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Palabra de vida hoy, lunes quinto del tiempo ordinario, día cinco de febrero, al pan por la palabra, del primer libro de los reyes. En torno al rey Salomón se congregaron todos los varones de Israel. En el mes séptimo, por la fiesta, vinieron todos los aqueanos de Israel y los sacerdotes, condujeron el arca e hicieron subir el arca del Señor y la tienda del encuentro con todos los objetos sagrados que había en ella, del evangelio según San Marcos. En los pueblos, ciudades o aldeas donde llegaba colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que les dejase tocar al menos la orla de su manto, y los que lo tocaban se curaban. El arca de la alianza representaba para Israel la presencia de Yahvé, quien prometió, allí ciertamente me presentaré a ti y hablaré contigo desde más arriba de la cubierta, desde entre los dos querubines que están sobre el arca. En una nube apareceré encima de la cubierta. En la evolución de la economía de la revelación la presencia de Yahvé abandonó progresivamente los signos de poder con que se manifestaba a los creyentes en los tiempos más primitivos y se fue revistiendo de la sencillez y pequeñez de aquellos que identificaba como sus favoritos, el huérfano y la viuda, el inmigrante, el pobre o el enfermo, quienes, por su gran vulnerabilidad y debilidad, por la suma de injusticias que les imponían sus semejantes, atraían la compasión y la misericordia de su Creador de un modo preferencial. Este lenguaje y esta predilección alcanzaron su culmen en la encarnación, en la natividad, en la vida toda y particularmente en la muerte de Jesucristo, como en todo Su mensaje. Porque Jesús es el arca verdadera donde palpita la plena presencia del Dios Trinidad, y la alianza de aquel arca antigua en Él se sobreexalta, bajo el signo prodigioso más humilde y sencillo que realizan estas palabras, Tomad y comer, esto es mi cuerpo, tomad y beber, todos de él, porque ese es el cáliz de mi sangre. El arca antigua solamente podía tocarle al sumo sacerdote, un hombre que representaba al Mesías, y sólo tras someterse a un complejo ritual de purificación personal y expiación de sus pecados. En Cristo, Su palabra eterna, el Padre nos eligió a todos los seres humanos, desde antes de la creación del mundo, para que seamos justificados y recreados en Cristo, siendo habilitados por Él, para no sólo poder tocar a quien es el arca de la nueva alianza, sino para ser una prolongación en nuestro cuerpo del continente de la divinidad, que es la humanidad de Jesús, un cuerpo nuestro y una forma de vivir nutrida de Él, y en comunión de vida y espíritu con Él, que nos mueva a vivir como vivió a Él. Cuando por el afán de recrear a su antojo cuanto Dios creó con sabiduría amante, el hombre se rediseña a sí mismo y su naturaleza. Cuando la codicia del humano renueva y multiplica la tentación original de la serpiente del genesis, seréis como dioses. Cuando el ser humano agota hasta la extenuación la vida y el planeta mientras se afana por alcanzar otros nuevos, Dios nos renueva a su llamada a ser como Él es en Jesucristo, por amor y no por codicia, con humildad y no por soberbia, con todos los que existen sobre la hermana madre tierra, y no a expensas de quienes siguen siendo Sus preferidos y que serán nuestros abogados defensores o nuestros fiscales en el día del juicio final. Mira cómo vives y pregúntate si en realidad vives o si tan sólo existes, mientras te quede tiempo. Paz y bien, un abrazo estrecho y franciscano de vuestros hermanos menores, desde Toledo.