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DOM XXVI TO

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00:00-05:47

COMENTARIO DIARIO A LA PALABRA DE DIOS

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Transcription

The transcription is a religious message discussing the importance of repentance and obedience to God. It highlights the need to have the same mindset as Jesus and to treat others with love and kindness. The speaker also emphasizes the diminishing authority of God's word in society and the importance of recognizing and accepting God's authority. The message concludes with a message of peace and well-being from the Franciscan brothers in Toledo. Palabra de Vida Hoy, Domingo XXVI del Tiempo Ordinario, celebrando el Tiempo de la Creación, al pan por la Palabra. Del profeta Ezequiel, así dice el Señor, comentáis, no es justo el proceder del Señor. Escuchar Casa de Israel, ¿es injusto mi proceder? ¿O no es vuestro proceder el que es injusto? Cuando lo justo se aparta de su justicia comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió. Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá. De la Carta a los Filipenses Tener entre vosotros los mismos sentimientos de Cristo Jesús. Del Evangelio según San Mateo Jesús les dijo, Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis. En cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis. Mirando hoy la primera lectura, nos pueden parecer hasta ridículas muchas escenas de la Sagrada Escritura, en que algunos creyentes, o incluso el pueblo entero, se encaran con Dios como con un igual y le reprochan, le regañan, le corrigen. Como nuestra vocación como seres humanos es pertenecerle a Él y vivir en una tan estrecha comunión de amor con Dios que Él pueda ir transformándonos y haciendo nuestra imagen de Dios lo que somos, cada vez más semejante al modelo, a menudo renovamos la tentación del génesis, seréis como dioses, y tratamos de ser como Dios, sin Él, en lugar de unirnos más a Él por el vínculo del amor obediente de hijo y de creyente, para llegar a ser en verdad hijos de Dios y ser como es nuestro Padre del Cielo, por la sola fuerza de Su gracia y misericordia en nuestra rodillada libertad. Si tratamos de ser hijos de Dios como primer y más importante rasgo de nuestra personalidad, caminaremos con paso presuroso hacia nuestra plena realización personal, mientras, por obra y gracia del Espíritu Santo, encarnaremos progresivamente los rasgos de Jesucristo que Él nos muestra en el Salmón de las Bienaventuranzas, para ser capaces así de tratar a los demás desde los mismos sentimientos de Jesús de Nazaret, es decir, pasando por la vida de todos como pasa Él, haciendo el bien a manos llenas. En esta sociedad de la que también somos hijos se nos inocula un sentido de libertad que conlleva relativizar toda forma de autoridad, incluida la de Dios, pues soy yo el que tiene que decidir por mí mismo. Mis necesidades y apetencias, todo aquello que quiero para mí, es en realidad una expresión de mis derechos, que puedo exigir no se me impida satisfacer. Así, tanto dentro como fuera del colectivo que formamos la Iglesia, la palabra de los progenitores pasa a tener menos fuerza ante los hijos adolescentes que la opinión de los amigos, y la palabra de estos amigos pasa a tener la autoridad y el peso de la de los progenitores. Para los adultos, que por serlo no necesariamente dejamos de ser adolescentes, las leyes y normas son discutibles siempre que yo no esté de acuerdo con lo que rigen o con sus formas. Las personas que son autoridad sólo tienen fuerza ante mí cuando esgrimen el cuadernillo de multas o alguna forma de sanción o pena, y como Dios no tiene cuadernillo de multas, si lo tuviera no lo usaría, ni condena a nadie, puesto que la pena que cada uno podemos acarrear por nuestras obras nos la autoimponemos nosotros, cada vez le reconocemos menos autoridad a la palabra de Dios, menos utilidad a su revelación, y menos fuerza a sus mandamientos. Porque toda esta descripción de nuestra realidad actual era muy presente entre los personajes notables de la religiosidad del pueblo de Israel, Jesús les dirige esta preciosa y esperanzadora, pero también terrible frase. Prostitutas y publicanos os precederán en el reino de los cielos. Arrepentidos quiere Dios, porque si es humano errar o retener pertinezmente el infantilismo de la soberbia, no es solamente humano sino además sabio, hacer lo posible por salir del error y madurar, gracias a la autoridad de quienes se vienen a nosotros sólo para propiciar nuestro bien. Un abrazo estrecho de paz y bien os dedican vuestros hermanos franciscanos desde Toledo. Amén.

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