Palabra de Vida Hoy, celebración de la natividad de la Virgen MarÃa, celebrando el tiempo de la creación. ¡Al pan por la palabra! MarÃa es la primera después del único, madre y maestra de cristianos como la mejor seguidora de Cristo. MarÃa es hija de la Iglesia, pero a la vez, es quien en la Iglesia contempla cómo debe llegar a ser. Echando mano de la lÃrica, podrÃamos decir que MarÃa, figura y forma de la Iglesia, es el viento en el que Dios gesta los que nos hemos unido por el bautismo al que ella gestó, dándole al Hijo Eterno de Dios la carne de nuestra propia humanidad, para que sea nuestro el espÃritu de su propia divinidad.
En MarÃa se unen lo humano y lo divino indisolublemente, para que todo lo que es verdaderamente humano, en cada ser humano, se desarrolle y alcance su plenitud mirando la plenitud y la estatura de Cristo Jesús. Hay tanto de bueno en la gente de nuestra sociedad de hoy, hay tantos nobles anhelos y causas justas que palpitan más allá de nuestros grupos y sacristÃas, que si nos quedamos encerrados en lo nuestro perderemos el tren de la humanidad y de sus gentes, nuestra gente, que no podrán recibir nuestro anuncio ni acercarse más a Cristo por nuestra mediación y aportación.
Si los hombres y mujeres del mundo permanecen sin conocer a Jesucristo podrán llegar a ser salvos por él, por su buena voluntad. ¿Pero nos salvaremos nosotros si les privamos de la belleza y de la alegrÃa de ser de Cristo por nuestra cerrazón y falta de compromiso evangelizador? Desde su misma natividad, MarÃa es la mediación por excelencia dentro de la única mediación de salvación universal que es la Iglesia, el cuerpo de Cristo, su esposa. MarÃa es la primera que hizo este camino con mayúscula y se nos da como madre para llevarnos de la mano, mientras nosotros hacemos con ella su mismo camino en pos de quien es el único camino de plenitud y reconciliación para la humanidad.
De la mano de MarÃa, escuchemos y acojamos su maternal mandato de Cana, hacer lo que él os dice. A Jesús por MarÃa, de la mano de la Señora, por la oración y la invitación de su obediencia y seguimiento amoroso e incondicional del único Salvador. Como ella, la madre, no se cerrarÃa jamás a ninguno de los que Dios ha creado para que lleguen a ser sus hijos, no nos cerremos nosotros a nadie ni a nada que no sea directamente contrario a Dios, porque como nos dijo Jesús, quien no está en vuestra contra está a vuestro favor.
Con deseos de aprender a amar a todos desde el corazón de Dios, vuestros hermanos franciscanos desde Toledo os abrazan con la paz y el bien. SubtÃtulos realizados por la comunidad de Amara.org