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cover of Salmo 19
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The speaker is ending the day by praising the Lord and expressing gratitude for the opportunity to worship and exalt His name. They emphasize the importance of serving and loving others and pray for peace and order in their nation. They continue by discussing the benefits of obeying God's word and acknowledging their own faults. They ask for deliverance from hidden errors and from pride, and express a desire for their words and thoughts to please God. They conclude by highlighting the significance of being a servant and the blessings that come from obeying God's word. Terminando el día, claro que sí, terminando el día con la paz del Señor, terminando el día felices y contentos, porque sin duda, Dios es bueno, claro que sí. Después, ¿verdad?, de un fin de semana, donde hemos estado exaltando el nombre de Cristo, pues, es hermoso poder estar aquí otra vez. No olvide que nuestro propósito es que juntos exaltemos el nombre de Cristo, que juntos adoremos su santo y bendito nombre, que demos gloria y honra al Dios Todopoderoso. Y también es nuestro propósito llevar amor, gozo, paz y coidonía a todas las familias que nos prefieren. Así que gracias por estar ahí. Como siempre, ¿verdad?, en todas nuestras metas, en todas nuestras actividades y proyectos, Jesucristo es el primero. Así que vamos a adorar al Señor. Oh, gloria a Dios, aleluya, hay presencia de Dios aquí. Bendito sea el nombre del Señor. Así que no importa la circunstancia que estés viviendo en esta hora, puedes descansar en el Señor. Puedes poner delante de Él tus penas y tus cuitas. Puedes venir a Él y poner, como dice la carta del apóstol Santiago, ¿verdad?, echando sobre Cristo toda ansiedad, todo lo que quita tu paz. Y mientras adoramos, el Señor se encarga de obrar a tu favor. Padre eterno, Dios de amor, Señor, te honro, te adoro, te doy gracias, aleluya, porque puedo estar aquí para adorar tu nombre, para exaltar tu nombre. Gracias, Dios, por esta oportunidad linda que nos da de llegar a tantas familias, a tantas vidas, a tantos hogares, Dios mío, con una palabra de verdad, con una palabra de bendición, de sanidad. Oh, Señor, te adoramos, aleluya, te honramos, y sé que allá en casita hay mucha gente que está adorando con nosotros a esta hora. Exaltamos tu nombre. Sólo tú eres digno de gloria. Sólo tú eres digno de nuestra adoración. Señor, te presentamos nuestra nación. Reprendo todo espíritu de muerte en el nombre de Jesús, todo espíritu de homicidio, de feminicidio, Señor. Reprendo la violencia en el nombre de Cristo. Dios mío, que haya paz en cada corazón. Señor, que podamos poner en práctica esa palabra, amarte a ti por encima de todo, y amar al prójimo como a nosotros mismos. Oh, Dios, te lo ruego con todo mi corazón. Establece tu orden en esta provincia. Establece tu orden en nuestra nación. Muchas gracias, oh Dios. Diríjanos en todo en esta hora, Padre. En el nombre de Jesús, amén y amén. Aleluya, gloria al Señor. Qué bueno. Vamos a entrar en nuestra plática bíblica. Vamos a compartir esa hermosa palabra que el Señor nos trae para hoy. Recuerde que nosotros estamos haciendo un recorrido por todo el libro de los Salmos, y hoy estamos ubicados ahí en el Salmo 19. Ya hemos tratado la primera parte, ¿verdad que sí? Y hoy pues vamos ya a finiquitar, como decimos, vamos a tratar de compartir la última parte de este Salmo tan lindo. ¿Lo recuerdan? Es el Salmo hermoso que comienza, los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Pero ya analizamos toda la primera parte, y en nuestra última entrega analizamos desde el verso 7 hasta el verso 10, donde habla acerca de todas las cualidades maravillosas que tiene la palabra. Decíamos que es perfecta, que es pura, que es recta, que permanece para siempre, que es justa, que es verdad. Aleluya, que su palabra es dulce más que la miel. Bendito sea el nombre del Señor. Y también hablábamos, ¿verdad?, de lo que la palabra de Dios produce en cada ser humano. Aleluya, hermoso. Dice que en la lectura de esta palabra nosotros somos bendecidos, nosotros somos enseñados, somos amonestados. Y que ella nos trae conocimiento, el conocimiento para llegar a Dios. Así es. Y hoy pues creo que estemos entrando ya en la última, última parte de esta hermosa porción bíblica. ¿A cuánto le gusta el Salmo 19? El Salmo 19 es hermoso, es maravilloso. Alabando sea el nombre de Jesús. Y vamos hoy a proseguir desde el versículo 11 hasta el verso 14. Ahí estaremos ubicados. Dice en el nombre de Jesús, tu siervo es además amonestado en ellos, o sea, en su palabra. Y en guardarlos hay gran galardón. ¿Quién podrá entender sus propios errores? ¿Quién podrá entender sus propios errores? Y el salmista David decía, oh Señor, líbrame de los errores que me son ocultos. Reserva también a tu siervo de la soberbia. Ay, o sea, libra a tu siervo de la soberbia. Que no se enseñore de mí, entonces seré íntegro y estaré limpio de gran rebelión. Y el 14, señores, quisiera que lo subrayara en tu casa. Quisiera que llevara contigo este verso. Porque es verdad que este verso ha bendecido mi vida en muchas circunstancias. Salmo 19.14 dice, que sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón. Delante de ti, oh Jehová, roca mía y Redentor mío. Wow, este salmo completo, hermanos, es una riqueza, es una riqueza. Me gusta cuando David, aún siendo rey, David era rey de Israel, uno de los reyes que más tierras conquistó. Y aún siendo rey, mire cómo David se declara como siervo. Dice, tu siervo es además amonestado con ellos. O sea, David sabía que esa posición que Dios le había dado como rey, sencillamente era para servir al Señor. Esa posición era para exaltar el nombre de Dios, para servirle a Dios a través del servicio que Él podía darle a la gente. ¿Qué es un siervo? Un siervo es un servidor, un ministro. A veces como que la palabra ministro da como una connotación de grandeza, pero un ministro es un siervo, es un servidor, bendito sea el nombre del Señor. Y es un privilegio ser un servidor, pero no a todos nos gusta servir, a la mayoría pues nos gusta que nos sirvan. Y este término surge por allá cuando estaba de manifiesto el modo de producción feudal, donde estaban los señores feudales y estaban los siervos, que eran los que servían, y eran un poco más considerados que en el modo de producción esclavista. Alabado sea el Señor. Y el Señor nos llama a servir. El mismo Jesús dijo en su palabra, no he venido para ser servido, sino para servir. Y ese es Jesucristo, es nuestro modelo a seguir. Alabado sea el nombre del Señor. Aleluya. Yo creo que cada creyente busca manifestar en su vida el carácter de Cristo. Y cuando le servimos a la gente, le estamos sirviendo a Dios. Los evangelios pues narran cuando el Señor dice, tuve hambre y no me diste de comer, tuve sed, no me diste de beber, estuve en la cárcel, no viniste a mí enfermo, no me visitaste. Alabado sea el nombre del Señor. Y a esos, Jesús le dijo, apartados de mí, al fuego eterno. Alabado sea Dios. Pero a unos pocos le dijo, venid a mí benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed, me diste de beber, estuve preso, me visitaste enfermo en la cárcel y viniste a mí. Oh gloria a Dios, hay presencia del Señor aquí. Es que cuando le servimos a la gente, le estamos sirviendo al Señor. Entonces David era rey, pero no tuvo en poco llamarse siervo. Tu siervo es amonestado, o sea, aún era rey, pero la Palabra de Dios lo convocaba, lo instaba a la obediencia al Dios Todepoderoso. Y dice, en guardar tu Palabra hay gran galardón. ¿Cuáles son los galardones que podemos obtener en guardar la Palabra? Mire hermano, amigo, aleluya, las bendiciones que podemos obtener con guardar la Palabra de Dios son innumerables. Son innumerables las bendiciones que podemos obtener cuando decidimos obedecer la Palabra del Señor, porque siempre que Dios nos señala una línea a seguir, es para nuestro bien. Por ejemplo, la Palabra dice, no te embriagues, no te emborraches, inmediatamente dice, para que el impío no vea tu vergüenza. Oh gloria a Dios, aleluya. Por ejemplo, a los hijos le dice, honre a tu padre y a tu madre para que te vaya bien y seas de larga vida. Hay mucha bendición, hay mucho galardón en obedecer la Palabra de Dios. Bendito sea el nombre de Jesús. Entonces, después de otorgar nuestra salvación, en gratitud al Dios Todopoderoso, debemos obedecer su Santa Palabra. Y aquí David hace verdad, un cuestionamiento, aquí en el verso 12, hace una pregunta, ¿quién podrá entender sus propios errores? Aleluya, bendito sea el nombre del Señor. ¿Quién podrá entender sus propios errores? A veces le fallamos al Señor, ¿por qué? Porque el hombre está marcado, desde antes de nacer, por el mal. Este pecado de Adán y Eva nos marcó para el mal. Y a veces aún queremos hacer el bien, como decía el apóstol Pablo, que decía, miserable de mí, que el mal que no quiero hacer es el que a veces hago. Oh, bendito sea el nombre del Señor, pero sólo Cristo puede ayudarnos a apegarnos un poquito a lo que enseña su Santa y Bendita Palabra. Esa pregunta retórica, ¿quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Ahí en otro Salmo, donde David pide perdón por los pecados ocultos. Dice el 13, preserva a tu siervo de la soberbia. ¿Qué es la soberbia? La Biblia habla muy fuerte en contra de la soberbia, hermanos y amigos. Y yo creo que la mayoría de las personas, en un momento dado, hemos tenido alguna manifestación de soberbia. Que el Señor nos perdone. Pero mire, la soberbia, Dios repudia la soberbia. Alabado sea el nombre del Señor. Podríamos hacer un estudio bíblico, ¿verdad? De tantos y tantos versículos que tiene la Palabra de Dios, donde Dios se reprende a los soberbios. Bendito sea el nombre poderoso del Señor. ¿Cuándo somos soberbios? Bueno, el Diccionario Hebrez, por ejemplo, define la soberbia como esa actitud que hace a las personas mostrar excesiva, excesiva estimación de sí mismos. O sea, cuando una persona tiende a, con frecuencia, emitir conductas de gente soberbia, es probable que esa persona tenga una estimación excesiva de sí misma. O sea, se crea ser la gran cosa. O sea, tenga un concepto más alto de sí que el que debe tener. Otra definición que da nuestro Diccionario, dice, es ira expresada en forma brutal. Es ira expresada de manera descompuesta. Y me gusta mucho, ¿verdad? ¿Por qué? El samista en el 13 dice, preserva a tu siervo de la soberbia. Pero entonces en el 14 dice, que sean gratos los dichos de mi boca. Generalmente una persona que está actuando bajo soberbia, no piensa lo que va a decir. Es triste. El creyente no puede hablar sin pensar. Porque de repente estaría hablando sandese, se estaría ofendiendo al Dios Todopoderoso. Entonces aquí él dice, líbrame de la soberbia. Libra a tu siervo de la soberbia. Pero en el 14 dice, mira que sean gratos los dichos de mi boca. Entonces cuando sentimos que hay soberbia en nuestra vida, ira manifiesta. Alabado sea el nombre del Señor. Debemos irnos al trono de Dios y decirle, ay Señor, guarda mis labios. Guarda mi corazón. Bendito sea el nombre del Señor. Dice que sean gratos los dichos de mi boca y la medicación de mi corazón. Alabado sea Jesús. Y es que la palabra de Dios dice, es en el libro de Job, que Dios, Dios es Todopoderoso. No obstante, Dios no desestima a nadie. Él es Todopoderoso pero no desestima a nadie. Cuando una persona es muy soberbia, se está sintiendo por encima, se está sintiendo un ser por encima de los demás. Está, está, está menospreciando a los demás. Bendito sea el nombre del Señor. Y la palabra dice que Dios resiste a los soberbios. Yo no sé cómo usted piensa que Dios resiste a los soberbios. Pero cuando pienso en este versículo, me hago de cuenta que estoy en la orilla de la playa y que veo las aguas chocar las rocas. Esas rocas resisten el agua. Bendito sea el nombre del Señor. Ellas no se desbaratan por el agua. Entonces Dios resiste a los soberbios. Sin embargo, da gracia a los humildes. De repente la soberbia manifiesta falta de humildad en nosotros. ¡Ay, tan preciosa que es la humildad! ¿Y cuánto nos cuesta ser humilde? ¡Aleluya! Podríamos decir, ¡Señor, ayúdanos a ser humilde! Porque Dios da gracia a los humildes. Pero mire, a los soberbios Dios los resiste para que choquen con su mismo desvarío y entonces puedan tener el encuentro con el Dios Todopoderoso. ¡Aleluya! Dice, preserva tu siervo de la soberbia. Que no se enseñore de mí. ¿Qué quiere decir enseñorear? Está diciendo que yo no me deje gobernar por la soberbia. Que la soberbia no me domine. ¿Qué cosas hacemos cuando la soberbia nos domina? Hay gente que entra a la cocina y tira todos los trazos al suelo, rompe los vasos, rompe los platos en un arranque de soberbia. Bendito sea el nombre del Señor. Hay otros que le caen de puñetazos a otro en un arranque de soberbia. Hay otros que agarran un arma de fuego, le dan dos tiros, tres tiros a alguien en un arranque de soberbia. Aunque después lloren, aunque después se lamenten. Pero David sabía que el único que lo podía ayudar a controlar su soberbia era Dios. Por eso él dice, preserva tu siervo de la soberbia. ¡Mira Señor! ¡Aleluya! Que la soberbia no se enseñore de mí. Que la soberbia no me domine. Puedes decirlo en esta hora, que la soberbia no me domine, que la soberbia no me gobierne, que no se enseñore de mí, entonces seré íntegro. A veces creemos que somos muy íntegro y cuando se manifiesta en nosotros ese arranque de soberbia, entonces entendemos que estamos lejos del corte y que necesitamos al Señor. Entonces seré íntegro y estaré limpio de rebelión. Mire, un arranque de soberbia es un arranque de rebelión. La Palabra de Dios dice que la rebelión es como pecado de brujería para Dios. Que no se enseñore de mí, entonces seré íntegro. Íntegro quiere decir completo. Entonces viviré un Evangelio pleno cuando no permita que la soberbia domine mi corazón, mi mente y mi entendimiento. Catorce, que sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti. Ya lo hemos dicho otras veces. Dice la Palabra que Dios habita en medio de la alabanza. Dios se manifiesta. Aleluya. Se hace sentir en medio de la alabanza. Pero asimismo el maligno se manifiesta cuando hay en nosotros, en nuestros labios, palabras deshonestas, palabras descompuestas, palabras docenas, palabras morbosas. Entonces cuando hay palabras morbosas, malas palabras, palabras descompuestas, estamos convocando a los demonios. Y los demonios cuando vienen a un corazón, a una mente, ellos no vienen para traer bendición porque ellos no tienen nada bueno que dar. Los demonios traen miseria al corazón y a la familia. Traen miseria que el Señor los reprenda. Traen enfermedades, traen pleitos, traen contiendas, traen noticias tétricas porque los demonios no vienen sino que a destruir. Bendito sea el nombre del Señor. Que sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti. ¿Cuánta gente que marca a sus hijos de manera negativa? Los maldicen. Eso no va a servir para nada. Ese es un esto, ese es otro. Lo estás maldiciendo. Bendito sea el Señor. Bendito sea el Señor. Debemos decir entonces la oración de David. Que sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti. Oh Jehová roca mía y Redentor mío. Él es nuestro Redentor porque Él derramó su sangre en la cruz del Calvario para limpiarnos de todo pecado. Si sientes que no puedes controlar la ira, si sientes que no puedes controlar la soberbia, hoy puedes pedir ayuda al Dios Todopoderoso. Con tus fuerzas no podrás vencerla, pero en el nombre de Jesús sí que puedes vencer toda ira, toda soberbia. Bendito sea el nombre del Señor y ser un siervo al servicio de la obra del Señor.

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