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Comentario diario a la Palabra de Dios
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Comentario diario a la Palabra de Dios
Abraham's wife, Sara, tells him to send away Hagar and their son because she doesn't want him to inherit alongside their son Isaac. Abraham is upset but God tells him to do as Sara says. In the Gospel of Matthew, Jesus casts demons out of a possessed man and into a herd of pigs, causing them to drown. The people ask Jesus to leave their country. The speaker reflects on how society often protects its own, even when they commit wrongdoings. They question who we consider to be "one of us" and urge us to see others with the eyes of God. They emphasize the importance of practicing mercy and not valuing material possessions over human lives. Palabra de vida hoy, miércoles decimotercero del tiempo ordinario, al pan por la palabra, del libro de Eugénesis. Vio Sara, la mujer de Abraham, al hijo que Agag, la egipcia, había dado a su esposo, jugando con su hijo Isaac. Y dijo Abraham, despide a esa criada y a su hijo, pues no va a heredar el hijo de esa criada juntamente con mi hijo, con Isaac. Sintiólo mucho Abraham, por tratarse de su hijo, pero Dios dijo a Abraham, no lo sientas ni por el chico ni por tu criada. En todo lo que dice Sara, hable caso, pues aunque por Isaac llevará tu nombre una descendencia, también del hijo de la criada haré una gran nación, por ser descendiente tuyo. Del Evangelio según San Mateo. Una gran piara de cerdos a distancia estaba ozando. Los demonios, que poseían al hombre de Gerasa, le rogaron a Jesús. Si nos expulsas de él, mándanos a la piara. Jesús les dijo, ir. Salieron los demonios y se metieron en los cerdos, y la piara entera se abalanzó acantilada abajo y se ahogó en el agua. Los porquerizos huyeron al pueblo y lo contaron todo, incluyendo lo de los endemoniados. Entonces el pueblo entero salió a donde estaba Jesús, y al verlo, le rogaron que se marchara de su país. En las series y películas policíacas a menudo se presenta el llamado muro azul, como ese escudo infranqueable con que rodean esos policías de película todo aquel que sea uno de los suyos, a pesar de que haya cometido abusos, delitos o incurrido en corrupción. Y yo me pregunto mirando a Occidente, a España, a la iglesia que peregrina en estas tierras, ¿quiénes pensamos que son de los nuestros? Ya en los tiempos de los patriarcas podemos contemplar en la primera lectura como ese uno de los nuestros se comprende como una categoría excluyente que limita el propio abrazo a los nuestros, a los que son como nosotros, para no tener que compartir con los que decimos que ni son de los nuestros ni son como nosotros, por mirarles con un ojo, mientras el otro ojo mira aquello de lo que nos deberíamos desprender si reconociéramos que a pesar de las diferencias, ellos sí son como nosotros y son de los nuestros. Solo tenemos que mirar con los ojos del corazón con que se mira lo importante, con los ojos del espíritu, desde los ojos de Dios, para reconocer que todos somos diferentes pero no tan distintos como para justificar vivir distantes. Cuando se mira sobre todo el propio interés, los propios bienes, la bonanza y el bienestar material, no se valora tanto que una persona atormentada por una legión de demonios haya sido liberada por Jesús, como se considera el precio que le ha tocado a uno pagar con tal de que se salve esa vida. Sin entrar en complejos análisis políticos y económicos sobre la inmigración y el tráfico de personas, el cuidado de ancianos o de enfermos terminales, etcétera, recordemos que donde está nuestro tesoro estará nuestro corazón, que por nuestros frutos nos conocerá Dios, así como que el juicio del Señor al que todos nos expondremos será sin misericordia para aquellos que no hayan practicado la misericordia. Si no aspiramos a ser santos, al menos no renunciemos a ser humanos. Vuestros hermanos menores desde Toledo os abrazan fuertemente con la paz y el bien.