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JUEVES XVII T.O

JUEVES XVII T.O

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COMENTARIO DIARIO A LA PALABRA DE DIOS

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The Gospel passage talks about the kingdom of heaven being like a net that catches all kinds of fish, separating the good from the bad. The bad will be thrown into the fire, while the good will be gathered into baskets. The question arises: who are the bad? The answer lies in the parables of the wise and foolish virgins, and the final judgment. We, as Christians, must live according to the teachings of Jesus and use our talents and knowledge to make a positive impact on others. We should not become complacent in our faith, but actively strive to live in love and serve others. Our actions will determine which side we end up on in the final judgment. Palabra de vida hoy, jueves decimos séptimo del tiempo ordinario, al pan por la palabra. Del Evangelio según San Mateo. El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces. Cuando está llena la arrastran a la orilla, se sientan y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo. Saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto? Tras leer este Evangelio una pregunta oportuna y razonable sería, ¿Y quiénes son los malos que terminan tan tristemente? Lo que está más claro es que los buenos no somos necesariamente los cristianos, a no ser que los seamos verdaderamente. Como sostiene el concilio Vaticano II, los hombres y mujeres de buena voluntad que viven conforme al grado de verdad que ha alcanzado su conciencia, sí que son de los buenos. Quienes sufren esa suma de injusticias que es la pobreza que les impone el estilo de vida de quienes no son pobres, también se suman a este afortunado colectivo. ¿Conozcan a Jesucristo o no? Bien, de acuerdo, pero ¿quiénes son los malos? Releyendo el capítulo 25 de San Mateo podemos avanzar la reflexión aplicándola a nosotros mismos. Empecemos recordando la primera palabra de las tres de este capítulo, las vírgenes necias y las sensatas. Nosotros que decimos conocer al Maestro que estamos unidos a Él por los sacramentos, conocemos los criterios de Jesucristo para distinguir el mal del bien, y a los que son suyos de aquellos a quienes no reconoce cuando los mira porque no ve nada suyo en ellos, a los que denomina como malvados. Nuestra alma está desposada con el Hijo de Dios por el bautismo y la Eucaristía. Hemos recibido más talentos que otros, conocimiento de Dios y dones espirituales para vivir según esos conocimientos. Y podemos ser como las vírgenes sensatas que no se descuiden abandonándose en la modorra, sino que se mantienen ardientemente en el amor. O podemos ser como las vírgenes necias que se confían por estar prometidas con el Esposo. Recordando que a quien más se le dio, más se le pedirá. Con las dos primeras parábolas de Mateo 25 debemos sentir ya una cierta presión en la garganta, pues demasiadas veces vivimos de las rentas, abandonados en la modorra de las costumbres religiosas convertidas en rutina. Si no queremos ser de los malos, ni ser tachados de malvados por el Señor, releamos la tercera parábola de Mateo 25, el juicio final, para que nunca se nos olvide que el fiel de nuestra balanza nos señalará como destinatarios de uno u otro lado, en función de cuánto nos hayamos desgastado por aliviar e incluso hacer mejor la vida de los otros, sin ser jamás causa de pesar para nadie, y reparando tras pedir perdón, cuando nuestra torpeza o nuestras limitaciones nos lleven a caer en ello. Que ninguno de nosotros pueda decir nunca que no lo sabía. Vuestros hermanos franciscanos desde Toledo os saludan con gran afecto, con la paz y el bien.

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