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Un enfoque sabio en la Etapa de la soltería (Amin Quevedo)

Un enfoque sabio en la Etapa de la soltería (Amin Quevedo)

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de siete años. Actualmente sirve en el Ministerio de Solteros y Universitarios y por favor reciban con un gran aplauso a Minké Bedo. Buenas tardes, ¿cómo están? Uy, pero qué alto me siento aquí. ¿Puedo bajar? Está bien, me quedo aquí. Mejor bajo. Quiero estar al nivel de ustedes. No me quiero sentir tan alto aquí. Sino aquí, al nivel de ustedes. Aquí estoy mejor. Qué gusto estar con ustedes en esta tarde maravillosa. Mi nombre es Sam Minké Bedo, como dijo mi querido Andrés. Y hoy te quiero compartir una clase titulada Un enfoque sabio en la etapa de la soltería. Gracias. Un enfoque sabio en la etapa de la soltería. Espero que lo que hablemos hoy sea sabio verdaderamente y sea dirigido por Dios. Por eso vamos a orar. Para que sea Dios quien nos dirija. Amén. Mi Dios y Padre amado, gracias por este privilegio, este honor que tenemos de poder estar en tu presencia, de poder estar con tu pueblo santo. Te pido, Señor, de que todo lo que vamos a hablar en esta tarde sea dirigido por ti. Que tu palabra llene a rebosar nuestro corazón. Que tu palabra nos lleve a ser moldeados por ti. A ser moldeados conforme a tu imagen. A ser moldeados conforme a tu propósito. Te pido, Señor, de que cada palabra que podamos compartir sea dirigida por tu santo espíritu. Gracias por tu amor y tus bendiciones. En el nombre de Jesús. Amén. ¿Cómo definirías tu vida de soltero o de soltera? Vamos a empezar con esta pregunta. ¿Quién de ustedes se compartiría con nosotros? ¿Cómo tú definirías tu vida de soltero o de soltera? Vamos a ver. ¿Quién me dice? No se peleen. Está bien. Tranquilos. No se peleen. Hay oportunidad para todos. ¿Cómo lo definirías? Vamos a ver. ¿Quién me dice? Libertad total. Eso. Qué bonito, ¿no? ¿Qué más? ¿Quién más me dice? ¿Alguien más? OK. Está bien. Vamos a la escritura en el libro de Hechos, capítulo 28. Creo que el enfoque más sabio que nosotros podemos darle a la soltería es consagrarla a Dios. ¿Sabes tú lo que significa consagrar? Apartar, dijeron por acá. Consagrar es un ritual o ceremonia por el que se aparta a una persona o a un lugar para la adoración y el servicio a Dios. Eso es consagrar. El concepto bíblico de consagrar es la traducción de varias palabras hebreas, como kadash, ser santo, santificar, separar, nacir, dedicado. De ahí viene el término nazareo. Mil, miler yadad. No sé exactamente si la pronunciación está correcta. Ustedes me perdonarán. ¿Qué quiere decir literalmente? Llenar las manos. Y esto hace referencia a las manos de los sacerdotes, cómo se llenaban con las ofrendas que llevaban a Dios. Consagrar es apartar para un uso santo. Y pienso que el enfoque más sabio que le podemos dar a nuestras vidas, principalmente en esta etapa de la soltería, es consagrarla a Dios. Apartarla para el servicio, para la adoración a nuestro Dios. Fíjate esa historia de la Biblia cuando le llevan los panes y los pescados a Jesús. Simples elementos, pocos para la cantidad de personas y cómo las manos de Jesús fueron multiplicados y fueron usados de una manera extraordinaria. Lo mismo pasa cuando llevamos nuestras vidas a Dios, cuando las entregamos al servicio de Dios. Por eso pienso que el enfoque más sabio es consagrar nuestras vidas a Dios. Amén. Y por eso te voy a apretar en cuatro áreas que debemos consagrarle a Dios en esta etapa de soltería. Cuatro cosas que debemos consagrar a Dios. Pero primero quiero preguntar, ¿quiénes viven en casa de solteros aquí? ¿Quiénes viven con discípulos? Vamos a decir que tu mamá es discípula por lo menos. Ahí la cosa cambia. ¿Quiénes vivimos con discípulos? Tenemos la facilidad de usar nuestras casas. La Biblia nos enseña algo interesante. Y el primer punto es consagra tu casa a Dios. Consagra tu casa. No sé si te has fijado cómo termina el libro de Hechos. Vamos a ver eso en Hechos capítulo 28, versículo 30 al 31. Consagra tu casa es nuestro primer punto. Dice la escritura, Pablo se quedó dos años completos en la casa que tenía alquilada. Donde recibía a todos los que iban a verlo. Con toda libertad anunciaba el reino de Dios y enseñaba acerca del Señor Jesucristo sin que nadie se lo estorbara. Fíjate qué increíble termina el libro de Hechos. Termina con la vida de Pablo plena. Con una vida de servicio. Con una casa abierta para que todo el que quiera recibir la palabra de Dios pueda ir a ese lugar. Así era la casa de Pablo. ¿Cómo es tu casa? ¿Cómo es tu habitación? ¿Es en un lugar donde puedes recibir a alguien? ¿Es tu casa una que está apartada para Dios? Si vives en una casa de soltero o vives con otros discípulos, ¿es tu casa una donde se predica abiertamente el mensaje? Recordemos que Pablo era un hombre soltero y su casa estaba dedicada al servicio del reino de Dios. Se recibía a todos y era el escenario de profundas conversaciones donde se hablaban cosas íntimas, cosas profundas y las personas llegaron a conocer a Cristo en esa casa. Y eso me lleva a recordar mi casa cuando yo era soltero. A nosotros en el vecindario nos decían los bailarines, los muchachos, los artistas, porque los domingos nosotros habíamos trajeado todos y como la iglesia no tenía local, los micrófonos, las bocinas, todos los guardábamos en la casa. Entonces nosotros salíamos con todos esos instrumentos a tomar el taxi y los vecinos, los vecinos, ay, es que ellos son músicos, seguro tocan en una banda, ellos no sabían bien. Entonces cuando llamábamos, nosotros decíamos colmado, a la tienda donde te traen cosas así, mira, tráeme esto y esto. ¿A dónde? ¿A la casa de los muchachos? ¿A la casa de los músicos? No, nosotros somos cristianos. Y nos veían ensayando coreografía, entonces por eso pensaban que éramos bailarines, porque ellos como que trataban de definir quiénes éramos hasta que los invitábamos a la iglesia y en la casa hacíamos diferentes actividades. Era una casa especial, uno de los más bonitos recuerdos que tengo de la vida de soltero es la casa, porque esa casa cuando nos mudábamos ni siquiera se veía el color del piso, porque había tanto polvo, tenía muchos años cerrada y cuando le tiramos agua así al piso, ah, porque el piso es crema, no sabíamos, no se veía. Y nos regalaron unos platos y unas cosas, algunos hermanos casados nos regalaron unas fajillas y unas cosas y las pusimos en el gabinete de la cocina y nos acostamos y de noche, ¡brum!, ¡se cayó todo! Se cayó eso que parecía que se cayó el edificio y salíamos asustados, ¿qué pasó? Todos los platos se cayeron y se rompieron porque la casa no servía, pero era una casa consagrada. Con el tiempo esa casa que se veía tan fea fue una casa donde todos los discípulos iban a visitarla. Se hacían fiestas, se hacían citas, se hacían actividades de contribución especial. Era una casa abierta. ¿Es tu casa una casa abierta? ¿Es tu casa una casa donde otros pueden ir y sentirse a gusto? ¿Donde otros pueden ir y sentirse parte? La casa de nosotros a veces era demasiado abierta porque a veces la casa estaba cerca de la iglesia, entonces los domingos yo llegaba cansado del servicio y cuando llegaba había un hermano acostado en mi cama. Era el hermano. Era demasiado abierta. Los hermanos se sentían parte de ella. Iban a toda hora, si les pasaba algo iban a la casa. Hubo un día uno que lo asaltaron. Él vivía a unas cuantas cuadras de nosotros y el primer lugar donde se le ocurrió ir fue a la casa de nosotros. Porque era una casa abierta. Era una casa donde todos se sentían libres de ir. Donde se hacían estudios bíblicos, donde se hacían devocionales, donde se guardaban las sillas de la iglesia cuando no había local. Había una habitación que estaba hasta el techo de sillas. Le decíamos la habitación del pánico porque habían tantas cosas que todo entraba ahí. Todo lo guardábamos ahí. Pero era una casa consagrada a Dios. Una casa que estaba al servicio del pueblo santo. Amén. Y eso es un hermoso recuerdo y las amistades más profundas que tengo las formé en esa casa. Y de ahí salieron líderes de iglesia. La excepción fui yo. Después todos fueron poderosos. Segundo punto. ¿Están conmigo todavía? Consagra tu tiempo. Consagra tu tiempo. Primero de Corintios, capítulo 7, versículo 32. Sabemos que la soltería de Pablo era algo especial. ¿Verdad que sí? Y que Pablo tenía una visión de la soltería muy única. Y no quiero decir con esto que todos tenemos que imitar a Pablo en ese sentido. Pero sí aprender de la forma como él veía la soltería. En 1 Corintios 7, versículo 32, dice Pablo, yo quisiera librarlos a ustedes de preocupaciones. El que está soltero se preocupa por las cosas del Señor y por agradarle. ¿Cuál debe ser la más alta preocupación de un soltero? Agradar a Dios. Agradar a Dios. Esa debe ser la más grande preocupación. Porque cuando tú te preocupas por Dios, tú puedes estar seguro que Dios está más preocupado por ti. Tú puedes estar seguro de que Dios tiene planes para ti. Y que tu vida es las manos de Dios, no tienes por qué estar preocupado. Porque hay cosas que aunque no están ahí, tú puedes estar seguro que Dios tiene un plan perfecto. ¿A qué preocupaciones se refería Pablo cuando decía, yo quisiera librarlos de preocupaciones? Los hermanos, yo les dije a ustedes, les dijeron que tengo 14 años de casado, ¿verdad que sí? Eso es una bendición. Pero trae consigo preocupaciones. Yo estoy aquí con ustedes, estoy disfrutando de este tiempo, pero créanme que en mí hay preocupación. Porque estoy preocupado por mi familia. En todo tiempo estoy preocupado porque tenga lo necesario. Estoy preocupado porque estén bien. Estoy preocupado por todo. Ya en la mañana tuve que llamarlo porque siempre estoy pendiente. Pero cuando yo era soltero, yo era un alma libre. Mi más grande preocupación era, ay, ¿qué vamos a cenar esta noche, muchachos? ¿Para dónde vamos esta noche? Todo era una fiesta, una celebración. Mi mayor preocupación eran los estudios bíblicos. ¿Qué les voy a enseñar? ¿Qué les voy a compartir? ¿A dónde los voy a llevar? Pero ahora mis preocupaciones son otras. Y por eso digo, tu vida ahora es lo más simple que va a ser. Créanme. Ahora tu vida es lo más simple que va a ser. Porque con el tiempo la vida trae preocupaciones. Y Pablo dice, yo quiero librarles a ustedes de ciertas preocupaciones. En versículo 35 dice, les digo esto no para ponerles restricciones, sino más bien, sino en bien de ustedes, para que vivan de una manera digna, sirviendo al Señor sin distracciones. La principal virtud de la etapa de la soltería es la libertad de servir a Dios sin distracciones. Es la virtud de poder ser libre para llevar la palabra de Dios sin mayores impedimentos. Mi etapa de soltero sembró las bases para lo que yo estoy viviendo hoy. A veces queremos tener ciertas cosas en la vida, pero no hemos terminado de quemar o de aprender ciertas lecciones de la etapa en la que estamos. Lo que yo he vivido en mi matrimonio, que gracias a Dios ha sido un matrimonio de bendición, ha sido el fruto de cómo vivimos nosotros como solteros. Ambos, mi esposa y yo, que tiene 23 años igual que yo en la fe. Los solteros son el brazo fuerte de la iglesia. Los universitarios están limitados en muchos aspectos, principalmente en lo económico y en lo académico. Los casados tienen también limitaciones con la familia. Pero los solteros, los solteros, ¿dónde están los solteros? Los solteros son el alma libre de la iglesia. Los solteros son el brazo poderoso de la iglesia. Los solteros son la fuerza de la iglesia. Los solteros son un poder porque no tienen las limitaciones que tienen los otros grupos. Tendrán sus limitaciones propias, pero no igual a los demás. Y por eso yo te quiero animar en esta tarde a aprovechar esta etapa, a disfrutarla, a vivirla el tiempo que Dios quiera. No quiero decir que retrases tu soltería, hermano. Hermana, por favor, aprovecha las oportunidades que te da el Señor. Sí, porque no, después no vayas a decir, no, porque no le voy a hacer caso a ese hermano, porque a mí me dijo que yo tengo que disfrutar mi soltería. No, hermano, aprovecha. Si tienes la oportunidad, aprovechala. Si Dios te da la bendición, aprovechala. Pero mientras Dios te permita, o mientras estés soltero o soltera, disfruta al máximo esa etapa, sin restricciones. Amén. Disfruta de la libertad que te da esta etapa para la gloria de Dios. No la libertad como el mundo la ve. No la libertad para hacer lo que yo quiera. No la libertad para vivir a mi manera. No la libertad para darme mis gustos. No la libertad para ser egoísta. No, la libertad para servirle al Señor. Servirle al Señor sin ninguna limitación. Amén. Consagra tu tiempo. De mi etapa de soltero recuerdo que el grupo, yo dirigí un grupo de solteros en ese tiempo, teníamos un lugar que le llamábamos La Guarida. Todavía algunos le dicen así al día de hoy, más de 15 años después. Pero La Guarida era un lugar donde nosotros íbamos después del trabajo. Yo trabajaba con un hermano que Dios lo tenga en buen lugar, que él murió tristemente hace unos años atrás, y él tenía una moto, entonces él y yo trabajamos juntos en una publicitaria, él era un mensajero allá en la empresa, y yo salía con mi ropa de trabajo muy elegante, muy con mi corbatica, y me montaba en mi motorcito ahí, y nos íbamos a La Guarida. Y todos salíamos del trabajo, todo el grupo, íbamos a ese lugar. Nadie tenía que llamarnos, nadie tenía que decirnos que había una actividad, porque era algo que hacíamos naturalmente. Era nuestro punto de encuentro. Y ahí hacíamos charlas bíblicas, estudios bíblicos, disipulados, todo. La gente nos buscaba en ese lugar. Muchas personas se convirtieron en ese lugar porque era un lugar fijo. Era un lugar donde la gente, aunque no tuvieran cita, iba y nos encontraban, porque todas las noches estábamos ahí. No era con imposición. Todos eran libres de ir o no ir, pero todos iban, porque todos queríamos estar ahí. Todos queríamos esa confraternidad. Todos teníamos ese compromiso de llevar la palabra, y de ahí teníamos esa idea de que el ministerio es algo diario. Ahora, como dijeron en la clase de ayer en la noche, muchos hermanos estamos cómodos. La iglesia se ha vuelto algo de ir los domingos, y a veces ni siquiera presencialmente. Los mediados de semana hay más ausentismo, porque hay mucha comodidad. Pero si nosotros vemos en la Biblia, en el libro de Hechos, vemos que los hermanos todos los días se reunían en el templo, y las casas partían el pan, con alegría y sencillez de corazón. ¿Es así o no es así? Todos los días. Eso es poderoso, cuando un ministerio se reúne todos los días. Eso causa un impacto en la salud espiritual de todos los miembros, y en la gente que los rodea. Y cuando más, cuando tienen un lugar fijo donde encontrarse, porque la gente va a ir cuando tenga necesidad espiritual. Aunque no te llamen, van a ir y te van a encontrar ahí. Amén. Tercera cosa, consagra tus dones. Consagra tus dones. Primera de Timoteo 4, 14. Dice la Biblia, No descuides los dones que tienes, y que Dios te concedió cuando por inspiración profética los ancianos de la iglesia te impusieron las manos. La palabra que en nuestra Biblia se traduce como don o dones viene del griego haris, que quiere decir gracia, que es también de donde viene la palabra carisma. El uso de la palabra don normalmente lo vemos en las cartas paulinas, y el don se refiere a esas cualidades, a esas características que Dios nos da para el servicio de su pueblo, que sirven para la edificación del pueblo santo. Por eso los dones deben ser consagrados a Dios, porque no son nuestros, son un regalo, son algo que se nos ha dado por gracia. La soltería para muchos es la etapa donde pueden entrenar, desarrollar y potenciar sus dones, donde pueden llevar al máximo sus capacidades, sin limitaciones como hablamos al principio. En Romanos capítulo 12, versículo 6, dice la Biblia, Dios nos ha dado diferentes dones, según lo que Él quiso dar a cada uno. Por lo tanto, si Dios nos ha dado el don de profecía, hablemos según la fe que tenemos. Si nos ha dado el don de servir a otros, sirvámoslos bien. El que haya recibido el don de enseñar, que se dedique a la enseñanza. El que haya recibido el don de animar a otros, que se dedique a animarlos. El que da, hágalo con sencillez. El que ocupa un puesto de responsabilidad, desempeñe su cargo con todo cuidado. El que ayuda a los necesitados, hágalo con alegría. Amén. Todos contamos con dones. Quizá tú te piensas, no, pero a mí no me dieron ningún don. Yo no sé tocar ni las maracas. Tú tienes un don. Quizá no lo has descubierto, pero tienes un don. Quizá no lo has desarrollado, pero algún don has de tener. Y por eso es importante el discipulado. Porque con el discipulado, pues, se nos ayuda a encontrar y desarrollar nuestros dones. Amén. Los recursos y habilidades, talentos que tenemos son regalos. Que, aunque algunos podían parecer que son adquiridos por nosotros, que los hemos alcanzado nosotros mismos, debemos reconocer que sin Dios no tendríamos nada. Si yo estoy aquí delante de ustedes, es por la gracia de Dios. Es un regalo de Dios. Porque yo no estoy supuesto a estar aquí. Yo no sé si ustedes saben que yo no estoy supuesto a estar aquí. Es verdad que a veces yo me encuentro en algunas cosas y yo digo, ¿y qué yo hago aquí? Yo me hice discípulo a los 17 años. A los 16 años ya yo era un alma perdida. A los 16 años, repito, yo era un alma perdida. Yo era el joven que las madres le decían a sus hijos, no te juntes con Amin, que Amin es un muchachito realengo. Ese muchacho no tiene ni familia. A los 16 años yo vivía en una pensión solo. Sin un adulto que me orientara, que me pusiera límites. Yo tenía una pequeña motocicleta, allá le decimos pasola. Aquí es como un scooter. Ay, eso fue mi perdición. Sí, porque con eso, antes yo tenía amigos, pero al andar en moto entonces yo empecé a tener otros amigos más grandes que yo, otros ambientes. Ya yo amanecí en la calle con 16 años. Ya yo amanecí en fiestas sin que nadie me pusiera restricciones ni límites. Yo vivía en una vida de inmoralidad, en una vida de alcoholismo, en una vida de todo lo malo que tú te puedes imaginar. Yo recuerdo que reprobé un año y mis padres ni cuenta se dieron. Sí, porque reprobé un año en la escuela también. Y déjame decirte que eso fue una de las mejores cosas que me pasó en la vida, reprobar la escuela. Porque eso fue de las cosas que me ayudaron a ver que la vida que yo estaba viviendo tenía consecuencias. Y los muchachos me decían, ay, tú eres un monstruo, porque allá tenemos ciertos términos. Yo no sé si ustedes saben que República Dominicana es avanzada en la genética. Ustedes no sabían eso. Sí, porque en República Dominicana a los seres humanos se les mezcla con animales. Sí, por eso decimos, oye, pero fulano es un tigre. Cuando alguien es habilidoso o es muy, es un tigre. Cuando alguien es muy valiente, es un león. Oye, pero ese niño es un león. Y hemos avanzado tanto que hemos mezclado animales con seres humanos. Ese tigre es un león. Ese tigre está mosca. Ese tigre está chivo. Chivo es algo que está como sospechoso. Entonces yo estaba en ese ambiente donde me había perdido en todas esas cosas del mundo. Y los muchachos me decían, wow, tú eres tigre, tú eres esto. Y me aplaudían mis acciones. Pero cuando reprobé la escuela, nadie se quedó a repetir el curso conmigo. Todos siguieron. Todos los que me decían, wow, tú eres un monstruo, tú eres un tigre, tú eres un león. Yo, pero venga, repetí el curso conmigo. Todos me celebraron mis rebeldías, mis berrinches con los profesores, pero nadie compartió conmigo las consecuencias de esas acciones. Y ahí yo aprendí. Empecé a comprender que mi vida, como yo la estaba viviendo, tenía consecuencias. Y por la gracia de Dios, a los 17 años, Dios me permitió conocer su palabra. Por eso digo que esto es un don. Esto es un regalo. Y yo estar aquí hablando con ustedes sin desmayarme, porque créanme que casi pensé que me iba a desmayar, pero eso es un don, un regalo. Porque no es algo que yo estoy supuesto a estar haciendo, porque yo era un muerto en vida. El yo estar aquí no es algo que yo he logrado, sino que es Dios que me lo ha dado. Y yo creo que es sabio que todos nosotros reconozcamos que lo que tenemos es porque Dios ha sido bueno con nosotros. Si hay algo bueno en mí, si hay algo bueno en mí, es porque Dios ha sido bueno conmigo. No porque yo lo haya logrado por mí mismo. Amén. Por eso cualquier habilidad, cualquier don, cualquier recurso que nosotros tenemos, debemos estar dispuestos a ponerlo en las manos de Dios, porque es a Dios a quien le pertenece. Amén. Consagra tus dones. Usa tus dones para el reino de Dios, no para el mundo, porque muchos somos muy buenos en el mundo, en el trabajo, en las cosas del mundo, en lo académico somos excelentes, en los trabajos somos los números unos, pero en la iglesia muchas veces ni nos sentimos, porque todos nuestros dones están dados al mundo, están dados para el hombre, para obtener ganancias, pero no así para Dios. Por eso todos nuestros dones deben estar puestos en las manos de Dios y Dios hará lo mejor con ellos. Amén. Si eres un soltero mayor, mayor, vamos a decir, mayor de a mí en adelante, Dios tiene planes para ti también. Porque a veces podemos pensar, ah no, ya no, ya Dios no va a hacer nada conmigo, ya Dios terminó conmigo, Dios apenas está empezando. Dios tiene cosas maravillosas también para ti. Mira en la iglesia nosotros tenemos hermanos y hermanas que siendo solteros, vamos a decir mayores de 50, 55 años, están ahora mismo en una misión, dando lo mejor para Dios, haciendo historia, haciendo cosas increíbles para Dios, entregando sus vidas a Dios con alegría, con sencillez, entendiendo de que en las manos de Dios nuestras vidas están mejor. Amén. Consagra tus relaciones. La última cosa que quiero compartir contigo, consagra tus relaciones. Ecclesiastes capítulo 4, versículo 9 al 10, Dice la Biblia, más valen dos que uno, pues mayor provecho obtienen de su trabajo. Y si uno de ellos cae, el otro lo levanta. Pero hay del que cae estando solo, pues no habrá quien lo levante. Uno de los errores que yo veo a veces en los solteros, es que quieren encontrar pareja en vez de construir pareja. Son dos cosas muy diferentes. Tú encontrar algo es como que una suerte, algo que alguien dejó tirado ahí y me lo encontré. Pero construir es diferente. Construir conlleva tiempo. Construir conlleva aceptar citas, pedir citas, querer salir, compartir, hablar. ¿Cómo está, hermana? ¡Hermana! No quieren ni hablar de los hermanos. Los dejan en visto. Y después dicen, ay, pero ¿y por qué? No tengo, nadie me hace caso, hermana, pero... También. Dice mi hermano... A veces tenemos oportunidad ante los ojos, pero no la vemos porque estamos pendientes. Aquí no está ni está en eso. Por eso uno de los errores que cometemos muchas veces es querer encontrar en vez de construir. Las mejores relaciones no se encuentran, se cultivan, se construyen. Una vez un hermano me dijo, yo estoy en Cristo. No está enfocado en nadie. ¡No! ¡Yo estoy en Cristo! Le dije, bueno, lamentablemente para usted, hermano, tengo que decirle que Cristo está casado con la Iglesia. Así que le aconsejo que se busque una hermana pronto. Porque ya Cristo está casado con la Iglesia. Así que si tú estás en Cristo, está bien, pero Cristo está casado con la Iglesia. Consagrar nuestras relaciones quiere decir que esa relación debe estar dedicada no solo a agradarnos mutuamente, sino que primordialmente debe estar para agradar a Dios. El propósito primario de toda relación cristiana debe ser agradar a Dios. Lamentablemente he visto que el enfoque de algunos hermanos y hermanas es tener pareja. Sin tomar en cuenta los principios bíblicos. Sin tomar en cuenta los principios que deben regir las relaciones cristianas. Tal es como el que una pareja en el que tu pareja sea cristiana. Eso algunas personas lo están obviando. Y están creando relaciones con personas del mundo. Y después lo traen a la Iglesia, después que hacen su relación. Después que son novios. Dicen, mira, yo quiero que tú estudies la Biblia con él. Yo, wow, pero qué hermana más evangelística. Es que hace rato que ya le dijo que sí que son novios. Y eso lo estoy viendo con cierta frecuencia. Que hermanos y hermanas están construyendo fuera y después quieren convertir a la persona después que ya tienen una relación con él. Eso es como hacer trampa. Eso es poner el burro delante de la carreta. Detrás de la carreta, perdón. Las cosas no funcionan así. A veces queremos crear la relación y después que Dios la bendiga. En ruta. En vez de primero poner a Dios en la relación. Y después nos preguntamos por qué esto no funciona. Por qué esta relación no va bien. Por qué no se puso a Dios primero. Porque el primer objetivo era agradarse a sí mismo o a sí misma y no agradar a Dios. Por eso toda relación que vayamos a construir primero debe ser consagrada a Dios. Debe ser dedicada a Dios, al servicio de Dios y para agradar a Dios. Amén. Si quieres tener una relación sana, espiritual, procura que esa relación desde el principio y no después que tú la construyas, sino desde el principio, que se fundamente en los valores bíblicos. Que se fundamente en la Biblia. Y no en tus deseos. No en tu desesperación. No en tu falta de fe. Sino que se fundamente en los valores bíblicos. Que esté construida sobre la roca. Amén. En Cresce a 3 capítulo 4 versículo 12 dice la Biblia Uno solo puede ser vencido, pero dos podrán resistir. Además la cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente. Me imagino que la mayoría de los que están aquí quisieran tener una relación bendecida por Dios. Quisieran tener un noviazgo, un matrimonio, lo cual está bien. Pero antes debemos preguntarnos ¿para qué quiero tener esa relación? ¿Para qué? ¿Es para agradarme a mí o para agradar a Dios? La respuesta a esa pregunta determinará el impacto que va a tener esa relación. Amén. Romanos 12.1 dice, ya para terminar. Por tanto, hermanos míos, les ruego por la misericordia de Dios que se presenten a ustedes mismos como una ofrenda viva, santa y agradable a Dios. Este es el verdadero culto que deben ofrecer. Ofrézcanse ustedes mismos como una ofrenda a Dios. Eso dice la Biblia. Consagrar nuestras vidas a Dios es el nivel más alto en el que podemos vivir. Dedicar nuestras vidas al servicio de Dios y dejar que sea Dios quien obre. Dios hará grandes cosas si tú se lo permites. Consagrar nuestras vidas quiere decir entregarla. Quiere decir que vamos a darnos como una ofrenda al servicio de Dios. Ese es el enfoque más sabio, más elevado que podemos darle a nuestra existencia. Hemos hablado de cuatro cosas. Primero, consagra tu casa. Abre tu casa, que sea un espacio para que otros puedan entrar. Quítalo reguero, por favor. Quítese desorden. Quítese los zapatos que tienen ciertos olores y abre esa casa para que entre la gracia de Dios. Consagra tu tiempo. No le des a Dios el tiempo que te sobra. Que tus días, que tus horas sean dedicadas a Dios. Tus dones, entregáselos a Dios antes que entregárselos al mundo. Está bien que seamos excelentes en lo académico, en nuestro trabajo y en todas las cosas, pero primordialmente debemos ser excelentes para Dios. Amén. Y por último, consagra tus relaciones. Todas las amistades, todas las relaciones que tú vayas a hacer que estén construidas sobre la roca, sobre los fundamentos bíblicos y verás que la bendición de Dios caerá a rebosar sobre ti y sobre todos los que te rodean. Consagra tu tiempo. Que Dios los bendiga a todos.

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