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LA RATITA PRESUMIDA

LA RATITA PRESUMIDA

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Once upon a time, there was a very vain little mouse who decided to buy a red ribbon to put on her tail. She went to the market, bought the ribbon, and admired herself in the mirror. The rooster and the dog both asked to marry her but she declined because their noises would wake her up at night. Finally, a little mouse who had always loved her proposed. They got married and lived happily ever after. Había una vez, una ratita muy presumida, después de mucho pensarlo, decidió que se compraría un lazo rojo para ponerlo en su rabito. Al día siguiente salió rumbo al mercado con una moneda en el bolsillo. Cuando llegó, le pidió al tendero que le vendiera un trozo de su mejor cinta roja. La compró y volvió a su casa. Al llegar a su casita, se paró frente al espejo y se colocó el lazito en el rabo. Estaba tan bonita que no podía dejar de mirarse. Salió al portal para explicir su nuevo lazo y entonces se acercó el gallo y le dijo, ¡Qui-qui-qui! ¡Buenos días ratita! ¡Qué guapo estás hoy! ¡Gracias señor gallo! ¿Te casarías conmigo? ¡No lo sé! ¿Cómo eras por las noches? ¡Qui-qui-qui! ¡Qui-qui-qui! respondió el gallo. Contigo no me puedo casar, ese ruido me despertaría. Se marchó el gallo malhumorado y llegó el perro y le dijo, ¡Wu-Wu! Pero nunca me había dado cuenta de lo bonita que es de ratita. ¿Te quieres casar conmigo? Primero dime cómo haces por las noches. ¡Wu-Wu! Contigo no me puedo casar, porque ese ruido me despertaría. Un ratoncito que vivía junto a la casa de la ratita y siempre había estado enamorado de ella, se animó y le dijo, ¡Buenos días vecina! Siempre estás hermosa, pero hoy mucho más. Muy amable, pero no puedo hablar contigo, estoy muy ocupada. El ratoncito se marchó cabizbajo. Al rato pasó el señor gallo, el gato, que le dijo, ¡Buenos días ratita! ¡Qué linda estás! ¿Te quieres casar conmigo? ¡Wu-Wu! ¡Palbe! ¿Pero cómo haces por las noches? ¡Wu-Wu! Contestó dulcemente el gato. Contigo me casaré, pues con ese maullido me acariciarás. El día antes de la boda, el gato invitó a la ratita para una comida. Mientras el gato preparaba el fuego, la ratita quiso ayudar y abrió la canasta para sacar la comida. Con sorpresa vio que estaba vacía. ¿Dónde está la comida? preguntó la ratita. La comida eres tú, dijo el gato enseñando sus colmillos. Cuando el gato estaba a punto de comerse la ratita, apareció el ratoncito que los había seguido, pues no se fiaba del gato. Tomó un palo, encendió la fogata y le puso la cola del gato. Entonces salió huyendo despavorido. La ratita estaba muy agradecida y el ratoncito muy nervioso le dijo, Ratita, eres la más bonita. ¿Te quieres casar conmigo? ¡Tal vez! ¿Pero cómo harás por las noches? ¿Por las noches? ¡Dormir y callar! ¿Qué más? ¡Entonces contigo me quiero casar! Así se casaron y fueron muy felices.

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