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JUEVES XXXI  TO Dedicación de la Basílica de S

JUEVES XXXI TO Dedicación de la Basílica de S

VICTOR MANUELVICTOR MANUEL

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COMENTARIO DIARIO A LA PALABRA DE DIOS

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The reading talks about the dedication of the Basilica of St. John Lateran and uses a parable to discuss the importance of humility and integrity in leaders. It tells the story of a simple shepherd who becomes a minister but remains humble by wearing his old clothes once a week to remember where he came from. The reading emphasizes the need for leaders in both religious and secular spheres to act with honesty and fairness, and encourages people to demand integrity from their leaders. It also reminds the reader to reflect on their own actions and strive to embody the values they expect from their leaders. Palabra de vida hoy, fiesta de la dedicación de la Basílica de Letrán, la sede del obispo de Roma, al pan por la Palabra. Esta es una parábola anónima que nos suscitará posibles nombres para los personajes según se desarrolla. Los hombres somos tan poco originales, siempre somos hermanos, iguales, porque manifestamos estar hechos de lo mismo, de lo bueno. Y también para lo que no lo es tanto. Un hombre sencillo, un pastor, por su fidelidad y su devoción a su rey, fue elegido como primer ministro del reino. Los otros ministros, ofendidos y llenos de envidia, le declararon la guerra. Expiaron su vida para poder acusarlo y eliminarlo, pero no encontraron nada. Alguien descubrió que una vez a la semana se encerraba con llave en una pequeña habitación durante una hora. Los ministros se lo comunicaron al rey y le dijeron que sospechaban que allí almacenaba las riquezas que robaba. El rey no les creyó, pero les permitió entrar en esa habitación secreta. Solo encontraron unas viejas zapatillas y unas viejas ropas. Lo llevaron ante el rey y éste le preguntó qué significaban esas pobres ropas. Respondió el pastor bebenido en primer ministro. Yo llevaba estas ropas cuando era pastor. Me las pongo una vez a la semana para no olvidarme de lo que fui y cuán indigno soy de la confianza que su majestad ha depositado en mí. Contestó él. En todas las religiones, como en cualquier sociedad humana, hay líderes y seguidores, sabios e indagantes, santos y pecadores, curas y laicos, fariseos y pueblo, políticos y contribuyentes. Los que se sientan en la cátedra de Moisés, en la cátedra de Roma, en la cátedra de Canterbury, en la Moncloa, en la Casa Blanca, en todas las cátedras del poder y del saber, reciben más honores, lógico. Pero pueden también proclamar nuevas normas cada día, espiar a los de abajo, imponerles cargas que ellos no llevan, minimizar la justicia, la equidad, el amor, la misericordia. Por mucho que haya de esto en todas partes, no nos debemos resignar, ni en la Iglesia ni en la sociedad. Hemos de exigir por todos los medios legítimos a nuestros líderes religiosos y civiles la honestidad de la entrega para la cual accedir a la suposición, a su cargo, a su ministerio. Mirándonos en Jesús y reconociendo que nuestro cuerpo y nuestro ser son también un templo de la divinidad, no podemos conformarnos con que se nos trate como si fuéramos carnaza para los cebos con los que pescan mejores piezas, los que ostentan la autoridad. Mirándonos en Jesús, reconociendo nuestra dignidad y nuestra vocación al contemplar ese espejo místico que es la vida del Evangelio de nuestro Señor, acojamos el desasí y la exigencia de encarnar nosotros lo que esperamos, deseamos y exigimos que encarnen quienes nos lideran. No nos convirtamos jamás en un reflejo de aquello que criticamos. Afanados en esa conversión permanente que todos necesitamos, vuestros hermanos aratizcanos desde Toledo os saludan con la paz y el bien.

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