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Desayunando con Jesús El Pecado de Moises y del Pueblo de Israel

Desayunando con Jesús El Pecado de Moises y del Pueblo de Israel

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En este Podcast miraremos como Jesús es absolutamente único, nadie puede compararse con Cristo Jesús, ningún Rey o elegido o Profeta o personaje bíblico puede considerarse superior a aquel que es Hijo de Dios, su Unigénito, nuestro Salvador nuestro Señor y Dios.

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Bendiciones familia, muy buenos días, hoy desayunando con Jesús vamos a empezar a mirar algo muy interesante que quiero llevarles a ustedes para observar como Cristo Jesús es tan tan único, tan diferente, tan Hijo de Dios, que definitivamente Moisés, ni David, ni Abraham, ni Jacob, ni Isaac, ni ninguno de los personajes relevantes de la Biblia supera a Cristo Jesús, ni elegidos, escogidos, profetas, es increíblemente incomparable Cristo Jesús a pesar de ser humano como tú, como yo, haberse encarnado y vamos a lograr observar finalmente como es que Cristo Jesús nos introduce a un modelo de vida, a un modelo de estatus delante de Dios que no es otra cosa que convertirnos en hijos, entender ese privilegio que podemos llegar a tener por parte de Cristo Jesús para poder honrar a su Padre como Él lo hizo, creo que son los factores que podrían hacer una diferencia en todos los cristianos alrededor del mundo. ¿Por qué empiezo a hablar de estos temas? Al mirar todos los días el entorno donde nos desenvolvemos, al ver cómo la mayoría de las personas ha empezado a llevar sus maneras de vivir en una forma individual en la que sólo cuenta el pensamiento particular de cada uno, las ideas que tienen de Dios tratan de ser sobrepuestas a lo que Dios dice en su palabra, de tal manera que se rechaza de una manera contundente el modelo de vida que Dios nos pone al darnos una ley que nos señala que es correcto y que es incorrecto delante de Él. Por un lado tenemos las interpretaciones equivocadas de mandatos que deberían ser aplicados de maneras distintas ahora, y por otra parte tenemos el rechazo absoluto a su palabra. Pero todo esto está narrado dentro del contexto de la historia que nos presenta la Biblia, y creo que el fundamento principal para decir todos estos argumentos es, primero, para aquellos que ya tienen un estudio o un acercamiento hacia la Biblia, decir que la Biblia no es un libro histórico. La Biblia es un libro teológico que se basa en una historia. El objetivo de la Biblia es mostrarnos la relación de Dios para con la humanidad, y por tanto, cómo el hombre debe portarse delante de un Dios todopoderoso como es Él. Bien, para esto vamos a revisar lo que se encuentra narrado en la parte de la Biblia que está en números el capítulo 20 y en Éxodo el capítulo 17. ¿De qué trata todo esto en estos capítulos? Bueno, trata nada más y nada menos de revisar el pecado de Moisés. Y esto está hecho y diseñado para ir viendo cada vez un personaje, ver cómo fue su existencia, qué cosas manejó, por qué tuvo tantos momentos oscilantes entre un pico elevado y hasta lo más bajo, y luego vamos a ver cómo Cristo Jesús también manejó esas situaciones, pero que fue diferente en su manera de actuar. Y lo vamos a ir revisando de a poco para ir entendiendo que nuestro modelo de vida es Cristo Jesús. ¿Por qué? Porque Él es el que nos libera de toda la carga que tenemos inicialmente, pensando que somos capaces para llegar a hacer algo delante de Dios, y segundo, nos provee de lo que es fundamental para un cristiano, que no es otra cosa que llenarnos con el Espíritu Santo de Dios y celiarnos. Esto es lo más importante. Bien, sin más, entremos a revisar lo que se constituye como el pecado de Moisés. Vamos a ver que en números del capítulo 20 del versículo 1 al 13, está narrada la historia donde el pueblo de Dios, el pueblo escogido de Dios, se revela nuevamente a Moisés, porque tenían sed. ¿Y por qué digo nuevamente? Porque hay un relato en Éxodo 17, que es donde es la primera vez que el pueblo se manifiesta de esta forma, y 39 años después, exactamente cometen el mismo error. ¿Acaso no aprendieron la primera vez? ¿Acaso la segunda vez ya no tenían ese conocimiento? ¿Por qué reaccionaron de esa misma manera? ¿Por qué Moisés no tuvo la capacidad de controlar todo esto, y peor aún, dejarse llevar por sus impulsos, por sus emociones, al punto que le costó la entrada a la tierra prometida? Lo vamos a ver. Y esto está dado para mostrarnos, como todos los relatos bíblicos, que el hombre, el ser humano, por sí mismo, por más acciones que tenga para tratar de sostener una relación con Dios, no es suficiente. Bien, dice, llegaron los hijos de Israel, toda la congregación al desierto de Sin, en el mes primero, y acampó el pueblo en Cades. Y allí murió Miriam, o María, la hermana de Aarón, y de Moisés, y allí fue sepultada. Y porque no había agua para la congregación, se juntaron contra Moisés y Aarón, quien es el pueblo de Israel. Y habló el pueblo contra Moisés, diciendo, miren bien, ojalá hubiéramos muerto cuando perecieron nuestros hermanos delante de Jehová. Está hablando de los que quedaron en el desierto. Treinta y nueve años habían pasado. Y vuelven al mismo lugar. Dice, ¿por qué hiciste venir la congregación de Jehová a este desierto para que muramos aquí nosotros y nuestras bestias? ¿Y por qué nos has hecho subir de Egipto para traernos a este mal lugar? No es lugar de cementera, de higueras, de viñas, ni granadas, ni aún de agua para beber. Y se fueron Moisés y Aarón de delante de la congregación, a la puerta del tabernáculo de reunión, y se postraron sobre sus rostros. Y la gloria de Jehová apareció sobre ellos. Y habló Jehová a Moisés, diciendo, toma la vara y reúne la congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a vista de ellos, hablad a la peña. Y ella dará su agua, y le sacarás aguas de la peña, y darás de beber a la congregación y a sus bestias. Entonces Moisés tomó la vara de delante de Jehová como él le mandó. Y reunieron Moisés y Aarón a la congregación delante de la peña. Y les dijo, oíd ahora rebeldes, ¿os hemos de hacer salir aguas de esta peña? Entonces alzó Moisés su mano y golpeó la peña con su vara dos veces. Y salieron muchas aguas, y bebió la congregación y sus bestias. Y Jehová dijo a Moisés y Aarón, por cuanto no creísteis en mí para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado. Estas son las aguas de la rencilla, por las cuales contendieron los hijos de Israel con Jehová, y él se santificó a ellos. Las aguas de la rencilla, o como se ve en Éxodo 17, el lugar que se llamaba ahí es Meribah. Muchos creen que es el relato de un mismo evento, pero no, es clarísimo. Cuando está en Éxodo 17, el pueblo de Israel se queja y se hace referencia a la salida del pueblo de Egipto. En éste hacen referencia a los fallecidos en el trayecto que han quedado en el desierto. Pero hay algo bien importante aquí. Dios, el momento en que mandaron los espías, 39 años antes, les dijo claramente que por su actuación de incredulidad, porque se quejaron ellos, pensando que iban a morir en manos de todos los pueblos donde estaba la tierra prometida de Dios, y de hecho no le creyeron a Dios que los iba a proteger, cuidar, sustentar, llevar, que había problemas, claro, pero para eso estaba Dios, para ayudarlos a luchar y hacer lo imposible, no lo posible. Lo posible lo hacemos nosotros, lo imposible lo hace Él. Haciendo cositas posibles en nuestra vida, Dios actúa de maneras imposibles que ni siquiera imaginamos. Haciendo lo que nos corresponde a nosotros, Dios actúa de forma sobrenatural siempre. Que no lo veamos no significa que Él no esté obrando. El problema es que pensamos que todo depende de nosotros, y claro, nosotros respiramos porque queremos, nosotros pensamos porque queremos, nosotros vivimos porque queremos, pero no es así. Esto es el problema del pueblo de Israel. El problema del pueblo de Israel es que 39 años antes salen de la mano de Dios viendo tremendos milagros y apenas salidos dos meses empiezan a quejarse. Luego de eso empiezan nuevamente a desanimarse, a quejarse, a pedir carne, a pedir agua, y en fin, y mejor estábamos allá y ¿para qué nos venimos? Bueno, toda esta historia es lo mismo que sucede ahora con la humanidad. Cuando escuchamos, por ejemplo, a personas que dicen, pero ¿para qué? Dios no existe. ¿Cómo Dios tan bueno puede permitir estas injusticias? Y ¿cómo Dios no puede aceptar a estas personas? Y claro, en fin, tantos argumentos, tantos pensamientos humanos. Pero aquí todo el tema se centra en el accionar de Moisés. Moisés se deja ganar por la emoción, se deja ganar por toda la provocación que hace el pueblo, por la presión que le ejerce. Cristo Jesús tuvo delante de él a 5.000 personas sin comer. Lo habían seguido durante días. Y los discípulos la primera vez le dicen, ¿y ahora cómo damos de comer a esta gente? Señor, no han comido un montón de tiempo y están con hambre. ¿Cómo hacemos? ¿Cómo les damos de comer? Y Cristo dice, a ver, ¿qué hay? Toma, ejecuta un milagro, multiplica los peces, multiplica los panes, y les da de comer. La segunda vez hace exactamente lo mismo, pero primero les dice, denles ustedes de comer. Y le dicen, ¿pero cómo, si no tenemos? Y luego nuevamente vuelve a provocar un milagro, como es natural. ¿Pero por qué es natural en Cristo Jesús? Porque él jamás se desconecta de Dios, porque él está todo el tiempo sujeto a la voluntad de Dios. Que tuvo necesidades como nosotros, que tuvo dudas como nosotros, sí. De hecho, él duda en el momento de ir a la cruz y le dice, si puedes quitar esta copa de mí, hazlo. Pero de inmediato le darguye el Espíritu Santo de Dios a Cristo Jesús, y él dice, no, esto no está bien. No se haga mi voluntad, sino la tuya. Aquí estoy, las diferencias entre Cristo Jesús y Moisés. Para todos aquellos que dicen que la ley es lo único que necesitamos llevar a cabo, o peor aún, que aceptas a Cristo Jesús y necesitas cumplir los mandamientos, bueno, vas a terminar como Moisés. Porque Moisés cumplió un montón de cosas. Es más, él fue el encargado de llevar y comunicar la ley. Pero lo que se ve aquí es que él no puede, no se da abasto, porque no estamos hechos para dar abasto de lo que dice la ley. Jamás podríamos nosotros, ni en mil años, cumplir un día entero todos los mandamientos que Dios ha mandado. Por eso recuerden cuando vimos el tema de los dos pecados que pone Cristo Jesús como ejemplo, el adulterio y el no matarás. Por esto, Moisés es sacado del derecho a entrar a la tierra prometida, porque él se atreve a decirle al pueblo, oíd ahora rebeldes, que dijo Cristo Jesús, quien siquiera llame a alguien tonto, fatuo, ya es como que hubiera matado. Entonces Moisés, a la altura que estaba él, al momento en que tenía esa relación con Dios, él no podía decir eso, y sabía que no podía hacerlo. Y ahí es donde se comprueba que Cristo Jesús tiene la estatura de Dios para determinar cómo son los mandamientos. Es por esto que él dice, yo soy el Señor del sábado. El día de reposo fue hecho para el hombre, no el hombre para el día de reposo. Y ahí hay un montón de cosas que nos enseña, y que nos hacen mirar que la vara es altísima de los mandatos de Dios, y que el hombre no puede llegar a cumplirlos, por más que se esmere, por más que ponga empeño. Moisés, en este relato, llega a cometer un error gravísimo, y vamos a verlo. Primero, se deja llevar por sus impulsos. No confía en lo que dice Dios. Va y se postra delante de él en una forma humilde, sí, ¿para qué? Arón y él. Pero ninguno de los dos logra superar la inconformidad del pueblo. Pensaron que ellos tenían la carga de llevar al pueblo, cuando Dios siempre estuvo al mando y al control de la gente. Moisés y Arón lo único que necesitaron hacer es llevar las cosas delante de Dios, y tomar o pasar las acciones que Dios tomaba como decisiones para el pueblo. Pero no lo hicieron esta vez. Ojo, ni Moisés, ni Arón, ni Miriam entraron con el pueblo a la tierra prometida. Ninguno de ellos, como lo dijo Dios. Sólo entraron los jóvenes, los que eran niños en el desierto, y fueron criados debiendo cómo Dios sustentaba. Entonces aquí hay una enseñanza muy práctica. Si nosotros, que hemos sido liberados de una manera de vivir, insistimos en extrañar esas formas, por A o B o C situaciones, estamos portándonos de igual de rebeldes como el pueblo de Dios en el desierto. Y esto es una muestra de que puedes tener una relación con Dios, pero Cristo Jesús todavía no está presente en tu vida. Porque cuando Cristo Jesús está presente en tu vida, vas a tener luchas, vas a tener un montón de dificultades, como cualquier ser humano. Cristo Jesús tuvo eso. Pero de ninguna manera vas a buscar volver a estar en las condiciones que estabas antes. ¿Que puedes cometer errores? Por supuesto. Porque de eso se trata. Se trata de que nosotros tenemos errores, pero estos errores ya no son lo que domina nuestra vida, sino más bien son excepciones a la regla. Una excepción que confirma la regla, que nosotros no somos capaces de llegar por nuestros propios medios delante de Dios. Bien, entonces, creo que el mensaje está claro por este día, y mañana vamos a continuar desarrollándolo para que ustedes puedan ir viendo cuán maravilloso, esplendoroso, único e incomparable es Cristo Jesús. Bendiciones hasta el día de mañana. Más información www.alimmenta.com

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