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Today, Ash Wednesday, the message is about fasting from worldly distractions and focusing on what truly matters. Christians are called to reflect on their humanity and imitate Christ's life. Pope Francis urges us to respond to the cries of the planet, the victims, and those in distress. The ashes on our heads symbolize humility and remind us of the value of each individual despite our weaknesses and sins. We must strive to be ministers of peace, reconciliation, and justice. It is important to reject ideologies and politics that go against the Gospel and humanity. This Lent, let us prepare ourselves to answer God's call and address the broken voices of the victims and our wounded Earth. Palabra de vida hoy, miércoles de ceniza, al pan por la palabra. Desde la intersección entre las respuestas de la palabra de Dios en estas últimas semanas, con los interrogantes que siempre nos suscitan las grandes desgracias, fruto de la codicia humana y la sed de poder, la corrupción política, las guerras, la miseria, etc. Los cristianos de hoy hemos de ayunar de tantas cosas para no perder el tiempo y las fuerzas en asuntos vanos o enfoques beligerantes ante las cuestiones que nos reclaman hoy ser lo que somos, pero de un modo nuevo, diferente. Ante la tiniebla sólo cabe permitir que la luz brille. Cuanto mayor es el dolor que causa el pecado del hombre, con mayor claridad resuena esta frase. Este, Jesús, está puesto para caída y para levantamiento de muchos, y para ser una señal que será contradicha, para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones. Del Evangelio según San Lucas. Convirtámonos, volvamos los ojos a Cristo para recordar nosotros qué significa humanidad, contemplando la suya e imitando su vida. El Papa Francisco nos llama a preparar nuestra respuesta ante el grito del planeta, ante el llanto de toda clase de víctimas y ante la angustia de los hombres y mujeres de buena voluntad que ya han tirado la toalla o están a punto de hacerlo. La ceniza que se depositará hoy sobre nuestra cabeza es signo de humildad, de verdadera y creyente humanidad desde la que cada uno puede reconocer que la verdad de nuestra vida y de la de nuestra sociedad humana no se es hoy particularmente dolorosa. La ceniza tiene muy poco valor pero nos expuesta en lo más alto. Cada uno de nosotros no tiene precio pero sí un gran valor a pesar de nuestras debilidades y pecados. Para recordar esto recibimos la ceniza. Al recibirla inclinamos la cabeza con pesar por ser tan mediocres, al alzarla poco después esperanzados con la ceniza ya impuesta en nuestra cabeza en busca del que siempre nos lleva a ser ministros y agentes de paz, de reconciliación, de justicia. Seremos levantados por él cada vez más alto a medida que más nos convirtamos en la verdad sobre las cuestiones de actualidad y sobre nosotros mismos. Tomando partido cada uno por Dios y por las personas más sufrientes desde la libertad de nuestra conciencia cristiana y desde la generosidad en el compromiso y la entrega. Desear vivir pisando las huellas de Cristo requiere hoy la liberación militante y encorajinada de las ideologías y políticas con que no pocas veces se nos pone contra el Evangelio y contra la humanidad casi sin darnos cuenta. Quizá hoy el ayuno más importante tenga por objeto esos alimentos ideológicos que nunca debe tratar de digerir un estómago cristiano para que no nos envenenen la conciencia. Preparémonos esta cuaresma para responder a las llamadas de Dios en las voces rotas de las víctimas y de la hermana Madre Tierra que nos sustenta a todos, rota también por nuestro pecado materialista, no expiado ni reparado.