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The language of mathematics is universal and used in our daily lives. The concept of negative numbers emerged from the need for loans in ancient commerce. Brahmagupta, an Indian mathematician in the 7th century, defined the rules for negative numbers. These rules include: any number minus zero is the same number, a negative number subtracted from zero is a positive number, and multiplying any number by zero results in zero. These concepts were not widely adopted until the 13th century in Europe. Mathematics requires creativity and openness to new ideas. The magic of mathematics lies in its ability to change and evolve. Bienvenidos y bienvenidas a otro capítulo más del Rincón de las Operaciones. Bienvenidos y bienvenidas a otro capítulo más del Rincón de las Operaciones. El lenguaje matemático es un idioma universal y lo utilizamos en nuestra vida constantemente. Muchos pueden pensar que en la evolución de las matemáticas tal y como las conocemos actualmente han intervenido únicamente grandes matemáticos, pero no es así. Un ejemplo de ello es que utilicemos el sistema decimal, cuya aparición es tan simple como que tenemos un total de diez dedos en las manos y con ellos empezaron a contar. Conceptos que tenemos asumidos como bases matemáticas nacen de la capacidad del ser humano para adaptarse a diversas situaciones. Este es el caso del tema del que vamos a hablar hoy, los números negativos. En un estudio de Diego Vélez y Olga Varela nos explican que en la antigüedad el comercio se desarrolló de manera que surgió la necesidad de los préstamos de dinero, ya que los intercambios de mercancías eran cada vez más grandes y el trueque no era posible, no era viable. Ahí es donde aparece el concepto deuda. En la antigüedad el comercio se desarrolló de manera que surgió la necesidad de los préstamos de dinero, ahí es donde aparece el concepto deuda, que es el que asociamos a estos números cuando los aprendemos. Esto sucede en la India en el siglo VII y es el matemático Brahmagupta, bonito nombre, quien define las reglas por las que se rigen dichos números. Estas reglas que giran en torno a los números naturales, los negativos y el cero son, a ver si os suena alguna, una deuda menos el cero es una deuda, una fortuna menos el cero es una fortuna, es decir, que todo número menos el cero es el mismo número, una deuda restada del cero es una fortuna, es decir, que si restamos al cero un número negativo el resultado será un número positivo. Otra regla, otra norma, sería que una fortuna restada del cero es una deuda, en este caso si al cero le restamos un número positivo nos dará como resultado un número negativo. El producto de cero multiplicado por una deuda o una fortuna es cero. Aquí lo que quiere decir es que si multiplicamos cualquier número, ya sea negativo o positivo por el cero, el resultado sigue siendo cero. El producto cociente de dos fortunas es una fortuna. En este caso si multiplicamos o dividimos dos números positivos tendremos como resultado otro número positivo. El producto o cociente de dos deudas es una fortuna, es decir, que si dos números negativos los multiplicamos o los dividimos obtendremos un número positivo. Y por último, el producto cociente de una deuda y una fortuna es una deuda, o sea, que si tenemos un número positivo y otro negativo, los multiplicamos o los dividimos también, el resultado será negativo. Creéis que este sistema se adoptó rápidamente por todo el mundo, no. En Europa no fue hasta el siglo XIII con Leonardo de Pisa que se introdujeron. Desde entonces y hasta bien entrado el siglo XVIII muy pocos matemáticos comenzaron a utilizarlos, no los entendían. Es más, algunos durante el siglo XVI o XVII los consideraban absurdos o números con soluciones imposibles. Eh, que estamos hablando de que los números negativos fueran reconocidos como tal, como institución matemática que son. Porque en ciertas operaciones que hoy en día damos por sentado que pueden dar como resultado un número negativo, ya se utilizaban, aunque no las terminaban de comprender del todo. Aquí es donde entra en juego la creatividad. Muchos podemos pensar que las matemáticas son lineales, cuadradas, que solo hay un camino para aprenderlas. Pero exigen un grado de abstracción muy grande y eso es lo que tenemos que transmitir a nuestros niños y niñas para que no les pase como a esos matemáticos del siglo XVIII. Que hay campos matemáticos que pueden cambiar, pueden mutar si somos lo suficientemente abiertos a nuevas ideas, teoremas o preguntas. En ello está la magia de las matemáticas. Espero que os haya gustado este capítulo y nos vemos en el siguiente.