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Hace más de 15 años, David Keeling comenzó a usar tableros de espuma con mensajes impresos en ellos para predicar. Descubrió que estos letreros eran capaces de transmitir un mensaje único y simple a una gran multitud mejor que cualquier otro medio. Eran más eficaces que los tratados, porque a menudo se desprecian. Predicar de manera audible es beneficioso, pero tiene limitaciones en una multitud ruidosa.