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Glorificando a Dios con mi vida Sabado 25 de marzo 2023

Glorificando a Dios con mi vida Sabado 25 de marzo 2023

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Olivo Verde is a community focused on the systematic and respectful study of the Word of God. The teaching today is about glorifying God with our lives. We need to define what it means to glorify God, which is to honor, celebrate, and recognize His glory. The question is whether our lives reflect the work of God in such a way that others have glorified His name because of it. As children of God, our lives should be focused on sanctification, separating ourselves from worldly things and submitting to God's will. Our position as children of God has changed, but our condition before God is determined by how we live our Christian lives. The chapters 5, 6, and 7 of Matthew provide a roadmap for believers, guiding us on how to live as Christians and what to discard. We are called to be the light of the world, to shine for those around us. However, sometimes we ourselves hinder the light of Christ in our lives. Holiness is crucial in Olivo Verde es una comunidad enfocada en el estudio sistemático y respetuoso de la Palabra de Dios. El contenido de su introducción se basa en el trabajo verso a verso del texto bíblico. Hoy vamos a hablar un poquito acerca de... ...de santificación. Ese es el tema, podríamos decirlo. Pero el título de esta enseñanza es... Glorificando a Dios con mi vida. Tenemos que empezar definiendo lo que significa glorificar. Glorificar es honrar, es celebrar, es reconocer la gloria de Dios. Ahora bien, ¿será que la obra de Dios en mi vida es tan evidente... ...que en algún momento alguien ha glorificado el nombre de Dios por ella? ¿Será que la obra de Dios en mi vida es tan palpable... ...que algún compañero de trabajo, alguna compañera de estudio... ...alguien en mi casa ha dicho, bendito sea Dios por la obra que está haciendo en Antonio? ¿Será que eso nos ha ocurrido a alguno de nosotros? De repente, más bien alguien se ha vuelto y me ha dicho, pero no es que usted es cristiano. No es que usted va a una iglesia cristiana y vea cómo se comporta, vea cómo actúa, vea lo que hace. Hermanos, todos los hijos de Dios tenemos un antes y un después en nuestra vida. Y le digo que en nuestra vida porque como hijos de Dios hay un punto de quiebre en nuestra vida... ...y es cuando el Señor en su misericordia nos llamó. Cuando el Señor en su misericordia tocó nuestro corazón, nos trajo delante de su presencia... ...y logramos humillarnos, abrió nuestra mente, abrió nuestro corazón... ...y nos hizo entender que Él había dado su vida por nosotros. Ahora bien, la diferencia de nuestra vida actual con nuestra vida anterior... ...no es sinónimo de no pecar, porque todos pecamos, ¿cierto? De hecho, dice la Palabra de Dios que el que diga que no peca hace a Dios mentiroso. O sea, todos pecamos de una u otra manera. La diferencia está en que la vida de los hijos de Dios está enfocada a santificarnos... ...o debería estar enfocada en nuestra santificación. Entendiendo por santificación el apartarnos, el alejarnos de las cosas del mundo... ...el alejarnos de las cosas que no le agradan a Dios y someternos a la presencia de Dios... ...someternos a la voluntad de Dios, someternos a lo que dice la Palabra de Dios. Hay dos palabras que tienen gran relevancia en la vida del creyente... ...y son posición y condición. ¿Cuál es nuestra posición en este momento? Nuestra posición tiene que ver con que somos hijos de Dios. Antes vivíamos para el mundo. Dice la Palabra de Dios que el que vive para el mundo es hijo de quién? Es hijo del diablo. Y ahora somos, nuestra posición en este momento es de hijos de Dios. Ahora la pregunta es cuál es nuestra condición delante de Dios. ¿Cómo estamos viviendo nuestra vida cristiana? ¿Cuál es mi condición delante de Dios? ¿Será que estoy agradando a Dios? ¿Será que estoy viviendo de acuerdo a lo que dice la Palabra de Dios? ¿O estoy viviendo de acuerdo a lo que yo quiero? La condición habla de cómo estamos. Entonces deberíamos de preguntarnos en este momento cómo estoy delante de Dios... ...cómo es mi relación con Dios, cómo es mi relación de obediencia delante de Dios. Mi relación en cuanto a comunión con Dios. En el libro de Mateo hay tres capítulos que aparte de ser lectura obligatoria como toda la Palabra de Dios... ...yo digo que es de ser de lectura constante para el creyente. Y son los capítulos 5, 6 y 7. Hermanos, esos tres capítulos de Mateo son una hoja de ruta para la vida del creyente. ¿Y por qué una hoja de ruta? Porque la hoja de ruta nos dice el camino por el que debemos de ir. ¿Cómo debemos de ir por ese camino? ¿Qué necesitamos hacer? ¿Qué necesitamos desechar para poder lograr el objetivo que tenemos? Entonces, estos tres capítulos deberían de ser de un repaso constante... ...porque como les decía es una hoja de ruta en la vida del creyente... ...porque el creyente tiene como fin el alcanzar, dice la Palabra de Dios... ...la medida de la estatura del varón perfecto. Dice que un día vamos a ser como Cristo. Ese es el fin del creyente, ese es el fin de todo hijo e hija de Dios. Entonces, resulta que si usted se pone a leer estos tres capítulos... ...dice que Jesús está hablándole a sus discípulos. Dice que, viendo la multitud subida al monte... ...dice que sentándose vinieron a ver a sus discípulos... ...y abriendo su boca les enseñaba diciendo. Jesús no habló de salvación en estos tres capítulos. Habló de lo que debemos de hacer como cristianos... ...de lo que podemos padecer como cristianos... ...de lo que debemos de desechar como creyentes. De hecho, al final, en el capítulo 7... ...y en el verso 24, Jesús dice... ...cualquiera pues que me oye estas palabras... ...y las hace, le compararé a un hombre prudente... ...que edificó su casa sobre la roca. Vinieron ríos, vinieron vientos, tempestades de todo... ...y su casa no cayó porque estaba fundada sobre la roca. Pero el que no las hace, le compararé a un hombre insensato... ...que edificó su casa sobre la arena. Dice que la casa de aquel hombre cayó y fue grande su ruina. Entonces, hermanos... ...en estos tres capítulos nos encontramos... ...este pasaje que acabamos de leer. Dice que Jesús le dice a sus discípulos... ...dice, vosotros sois la luz del mundo. Dice, una ciudad sentada sobre un monte no se puede esconder... ...ni se enciende una lámpara... ...ni se enciende una luz y se pone debajo de un almudo. Hermanos... Dice la palabra de Dios que Jesús le recalca a sus discípulos lo que ellos son. Dice, ustedes son la luz de este mundo. Y yo nací en San Carlos... ...y los primeros años de vida los pasé ahí. Resulta que donde yo vivía no había luz eléctrica. Entonces, había que alumbrarse con una candela o con una canfinera. Yo no sé cuántos de los que están aquí conocen una canfinera. Pero hay unos cuantos. Para los que no saben, una canfinera se hacía en un vaso de vidrio... ...que tenía una tapa de metal, se le hacía un hueco a la tapa... ...se le echaba canfín y con un pedazo de manta... ...o un pedazo de una camisa vieja de siena mecha se mojaba y se le prendía fuego. Esa era la famosa canfinera. Entonces, resulta que la canfinera o la candela se ponía en una parte bien alta... ...para que alumbrara a todos. Y sobre la canfinera giraba todo en la noche, en la casa. Porque allí nos sentábamos... ...porque allí nos sentábamos... ...y yo recuerdo que papá se ponía a contarnos cuentos... ...y ahí escuchábamos el radio de baterías y todo eso. Entonces, esa famosa canfinera o la famosa candela... ...se ponía en alto para que alumbrara a todos. Había que sacarle el máximo de provecho. Hermanos, ¿será esa nuestra condición? ¿Será que nosotros estamos alumbrando a los que están a nuestro alrededor? ¿Será que nosotros somos el foco de atención... ...por nuestra condición, por nuestra condición de hijos de Dios? Dice que luego se enciende una lámpara y se pone debajo de un almudo. Un almudo es una especie de tinaja. Si usted enciende la lámpara y la pone debajo de la mesa, ¿para qué sirve? Si la tapa con algo, ¿para qué sirve? Dice que se pone en un candelero en alto para que alumbre a todos los que están en casa. Hermanos, usted y yo hemos sido llamados a alumbrar a los que están a nuestro lado. Y no crea que yo estoy hablando de esto porque soy la lámpara más grande. O de repente que sí. Hermanos, el Señor quiere que usted y yo alumbremos a todos los que están a nuestro alrededor. ¿Por qué? Porque el Señor quiere que nosotros alumbremos a todos los que están a nuestro alrededor. Usted y yo alumbremos a todos los que están a nuestro alrededor. El punto es que muchas veces nosotros mismos nos encargamos de tapar la luz de Cristo en nuestras vidas. Porque dice la Palabra de Dios que en el momento que Cristo vino a nuestras vidas, esa luz empieza a reflejarse. ¿Por qué? ¿Será que no estamos alumbrando porque nosotros mismos, por nuestra condición, estamos impidiendo que Cristo alumbre? ¿Será que por causa de nuestro pecado, por causa de nuestra negligencia, por causa de lo que hacemos, estamos impidiendo que los que están a nuestro alrededor vean a Cristo en nuestra vida? Hermanos, hay algo significativamente importante y que sin ella no podremos reflejar a Cristo. Y es la santidad. Si no hay santidad en nuestras vidas, déjeme decirle que estamos viviendo a como vive el mundo. Como les dije, santidad significa apartarnos del mundo para servir, para agradar a Dios. ¿Será que hemos decidido santificarnos? ¿Será que hemos decidido dar ese paso? ¿Será que hemos decidido que nuestra condición cambie delante de Dios y delante de los que están a nuestro lado? ¿O queremos seguir viviendo a como vivíamos en el mundo? ¿O queremos seguir viviendo a como vivíamos en el mundo? Vamos a ir a Primera de Pedro, capítulo 1. Primera de Pedro, capítulo 1, versículo 13. Dice la Palabra de Dios, Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado. Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia. Escuche hermano, como hijos obedientes, como hijos que quieren hacer la voluntad de Dios, como hijos que quieren caminar de acuerdo a lo que la Palabra dice, no se conformen a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia. Dice la Palabra de Dios, Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. En el momento que nosotros conocimos de la verdad, conocimos que Jesucristo era el Salvador de nuestras vidas, que Él rompía las cadenas que nos ataban. Dice que ya la ignorancia no forma parte de nuestra vida con respecto a lo espiritual. Entonces dice, no se conformen con los deseos que antes teníais, sino como aquel que los llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir. Dice que el que los llamó es santo, por lo tanto debemos de ser santos en toda nuestra manera de vivir. No dice la palabra que seamos santos en lo que nos gusta. No dice la palabra que escojamos de que cosas me escojo, que desecho de mi vida. Dice en toda vuestra manera de vivir, y toda es toda. Toda no es el 10%, no es el 50%, no es el 80%, es el 100%. Ser santos en toda vuestra manera de vivir. Porque escrito está ser santos, porque yo soy santo. Hermanos, que importante exhortación. Que exhortación la de Pedro. Y que claridad de palabra hermanos, aquí no hay error de interpretación. Aquí no necesitamos a un teólogo, no necesitamos hacer una exégesis, no necesitamos traer al más ilustrado para que venga a explicarnos esta palabra. Dice la palabra que a partir del momento que tuvimos conocimiento de la palabra de Dios, dice que a partir de allí nosotros tenemos que dejar las cosas que practicábamos cuando vivíamos en la ignorancia. Dice que tenemos que ser santos en toda nuestra manera de vivir. Tenemos que desechar de nuestra vida todo lo que estropieza, todo lo que nos impide agradar a Dios. Lo que pasa es que es más fácil vivir a conveniencia. Cuando vivimos a conveniencia escogemos que desechamos y que no desechamos. Y hermanos, eso es vivir mediocremente, eso es vivir una vida cristiana mediocre. ¿Y saben qué? Muchas veces nos justificamos en el proceso. ¿Cuántas veces hemos escuchado o hemos dicho, es que estoy en un proceso? Yo no sé cuántos de los que estamos aquí saben lo que es una línea de producción en una fábrica. Una línea de producción dice que aquí empecé a fabricar X cosas y allá al final tiene que salir el producto terminado. Eso es un proceso, ese proceso no se puede detener. En el momento que se paró el proceso todo lo demás se paralizó. Entonces es muy fácil decir, es que yo estoy en un proceso, por eso es que soy así. Pero déjenme decirles que si el proceso no avanza, eso no es un proceso. El proceso es continuo, en el proceso tiene que haber avances, tiene que haber mejorías. Pero es muy fácil decir que estamos en un proceso y lo decimos como una manera de justificación. Qué bueno sería decir, estoy en un proceso porque ayer hacía eso y ya hoy no lo hago. Ayer pensaba de esta manera y hoy pienso diferente. Ese es un proceso, pero cuando utilizamos el famoso proceso para justificar nuestra condición, hermanos, déjenme decirles que estamos siendo muy mediocres. Otra cosa que decimos es que Dios no quiere que seamos buenos, entonces Dios quiere que seamos malos. Yo creo que no hay una religión que no pretenda que sus miembros sean buenos. Toda religión quiere que sus miembros sean buenos. ¿Por qué? Porque es una manera de justificar lo que hacemos. Si yo vivo para ser bueno, entonces yo justifico mis malas acciones, yo justifico todo lo que haga que no esté bien. Pero es cierto, Dios no quiere que usted sea bueno, Dios quiere que usted y yo seamos santos. Porque vamos a pecar siempre, pero Dios quiere que seamos santos. Dios conoce nuestro corazón, a Dios no lo podemos engañar. Podemos engañar al que está a nuestro lado, podemos engañar a cualquiera. Pero Dios conoce nuestro corazón y Dios conoce la disposición a alejarnos de las cosas del mundo para agradar a Dios. La disposición que tenemos para desechar lo que a Dios no le agrada y abrazar su Palabra. La Palabra no dice que tenemos que ser buenos, la Palabra dice que tenemos que ser santos. Vayamos a Efesios capítulo 4. Efesios capítulo 4. Dice la Palabra de Dios en el verso 17. Dice la Palabra de Dios en el verso 17. Esto pues digo y requiero en el Señor, que ya no andéis como los otros gentiles que andan en la vanidad de su mente. Dice, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón, los cuales después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con aviso a clase de impurezas. Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo. Le dice Pablo a los hermanos de Efesios. Dice, ya está bueno. Ya no andéis como los otros gentiles. ¿Por qué le dice como los otros gentiles? Porque la iglesia de Efesios era una iglesia gentil. Entonces le dice, ya está bueno de vivir como los otros gentiles. Dice que andan en la vanidad de su mente, que andan pensando en sus propias cosas, en deleitarse, en vivir para su propio disfrute. Dice, porque ellos tienen el entendimiento entenebrecido. Dice, están ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, pero usted y yo no podemos alegar ignorancia. Usted y yo tenemos el conocimiento de la Palabra de Dios. Dice que Él es el que abre los ojos de nuestro entendimiento. Dice, mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo. ¿Qué hemos aprendido nosotros de Cristo? ¿Qué es lo que la Palabra de Dios nos enseña? ¿Qué es lo que la Palabra de Dios demanda de cada uno de nosotros? ¿Qué es lo que la Palabra de Dios demanda de cada uno de nosotros? Dice, si en verdad le habéis oído y habéis sido por él enseñados conforme a la verdad que está en Jesús. Dice, en cuanto a la pasada manera de vivir. Tomamos atención a lo que es esta palabra, en cuanto a la pasada manera de vivir, en cuanto a la manera en que nosotros vivíamos antes. Dice, despojados del viejo hombre que está viciado conforme a los deseos engañosos. Dice, despojados. No dice el Señor, venga yo le voy a quitar, venga Adolfo párese aquí, yo le voy a quitar esa camiseta. El Señor le dice, Adolfo despojese de esa camiseta. Despojese, dice el Señor. O sea, es algo que nos corresponde a nosotros. Dice que por su sangre nos salvó. Dice que nos compró por precio. Pero ahora si dice el Señor, despojese ustedes. Yo creo que hemos pasado mucho tiempo de brazos cruzados, haciendo lo que nos da la gana, esperando que el Señor venga y haga un milagro en algo que nos corresponde a cada uno de nosotros hacer. Dice, despojados. Despojados. No dice, yo voy a venir y le voy a quitar eso, esas malas prácticas, esas malas costumbres. El Señor está delegando en usted y en mí la responsabilidad de la santificación. De hecho dice, sed santos porque yo soy santo. Dice, sed santos. El Señor no le dice, yo lo voy a ser santo. Dice, sed santos porque yo soy santo. Dice, despojados del viejo hombre que está viciado conforme a los deseos engañosos. Hermano, es su responsabilidad y es mi responsabilidad delante de Dios y delante de los que están a nuestro lado para hacer testimonio de cada uno de ellos. Si queremos que la luz de Cristo alumbre nuestras vidas, tenemos que santificarnos. Santificarnos. Dice la palabra de Dios en primera de Juan, capítulo 5, verso 3. Que los mandamientos del Señor no son gravosos. Que los mandamientos del Señor no son imposibles de cumplir. Que los mandamientos del Señor, usted y yo, los podemos cumplir. El Señor no demanda de su pueblo algo que no podamos hacer. Ya para terminar, hermanos. Hay cosas de las cuales nosotros necesitamos deshacernos de nuestra vida. Y por eso les digo que la palabra dice que los mandamientos del Señor no son gravosos. Vamos a ir a Proverbios, capítulo 6, versos 16 al 19. Y muy rápidamente vamos a ver siete cosas que el Señor quiere que nosotros desechemos de nuestra vida. Proverbios, capítulo 6. Proverbios, capítulo 6. 6, 16. Dice la palabra de Dios, seis cosas aborrece el Señor y aun siete abomina su alma. Seis cosas aborrece el Señor y aun siete abomina su alma. Son abominación. Son cosas que al Señor no le agradan. Dice los ojos altivos. ¿De qué nos está hablando esta palabra? De soberbia. Dice el Señor, yo aborrezco la soberbia. La lengua mentirosa, dice. La mentira. Las manos que derraman sangre inocente. La injusticia. El corazón que maquina pensamientos iniquos. La iniquidad. ¿Saben cuál es la diferencia entre iniquidad y pecado? La iniquidad es un pecado que planificamos, que planeamos con alteración. Ustedes dicen, yo voy a hacer esto, lo voy a hacer de esta y de esta y de esta manera. Ustedes dicen, yo voy a hacer esto, lo voy a hacer de esta y de esta y de esta manera. Eso es iniquidad, hermanos. Dice el corazón que maquina pensamientos iniquos. Los pies que corren presurosos al mal. Hermanos, la disposición para pecar. ¿Cuántas veces estamos dispuestos para hacer lo que a Dios nos le agrada? ¿Cuántas veces estamos dispuestos para caminar conforme a los deseos de nuestro corazón y no conforme a la palabra de Dios? Dice el testigo falso que habla mentiras. La falsedad. Y el que siembra discordia entre hermanos. Hermanos, ¿cuántas de esas cosas hay en nuestra vida? ¿En cuántos de nosotros hay soberbia? ¿En cuántos de nosotros hay mentira? ¿En cuántos hay iniquidad? ¿En cuántos de nosotros hay una disposición, pero así, para hacer lo malo, para correr a pecar? ¿En cuántos de nosotros hay falsedad? ¿En cuántos de nosotros hay disensión? ¿En cuántos de nosotros hay disensión? La pregunta es, ¿a quién le corresponde deshacerse de esto? ¿Será que estamos sentados a pierna cruzada esperando que el Señor venga y nos quite esas cosas del corazón? Hermanos, esas son las cosas de las cuales dice el Señor despojado del viejo hombre. Que está viciado conforme a los deseos engañosos. Esas son las cosas que arrastramos desde atrás, desde antes de conocerse la palabra de Dios. Y son las cosas que el Señor demanda que usted y yo nos despojemos de ellas. Esas son las cosas que el Señor no va a hacer por usted porque a usted le toca. Esas son las cosas que a mí me toca despojarme, quitar de mi vida, quitar de mi corazón. Porque esas son las cosas que están tapando la luz de Cristo en nuestra vida. Esas son las cosas que sirven como el famoso almud del que abra la palabra de Dios. ¿Qué hacemos con tener a Cristo en el corazón? Si lo estamos escondiendo. Si nos estamos metiendo debajo de la mesa. Si estamos haciendo cosas que están impidiendo que el nombre del Señor sea glorificado por los que están a nuestro lado. Hermanos, usted y yo somos instrumentos en las manos del Señor. La única manera de que como instrumentos del Señor impactemos al mundo es no solamente escuchando la palabra, es poniéndola por obra. De nada nos sirve venir cada ocho días a escuchar la palabra y no la ponemos por obra. Yo creo que es lo que Dios demanda de nosotros. Que escuchemos su palabra y la pongamos por obra para que así la luz de Cristo alumbre en nuestras vidas y los que están a nuestro lado puedan glorificar el nombre del Señor por la obra que está haciendo en cada uno de nosotros. Vamos a alzar el pie y vamos a darle gracias a Dios por esta noche. Dios, en el nombre de Jesús te damos gracias por la bendición de estar aquí, de haber escuchado tu palabra. Agradecemos su atención. Si este material ha sido útil para usted, le rogamos que lo pueda compartir. Somos Olivo Verde. Costa Rica.

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