JUEVES XXI T

Palabra de vida hoy, jueves vigísimo primero del tiempo ordinario, al pan por la Palabra. De la primera carta a los tesalonicenses. Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos. Del Evangelio según San Mateo. En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos, Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Desde la fidelidad a la pedagógica enseñanza de la lectura continua que desgranan los famentos de la Palabra de Dios que la Iglesia selecciona para la misa de cada día, hoy retomamos el mensaje de ayer, desde uno de sus elementos, tomado de la encíclica del Papa Francisco, Fratelli tutti, la tan necesaria amistad social. Cuando el Papa Francisco mira a los hombres y mujeres de hoy, con sus gozos y sus esperanzas, con sus dolores y tragedias, centra su mirada en el diálogo como medio y camino para aprender a mirarnos unos a otros y a mirar la realidad de una manera nueva. Para vivir con pasión los desafíos de una ecología integral en la construcción sostenible del bien común. Un bien común que sólo será accesible cuando reconozcamos que todos somos necesarios y nadie es prescindible. El Papa pide frenar la polarización maniquea que nos divide y separa, dejar de clasificar a las personas y reconocer que a cada una de ellas nunca las podemos reducir a una etiqueta de blanco o negro, bueno o malo, izquierdas o derechas, etc. Porque para mirar a cada persona hay que partir de reconocer que todos somos complejamente ricos, fascinantes, y que abriéndonos cada uno al misterio del otro, todos seremos más de lo que somos al margen de los demás. Esa mirada de aprecio y de respeto es la clave de la fraternidad para San Francisco de Asís, que aprendió a mirar a los otros desde Dios y no desde sus propias pretensiones, prejuicios o expectativas. El Papa Francisco explica que la fraternidad es uno de los valores humanos y universales que debería estar a la base de las relaciones entre los pueblos. De manera que cuantos sufren o son desfavorecidos, no se sientan excluidos y olvidados, sino acogidos, sostenidos, como parte de la única familia humana donde los más fuertes, capaces o afortunados gozan de poder serlo para bien de sus semejantes, tomados como miembros de una sola familia y moradores de una misma casa común que nosotros hemos recibido y hemos de cuidar para entregar a las siguientes generaciones. ¿Qué nos enseña la vida de San Francisco de Asís? Nos enseña a vivir la virtud de la humildad, la actitud de respeto a todos y a todo, en la igualdad que brota de conocer la verdad sobre Dios y sobre el ser humano. San Francisco tuvo un corazón alegre y humilde porque supo librarse de la prioridad del dinero y de la voluntad del dominio o del poder, para no buscar jamás ninguna forma de explotación, sino para aceptar apasionadamente, como un hijo, con esa misma humildad y alegría, la voluntad de Dios en su vida. El Papa defiende que la vida moral y religiosa no puede reducirse a una rectitud ortodoxa ansiosa y endurecida, sino que su principio debe ser el amor responsorial, el amor de hijo y el amor de hermano, como respuesta a ese Dios que se nos da todo entero, para que nada reservemos para nosotros solos y nos sumemos a la extensión del reino de la fraternidad y la paz y la justicia, el reino de Dios que se nos ha dado en Jesucristo. Con deseos de ser ministros y extensores de este reino, vuestros hermanos franciscanos los saludan con la paz y el bien.