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4º España vaciada entrevista a Marife

4º España vaciada entrevista a Marife

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Marife, who grew up in a small village in Soria, explains why her family moved to Arnedo. They wanted their children to have better educational opportunities. Arnedo was bigger and had more industry compared to her small village, which relied on agriculture and livestock. In Arnedo, they had running water and appliances in their homes, unlike her village in the 70s. Marife misses the close-knit community in her village, where everyone would come together to help each other in times of need. Other villagers were also forced to leave their villages due to lack of opportunities. The houses in her village had three floors, with animals on the ground floor, people living in the middle, and storage on the top floor. They only had a fireplace for warmth, and it would get very cold at night. Buenos días, estamos en el colegio de Guell. Luna, Lucía, Adam y yo vamos a hacerle unas preguntas a nuestra invitada especial que en este caso es Marife. Y vamos a hacer unas preguntas a Marife de la España vaciada. ¿Por qué alguien de un pueblo de Soria se fue a vivir a Arnedo? Pues os lo voy a contar. Porque mis padres querían que sus hijos, que somos tres, estudiáramos y entonces para ello tendríamos que salir del pueblo e irnos a Soria. Y allí teníamos que estar internos, porque no había transporte para ir y venir como ahora. Y claro, mis padres no querían que sus hijos estuvieran fuera de su casa, estaban pequeños. Y por eso, además, como no tenían muchas tierras, tampoco tenían muchas posibilidades, y les salió un trabajo a los dos en Arnedo, que era en los años 70, que entonces había mucha oferta de trabajo, y nos fuimos a vivir a Arnedo, emigramos del pueblo pequeñito. ¿Y por qué la vida en Arnedo es diferente? Bueno, sigue siendo muy diferente hoy la de mi pueblo de Soria con la de Arnedo. Para empezar, es que mi pueblo es muy, muy, muy pequeñito. Había muy poquitos habitantes. Y para seguir, Arnedo, claro, tiene muchos más habitantes, es más grande, tiene industria. Lo que mi pueblo pequeñito vive de la agricultura y la ganadería. En los años 70, fijaros, que no había ni electrodomésticos en las casas, ni agua corriente. Cuando yo vivía en Arnedo, sí, en Arnedo todas las casas tenían su agua corriente, sus electrodomésticos. Mi madre, si quería lavar la ropa, no tenía lavadora, tenía que ir a lavarla al lavadero. Y podría seguir contándoos más cosas, pero como veo que queréis preguntarme más, pues ya seguiremos. Ahora os pasamos con Luna. ¿Por qué la gente del pueblo podría querer vivir en una ciudad como Arnedo? Pues por lo mismo. A ver, quien tenía tierras y tenía ganado, podía vivir de ello. Pero todo el mundo queremos tener de qué vivir. Y si no tenías tierras y no tenías ganado, pues tenías que emigrar, porque no había posibilidades, ni había futuro para los hijos. ¿Qué son las cosas que añoras de tu pueblo después de mudarte a Arnedo? Bueno, pues, a ver, Arnedo me ha dado muchísimas posibilidades y he tenido muchas ofertas. Pero lo que más añoro, lo que más añoro quizá es la cercanía con la gente. Que todos los vecinos, cuando ocurría algo, a algún vecino le pasaba algo y todo el pueblo se volcaba para ayudarle. Recuerdo una vez que se encendió una casa y hubo que apagar el fuego. Había que sacar a los animales y lo apagaron entre todos los vecinos del pueblo. Y yo, que era muy pequeñita, nos cogieron a todos los niños del pueblo, porque había peligro de que se incendiaran las casas vecinas, y nos llevaron al barrio más alto, a una casa, a todos los niños, primero para que no nos asustáramos, porque era de noche, y segundo pues para que no nos pasara nada. Ahora os pasamos con Lucía. ¿Por qué te fuiste de tu pueblo? Pues yo no quería, no quería irme. Yo estaba muy contenta en la escuela, con mis compañeros, con mis maestros, jugando por todo el pueblo, con los animales, pero también quería estudiar. Y bueno, decidieron mis padres que había que emigrar y te tienes que aceptarlo. Ahora os pasamos con Adam. Maricé, ¿qué tipo de trabajos había? Pues había agricultura y había ganadería principalmente. Y quienes no tenían, como mi padre, no tenían muchas tierras y muchos ganados, que ya lo he dicho muchas veces, pues entonces tenían que trabajar en trabajos temporeros, como por ejemplo ir a Vitoria la Azucarera, ir a vendiñar. Mi padre, que era esquilador en la época de esquilar las ovejas, se iba a Andalucía a esquilar. Pero lo que más era trigo, cebada, había huerto y luego había, sobre todo, sobre todo, ganado trashumante, ovejas trashumantes. Que se iban los pastores, siete meses, en los meses de invierno, al sur, ellos solos, dejaban a sus mujeres y a sus niños solos en el pueblo y luego en la primavera volvían, sobre todo la trashumancia ganadera de ovejas. Bueno, pues volvemos con Lucía. ¿Eras muy feliz con tus amigos o amigas en tu pueblo? Era muy feliz, muy feliz. No teníamos juguetes en la escuela, no teníamos juguetes en la escuela, pero aún así nos los inventábamos. Y bueno, salíamos al recreo y jugábamos a juegos de pillar, a la rayuela, a muchos juegos, me lo pasaba muy bien. Muy feliz. Bueno, pues ahora otra vez con Adam. Maricé, ¿cómo eran las casas? Las casas eran pequeñas y eran muy, muy peculiares porque, veréis, tenían tres plantas. La planta baja vivían los animales, los cerdos para la matanza, el caballo para hacer las labores del campo, las vacas, y luego en la planta del medio es donde vivíamos las personas. Y arriba, que le llamábamos el somero, en otros sitios le llaman el sobrado, aquí se llama el alto, el desván. Ahí, fijaros, era donde se guardaba el trigo que se había cosechado en graneros, donde se guardaban las patatas, donde se guardaba todo. ¿Qué pasaba? Que no teníamos calefacción, teníamos solo una lumbre, una chimenea de leña, y nos servían el calorcito de los animales que estaban abajo, nos subía hacia arriba, hacia el segundo piso, y nos aislaba debajo del tejado, nos aislaba el desván, el granero que os he dicho, y no había calefacción, solo teníamos la chimenea. Así que cuando nos íbamos a acostar a las habitaciones pasábamos un frío terrible. Nos poníamos en pijama en la cocina donde estaba la chimenea para que no nos diera frío. Bueno, pues hasta aquí hemos llegado y pues... ¡Adiós!

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