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La blanca furia. Entrevista a Blanca Haddad. Pintora, poeta, performer y activista sociocultural.

La blanca furia. Entrevista a Blanca Haddad. Pintora, poeta, performer y activista sociocultural.

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Blanca es una artista compleja, ella es grande y humilde al mismo tiempo. Durante nuestro encuentro exploramos sus inicios en el arte. Indagamos en la naturaleza de su talento espontaneo para comulgar con fuerzas de orden categórico como: la palabra, la pintura, y el performance. En el marco de un nutrido universo de elementos simbólicos que ella evoca de manera permanente en su obra.

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Blanca Haddad, a multidisciplinary artist, discusses her childhood and early experiences with art. She explains how art served as a refuge for her and allowed her to communicate and express herself. Blanca also talks about her decision to study art formally and her experiences at the Armando Reverón School of Art. She reflects on the symbolism in her artwork and how it represents different aspects of herself. Blanca emphasizes the spontaneity and instinctual nature of her art, rejecting the need for conceptualization or research. She discusses the interplay between words and images in her work, highlighting how words and language play a significant role in her artistic expression. Declaro ley, declaro ley, declaro ley, declaro ley nuevos nombres, declaro ley, declaro ley, declaro ley, declaro ley, declaro ley, declaro ley, declaro ley, declaro ley, declaro ley, declaro ley, declaro ley, declaro ley, declaro ley. Bienvenidos al podcast Pensamiento Volátil, el podcast de la Casa Nómada, un espacio especialmente creado para hablar del arte y los artistas en compañía de todos sus cómplices. Hoy contamos con la presencia de Blanca Haddad. Blanca Haddad es una artista multidisciplinar con un recorrido internacional muy importante, reconocida como una artista con gran trayectoria en la escena underground latinoamericana, pero que también tiene un recorrido dilatado en Europa, especialmente en la ciudad de Barcelona donde nos encontramos en este momento. Bienvenida Blanca. Hola, ¿qué tal Polo? Es una alegría que me hayas invitado aquí a conversar contigo. Para mí es un placer tenerte en Pensamiento Volátil. Blanca, no es una entrevista biográfica, pero siempre hay que comenzar por los orígenes de los artistas, ¿no? Esta pregunta siempre me gusta hacerla, es interesante porque siempre hay como una especie de competencia entre los artistas de ver quién comenzó primero, ¿no? Pero yo suelo hacerla por costumbre. ¿Cuándo comienza el arte en la vida de Blanca Haddad? Uy, desde muy niña. No, porque estoy compitiendo con nadie. Porque además, bueno, no sé, hay grandes artistas que yo admiro que comenzaron muy tarde. Saramago, Henry Miller, artistas que yo adoro que comenzaron su carrera siendo adultos. Pero en mi caso, yo comencé muy niña porque para mí dibujar, que fue lo primero que yo hacía, era como un refugio total de todo tipo de incertidumbre o conflicto o situación incómoda. Cualquier cosa que un niño pudiese tener que encarar, pues yo dibujaba, dibujaba, dibujaba durante horas. Como mi primer acercamiento al arte fue a través de la imagen, del dibujo, la pintura. No sé, tendría, así que yo recuerdo pasar horas dibujando con amigos. Diez años, pero también montaba obras de teatro. Mi mamá era muy consentidora en ese aspecto porque ella gustaba mucho el arte, la poesía. Ella era realmente consentidora en casi todos los aspectos. Yo era una niña bastante consentida porque mi mamá trabajaba, entonces yo creo que es un tiempo que compartía, me quería con placer. Y bueno, yo hacía también con mis amigos teatro. Yo creo que en ese momento era como performance. Me gustaba inventar con mis compañeros de la calle cosas, de mi calle donde yo vivía. Que bueno, el arte se presentó en ese inicio como una especie de refugio para la infancia. Sí, como una dimensión que me acercaba a la gente, me hacía muy fácil la comunicación. Yo era como una niña un poquito insegura. Una niña diferente porque siempre fui una niña bastante masculina y eso me generaba cierta inseguridad porque por supuesto fui blanco de burlas y bullying y cosas no muy graves, pero sí las fui. Porque Venezuela es un país donde el género heteronormativo es muy fuerte, está muy presente. La masculinidad se está reivindicando a sí misma y la femineidad se está reivindicando a sí misma pero desde lo normativo, como lo dijo Venezuela y el caudillo siempre. Entonces yo siempre fui una niña andrógina, ambigua y eso generaba, no en mi casa, pero en los espacios donde compartía con otros niños, pues inquietud porque era un país muy fijado en esos dos estereotipos. Entonces sí que es verdad que una manera de comunicarme era a través de lo que hacía, del teatro, del dibujo, de la poesía, más tarde, hasta que entré en la escuela de arte que obviamente me encontré con otra gente igual a mí. ¿En qué momento decidió Blanca, voy a ser artista, voy a estudiar arte formalmente? Bueno, yo no sabía mucho qué quería hacer cuando terminé el bachillerato. Escribía, yo sabía que escribía bien porque me habían votado del colegio, era muy rebelde y me votaron del instituto escuela. Un colegio, bueno, era considerado un buen colegio, a mí no me lo pareció tanto, con todo respeto, sobre todo porque me votaron adolescente, me parecía increíble que te votaran de un colegio donde te criaron. Porque yo entré ahí como con dos años y a la adolescencia me votaron y bueno, no supieron qué hacer con lo que yo mismo educaron, era como una irresponsabilidad, me parecía. Entonces cuando me votaron del colegio escribí unos artículos para el periódico y me los publicaron sobre ese tema, con la dificultad que tenía el mundo adulto y la clase media venezolana para ser cerca de sus propios problemas. Y ya era una niña, tenía menos de 16 años, 15, 14. Y me votaron de ese colegio y caí en Los Riscos, que era otro colegio, y ahí me gané un premio sobre Víctor Hugo. Concursé solo para reivindicar Los Riscos, al colegio de Los Riscos porque es un colegio con mala fama, ¿sabes? Y entonces, como por rabia, la rabia siempre fue un leitmotivo mío, concursé y me lo gané. Escribía también, hacía muchas cosas, y paralelamente hacía teatro, hacía teatro con el grupo Héctor al 80. ¿Cuándo llega la Reverón? Ajá, entonces tenía como muchas opciones abiertas, y cuando el video de Zapar saca la primera convocatoria de artes visuales, que incluía pintura pero en praxis, porque antes estaba la escuela de arte, pero la escuela de arte de la UCB era teórica, y estaba la Cristóbal Rojas, pero la Cristóbal Rojas no te daba un título universitario, estaba muy clara que quería un título universitario. Así que entré en la primera promoción de la primera escuela que hubo con artes como en prácticas, con talleres artísticos, que fue la Armando Reverón, que fue en Caracas, y era increíble porque éramos muy pocos estudiantes los primeros. Era como una familia realmente, y nadie sabía muy bien cómo iba a ser, los profesores mismos no lo sabían, estaban como un poquito experimentando de verdad, porque como todo lo que se hace por primera vez nunca se sabe cómo es exactamente. Y fue increíble, para mí la Reverón es un antes y un después en mi vida, mis amigos de la Reverón son como puntos en mi universo que demarcan mi vida realmente, porque es que yo a donde quiera que voy están los reveronianos que son mis amigos y son como mis hermanos y es como una logia. Ha sido una experiencia que ha trascendido lo académico realmente. Yo siempre digo que la Reverón de alguna manera, y más en esos inicios que te tocó a ti, yo llegué generaciones más tarde, fue un laboratorio, y haciendo homenaje a tu camisa de Fuerza Artista, fue un laboratorio de ovejas negras, pero un laboratorio de ovejas negras tanto los alumnos como los profesores, los cuentos estaban con mucha energía tratando de aprender a poner, a dar sentido a ese proceso que es crear. Simplemente experimentándolo, es que nos avasallaba todo realmente, te encontrabas con mucha gente parecida a ti, tenías espacio, había los recursos, y yo creo que no solo los estudiantes, algunos se nos fue la olla, pero algunos profesores también, uno porque se hace profesor no deja de ser humano tampoco. Pero era eso, era un espacio muy humano, lo sigue siendo creo, ahorita que fue la Cruz de Mayo, como yo volví a Venezuela, yo tenía 20 años que no pisaba la parte de adentro de la Reverón, o sea había ido, mentira, unos 15 años más o menos. Entonces yo fui a recitar, me invitaron a las Fiestas de las Artes a declamar una décima, y yo fui a declamar la décima, que era al lado del Gardeliano, el barrio este donde cantó Gardel, y después llegaban las cruces hasta el edificio de la UES, y yo iba con Julio Loaiza, que es egresado allí, da clases allí ahora, que hace una labor increíble, porque ahí hay gente increíble haciendo cosas increíbles, y yo iba con la Cruz de Mayo y con toda la liturgia y todos los muchachos tan jóvenes que están sosteniendo lo que queda de esa escuela, conmovida ya, y cuando me enfrenté con el edificio, que pasamos la reja esa gris, fue el cuerpo, me conmovió tanto que me volteé y le dije a Julio, por qué voy a llorar, y bueno me aguanté, no lloré. Pero es eso, la Reverón es como un espacio afectivo también, porque son muchas las sensibilidades que acogió esa universidad, y la historia de las artes visuales contemporáneas de Venezuela, o sea, contemporáneas a nosotros las que están, tocan la Reverón y tengo que decir, tocan el UNED Arte también, porque como el UNED Arte fue una conquista política de cierta manera, lamentablemente, o sea, fue como que el usar, digo, el poder, como siempre, pero el UNED Arte, desde mi punto de vista, tuvo cosas fantásticas como unir las diferentes disciplinas, que pudieras hacer asignaturas de danza, o de teatro, de música, en artes visuales y ese tipo de cosas, yo ahora que estoy allá, veo a los muchachos del UNED Arte, que no tienen nada que ver con política, que son gente joven, que esas son las universidades y los espacios que tienen, y algunos están haciendo cuestiones increíbles, sigue siendo importante para ellos, ese espacio en Caracas, con la vida cultural, el contexto, las realidades, los recursos que tienen en Caracas, no sé cómo es en el interior, pero sigue siendo importante, esos espacios siguen siendo importantes, al margen de la historia política, que por supuesto, la rosa, pero no es lo más importante, creo yo, que tienen esos espacios. Claro, así como la Escuela de Arte es la central, sigue siendo el lugar de encuentro, de alguna manera, para aquellos que desean formarse como investigadores, la REVERON, desde esta forma, el UNED Arte, sigue siendo ese lugar de encuentro para aquellos que desean fortalecer su posición como artista, fortalecerlo a nivel de formación, aun cuando el pensum no sea el mismo, pero todavía mantiene esa magia. Sí, sí, claro, mantiene, y mira que ha resistido, porque la última vez que fui, que fue esa vez, la encontré bastante, o sea, abandonada, encontré que la preocupación de la REVERON venía sobre todo de los estudiantes y los profesores, no de lo institucional. Veo a los estudiantes y los profesores más preocupados por sostenerla, que en el discurso oficial no veo que haya realmente una preocupación por generar una red, o fortalecer una red cultural, ni a nivel pedagógico, ni a ningún nivel, realmente es la gente que se va demandando, los artistas, los curadores, los profesores que demandan, que piden a gritos, bueno, arreglen este sitio, vamos a hacer algo, vamos a hacer algo. La REVERON se caracterizaba por tener distintas disciplinas y de alguna manera invitaba a que todos sus estudiantes, aun cuando escogían una disciplina, transitaran por todas ellas, ¿no? Desde ese punto siempre es interesante preguntar, en este caso, ¿por qué la pintura? Porque era más rápido, porque yo tengo TDAH así, diagnosticado, o sea, soy hiperactiva y tengo muy poca paciencia, y yo hice escultura, y era horrible, o sea, primero tenía que pedir ayuda, para que me ayudaran a soldar, y odio tener que pedir ayuda en mi espacio de taller, yo quiero hacerlo todo yo, ¿sabes?, y poder hacerlo yo. Y luego se tarda, o sea, yo no tengo esa virtud, la paciencia, no la tengo, desgraciadamente, no es algo que me van a gloria, pero en verdad no tengo la paciencia, con lo cual nunca pude pintar ni siquiera con óleo, o sea, ahorita hay unos óleos que se secan rápido, pero cuestan carísimo, no los puedo comprar, con lo cual yo pinto con acrílico y yo pinto seis pinturas simultáneamente, ¿sabes? Cerámica también, o sea, no saber qué colores, no saber hasta qué, la gente dice, es mágico, fotografía, ay, qué magia, no, para mí es una tortura, así que yo pintura que es rápido, o sea, que lo veo mientras lo estoy haciendo, si no me gustan los tachos, si no me gustan los rómpulos, instantáneo, por eso la pintura, ese es el motivo principal, no hay una razón más espléndida. Ese inmediatez, bueno, y ese inmediatez es bastante, mucho lo que da, ¿no?, de poder enfrentarte con imagen y poder producirla de una manera… Es como una pelea cuerpo a cuerpo, sí, o no sé, a veces es una pelea, a veces es como un romance cuerpo a cuerpo, pero muy pocas veces es un romance, la mayor parte de las veces la energía es como tan activa que es más bien eso, como una pelea amistosa, digamos, pero sí, yo soy muy impaciente como para hacer cualquier otra cosa, y yo pienso que me hubiese vuelto loco si no hubiese tenido la pintura, porque era drenar, ¿sabes?, drenar. Ahí pongo muchas cosas que no puedo poner en otro sitio, ¿sabes?, que no puedo verbalizar o que no comprendo, porque la pintura no es narrativa necesariamente, ¿no?, no tiene un principio y un fin, entonces puede soportar, puede contener el caos, la confusión, la rabia, todos estos sentimientos que se hacen difíciles de sostener porque nos desbordan, pues. Entonces, yo como vivo la mayor parte del tiempo desbordada, energéticamente, ¿sabes?, si no tuviera la pintura creo que me hubiese enloquecido, ¿sabes?, de verdad, no sé si enloquecido de todas maneras, hubiese sido peor en todo caso. ¿Juega la pintura ese papel de mediador, no?, entre blanca y suavismo. Es que no hay una separación, yo soy así como, me gustó un verso de la película de Tarkovsky que se llama Nostalgia, que hay un loco que se prende fuego, que dice, soy contemporáneamente en mi cuerpo, en mi cabeza y en mi cuerpo, dice así, yo soy contemporáneamente en mis abismos y mis lagos y las cosas bonitas y las cosas feas. Yo sé que a mucha gente le encanta mi trabajo y le encanta lo que yo soy, pues yo no sé qué es lo que yo soy directamente porque cada día voy descubriéndolo y porque yo alterno entre muchos espacios, o sea, como muchas certezas pero también muchas confusiones, ¿sabes? Yo contengo muchas confusiones, muchas cosas de mí que no están todavía reveladas y yo, me parece que ese es el encanto de la vida, o sea, ni moralmente ni profesionalmente siento que estoy completa y no quiero estarlo tampoco, ¿no? Que un artista compita, tú dijiste, el artista compita quien empezó primero, es como súper triste, ¿sabes? Porque una sensibilidad no puede competir con otras realmente, no es el artista el que compite, a veces compite el ser social, ¿sabes? El hombre o la mujer, no sé, el capitalismo dentro de uno, sí, de verdad, la necesidad de decir, mira, yo gané dinero, pero lo que te llevó a ser artista no compite con otra persona porque ¿cómo va a competir tu sensibilidad con otras? ¿Es de dónde? O sea, compite otra cosa, otra ambición, pero el ser artista no compite con nada. Claro, y más cuando esa obra se construye, en palabras de Huidobro, desde una fuerza centrípeta, ¿no? En tu caso hay una fuerza centrípeta que luego se transforma en centrífuga, ¿no? O sea, que sale, que aflora a partir de esa fuerza interior que la empuja. Tu obra blanca tiene un simbolismo muy poderoso, ¿no? Está cargada de imágenes muy variadas, ¿no? Hay serpientes, hay ojos que se multiplican, hay lobos, hay serpientes que terminan con cabezas humanas. Ese simbolismo siempre es interesante, cuando uno observa tu pintura, preguntarse si asistes a él de manera universal o has ido creando una carga conceptual para cada símbolo. O sea, ¿representan para ti una historia en particular, tienen un significado en particular o es algo que va apareciendo en la vorágine del trabajo? Yo creo que cualquier artista te diría que cuando uno dibuja, o sea, uno deja como un testimonio de lo que uno ha sido, incluso de los engaños o las mentiras que uno ha sido, o las poses que uno ha sido, pero uno deja como un testimonio. Entonces, yo cuando veo mi obra, a veces me conmuevo de mí misma, ¿no? Porque aunque en algunos casos fui más genuina y en otros fui más posada, siempre soy yo, ¿no? Entonces, quizás en el momento en que yo hacía las serpientes, o las cruces, o los autorretratos, yo no estaba pensando, o yo siempre he sido un poco salvaje en qué hacer, pensando qué significaban, pero luego cuando lo ves retrospectivamente sí que ves que hay una narrativa, hay una historia, hay un estado de ánimo, hay un momento vital, ¿sabes? Sí que tienen un significado particular, pero yo no me planteo trabajar desde lo conceptual, ha sido uno de mis dramas como artista, ¿no? Porque ahora, por ejemplo, las instituciones, para que tú presentes, tú expongas, te piden unos proyectos teóricos, o sea, antropológicos sobre lo que tú haces, que yo no los tengo, pero yo estoy consciente de que mi capacidad, mi elocuencia, y mi discurso, y mi capacidad de elaborar un discurso es excelente. Pero me parece como forzado a hacerlo porque mi obra no va por allí, mi obra es muy salvaje, nace muy instintivamente, entonces, claro, me aburre, o sea, no me provoca, no me presento a concursos, no me presento a residencias, porque me aburre hablar de mi obra desde ese lugar porque mi obra precisamente se agarra a lo más salvaje, al impulso, a la reacción, es una obra muy espontánea. Ahora, después que está hecha y después de los años, yo veo hacia atrás y digo, ah, no, esto, mira cómo estaba, o sea, lo que estaba haciendo, y claro que me conmueve verme a mí misma, ¿por qué queda eso? Pero no es que yo maneje una simbología en particular, para la tesis, en la Armando Reverón sí que analicé la simbología que era recurrente en aquel momento, que eran las serpientes y las equis y tal en las primeras pinturas, y ahora estoy como obsesionado con la animalidad, tanto en la poesía como en la pintura, y aparecen muchas figuras de animales, ¿no? Pero no lo pienso como, ¿sabes?, como los artistas que escriben un proyecto primero y se van a investigar de esto, que es perfectamente legítimo, de hecho, eso casi parece ser la única manera legítima de acercarse al trabajo, pero en mi caso no es así, yo digo que soy una pintora ingenua, de alguna manera, porque mi acercamiento es bastante espontáneo, no hago ningún research, ninguna investigación, no la hago realmente. Fluye. Fluye, sí. Mi investigación es la vida misma, pues siempre ha sido una zona súper rap, ¿no? Yo vengo directo de las cloacas, pero sí, vengo directo de las cloacas, como el poema de Lorca, que me encanta, que dice… La noche no quiere venir para que tú no vengas ni yo vaya por ti, pero tú vendrás por las turbias cloacas de la oscuridad, algo así dice, ¿no? Por las turbias aguas de la oscuridad, algo así. Bueno, así, o sea, yo realmente mi vida ha sido una aventura bien intensa, no me ha frenado nada, salí muy joven de mi casa y en esa aventura de vivir y trabajar, como una campesina sin serlo, porque tuve una educación privilegiada y después me gané una beca aquí para estudiar y todo, aquí en Barcelona, quiero decir. Pero ha sido como una vida de aventuras, pues y de allí he extraído siempre como toda la médula de mi obra, no de un lugar culto realmente, no, sino de un lugar bastante común, por eso yo creo que, por ejemplo, en el caso de la poesía, gusta tanto, porque tiene temas que apelan a todo el mundo, igual que en el flamenco me llevo también con los flamencos, porque el cante flamenco, la letra flamenca, el verso flamenco es muy humilde, tiene que ver con cosas muy cotidianas, no, y como mi poesía, no es realmente ni mi obra, es una obra que va por lo cultivado, por lo teórico, por lo académico, sabes, no, es mi camino. ¿Esa relación palabra e imagen siempre estuvo presente o se fue incorporando la palabra poco a poco a la pintura? No, siempre estuvo presente. Es que para mí la palabra, o sea, la palabra es como un sujeto en sí mismo, es como un objeto, sabes, cada palabra tiene un peso, tiene un cuerpo, tiene una imagen, o sea, la palabra es prácticamente fotográfica, si yo te digo a ti pan, lo primero que se te va a venir a ti en la cabeza no va a ser lo mismo que se me va a venir a mí y va a ser probablemente el pan, que se yo, que te picaba tu papá o que te mandaba a comprar en la panadería, y la panadería te va a llevar a una memoria concreta, o sea, para mí la palabra es como cinematográfica, no está separada de la imagen, van juntas, de hecho, y viceversa, quiero decir, cuando yo pinto e incluyo palabras, sabes, sí, mezclo los dos lenguajes y de alguna manera estoy haciendo que la gente o el espectador vea la pintura desde otro lugar mucho más discursivo. Pero cuando yo estoy recitando, yo estoy muy consciente cuando yo escribo mis poemas, que yo de alguna manera estoy creando atmósfera, con lo cual estoy creando imágenes también, sabes, imágenes que son bastante cercanas a algo de eso de la gente, cuando yo digo giro por Caracas, Caracas sin luz, ya todo el mundo está en Caracas sin luz, en su Caracas cada quien, sabes, pero estamos todos en Caracas sin luz y no es una cuestión teórica, es una fotografía de Caracas, sabes, por eso lo emocional, porque la palabra no solo te va a llevar a algo intelectual y racional, en mi caso, en la poesía, sino te va a llevar también a una sensación, a un recuerdo, a una memoria pero física, no solo una memoria intelectual, y de eso sí soy maquiavélica. Por ejemplo, tú fuiste a ver el recital ahora en Caldextract, yo siento que cuando yo empiezo a recitar ahí papamama, papamama, son palabras, verdad, pero son las primeras palabras que decimos, son las primeras palabras que he pronunciado, con lo cual son, tienen un peso, deben estar incluso neurológicamente deben tener un peso fuerte porque son las primeras llamadas, el primer reconocimiento que haces del otro y la primera persona que tú sabes de la cual depende tu vida prácticamente, y yo siento que cuando yo me siento a recitar y yo empiezo papamama, yo lo que estoy haciendo es como amasando a la gente, antes de lanzarle después, como todo recital es en particular sobre el afecto o la carencia de afecto o la falta o ausencia de afecto o el afecto, sabes, papamama se van sentando, no me escuchan, bueno, no estoy diciendo nada conmovedor, ni culto, ni estoy hablando, sabes, de Ridani, de Guattari, no estoy diciendo papamama y está todo un público de repente, a mí me impresionó, culto que está acostumbrado a escuchar poesía, ablandado cuando yo lanzo los primeros versos, ya ellos están en otra y yo también, sabes, entonces la palabra… Estás pintando con la palabra. Sí, y de todo, no está separada, no está separada de la danza, no está separada de la imagen, eso lo hemos separado nosotros en categorías porque necesitamos un mundo organizado para poder dedicarnos a la historia, pero no están separadas realmente las palabras, de hecho, yo tengo ese libro de Elifaz Levy que me encanta, que se llama Alta Magia, es buenísimo, y él habla de la conjura, de la brujería, de la conjura, y entonces dice, bueno, la conjura no es como un acto mágico, la conjura es simplemente que la palabra tenga su peso, o sea que tú lo que digas esté más cercano a lo que piensas y lo que piensas a lo que haces, entonces claro, la palabra va a tener una fuerza increíble si lo que tú estás diciendo está más cerca de lo que tú haces, y eso es el conjuro. Es como la certeza que puede tener una palabra, lo digo porque esto es así, porque yo tengo la certeza de que lo siento así y voy a actuar según esto, esta premisa, y entonces, wow, mientras más cerca esté, es como la cuerda de un violín, y no sé cómo se dice la varita, pero la varita, ¿no? Va a sonar, si no, no va a resonar. Si el instrumento va por aquí y la varita va por aquí, no va a sonar. Si se acercan, o sea, si la acción, la intención, es como, bueno, es muy teatral también, muy escénico, ¿no? Pero yo lo que lo hacía es el esfuerzo de la poesía. Yo estoy claro que a mi poesía no le gusta a la gente, de repente, por su carga literaria, por decirlo de alguna manera, pero yo sé que lo que yo estoy diciendo, estoy intentando decirlo con verdad. Estoy intentando, me expongo un poco, ¿sabes? Y a medida que yo me expongo y me desvisto, los otros también se sienten como más seguros de poder escucharlo y ser permeables a lo que estoy diciendo. Comentas de la integración que hay entre la palabra, la pintura, la poesía, aunque es evidente, ¿no? Está allí. No todos los artistas transitan por esos lugares, ¿no? Tú te has aventurado a recorrer esos caminos. Si me permites construirlo desde este lugar, tienes una relación poliamorosa, ¿no? Con unas energías muy densas, ¿no? O sea, la pintura es densa, la poesía es densa, la escena es densa. ¿Hay paz entre tanta gente cuando se convive, se transita entre todos esos mundos? ¿O es el conflicto lo que alimenta…? No. No es el conflicto, pero mi vida es densa, pues. O sea, mi vida no ha sido una vida fácil. Ha sido una vida afortunada, pero no fácil. Yo he tenido muchas oportunidades, se me ha dado mucho amor en muchos espacios, pero también me he tenido que enfrentar a muchas cosas que no son tan agradables. Bueno, desde vivir en Europa, muy joven, y buscarme la vida, ¿sabes? Pues yo la primera vez que vine, me vine con 19 años. No había venezolanos. La gente me preguntaba, ¿dónde eres tú? De Polinesia. O sea, no había latinos prácticamente. Había muchos bolivianos, ecuatorianos, ¿sabes nosotros? Y una chica de 19 años sola en Europa, buscándose la vida, créeme que no fue fácil. Pero he tenido momentos de paz muy bellos, muy apreciados, pero han sido momentos. No he vivido en paz siempre, pero eso no quiere decir que haya vivido en conflicto, sino que he vivido en agitación, puede ser, porque yo soy una persona agitada y curiosa, ¿sabes? Yo siempre estoy hurgando, ¿sabes? Y preguntándome cosas. Entonces la paz, de alguna manera, es como un estado de contemplación, me imagino, de tranquilidad, de darse una pausa. Digo yo, no sé, o de contemplación. No sé, es que no lo sé. Para mí ha sido como espacio de, ok, ahora estoy tranquila, ya hice todo lo que tengo que hacer, tengo mi casa. Por lo menos cuando estoy estudiando me he sentido muy en paz porque estoy estudiando y estoy dedicada a leer y a ir a la biblioteca y tal. Cuando estoy creando no me siento en paz, pero no estoy en conflicto necesariamente. Ni siquiera estoy en conflicto con el conflicto porque yo, como he vivido mucho en conflicto, en ambientes de conflicto, desde el país hasta la familia, todo, para mí el conflicto no es un conflicto. El conflicto es un conflicto para quien no lo ha vivido, el que lo ha vivido de repente es hasta un ecosistema, una manera de vivir, una manera de comunicarse, ¿sabes? Allí va. La paz suele estar un poco romantizada y el conflicto suele estar un poco satanizado, ¿no? En cierto sentido la pintura nos lleva, el arte nos lleva a poder entender el conflicto como una energía que nos revela las cosas que estamos buscando y de alguna forma nos aporta paz, ¿no? Y el conflicto tiene muchas aristas, o sea, depende también de donde estés tú, cuál es tu rol en el conflicto, ¿no? Porque el otro día vi un documental de unos tíos que vendían misiles y se han hecho mega millonarios, o sea, que son parte del problema y del conflicto. En serio, una pareja de, eran belgas, de la gente más millonaria del mundo, estos tíos se habían comprado una hija y habían vendido, no sé cuántos, 200.000 misiles, y ellos estaban en paz, y eran parte del conflicto, y son parte del problema, ellos estaban, su hija lo estaban entrevistando, estaban súper tranquilos, y ellos son el conflicto. Entonces, si que tengo, o sea, yo estoy en conflicto cuando estoy molesta por algo, cuando estoy enfrentada a algo, estoy en conflicto, no, yo estoy en conflicto, yo estoy en paz conmigo misma, porque me tengo que enfrentar a eso, ¿sabes? Entonces son palabras muy difíciles, ¿no? Porque se pone una etiqueta rápido, ¿no? Pero bueno, si estar en paz es ser indolente, yo no quiero estar nunca en paz, ¿sabes? Si estar en conflicto es confrontar los dramas humanos, ah bueno, mira, entonces sí, de repente soy una persona que está en conflicto y hasta conflictiva. Pero, ¿qué hace más daño? ¿Una persona que se confronta al drama y al drama humano, quiero decir, a los dilemas humanos, o una persona indolente que le pasa por encima, que le resbala todo? No sé, no tengo respuesta tampoco. Bueno, yo siempre he creído como artista, somos por esencia conflictivos, pero no en el mal sentido, ¿no? O sea, no tenemos miedo a enfrentarnos a eso. Sí, tenemos derecho a hacerlo en el mal sentido también, ¿sabes? O sea, ¿por qué tenemos que ser tan buenos? Es que, fíjate, a mí por lo menos ahora en Venezuela me enferma, que en Venezuela es un país que pasa de todo, ¿sabes? Es un país muy descarnado, ¿sabes? Y nuestras intimidades son súper intensas, o sea, no somos una gente que tiene de rutina, sino que de repente nos tiramos una fiesta, o sea, somos una gente muy reactiva, muy impulsiva. Ah, no, tú llegas a Venezuela, en Venezuela nadie fuma marihuana, nadie aborta, nadie es gay, nadie abortó por chance, nadie nada. Entonces es como, bueno, pero deberíamos estar en Miramar, no sé, ¿sabes? Entonces sí va a poder ser, no sé, hay momentos también en los que eres conflictivo, yo los he tenido, pero lo que te quiero decir es que el conflicto no es sinónimo de discordia, ¿no? Tú puedes estar en conflicto con algo porque quieres crecer, porque quieres entender, precisamente por eso entras en conflicto, quiero entender porque quieres sanar también, ¿no? Estoy en conflicto con esto, hasta aquí llegué con esto, o esto hay que resolverlo de alguna manera, o porque estás aceptando también los dilemas, ¿no? Porque ahora cada vez con Internet todo es como más algorítmico en el sentido de que o es blanco o es negro, eres de derecha o de izquierda, y resulta que la vida es compleja y es mixta, ¿no? Y tú, ¿sabes? No es blanca o negra, fascista o comunista, no, la vida es más compleja que eso. Entonces el conflicto puede ser simplemente aceptar que la vida es eso también, no enfrentarse, solo entendemos el conflicto como un enfrentamiento y no necesariamente tiene que serlo, creo yo. Siguiendo esta línea, ¿no? Conflicto, guerra, mediación, conflicto personal, abre una puerta también hacia la blanca que es arte terapeuta y que tiene un máster en salud pública, ¿no? Lo que he investigado. ¿Cómo te ha servido el arte para mediar esas situaciones cuando has trabajado con personas que vienen de entornos vulnerables, con personas que vienen de conflictos bélicos, que vienen transitando por grandes problemas de inmigración? ¿Cómo ha servido el arte y cómo ha sido esa experiencia? Bueno, he trabajado durante años como arte terapeuta con refugiados víctimas de persecución y tortura, y luego en salud mental años y otros años, y con inmigrantes, ¿no? Con menores, en diferentes ámbitos, porque, claro, yo soy arte terapeuta, pero también he estudiado desarrollo social y salud pública, también he hecho como trabajo, no de arte terapia, sino como de gestión y de educadora. Entonces, bueno, el arte siempre me sirve porque el arte es el reconocimiento del mundo interno, de la sensibilidad. Entonces, en un espacio de destrucción, de aniquilamiento, que es, por ejemplo, la guerra, o el conflicto armado en general, o la violencia que es desmedida desde el poder hacia abajo, de cualquiera que sea el poder, ya sea un poder bélico o un poder económico, ¿sabes? Que te humilla, que te explota. El mundo interno siempre, que es el arte, ¿sabes? El espíritu, el arte, es lo que te va a salvar. Estoy seguro que muchos inmigrantes que están por allí pasando trabajo, pero tienen la herramienta, ya sea de la música, de la poesía, o de la pintura, o del dibujo, pues encuentran allí como un hogar, ¿sabes? Como un espacio para estar, para pertenecer. Y en ese sentido sí que lo podría reafirmar después de haber trabajado con refugiados, porque los refugiados, bueno, la gente que viene de guerra, no solo viene con su drama personal, pero tiene un drama social fuerte donde, por ejemplo, Sirio, sus ciudades han sido desbastadas, todas sus referencias, sus memorias, sus espacios, pero eso también lo llevas contigo, ¿no? O sin minimizar la tragedia y la atroz, que es la guerra, ¿no? Pero ese mundo interno, yo creo que es el arte, te ayuda. Estamos poniendo los casos más extremos, pero yo sí creo que el mundo interno hoy en día te sostiene un montón, porque hay tanta información, tantas direcciones, es como si tú salieras a la calle. Si tú no tienes un mundo interno, fíjate, ahora mismo lo pienso, es como si yo saliera y no tengo un mundo interno, y salgo a la calle y pregunto, ¿quién soy? Y uno me dice, tú eres esto, tú eres esto, tú eres esto, tú eres lo otro, que es internet, por ejemplo. Te vuelves loco, no sabes quién eres. Y pasa en internet, o sea, yo puedo encender mi teléfono y ver, ah, mira a este poeta, mira que bien le va, yo quiero saber cómo es, no, porque el mejor camino es esto, lo mejor que puedo hacer es esto para llegar a esto, porque lo estoy viendo en internet, y sigo ese camino, y no llego a ningún sitio, y agarro otro, y me pierdo, y no sé quién soy, ¿sabes? Porque bueno, internet es como si hubiesen abierto dos millones de ventanas de repente, ¿sabes? Sí. Vives esa experiencia principalmente en Europa, pero luego te trasladas nuevamente a Venezuela, y te encuentras con una Venezuela probablemente muy distinta a la que dejaste a principios de siglo, ¿no? ¿Principios de siglo? Digo, principios de siglo, sí, pero… Claro, con mi, claro, es verdad, es cierto. Guau, que hoy me sentí vieja de repente. No, no, también, también, no estamos muy distantes en… Sí, bueno, es verdad, es verdad. Hemos tenido ese privilegio de transitar desde el siglo anterior a este, ¿no? Llegas a una Venezuela totalmente distinta, que ha sufrido, muy dolida por los embates de esta realidad política por la cual aún se está transitando, y llegas a un lugar, a La Pastora, y de alguna manera te involucras casi inmediatamente con el espacio, ¿no? O sea, no llegas a encerrarte en una casa, sino que comienzas a extender esa energía al espacio que la rodea, y aún transitando, no solo La Pastora, estaba viendo las actividades en Petare, hay una actividad que me encantó mucho, que tenía que ver con la escoba, ¿no? Sí, el poder de la escoba, que es lo que le dio, la que lo lleva a Cática Margo, sí, una iniciativa de Cática Margo, sí. ¿Crees que, de alguna manera, eso debería ser un norte para el artista actual? Esto lo está haciendo. O sea, ir más allá de la producción, salir de su taller, de la producción de su obra, e involucrarse con el contexto en el que… No, no necesariamente. Un artista tiene que hacer fundamentalmente lo que le dé la gana, ¿sabes? Yo digo, ¿sabes? Porque es un único espacio que queda como de libertad. Incluso cuando es políticamente incorrecto, insoportable, pues yo estoy bastante en contra de decirle a un artista qué es lo que tiene que hacer, ¿no? Un artista debe hacer lo… Ese es su rol, hacer lo que le dé la gana, loco. A mí me gusta esa idea. La gente, no, no, el artista es súper serio, el artista ahora es profesional. No, yo soy profesional, pero también soy la carta del loco, pues, ¿entiendes? Es como el loco chequespiriano, que dice la verdad, ¿sabes? Es como Hamlet, que dice la verdad, en su locura dice la verdad. Y el artista, por supuesto, si es políticamente correcto, ya empieza a hacer postureos, ¿no? El artista loco, inoportuno, también tiene que existir, ¿no? Pero bueno, a la pregunta, Venezuela, volver, que si ese es el rol del artista, bueno, no creo que necesariamente. Yo creo que en Venezuela sí está habiendo una generación más joven que yo que está generando unos espacios de encuentro que no habían y que esos espacios de encuentro se están construyendo desde lo creativo. Que bueno. Que no ocurría, no ha ocurrido en los espacios sociales, porque los espacios sociales, nosotros somos un país frívolo, ¿sabes? Son de clases, o sea, yo vengo de aquí, yo vengo… Ahora está ocurriendo en espacios sociales, en las fiestas que hacen San Agustín del Sur o en las fiestas que se hacen en la misma Pastora o en el mismo Petare, que se está rompiendo muchas barreras, ¿no? Pero eso empezó atrás del arte, de la pintura, de la música, y yo creo que la gente joven, las generaciones más jóvenes de artistas, bailarinas, poetas, músicos, es como trascendental lo que está pasando, los espacios que están generando. Ojalá perduren, o sea, ojalá no se desvirtúen, yo creo que no, que van a seguir potentes. Pero tú me dices si encontré, tú dijiste, bueno, ¿otra Venezuela? No, o sea, yo hablo solo de Caracas, Caracas claro que ahorita es difícil, es durísima, hay mucha indolencia, o sea, en Caracas hay gente con muchísimo dinero y gente sin nada, ¿sabes? Esto es dinero, todo es dinero, todo se volvió dinero a nivel de vida vital, ¿no? No hablo de que si me caen bien o me caen mal, pero obvio, si tú no tienes dinero para comer, coño, bien no puedes estar, o sea, si no tienes dinero para comprar medicinas, bien no puedes estar. Y eso está pasando en Caracas, muchísima gente no tiene dinero para cuestiones básicas, y otra gente tiene muchísimo dinero y no le importa que la otra gente no tenga, y esto no es solo una clase social que ya viene de atrás, que he sido privilegiado, a la cual yo he pertenecido y de la cual todavía participo, porque tengo mis circunamigos, me invito, mis amores, todo, o sea, tampoco vengo de Mosquita Muerta ni de Che Guevara. Pero es la realidad, es el retrato. Por otro lado, no es un tema tampoco de clases porque en Caracas lo que yo veo es que no hay conciencia de clases, o sea, la gente que viene de zonas humildes quiere ser como la gente que tiene dinero y es indolente con ello, es muy loco, ¿sabes? O sea, yo en lo que tenga dinero me voy a convertir en el que me oprimió, eso pasa. No voy a estar contento de venir de clase obrera, sino que voy a hacer todo lo posible por parecer un pijo, burgués, y es como, ¿por qué? No sé, es muy ingenuo también hasta cierto punto, ¿sabes? Entonces cuando ahorita tenía esa discusión, porque me decían, bueno, es que el país desapareció. No, no, no, el país simplemente desarrolló una frivolidad que ya traía de antes y como todas las cosas que tú no examinas, pues se vuelven peores. Si yo soy frívola y no me examino, dentro de tres años soy más frívola, dentro de diez años soy más frívola, probablemente dentro de cincuenta años soy indolente porque ya mi frivolidad le sacó el culo a la gente, discúlpame la palabra, o sea, un podcast, ¿no? Y es así, y es lo que ha pasado, o si en una zona no hay bibliotecas, muchas partes del interior del país que fueron campesinas o fueron pesqueras, que son zonas donde no pusieron bibliotecas, no pusieron canchas, no había ningún tipo que hacía la gente joven, ¿sabes? ¿Qué querías que fueran? Campesinos desventados y mal pagados, donde tú le llevabas una botella de ron y se aborrachaba y los tenías ahí, ¿no? Ahora hay internet, la gente joven ve internet y dice, yo quiero esto, quiero esto, quiero esto, ya saben que ser esclavo no es la única opción. Sin embargo, ahorita hay un régimen casi de esclavitud porque los sueldos son de esclavitud, ¿sabes? Pero hay mucho miedo a romper esas burbujas y mezclarse porque hay un tema de lealtades, que si tú te mezclas entonces ya caes en la hoguera y hay un tema también de miedo a, si te mezclas y recibes un privilegio, si dices lo que piensas entonces pierdes el privilegio. Entonces yo creo que lo que hay que hacer es mezclarse y decir lo que uno piensa, de lado y lado y punto, ¿me entiendes? Porque tú no te puedes limitar a ti mismo y generarte tantas… Pero… y eso yo creo que está pasando más desde el barrio que desde la clase media. O sea, el barrio por la necesidad que tiene de sobrevivir se ha unido, ¿sabes? Ha invitado gente, miren lo que somos, lo que… ¿sabes? Porque, bueno, le han metido los LPs, o sea, los han crivillado, los han satanizado, hay hambre, las sueldos son… entonces el barrio ha sido como más, bueno, vamos a abrir esto, a hablar de esto, de la basura, ¿sabes? A la clase media no, le cuesta mucho, o sea, ha tenido un duelo muy grande porque ha perdido mucho, ¿sabes? Y ese duelo le ha impedido, y le cuesta mucho examinarse, pues, o sea, es como que le cuesta mucho, ¿sí? A todos, no sé, es un país que nos cuesta mucho como hacer autocrítica. Pero el barrio también tiene una especie de inteligencia desarrollada por la misma dinámica por la que transita de autogestión, ¿no? O sea, el que habita en un barrio de alguna forma… No todos los barrios, pero sí que las primeras iniciativas que yo veo de mayor autogestión están en barrios, lo que yo veo, ¿sabes? No todos, los barrios siguen teniendo problemas muy graves de abuso, o sea, con el ruido, con el machismo, con la homofobia, igual que de repente en las urbanizaciones. Bueno, de hecho, la homofobia yo creo que el barrio es hasta más tolerante, tomando en cuenta que mayoría parte por lo menos de transexuales que yo he visto en Caracas, ahora se ve más clase media, pero antes era en barrios, ¿sabes? Yo he parpadeado del este, ningún hijo de ninguna amiga de mi mamá era transexual cuando ya de repente yo iba a Catia y la gente que manejaba las pluquerías y, ¿sabes? En unos espacios muy estereotípicos, pero existía, pues estaba existiendo. Pero yo sí creo que los barrios, por su propia necesidad y por lo golpeado que han estado, pues han habido liderazgos importantes de autogestión hoy en día, sí. Pero el país no es que, no creo que no es el país que fue, sino que es el mismo país muy golpeado y muy abandonado y, bueno, así, ¿no? No es otro país, es el mismo país. Y muchas de las cosas que estamos padeciendo hoy en día vienen de cuestiones que empezaron como meras frivolidades y se instauraron como necesidades. Por ejemplo, el tema de la belleza, que nos importa por encima del amor, de la amistad, de otros valores, ¿sabes? La obsesión por la belleza, un tipo de belleza específico, por ejemplo. O sea, cuestiones que empezaron como frivolidades y se convirtieron como en valores esenciales y nos perdimos en muchos de esos espejismos, pues. Quiero rescatar un poquito, ahondar un poquito más en el tema de la autogestión, porque hay una blanca que de alguna manera es también gerente, ¿no? O sea, una blanca que dirigió una compañía de performance, que estuvo al mando, cuando digo al mando, estuvo encabezando un festival de poesía, ha llevado iniciativas sociales que de alguna forma están impactando en su entorno. Hacer que las cosas ocurran demanda una voluntad que hay que desarrollar, ¿no? ¿Encuentras esa voluntad en esta Caracas? Sí, bueno, es que yo nací allí, o sea, a mí en Caracas no me… En la actual, ¿no? Sí, total. O sea, hay gente haciendo cosas y yo tengo un ejército de gente. El tema es que la gente quiera pagar por lo nuestro, ¿no? O sea, apostar por el desarrollo de lo que se hace en nuestra ciudad. No sé, es algo como hispano en general, como que creemos que los procesos son instantáneos, que un artista, se hace un artista fabuloso de la noche a la mañana por un talento extraordinario y la verdad es que un artista es una persona que trabaja en algo que le apasiona y eso va desarrollándose cada vez a mejor si tiene el espacio, los recursos y la posibilidad de dedicarse a eso, ¿no? Eso cuesta a veces, yo siento que en Caracas que lo entiendan porque son muy implacables. A la primera que te equivocas, ya, o sea, te cortan la cabeza, ¿sabes? Eso yo lo he sentido. A la primera que hay algo de ti que disgusta, ¡za!, te cortan la cabeza, ¿sabes? Es un país muy duro consigo mismo. Bueno, ahí lo tienes, ¿no? ¿Cómo está? Sí, amor, ¿cómo está? Un país duro consigo mismo. Hemos sido muy duros con nosotros mismos a todos los niveles, ¿no? Y el arte no escapa de eso. Hemos sido muy duros y hemos estado como muy distraídos en tonterías y yo incluso siento ahora como un poco de tristeza, pena, la palabra que dicen aquí, pero pena de tristeza, ¿sabes? Incluso hasta por los líderes, ¿no? Porque tú los ves como tan perdidos, tan detestándose a ellos mismos porque si tu país, tú lo detestas, al final lo que está es como tu casa. Si tú tu casa la detestas, pues te estás detestando a ti mismo. Y mi visión ha cambiado, los veo como con tristeza, como alguien maltratado que no sabe cómo amarse. Y yo he pasado por ahí también. O sea, quiero decir, como no saber amarme, ¿sabes? Nosotros padecemos un poco de eso. No sabemos amarlo a nosotros. Solo sabemos adorar. Adorar lo que brilla, adorar, adorar. Necesitamos adorar. Nos cuesta mucho amar sostenidamente. Es adorar, deslumbrarnos, ¿sabes? Y yo no sé si es un movimiento emocional. Pasa que me molesta como culpar toda la conquista, la colonia y tal, pero no sé si es un movimiento emocional de la colonia que sea un impacto tan cultural, tan brutal, que llegan otros y, o sea, si no te gusta te doy tres golpes y te humillo, ¿sabes? Y es esto lo que te tiene que deslumbrar y esa es la forma de admirar, de amar, de creer la fe católica. Sí, hay que amar. Resucité y ahora estoy aquí. Que no la forma más humilde, quizás, más natural de ver cómo algo va progresando y gestándose y saber que todo lo que comienza es frágil al principio, como las plantas, como los animales, como el cuerpo. ¿Sabes? Pero yo siento que Caracas en particular es súper dura en ese aspecto y con nosotros mismos. Y ahora, apartando la parte poética o reflexiva y tal, bueno, es que hay datos, o sea, en Caracas va cualquier músico y cobra 500 hasta 5000 dólares. Y hay una clase social y una cantidad de gente dispuesta a hacer cola para que les exploten el dinero, para que se burlen de ellos porque en ningún lugar del mundo cobran ese dinero. Yo me imagino muchísimos músicos de aquí riéndose y diciendo, ojo, Caracas hace un concierto que estos tontos pagan todo y encima hacen cola para pagar 1000 dólares o 500 dólares o 300. Cuando aquí, de repente, algunos amigos míos se quejaban. Primera son llegada 300, ¿sabes? Y tienes 30 grupos de música, un fin de semana. Allá un concierto cuesta 500 y la gente los paga encantada. Pero ¿por qué? O sea, los paga ¿por quién? ¿Por quién? ¿Por qué? Pero de repente tú quieres cobrar 10 dólares por un recital de poesía y la gente no los quiere pagar. No les entra a la cabeza y no los quieren pagar y no lo van a pagar y no lo ven. Al menos que el príncipe de Asturias te ponga la espada en el hombro, ¿sabes? Príncipe, imagínate. O sea, qué locura, ¿no? Quiero hacer un poquito de hincapié en este tema de la autogestión porque siento que tú tienes mucho que dar en ese sentido, ¿no? De alguna forma tú no dependes de que te llegue una subvención y la estás pidiendo, lo decías hace rato, no te postulas a ello. Todo lo que quieres hacer lo haces y buscas la forma de sostenerlo a través de tus propias acciones, ¿no? ¿Cuáles son los retos que debe aprender un artista dentro de alguna manera, si podemos decirlo de esa forma, para poder entender que sí existe esa posibilidad de no estar esperando que el dinero caiga de ningún lado ni pedírselo para prestado, sino que hay un camino, es más duro, pero que no es un imposible, ¿no? ¿Cómo ha sido esa experiencia de Blanca? Bueno, no es fácil. O sea, yo vivo muy humildemente. O sea, es lo único que afortunadamente yo aprendí a vivir de varias cosas, ¿no? O sea, como yo hago muchas cosas, pero hago camisetas, hago, doy clases, hago arteterapia, vendo obra muy accesible para mucha gente, ¿sabes? Dibujos muy accesibles, gráficas. Luego tengo mi obra que es más costosa y que cuando me cae algún dinero de esa obra, pues mira. Pero yo siempre me moví yo. Yo creo que es mi sangre árabe, ¿sabes? Siempre me moví yo como una vendedora de alfombra. Siempre tengo un montón, bueno, yo ringo siempre con una maleta llena. ¿Cuál es el reto? No tener vergüenza. Creer en lo que haces. Empezar desde lo más pronto posible a vender lo tuyo, ¿sí? Como tú estás haciendo tu programa sin ninguna vergüenza. Es un mundo donde uno necesita un mínimo de intercambio para poder sobrevivir. No hay que tener vergüenza de eso, es supervivencia, ¿sabes? Lo otro no es esperar a que venga otra persona a resolverte la vida porque eso cada vez existe menos y eso es darle un poder a alguien pero gigantesco, que no sabe si además lo va a tener. Entonces a mí me hace como, bueno, a veces me hace pienso porque veo amigos míos que se han quedado como detrás de los galeristas, detrás de los curadores, 40 años en una ciudad con mucho miedo de perder. Un hombre o algo, ¿sabes? Igual también están sin un duro, ¿sabes? O peor que yo porque ya yo aprendí a vender mis camisetas y yo sé que esta semana me van a caer 40 dólares que no voy a ser millonaria pero voy a ser mercado, ¿sabes? En Caracas. En cambio tú estás esperando que te den la promesa de que te den una obra en 5 mil dólares que no pasa, ¿sabes? Y entre tanto estás pasando trabajo horrible o haciendo cualquier cosa que no te guste. Entonces mi consejo es aprender a autogestionarte y si lo otro cae, estupendo, pero tú no puedes delegar ese poder en otro, ¿sabes? Yo siento que las galerías han jugado como, bueno las galerías y los artistas como un juego sadomasoquista, ¿sabes? Así como que mientras más difícil es más uno aspira y entonces se hace un sueño como un poco así, ¿sabes? De cuento de hadas que va un día a llegar la fama y la fortuna y me imagino que eso sucede excepcionalmente pero no creo que sea la manera en la que el grueso de los artistas viven. Sí, no, es una pirámide, sólo pocos llegan pero el camino siento que se debe de aprender es ese que comentas, el de la autogestión, ¿no? Yo creo que además ahora están las herramientas, pues hay internet, a mí me ha ayudado mucho internet, yo sin Instagram me moriría de hambre porque yo vendo por Instagram muchísimas franelas, por ejemplo, camisetas, por lo menos ahora yo voy a hablar abiertamente de esto, además que es algo que me interesa porque hay mucho tabú, ¿no? Ahora que vine a Barcelona, pues yo mandé a hacer aquí 30 camisetas, es un dinero que invierto y se me triplica y con eso vivo estos días que estoy aquí, es mi vida de artista, es muy humilde, ¿sabes? Es como una vendedora de cualquier cosa, ¿sabes? Pero lo vendo yo, ahora que estoy cansada porque cada vez hago más cosas y por normal porque tengo una trayectoria larga y a la gente le interesa y cada vez me conoce más gente y hago más cosas y me doy menos abasto para ocuparme de las redes, para ocuparme de las camisetas, para vender las camisetas, para ir a correos a enviar las camisetas, para vender los dibujos, para colgar, eso también es verdad, es lo que involucra todo el aprendizaje de la autogestión. Pero si me hubiese sentado yo a esperar que una galería me representase, me hubiese pegado un tiro, ¿sabes? Porque mi obra es complicada en términos decorativos convencionales, pues. Yo soy complicada en términos de relaciones de poder, para estar detrás de un galerista o de que alguien eternamente sueña de cosas, yo no puedo con eso, ¿sabes? Yo voy a ser yo, yo me puedo sentar con quien sea, yo tengo amigos de todo tipo, ¿sabes? Pero yo voy a ser yo siempre, pues. Estas preguntas te las hago porque de alguna manera tú quitas ese tabú del artista vendiendo sus propias cosas o del artista tratando de sobrevivir por sí mismo, ¿no? Y hay algo que me gusta… Es que a los galeristas no les gusta que yo diga esto, ellos odian que yo diga esto, ¿sabes? Yo lo sé, porque claro, yo respeto el trabajo del galerista, lo respeto, ese es su trabajo, pero mi obligación es sobrevivir. Y la actitud, por ejemplo, de las galerías en Caracas, con contadas excepciones, es de una arrogancia brutal, ¿sabes? Porque hay tanta necesidad, hay tantos artistas detrás, son unos arrogantes, mucho, la mayoría, son unos arrogantes, no te hablan claro, ¿sabes? Y yo, bueno, yo no voy a hablar mal en particular a ningún galerista, pero sí que he tenido buenas relaciones y buenas experiencias con galeristas. Pero el mundo de las galerías es un mundo que tiene demasiado poder que tú le estás dando a alguien, ¿sabes? Casi que le estás dando mi destino, vendeme esta obra y sácame de abajo. Sí, es un mundo complejo, que no es tan… y además que es un embudo que, bueno, hay que, de alguna forma, aprender una dinámica para poder entrar. Y es un mundo comercial. Muy comercial. O sea, ¿por qué no lo hablamos claramente? Es comercial, ¿sabes? Sí, sí, ¿no? Y es que el artista tiene que entenderlo desde un principio. No es tan comercial, si eso es su labor, venderme, ¿no? Pero de repente se convierte en una cosa tan ambigua, que es comercial, pero depende quién eres tú y tu discurso, y no sé, que es complicado, o sea, es un mundo complicado. Algo que me gusta de tu trabajo, y es una de las cosas que traigo a este tema, a la conversación, es que dentro de esta dinámica de decir, mira, yo vendo mis franelas, vendo gráficas, y asumo los retos que tengo que asumir, eso no le quita el punk a la obra. Por tu contrario. O sea, hazlo tú mismo. Exactamente. Es una de las premisas del punk, hazlo tú mismo, o sea, sin decir, imagínate, y eso es lo que yo hago, lo hago yo mismo, pues, ah, mira, yo tengo un año que yo le escribía a todas las galerías en Venezuela, para decirle a alguna, me quería hacer una exposición, nadie respondió. Yo hice mi exposición, las empecé a hacer yo solas, ¿sabes? Aquí en Barcelona también, yo llegué y empecé a hacer yo mis exposiciones, y resulta que las hacía más divertidas que las galerías, las galerías aburridísimas. Tú ibas allí, tomabas vino blanco, parecía los ochenta, la gente con pantalones de pinza, camisas planchadas, aburrísimos. Todo el mundo jugando ese juego aburrido, por miedo a que lo saquen, por miedo a que ya se fuera, todo el mundo aburrido, era como una locura. Yo iba para eso y decía, esto es aburridísimo, ni por el vino me quedo aquí, estaba cinco minutos y me iba, o sea, yo no voy directamente. Y dije, bueno, yo voy a hacer mis propias exposiciones con mis propias, ah, que no voy a vender, yo no tengo los contactos que se supone que tienen las galerías, que tampoco estoy tan claro de que las tengan porque realmente tengo amigos artistas que están con galerías y los veo que tampoco están tan resueltos, ¿sabes? Entonces también hay mucha ficción y hay como unas figuras así, como Príncipe Azul, es muy loca y el mundo ha cambiado, las dinámicas han cambiado, ahora hay internet, ahora hay otra forma, ahora hay más incertidumbre, hay gente que tiene muchísimo dinero, gente que tiene poquísimo dinero, pero de otras formas, todas cambiadas, entonces uno se va como adaptando. Ojo, no estoy hablando mal de las galerías porque yo acabo de exponer una galería y me fue bien, estoy hablando un poquito mal de las galerías, pero no totalmente mal, es decir, fisty-fisty, si es verdad que hay una tradición y coño, no vamos a decirlo porque se van a ofender los galeristas, que se ofendan igual, o sea, de los galeristas siendo muy arrogantes y como yo soy una persona que cuando son arrogantes conmigo, yo soy siete veces más arrogante, pues mis relaciones han sido difíciles, pero hay arrogancia porque la hay, hay más en Caracas que en una ciudad pequeña, bueno, en general la hay, y luego hay unos fisty-fisty galeristas que son chéveres y tal, ahora la situación es difícil, eso ya, va a dejarlos a ellos, pero yo tengo que sobrevivir, yo no me puedo poner esperado que me descubran, menos mal que no lo hice nunca, además cuando tú reúnes con la gente que está metida en el medio, resulta que todos estamos pelando y todos están buscando dinero, todos, si tú quieres que ellos te resuelvan, ellos te resuelvan. No hay nada garantizado en el mercado. Nada, hay incertidumbre total, estamos en un mundo de incertidumbre. Quiero abrir otro tema, yo siempre vivo en conversaciones con amigos y me gusta traerlo a las entrevistas, siempre digo que después de todos los autores, después de todos los filósofos, después de todos los poetas, yo siento que uno no se queda con más de cinco autores bajo el brazo que son los que uno siempre se defiende, ¿cuáles serían esos cinco autores de Blanca? Que la han influenciado en la totalidad de su vida, no necesariamente en la pintura. Primero, Jan Cocteau, fue como mi fascinación de niña, de adolescente, Jan Cocteau, me leí todas sus obras, hice una con el grupo de La Danza, hice una Los Niños Terribles, vi todas sus películas, me encantaba que era un artista multidisciplinar, que hacía escenografía, que hacía poesía, que hacía teatro, cine, o sea, Jan Cocteau me parecía que era transgresor, homosexual, casi abiertamente, me encantaba y era juguetón, era un burgués, un poco cómodo, pero bueno, sabes, la vida de ese, hay gente para todo, pues no sé, me encanta, a él me encanta, después, me gustaba Margarit Jusenal, en una época me fui como muy obsesionada con ella, porque tuvo una educación al margen de mi institución, como que el padre la educó por su cuenta, y me gustaba su rigurosidad, y toda esa cosa como seria, seca, cuando él le veía sus enredistas en internet o algo que tenía, que era tan rica y al mismo tiempo tan seca, y era algo que me llamaba la atención, porque bueno, yo soy latina, caribeña, y su carácter como tan severo y tan, y también tan rigurosa con lo que escribía y con su manera, eso me encanta, y bueno, me encantó su literatura, Margarit Jusenal, a ver, No tienen que ser cinco, si, pero lo que estoy pensando es poesía, porque te lo he dicho, me gustaba mucho Ramón Palomares cuando era chame, era como muy bello, muy fresco, muy humilde, sabes, su poesía me encantaba, me acuerdo de una que era La Tía No Recórcholes o algo así, era una cosa muy linda, muy fresca, muy sin pretensión, Ramón Palomares me gustaba mucho, me gustaba, o me gusta mucho a Salia Quiñones como pintora, pero también ella escribió poquitos libros de poesía, uno llegó a mis manos y me encantaba de Salia Quiñones. Yo no he tenido la oportunidad de verla, de leer la poesía de ella. Yo creo que se lo sacó a una galería o algo así, pero me parecía como un librito chévere de ella, una obra literaria, o sea, digo que no sé si ella tiene muchos poemarios, pero ese es el único, pero me acuerdo, como yo la amo, sabes, a ella, su pintura y todo. Maravillosa. A ver, ¿qué otro así que haya leído más contemporáneo? Bueno, me gusta Lorca, Lorca me encanta, me lo aprendí antes de memoria y todo. Además que Lorca, lo que me fascina de Lorca es que sus obras, siempre lo digo, ¿no? Tiene una sensibilidad por el mundo de las mujeres y por la opresión de las mujeres, era un feminista, y un tío que fue privilegiado, no tenía por qué estar con esa sensibilidad, y míralo, para que veas tú que no depende de nada. Si tú quieres ser sensible, la naturaleza te da eso, esa cualidad. Eso sí, y ese vínculo con Chabela. Bueno, eso ha sido más de Cristian Saucedo, el cantante que fue el que montó, que se le apareció a Chabela Vargas en un sueño, el cantante flamenco, el cantador. Y él dijo que tenía que hacer esa pieza y quería tener una poeta latinoamericana y me invitó a participar, pero la idea ha sido de él, no mía. Ahora, yo he descubierto a Chabela, traje de él, y al bolero incluso todo, de José Alfredo Jiménez, y me encanta, ¿no? Y claro, mi poesía es verdad que es muy cercana a todo el mundo flamenco y a Chabela Vargas, y Chabela Vargas es muy flamenca también. De hecho, ella ya tenía un disco de Lorca, como recitando a Lorca, que es brutal, que te lo recomiendo, que me lo enseñó Cristian, pues yo no lo conocía. Pero eso ha sido una idea de él, Cristian, el que ha tenido esa visión, y él que me ha acercado al mundo de Chabela Vargas. Y mi poesía, bueno, afortunadamente cuadró y el espectáculo quedó bonito. Hermoso. Sí, y entonces nosotros, bueno, ya tenemos años haciéndolo, y yo le dije, bueno, lo podemos hacer hasta la muerte, porque no pierde nunca vigencia, ¿no? Con temas tan univertales y tan humanos que... Yo siempre cierro, de alguna manera, pidiéndole al artista que le dé algún consejo, un joven artista, ¿no? A los jóvenes que vienen detrás, pero hablamos tan bonito hace poco de la autogestión que siento que esa información está allí ya depositada. Es confiar, es confiar en uno, o sea, ¿cómo sería mi consejo? A ver, ¿qué me habría dicho yo a mí misma? Bueno, uno es lo que es. Hay un poema que me encanta de un poeta acá que se llama Xavier Zabater, que dice, Somos lo que somos y lo demás es insomnio. Somos lo que somos y lo demás es un sueño. Y así va, somos lo que somos y lo demás es polvo. Es que uno se angustia tanto por ganarse la vida, por ser reconocido, se angustia tanto por eso. Como que la pregunta que te tienes que hacer es, ¿yo puedo ser otra cosa? Y si puedes ser otra cosa, pues, ¡séla! Pero si tú lo que eres artista, tienes que tirar por allí. Eso es un consejo. Y otro es no perder el tiempo jalando bolas, o sea, es que pierdes mucho tiempo, en verdad. Y lo que va a pasar, pasa. O sea, tienes que concentrarte en tu trabajo y en sobrevivir. Tu trabajo y sobrevivir, como cualquier obrero. Como cualquier obrero, ¿sabes? El día que empieza uno a hacer eso, porque yo antes no lo hacía y me resentía. No, esta galería no me acepta. Se vivía furiosa. El día que empecé a encerme cargo de mi vida, de mis cosas, de mi obra, a trabajar como una obrera y a montar mis cosas, a vender mis franelas y a no tener vergüenza, a ponerlas en donde podía y a ir a los mercadillos y tal. Ese día mi vida empezó a cambiarme, empecé a relacionar con otra gente que andaba en la misma onda que yo. Y fue estupendo, ¿sabes? Y uno se libera también. Se libera de esas expectativas, se libera de todo eso y empiezas a hacer tu camino. Un camino como cualquier otro trabajador, ¿sabes? Que es de trabajo y de supervivencia. Y bueno, a veces puedes ir, ojalá no sea de supervivencia, sea de vivencia. Pero bueno, estamos en un mundo complicado. Nosotros no tenemos por qué hacer las excepciones. Es complicado para el 80% de las especies que forman este mundo, ¿sabes? Blanca, ha sido una conversación maravillosa. Sí, qué chévere. No quiero dejar de pedirte, no me lo perdonaría a lo largo del tiempo, que nos recites algo. Ay, claro. ¿Será que te recito algo mío? A ver. Bueno, voy a recitar el que he recitado últimamente. Que es lo que tengo más fresco. El que calla y el que habla son una misma cosa para el espacio. Y en el espacio las flores, y en el espacio los sueños. Y de repente este traje casi que lo siento ajeno. Y me pregunto, ¿a dónde me irá a llevar todo esto? Y me repito, confía Blanca, confía, que la confianza es el centro. Y sigo la carta del loco sin escuchar al perro, con los ojos vendados para entender que quiero. Me llamo y no respondo, no me responde el nombre. Me llamo y no volteo. Blanca, Blanca, Blanca. Quizás estoy cambiando, quizás me estoy perdiendo. Perderse es necesario para nuevos encuentros, dijo el señor del mercado mientras me cortaba el queso. Yo me quedé piedra con fenes para el yen. Y entre silencio y ruidos esplayó el universo. Voces, voces, voces, voces, voces, voces. ¿Qué son hortencias, silencios tan ligeros? ¿Qué parecen cometas? Diría que son bellos. Más bellos que el poema que llena de palabras lo que no estoy sintiendo. Para ferrarme a algo que creo que merezco. Espacio para ser mientras me estoy haciendo. Hoy antes de venir aquí a este programa de radio estuve pensando en eso. Y me decía, confía Blanca, confía que la confianza es el centro. Gracias, gracias por invitarme. Gracias Blanca, un lujo tenerte aquí. Gracias. Blanca Haddad en Pensamiento Volátil. Gracias Blanca. Chocante. Estupendo. ¿Está bien? Hermoso. Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org

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