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COMENTARIO DIARIO A LA PALABRA DE DIOS
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COMENTARIO DIARIO A LA PALABRA DE DIOS
The transcription is about the commemoration of the faithful departed and the difference between wanting someone and truly loving them. When we lose a loved one, we mourn and ask questions, but we should also remember that they belong to God and He is their caretaker. We should love them by supporting them in their weaknesses and helping them towards God, rather than trying to possess them for ourselves. Our ultimate need is for God, and if we truly love those we need, we will push them towards Him. We should offer our deceased loved ones to God with our tears, trusting that He will give them the love and eternal life that we desire. palabra de vida hoy, conmemoración de todos los fieles difuntos, al pan por la palabra. Una cosa es querer a alguien y otra algo diferente, amarle. Con sólo pensar que se nos muera alguno de esos seres queridos en los que nuestro corazón siempre se apoya, se nos encoge el alma y también la garganta. Cuando llega ese temido momento, lloramos a veces desgarradamente y es natural. También hacemos multitud de preguntas, así como lanzamos acusaciones al cielo, sin pararnos nunca a hacernos nosotros mismos una importante pregunta. Lloramos por nuestros difuntos o por nosotros mismos que les hemos perdido. Cuando alguien muy querido se nos muere, sin lugar a dudas perdemos mucho. Perderíamos mucho menos, no le perderíamos. Si tuviéramos siempre presente mientras están a nuestro lado, que aquellos que son más nuestros son antes y mucho más de Dios. A Él pertenecen. Y es Él el cuidador y la puerta de la salvación eterna de aquellos a quienes nunca podríamos nosotros ofrecer tanto. Una cosa es querer a alguien y otra algo diferente, amarle. A quien se ama se le decía lo mejor. Y no sólo lo que nosotros podemos darle o lo que recibimos de él. Hemos de aprender a amar a aquellos que forman parte de nuestro propio corazón y no sólo quererles. Abrazarles ha de ser sostenerles en sus flaquezas y debilidades mientras los aupamos hacia Dios, en lugar de abrazarles para retenerles a nuestro lado, para siempre, mientras podamos, pero sólo en esta vida, sin la perspectiva del horizonte que es la eternidad. El abrazo siempre está centrado en quien lo da. Abrazar cerrando el abrazo sobre el propio pecho no es amar sino poseer a alguien porque se le necesita. Y claro está que nos necesitamos unos a otros, pero cada uno a quien más necesita es a Dios. Si en verdad amamos a aquellos a los que necesitamos, les empujaremos más y más hacia lo alto, aunque eso suponga no poder sentir tanto su cálida presencia en nuestra piel. Si amáramos así, seguiríamos llorando ante la muerte de un ser querido, pero lo haríamos ya sin desgarro, llenos de esperanza y buscándole lo alto en lugar de lanzar quejas y acusaciones al cielo. Una cosa es querer a alguien y otra, algo diferente, amarle. Amemos a nuestros difuntos ofreciéndoselos a Dios junto con nuestras lágrimas, a Él, a Cristo resucitado, para que Él les dé el amor y la vida que también nosotros deseamos alcanzar, y sólo Él puede darnos cuando nos una a todos, de nuevo y ya para siempre, en Su potente y eterno abrazo de infinita misericordia. Con el corazón algo encogido por la pena natural, en este día de esperanza vuestros hermanos franciscanos os abrazan con la paz y el bien.