lo reprendió con voz humana. Estos individuos son tan inútiles como manantiales secos o como la neblina que es llevada por el viento. Están condenados a la más negra oscuridad. Se jactan de sí mismos con alardes tontos y sin sentido. Saben cómo apelar a los deseos sexuales pervertidos para incitar a que vuelvan al pecado los que apenas se escapaban de una vida de engaño. Prometen libertad, pero ellos mismos son esclavos del pecado y de la corrupción porque uno es esclavo de aquello que lo controla. Y cuando la gente escapa de la maldad del mundo por medio de conocer a nuestro Señor y Salvador Jesucristo, pero luego se enreda y vuelve a quedar esclavizada por el pecado, termina peor que antes. Les hubiera sido mejor nunca haber conocido el camino a la justicia en lugar de conocerlo y luego rechazar el mandato que se les dio de vivir una vida santa. Demuestran qué tan cierto es el proverbio que dice un perro vuelve a su vómito y otro que dice un cerdo recién lavado vuelve a revolcarse en el lodo. Queridos amigos, esta es la segunda carta que les escribo y en ambas he tratado de refrescarles la memoria y estimularlos a que sigan pensando sanamente. Quiero que recuerden lo que los santos profetas dijeron hace mucho y lo que nuestro Señor y Salvador ordenó por medio de los apóstoles. Sobre todo, quiero recordarles que en los últimos días vendrán burladores que se reirán de la verdad y seguirán sus propios deseos. Dirán, ¿Qué pasó con la promesa de que Jesús iba a volver? Desde tiempos antes de nuestros antepasados, el mundo sigue igual que al principio de la creación. Deliberadamente olvidan que hace mucho tiempo Dios hizo los cielos por la orden de su palabra y sacó la tierra de las aguas y la rodeó con agua. Luego usó el agua para destruir el mundo antiguo con un potente diluvio. Por esa misma palabra, los cielos y la tierra que ahora existen han sido reservados para el fuego. Están guardados para el día del juicio, cuando será destruida la gente que vive sin Dios. Sin embargo, queridos amigos, hay algo que no deben olvidar. Para el Señor, un día es como mil años y mil años son como un día. En realidad, no es que el Señor sea lento para cumplir Su promesa, como algunos piensan. Al contrario, es paciente por amor a ustedes. No quiere que nadie sea destruido, quiere que todos se arrepientan. Pero el día del Señor llegará tan inesperadamente como un ladrón. Entonces los cielos desaparecerán con un terrible estruendo y los mismos elementos se consumirán en el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, quedará sometida a juicio. Dado que todo lo que nos rodea será destruido de esta manera, ¿cómo no llevar una vida santa y vivir en obediencia a Dios? Esperar con ansias el día de Dios y apresurar que éste llegue. En aquel día, Él prenderá fuego a los cielos y los elementos se derretirán en las llamas. Pero nosotros esperamos con entusiasmo los cielos nuevos y la tierra nueva que Él prometió, un mundo lleno de la justicia de Dios. Por lo cual, queridos amigos, mientras esperan que estas cosas ocurran, hagan todo lo posible para que se vea que ustedes llevan una vida pacífica que es pura e intachable a los ojos de Dios. Y recuerden que la paciencia de nuestro Señor da tiempo para que la gente sea salva. Esto es lo que nuestro amado hermano Pablo también les escribió con la sabiduría que Dios le dio al tratar estos temas en todas sus cartas. Algunos de sus comentarios son difíciles de entender, y los que son ignorantes e inestables han tergiversado sus cartas para que signifiquen algo muy diferente, así como lo hacen con otras partes de la Escritura. Esto resultará en su propia destrucción. Queridos amigos, ustedes ya saben estas cosas. Así que manténganse en guardia, entonces no serán arrastrados por los errores de esa gente perversa y no perderán la base firme que tienen. En cambio, crezcan en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él sea toda la gloria, ahora y para siempre. Amén. Estoy seguro de que usted aprenderá mucho de estos audios, de esta programación que nosotros le estamos llevando a cada uno de ustedes. Hasta nuestra próxima entrega, que yo entiendo que también como la fue esta, serán las demás. Dios le bendiga, pasen todo feliz el resto del día. Hasta que el día sea perfecto. El Señor es el rey y el rey es el Señor.