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JUEVES XIX   TO

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COMENTARIO DIARIO A LA PALABRA DE DIOS

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The reading from the book of Joshua talks about how the Jordan River stopped flowing when the priests carrying the Ark of the Covenant stepped into it. In the Gospel of Matthew, Jesus tells his disciples that they should forgive others not just seven times, but seventy times seven. The speaker then discusses the challenges of modern society, such as ethical controversies related to scientific advancements in fertility and reproduction, economic difficulties, and societal changes that may disregard the dignity of life. They emphasize the importance of navigating these challenges with a well-formed conscience and the support of a community. Christians are encouraged to be proactive and not shy away from societal pressures. They should defend their rights as citizens while fulfilling their duties and should demand the same from their leaders. The speaker also emphasizes the need for unity and forgiveness within the community, as it is essential for a strong and meaningful communal life. T Palabra de vida hoy, jueves décimo noveno del tiempo ordinario, al pan por la palabra. Del libro de Josué Josué dijo a los israelitas, acercaos aquí a escuchar las palabras del Señor vuestro Dios. Mirad, el arca de la alianza del dueño de toda la tierra va a pasar el Jordán delante de vosotros. Y cuando los pies de los sacerdotes que llevan el arca de la alianza del dueño de toda la tierra pisen el Jordán, la corriente del Jordán se cortará, el agua que viene de arriba se detendrá formando un embalse. Y al llegar al Jordán, en cuanto mojaran los pies en el agua, el Jordán va hasta los bordes todo el tiempo de la siega, el agua que venía de arriba se detuvo, creció formando un embalse que llegaba muy lejos hasta Adán, un pueblo cerca de Sartán, y el agua que bajaba al mar del desierto y mar muerto se cortó del todo. Del Evangelio según San Mateo Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces? Jesús le contesta, no te digo hasta siete veces, sino setenta veces siete. Son muchos los ríos caudolosos y agitados que pone ante nuestros pies la sociedad actual con todas las controversias de ética y moral que conllevan los avances científicos en materia de fertilidad y reproducción, las dificultades económicas de buena parte de la mayoría, así como la precariedad insultante que padecen tantos otros, o el presunto progresismo social que recrea y reinventa a la familia obviando la dignidad y el valor de la vida de los más pequeños tanto cuando todavía no han nacido como cuando ya no se pueden valer por sí mismos. Hemos de atravesar todos esos ríos que retienen nuestro caminar cristiano y hemos de atravesarlos con la fuerza de una libertad de conciencia bien formada y con el sostén y el respaldo de una comunidad de pertenencia en la que formarnos y robustecer nuestra fe por la oración compartida, los sacramentos y las acciones organizadas de justicia y caridad. Hemos de ser cristianos proactivos, militantes agarridos de la fe que no apartan la mirada ni agachan la cabeza víctimas de complejos producidos por un entorno social tan poco respetuoso con la libertad de quienes no participan del modelo de pensamiento único falsamente progresista que se está imponiendo. Hemos de dar razón de nuestra esperanza a quien nos la pida o a quien nos confronte, reclamando nuestros derechos ciudadanos mientras cumplimos con nuestros deberes, más y mejor que quienes nos quieren relegar a una ciudadanía silente de segunda. A nuestros pastores les debemos exigir que sean los primeros en mojarse los pies en el barro de la realidad en la que el pueblo de Dios brega a diario, para así facilitar y promover ese sentido comunitario de pertenencia que nos hará más fuertes a todos. También cada hijo de vecino debe bajar al barro, al barro que deforma y hacea esa vida comunitaria que necesitamos todos tanto. Un barro compuesto de rencillas y rencores, afrentas y durezas de corazón, envidias y protagonismos egolátricos que desgajan toda vida comunitaria y deslavazan su fuerza testimonial y regenerante. Para formar adecuadamente nuestra conciencia de cristianos del siglo XXI, comencemos por sanarla, perdonándonos y pidiéndonos perdón por cuanto nos haga sentarnos en mesa, juntos, pero con un muro de frialdad o incluso hostilidad entre nosotros. Pidámonos perdón y perdonémonos con el honesto propósito de aprender de lo sufrido para no hacérselo a ningún otro, tanto como aprender de lo que hayamos hecho y sufrido a alguien, y no puede repetirse jamás. Caminemos juntos, y además unidos, por la fuerza del perdón que todos pedimos a Dios y nos debemos unos a otros. Desde ahí, todo será más fácil y en todo seremos más fecundos y significativos. Paz y bien, como muestra de nuestros mejores deseos franciscanos para vosotros.

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