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EP-3-A PARTIR DE LOS 40_NIÑAS PARTE 1

EP-3-A PARTIR DE LOS 40_NIÑAS PARTE 1

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En este episodio tenemos la gran suerte de compartir una charla amena e interesante con Sara y Nadia, dos grandes del deporte y dos grandes mujeres. Habrá segunda parte, ¡aviso!

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Hola, ¿qué tal? Kiko, ¿cómo estás? Aquí estamos, muy bien. Muy bien, así me gusta, que estés bien. Me gusta que estés bien. A ver, no nos vamos a enrollar mucho, porque hoy estamos muy bien acompañados. Es una frase... ¡No puedo hablar! Chicas, es un placer presentaros, que son más vecinas que ojonudas, estoy llena de vecinas. Ellas son Nadia y Sara, ¿sabe Nadia? Hola, ¿qué tal, chicas? Hola, buenas tardes. Hola, buenas tardes, Maika. ¿Qué tal, Nadia, cómo estás? Bien, muy bien acompañada, la verdad. Sí, me alegro. Nadia, Argentina, supongo que súper feliz por el Mundial. ¿Viste el partido? Sí, claro, con los partidos, estoy muy contenta. Sí, pero ¿viste la final? ¿La pregunta que has visto es la final? Sí, la vi. La descompuse, la puse bien y ya está todo bien. Muy bien. Bueno, Nadia, la primera pregunta va para ti. ¿Qué hace una argentina viviendo en Barcelona? Eso puede ser una pregunta para muchos, ¿no? Que hoy en día somos más argentinos que... Bueno, pero te tengo que irte delante de momento. Mi caso, personalmente, vine a estudiar un máster y... ¿Un máster de qué? De actividad física y salud. ¿Tú habías estudiado ya algo en Argentina? Sí, me gradué de fisioterapeuta, donde cuando terminé la carrera dijo, bueno, hay algo más allá de ese horizonte y busqué en el famoso Google. Máster y tal, y tenía la posibilidad de venirme acá uno por idioma, otro por familiares. ¿Tienes familia aquí en Barcelona? No, tengo familia en Alicante, pero tengo abuelos aquí, entonces temas, papeles, identidad y demás me era mucho más fácil y nada. Gracias a esa búsqueda de Google, ¿no? Sí. Gracias. Sí, tenía Madrid o Barcelona como máster más recomendados y no me lo pensé. La moneda cayó la Barcelona. Sí, sí. Mar y montaña, ha dicho Barcelona sin pensarlo. Siempre Barcelona, está clarísimo. Oye, eres argentina de un pueblecito. ¿De qué pueblo eres? Soy de la capital de una provincia. Es una ciudad, pero bueno, si visto para una persona que vive en una ciudad grande, es un pueblo. Se llama Resistencia, de la provincia de Chaco. ¿Se llama Chacón? No, Chaco es la provincia, Resistencia es la ciudad. Qué chulo el nombre, Resistencia. Sí, se llama Resistencia porque ahí se grabó La Casa de Papel. Hostia. Se dice que cuando fue la colonización y demás, fue uno de los pueblos o de las zonas que más se resistieron a adaptarse a las nuevas. Ahora te entendemos como eres. O sea que sois un poquito de los vascos españoles, ¿no? Un poquito rebeldes. Que nadie pudo entrar allí a conquistar nada. A la larga han entrado, pero bueno, Chaco es un nombre aborigen. No está puesto por nadie de aquí, digamos. ¿Qué es lo que más extrañas de tu tierra? Mi familia, mis hermanos. ¿Sois muchos hermanos? Somos cuatro en total. ¿Cuatro hermanos? ¿Hermanos y hermanas? Somos tres hermanas y un hermano. Nadia, tú has vivido en otros países, aparte de en España y Argentina, has vivido en Estados Unidos. Sí, bueno, he hecho una temporada corta ahí. Bueno, chica de mundo. ¿Has de contado algún tópico español que conocieras y cuando vinieses aquí a vivir te resultara curioso? Que dijeras, coños, esto es la verdad. Es que nada, donde más se acostumbra la costumbre española o de esta zona es en Argentina. Por la misma migración que hubo hace tiempo atrás. Como tal, en mi ciudad no se conoce algo tan radical porque ni vemos turistas, ni vemos mucha gente de España o de otros países como las grandes capitales como Buenos Aires y demás. Pero hay algo que se dice mucho en Argentina y que sobre todo se hacen muchas bromas. Es con el tema de los gallegos. ¿Con los gallegos por qué? Primero que se generaliza que si eres de la península o si eres desde España ya eres gallego. Para nosotros Kiko es gallego, tú eres gallega y Sara es gallega. Para mí sobre todo me costó explicarle a mi familia no le digan gallega porque vivía muy lejos de Galicia. Y lo que se dice mucho del estereotipo del gallego es que se hace broma de que como que son muy tontos. O como que les cuesta entender ciertas directrices. Por ejemplo, hay un chiste o una broma que se dice mucho allí que hay un chiste que dice que la mujer le pide al marido que cuando vaya a hacer la compra traiga pasta dental. Y allí hay dos pastas dentales principales. Una se llama colino y la otra colgate. Como el colacao y el escuido. Entonces dice que le dice al marido trae pasta dental colino y si no hay colgate. Y que ella vuelve a la casa y lo encuentra colgado. Porque era gallego, ¿no? Sí. Porque era muy tonto. Vaya. Y Nairo, no, no. A ver, salvándole ese comentario. No he encontrado todavía aquí ningún estereotipo. Efectivamente, vine a España y me di cuenta que todos eran tontos. Todos eran igual y ahora entendemos por qué. No, no, no. La verdad que personalmente yo no... También es cierto que soy un poco observadora en ese sentido. Pero no me he dado cuenta de ningún estereotipo así firme. Decir, ah, mira, esto sí se dice mucho. Bueno, ¿y cómo es que naces el hecho de vivir en una comunidad donde sea el otro idioma? ¿Te has encontrado muchas barreras por el catalán a la hora de buscar trabajo, comprar, salir, relacionarte con la gente? Sí. ¿O cuando te pusiste a estudiar el máster, por ejemplo, tuviste algún problema con el tema del catalán, el idioma? Bueno, principalmente y honestamente ahora que está todo más globalizado sí que se conoce más la situación de Cataluña. Pero cuando yo me vine a vivir aquí realmente no se sabía lo que estaba pasando. O sea, ni siquiera se sabía que había otro idioma, ni siquiera se sabía que existía el idioma vasco, el idioma gallego, el idioma valenciano. O sea, yo vine aquí pensando como... Pongo por ejemplo Argentina porque es mi país, como si me iba a vivir a Chaco, a Córdoba, a Santa Fe, que allí es todo más igual, digamos. Sí que al llegar acá me choqué con esa realidad de que había una fuerte guerra con el idioma, la identidad. Hay mucha gente del independentismo. He tenido varias barreras. Sí. Sí que cuando... no tantas, porque hay de las dos partes, pero sí que recuerdo una recién llegada que estaba llegando tarde a una clase del máster y me había perdido por Montjuic y no encontraba cómo llegar a INEF. Y me acuerdo que he encontrado dos personas en un parking que les he preguntado ya a su adan, ¿cómo hago para llegar? Y me contestaban en catalán. Y les he vuelto a preguntar, por favor, necesito llegar a tal sitio. Que eso me da mucha rabia. Se miraban entre ellos y me han vuelto a contestar en catalán. Ay, eso lo odio. Porque cogiste los dos gilipollas de turno. Sí, que es un ejemplo. Salvando eso hay mucha gente que incluso se esmera por enseñarme. Tengo paciente de que se esmeran en enseñarme cómo se dice esto, cómo se dice lo otro. Yo aparte pregunto, porque entiendo que viviendo aquí... Mira, es que esto es el contrario. El otro día fui a una farmacia de María Claret, por cierto, y me dirigí a la farmacéutica en castellano, ella me habló en catalán, me puse en plan cabezón a seguir con el castellano, y ella todo el rato me habló en catalán. No tenía ganas de discutir, pero... No tenía ganas ni de discutir ni de cambiarme. Simplemente me parecía una persona maleducada. No, yo entiendo. Ahora a veces me hablan en catalán, yo contesto en castellano, me siguen hablando en catalán, y nos entendemos. Pero nada, ese día fue triste, pero le dije, perdona, se notaba que estaba... Necesitaba saber. Y luego tema máster, no, la verdad que los profesores y sobre todo compañeros y compañeras, siempre algún compañero o compañera levantaba la mano, aún sabiendo el catalán, diciendo, oye, ¿puedes explicarlo en español o castellano? Que hay muchos compañeros que no... Que no hablan en catalán. Ese quería pillar contigo del tablero. No, no, no, yo creo que es la costumbre, porque muchos profesores son de la carrera, y ahí la carrera es en catalán, si no me equivoco. Así que algún examen, de repente, alguna pregunta así en catalán, y... ¿Pero te hicieron los exámenes en catalán? Uno solo. Pero tú podías contestar y desarrollar las respuestas en castellano, entiendo. Claro, el problema era que no entendía qué decía la pregunta. Madre mía. Pero bueno, ese fue un error. Un error mío. Yo tendría que haber sabido el catalán al cien por cien. Y luego, en el trabajo, hay gente que te lo exige, que sí, que te exige el catalán, tal, que también lo entiendo por mi profesión, y hay gente que no. Gracias a mi profesión, igual, o a mi trabajo, he aprendido mucho el catalán. Y mucha gente se ha esforzado... Trabajas como oficio. Sí, trabajo como oficio, entonces, a mí me interesa, según qué persona, que se exprese en su propio idioma madre o cómo piensa, me parece lo mejor, sobre todo si hay dolencia o lo que sea. Y luego, la parte de historias clínicas. Claro, a mí la mayoría de las historias clínicas que me llegan del CAP o de algún otro centro, me llegan en catalán. Claro, no lo mismo leer el Genol... Sí, ahora ya sé perfectamente. Ojalá supiera el catalán que sé ahora cuando he hecho el examen aquel. Y en el máster ese, en el centro de la ENEF, allí conociste a Sara. Sara, que estás aquí sentada. Allí nos conocimos. Esa fue la que levantó la mano y dijo, ¿puedo decirlo en castellano? Ahí ya hubo quimica, ahí ya hubo quimicación. Pues no, no fue ella. No fue, no fue así. No se destacaba por acá, mucho menos por Costa de Chile. Otro lagarto, otro lagarto. Bueno, chicas, este podcast se llama A partir de los 40. Y mi pregunta es, ¿qué tal lleváis? Y esto va por ti, Sara, que nadie nos para de hablar. ¿Qué tal lleváis? Para eso se me pregunta. Pues ahora voy a por Sara. Sara, ¿qué tal lleváis eso de quedar con dos amigos que tienen más de 40? Oh, estupendo. Es que no hay límite de edad aquí. Pero desde el primer momento siempre hemos tenido buena relación. No hay problema con eso. ¿En qué notas más la diferencia de edad? ¿En qué noto más? Igual, tenemos lesiones, ¿no? Claro. No, generalmente nada. O sea, me doy cuenta porque tenéis dos hijas, pero por el resto, es como si quedáramos con cualquier otro. Pero también podríamos tener dos hijas. Podríamos. Podríamos, condicionante. Pues mira, las podéis tener cuando queráis. Una noche las podéis tener. Haced pruebas cuando queréis. Sábado por la noche. Viernes. Yo tengo que explicar que cuando estoy con vosotras, se me olvida siempre la diferencia de edad. Estoy cómoda entre amigas. Hasta el día en que estábamos hablando, ¿te acuerdas, Sara? Eso fue contigo, me parece. Que estábamos hablando del tema de las Olimpiadas, las Paralimpiadas. Sí, sí. Que empecé, ¡ostras, Sara! Y tú no fuiste ahí a las Paralimpiadas a vernos. Y te hubiera encantado. Queda gratis, no sé qué. Y tú que estabas con una cara de póker mirándome. Yo pensaba, oye, pues dime algo. Explicas un poco tu profesión, que esa nos lo hemos saltado. Y nada, hasta que al final ya me sueltases la fresca de yo aún no había nacido en el 92. No nacía en el 92 todavía. No era proyecto, creo. Tú estudiaste en el INEF. Yo estudié en el INEF, sí. Estudié Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Muy bien. Pues lo he dicho. Nosotros dos nos lo pasamos muy bien cuando estamos con vosotras. Además, es muy de mi rollo en el sentido de que os gusta mucho jugar a juegos de mesa, deportes de pasatardas, en plan un volleyball playa, una petanca, cuando vienes a camping. Y es por ello que os quiero proponer un dilema. A ver qué contestáis. Os lo explico. Este dilema se lo escuché, bueno, que lo explicó Javier Santaolalla. ¿Le conocéis? A ver, Google, ¿qué me dicen de Javier Santaolalla? Mira, yo te explico. Santaolalla. Es un físico, ingeniero y doctor en física de partículas. Y lo más importante, y por lo que yo le conozco y le sigo, es muy guapo. Me encanta, estoy enamorada de él. Lo siento. Por ahí no creo que lo creas. Por aquí no. Bueno, yo estoy muy hetero. Bueno, pero Google afirma, ¿eh? Sí, sí. Es guapo, ¿eh? Es guapo, sí. Sí, sí. Bueno, pues es un divulgador científico y es muy divertido y explica cosas de una manera, bueno, a mí me superencanta. Os lo recomiendo. No quiero que jamás me escuche, pero si en algún universo metaverso él lo hiciera, Javier, por favor, te pido disculpas. Yo de todo esto lo voy a exponer mal, ¿vale? Pero ahí voy con el dilema, ¿vale? A ver si lo explico bien, que ahí está el tema. Bueno, el primer dilema es, hay un tranvía, ¿vale? Y por motivos irrelevantes para el dilema en cuestión, hay cinco personas atadas a la vía y que morirán atropelladas. Pero la vía tiene un cruce. Y si intervenimos y presionamos una palanca, haremos que el tranvía cambie de vía y atropelle solamente a una persona. ¿Vale? Pillamos dos vías. Una cinco atadas, en otra una atada, el tranvía va por las cinco, pero tú puedes intervenir, girar la palanca y que el tranvía atropelle solamente a una persona. La pregunta es, ¿intervenís y dejáis la palanca y salváis a esas cinco personas matando tan solo a una o dejáis que mueran esas cinco personas y salváis a la que en teoría no iba a morir? ¿Lo conocíais el dilema? ¿El dilema? Este en concreto no, pero sí que... Bueno, de atropellos y cosas así, de poder intervenir... Y luego entra el tema de... Según el perfil de cada persona y todo eso... ¡Uf, qué dilemón! ¿Tú qué haces, Sara? ¿Le das a la palanquita? Hombre, si es solamente ya por el propio número de personas que morirían, creo que sí que le daría a la palanca. ¿Sí? No lo sé, me parece que sí. ¿Tú, Kiko? Yo sí. Aquí defuendo... Mi hija número dos contestando a mis preguntas. ¿Tú, Nadia? Yo la opción de Sara porque siempre la cobro yo. Muy bien, muy bien. ¿Y tú, Mayka? No lo sé. Yo, hace unos años atrás, yo intervenía en todas las cosas para evitar que murieran cinco personas y salvar a una, ¿vale? Yo siempre lo hacía. Pero me he dado cuenta que luego resultaba que de esas cinco personas eran cinco personas malas y resulta que la que había matado era la buena. Obviamente hablo con metáfora. Y entonces he decidido no intervenir en la vida. ¡Es nada! En plan, si otra mía va para allá, pues que tío, que tire para allá. ¿Sabes? Que no va conmigo. Estoy en ese modo, no sé. Yo pensaba lo mismo. Mi respuesta iba a ser en plan... Sí, ya... Pero porque soy mucho del destino yo. Ya, ¿eh? Eres en el destino. Sí, sí, lo creo. Pero digo, bueno, si ya va en esa dirección, no es cerrar los ojos y no mirar, ¿eh? Pero también, muchas veces, son cinco vidas. Pero muchas veces, esa única persona puede hacer mucho más bien que esas cinco vidas. Entonces, es un poco de, bueno, si ya va en esa dirección, por ahí... No lo sé. Bueno, el segundo dilema, que también es este otro. Seguimos teniendo las cinco personas atadas a la vía de tren, ¿vale? Pero ahora, en el andén, hay una persona con peso suficiente como para que tú lo puedas empujar a las vías y esa persona, al caer a las vías, detiene el tren. Es decir, la pregunta ahora es ¿serías capaz de salvar a cinco personas matando tú misma, empujando a uno a la vía? ¿O dejas pasar el tren, que maten esas cinco personas y dejas que esa persona sobreviva? ¿Serías capaz tú de empujar a esa persona a la vía y así salvas a cinco personas? Yo no sería capaz. No serías capaz. O sea, haces lo de la paranca así, pero empujar tú con tus manos, no. En realidad, efectos prácticos llega a ser lo mismo. Estás matando igualmente a una persona, ¿eh? Es lo mismo. Yo, no, no sería capaz. Podría pensarlo, ¿eh? De decir, bueno, así salvo a cuatro, pero sería imposible. Yo creo que no podría empujarlo. ¿Y tú, Nadia? ¿Tú cómo salvas, no? No, yo ya he dicho mi respuesta anterior y creo que sigue igual. Y esta sigue igual. Bueno, y el tercer y último dilema ya, ¿vale? Aquí cambiamos de escenario. Ahora estamos en un hospital, ¿vale? Entonces, en una sala tenemos a cinco personas enfermas. Las cinco, cada una de ellas necesita el trasplante de un órgano. Y en otra sala tenemos a una persona que está sana y además que está de visita por allí, ¿sabes? ¿Tú matarías a esa persona sana y donarías sus órganos a esos cinco para que pudieran sobrevivir? ¿O dejas a los cinco que la palmen y dejamos al sanito que estaba ahí de visita que se pueda alargar a su casa? Hombre, le llamo Will Smith. Y todavía me sobran dos almas, ¿no? ¡Mola, mola! ¡Hostia! Qué buena. Muy buena esa peli. Muy buena, ¿eh? ¿Cómo se llama esa peli? Siete Almas, ¿no? Siete Almas, ¿no? Siete Almas. ¿Y tú, Sara? Yo... Igual, igual que antes. Igual que antes, claro. No, no podría, no podría. No podría, no. Yo... Antes sí que tiraba a la persona, la persona así la tiraba, pero en este caso no. Bueno, Sara, ¿sabes que no puedo grabar este podcast sin explicar lo gran taekwondista que eres? Uf. Que has sido y que eres y que espero que vuelvas a ser pronto. Sara es cinturón negro, cuarto dan, ha competido en alto nivel en la modalidad de punches, una de las mejores árbitros que ha tenido el taekwondo en punches y que no se nos olvide que tienes medio quinto dan pagado. Sí, sí, y está pagado, ¿eh? Y que ahora has colgado el traje taekwondo, espero que por un tiempo, y ahora eres futbolista. Bueno, sí, futbolista. Juego una vez por semana. Si se le llama futbolista, sí. Sí, futbolista, claro. ¿Qué tal el equipo de las brujas? Uy, a tope, ¿eh? Es un equipo... ¿Habéis ganado, no, la liga? Hemos ganado un torneo, dos torneos, no, ya me acordé, sí, dos torneos. Bien, es un equipo que jugamos aquí, entrenamos aquí, no obstante, todas son argentinas, excepto una chica italiana y yo, que soy la única de Barcelona, y bien, contenta, pasarlo bien, entrenar y un poquito de fiesta. Bueno, a ver para cuándo la entrevista con el equipo de las brujas, ¿eh? ¡Aquí lo dejo! ¡Estas brujas! Te van a estar encantadas. Ya lo montamos, ya lo montamos. Sara, ¿y encuentras mucha diferencia entre el taekwondo y el fútbol? ¿Echas algo de menos o algo de más? Uf, son deportes muy diferentes. Muy diferentes. Y también el contexto es muy diferente. Entrenar en un equipo donde todas las chicas son argentinas también es un... Bueno, hay un contraste cultural también en algunas cosas que a veces, pues, no nos llaman la atención, ¿no? Con el taekwondo, bueno, un arte marcial, con mucha disciplina, mucho orden, mucho... ¡No pongas esa cara! Porque las brujas no son orden, disciplina ni silencio. No son disciplina a nuestro modo, pero somos orden y... Mientras Sara habla, la Nadia va gesticulando, poniendo caras raras. Luego la acabamos de hablar. Cara de bruja, cara de bruja. A ver, son deportes muy diferentes. Pero me gustan, porque como los dos deportes van con las piernas, me mola. Me mola, me mola. Nadia, ¿tú dónde has ido al gimnasta...? No, ¿qué eras? Ya se está tapando la cara, sigue gesticulando. A ver, ¿qué eras? Que hacías gimnasia deportiva, ¿no? Sí, gimnasia deportiva. Ah, porque te voy a decir bien, Jolines. No se empiezan a hacer así con la boca. No, no, es porque he probado muchos deportes en mi vida. Aparte de la gimnasia. Es el deporte que hiciste más, como de competición. Sí, lo he hecho mucho tiempo, he competido, sí. Y también, bueno, hay la diferencia con el fútbol también. No, otra cosa. ¿Hechas cosas de menos de la gimnasia? ¿O cosas que te sobraban, que ahora en estos meses te liberaban? Sí, lo que he hecho de menos, a lo mejor, es la cantidad de horas entrenadas y ese ímpetu de mejorar en cada ejercicio todo el rato. Ese trabajo individual. Claro, no te digo que quiero vivir siempre siendo así, pero yo tenía como otra cosquillita de que me tiene que salir este ejercicio y me va a salir porque me llamo así. Eso sí que por ahí en el fútbol a veces me pasan cuando aprendemos a hacer algún tipo de gambeteo ¿cómo se llama esto? Quinta, regateo. Pero sí que extraño mucho eso y no lo extraño, pero es una sensación muy buena que tú también debes saber de lo que hablo porque te lo dijiste hace poco. Ese es el previo a competir. Es el previo a competir, sobre todo sola de esos nervios y eso que no lo pasas de otra manera. ¿No lo pasas en fútbol con el equipo? Sí, pero es distinto. Ya no depende todo de ti, ¿no? No depende todo de mí. Me pasa mucho porque, claro, cuando yo en gimnasia fallaba, me fallaba a mí misma. Todo lo que yo restaba en los puntos era todo mérito mío. Y si ahora pierde la bruja, le puedes echar las culpas a Sara. No, a todo lo contrario. Siento que si yo fallo, si yo no estoy dando el 100%, estoy fallando a mi equipo y a mis compañeras que al fin y al cabo eso pesa mucho más. Chicas, ha sido un placer teneros aquí. Os tengo que decir que tenía preparada muchísimas más cosas y muchísimas más preguntas, de verdad, pero creo que nos estamos yendo de tiempo. Me está dando muchísima rabia cortar aquí. Volumen 2. Correcto. Aquí nadie ya se adelanta. Habrá una segunda parte, ¿vale? De verdad, gracias por lo que habéis compartido con nosotros. No sé si queréis añadir así algo más. Bueno, no, no lo añadáis. Parte 2. Niñas, parte 2. Añadimos un panquete. Venga, ahí. Más no, que voy a reventar. Yo quiero añadir que en esta mesa hay taekwondo para rato, ¿eh? Habremos segunda y tercera parte, seguro. Bueno, y como siempre explico en los podcast, no sé si lo sabéis vosotros, pero yo siempre cuento un chiste al terminar, porque normalmente cuento chistes, nunca nadie se ríe, pero aquí, pues bueno, los cuento, porque como no escucho quién se ríe y quién no, dicen que son malos mis chistes. Muy malos. No lo entiendo. Perfecto. Ahí voy con mi chistazo. Hombre, Juan, ¿cómo has cambiado? Dice, no, perdona, yo no soy Juan. Dice, coño, más a mi favor. Muchas gracias por escucharnos. Adiós. Te estás riendo.

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