Hasta que no quede nada

Dime si acaso debo dejarte ir cual si fueras invierno, primavera, y tengo que resignarme a que es así que fue sólo de esas cosas que pasan que te viera. Después de todo no dependió de mí cruzar en tu camino la mirada, y aunque cuando te vi enloquecí, bien podría vivir si te marcharas. Dime si a partir de hoy al ver la luna no debo ya soñar con alcanzarla, pero es que basta la noche oscura para olvidar el sol que ayer quemaba. El mundo será bueno, no habré de negarlo. Tus días trarampas y la noche esperanza siempre ha sido así que regresa el verano, nunca falta el viento que te envuelve y abraza. Pero un día que mires el cielo encendido sabrás que lo bueno simplemente no alcanza. Te verás como si estuvieras conmigo y odiarás al tiempo que nunca se atrasa. Entonces mi canto hallará su camino, metido entre escombros nacerá con el alba. Cerrarás tú los ojos y en los labios un beso te dirá que aunque quise, aunque quiero, no te olvidé, mi alma. Tal vez llores o no y no tiene importancia, quizá vuelvas o no a pensar mi mirada, pero esto lo sé bien que no se acaba. Estarás en mi mente hasta que no quede nada, aunque lejos estés y no hay camino de vuelta y desiertos y mares entre tu oír y mi voz, y la lluvia no cante más al compás de tu risa y el olvido avance sin miramientos, atroz. Aún así dejaré esta vela encendida, esperando un descuido de la noche y del viento. Que reviva la flama, que provoque un incendio, que arda con mi locura, que llegue a tu corazón.