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MARTES 19 DE DICIEMBRE  FERIA MAYOR DE ADVIENTO

MARTES 19 DE DICIEMBRE FERIA MAYOR DE ADVIENTO

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COMENTARIO DIARIO A LA PALABRA DE DIOS

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The passage discusses the stories of Samson and John the Baptist from the Book of Judges. It explains how both of their mothers were initially unable to conceive, but eventually gave birth to sons who had important roles in the history of God's people. The passage also highlights the significance of motherhood as a sign of God's blessing. It emphasizes the miraculous nature of these conceptions and the special missions that these sons were called to fulfill. Ultimately, it connects these stories to the incarnation and nativity of Jesus, emphasizing the revelation of humanity and the importance of living in accordance with God's will. The passage concludes with a Christmas greeting, expressing joy, fraternity, and a desire to bring peace to all. Palabra de vida hoy, Martes 19 de Diciembre, Feria Mayor de Adviento. Al pan por la palabra. Del Libro de los Jueces El ángel del Señor se apareció a la mujer y le dijo, Eres estéril y no has tenido hijos, pero concebirás y darás a luz un hijo. Ten cuidado de no beber vino ni licor ni comer nada impuro, porque concebirás y darás a luz un hijo. No pasará la navaja por su cabeza, porque el niño estará consagrado a Dios desde antes de nacer. Él empezará a salvar a Israel de los filisteos. La mujer de Manoj dio a luz un hijo y le puso de nombre Sansón. El niño creció y el Señor lo bendijo, y el Espíritu del Señor comenzó a agitarlo. Habían judado un sacerdote llamado Zacarías casado con una descendiente de Aarón llamada Isabel. Los dos eran justos ante Dios. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada. Una vez que oficiaba delante de Dios, a Zacarías se le apareció el ángel del Señor. No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado. Tu mujer Isabel te dará un hijo y le pondrás por nombre Juan. Será grande a los ojos del Señor. No beberá vino ni licor, se llenará de Espíritu Santo ya en el vientre materno y convertirá muchos israelitas al Señor, su Dios. Irá delante del Señor con el espíritu y poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia los hijos y a los desobedientes a la sensatez de los justos, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto. A lo largo de toda la historia de la Sagrada Escritura, la maternidad era un signo de la bendición de Dios. Cuando alguna circunstancia sometía a la mujer a la esterilidad, ello se interpretaba como la consecuencia de algún pecado de la mujer y, por consiguiente, no merecía dicha bendición. La responsabilidad de dicha esterilidad siempre se achacaba a la mujer y, por ello, la bendición de Dios la primaba a ella rescatándola de la murmuración y el juicio de sus vecinos. Las concepciones prodigiosas que reflejan la Biblia suelen estar asotiadas a un personaje, el fruto de esa concepción, que será muy relevante en la historia del pueblo de Dios. La intervención sobrenatural en dicha concepción infundía una gracia, una vocación y una misión en el fruto del vientre de esa Madre bendita. Isaac, Sansón, Samuel, Juan el Bautista, etc., representan la encarnación del compromiso de Dios por la liberación y la salvación de un pueblo sumido en las consecuencias de la tibieza y del sincretismo. Jesús, de María, es la encarnación misma de ese Dios que se compromete hasta el extremo por la salvación de su pueblo y los pueblos de toda la tierra, la salvación del sincretismo materialista de todo tiempo, por el que el ser humano se ha conformado con no ser más que un ser para la muerte que ha de aprovechar los días de su vida y sus bienes para gozar de la felicidad que sus manos puedan arrebatar al destino fatal. La encarnación y la natividad del Hijo de Dios supone la revelación del hombre al propio hombre, la revelación de una vocación, de un destino y de una dignidad tan altas que sólo desde Dios se comprenden, sólo desde la vocación a ser suyos y progresivamente como Él desde hoy y hasta el infinito y más allá. Celebrar la Navidad ofrece sentir un estremecimiento ante la humanidad de Dios que no se apague cuando retiremos los adornos y luces de nuestras casas y calles, sino que se reencienda ante cada ser humano en el que Dios se nos manifiesta para que con afecto y sacrosanto respeto le manifestemos nuestra alegría de creer por la forma de tratarle y de vivir para gloria de Dios y para bien de los hombres. Nuestra forma de vivir ha de estar movida por la gracia incomparable de podernos nosotros conocer y comprender como nos conoce y nos comprende Dios, en Cristo, por Él y en Él. Un saludo de Feliz Navidad con rabiosa alegría, con deseos de fraternidad y de generar juntos la paz y el bien para toda humana criatura a la que podamos alcanzar. Cuando no hay fuerzas ya para caminar ni camino para andar, cuando el desánimo te hace crecer sin metas dónde llegar, cuando en tu vida no encuentras la paz, en la esperanza eres madre que nos acoges con miradas de amor. Buena madre, contente llora, luce quien ya no ve tierno reflejo del rostro de Dios. Eres madre que nos acoges con miradas de amor. Buena madre, contente llora, luce quien ya no ve tierno reflejo del rostro de Dios. Eres madre que nos acoges con miradas de amor. Buena madre, contente llora, luce quien ya no ve tierno reflejo del rostro de Dios.

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