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The speaker welcomes visitors and introduces the topic of staying in the cave. They discuss how Satan tries to destroy us, but God wants us to live abundantly. They mention the story of Elijah and how he ran from Queen Jezebel's threats. They talk about how we often run from difficult situations and seek comfort in our own "caves" of isolation and fear. They emphasize that God uses these dark places to cleanse and prepare us for greater things. Buenas noches, es un privilegio poder estar acá, nuevamente le damos la bienvenida a los visitantes que nos visitan por primera vez, esperamos de que no sea la primera vez y que se puedan quedar con nosotros. En este día, yo voy a poner el tema. El tema que Dios me daba para esta predica es estar de la cueva. El ladrón no viene sino para hurgar y matar y destruir, yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia. Señor Jesús, te damos las gracias por este día que nos has permitido poder estar acá. Gracias porque tú has sido fiel y sabemos que tú has preparado esta palabra que ha salido de tu corazón. Te pido que seas tú hablando a cada joven de acuerdo a la necesidad, que te subiendo cada necesidad y te pedimos que podamos salir diferentes de cómo vinimos. Quita toda distracción de nuestras mentes este día, que podamos alinearnos a tu mente. En tu nombre oramos. Amén. Para este día, el enfoque que vamos a estar viendo va a estar en Primera de Reyes. Vamos a estar viendo la historia de Elías. Para darles una pequeña introducción de él, él era un profeta sin. En ese tiempo se había levantado donde obviamente los israelitos estaban adorando a otros dioses. Había una mujer que era reina, se llamaba Getabel. Ella tenía mucha autoridad sobre las personas así, incluyendo, vamos a ver, con él. Entonces, si podemos ir a Primera de Reyes 17. En esta historia del 17, vemos que obviamente esta mujer, el hecho de que ella estaba contra el propósito de Dios, que ella odiaba a Dios. Entonces, acá tengo yo el versículo de Primera de Reyes 19, del 1 al 10, del 2, perdón, y dice, Acá dio a Getabel la nueva de todo lo que Elías había hecho y de cómo había matado a espada a todos los profetas. Entonces, envió Getabel a Elías un mensaje diciendo, Así me hagan los dioses, y aún me añadan, mi mañana a esta hora, yo no he puesto su persona como la de uno de ellos. Entonces, podemos ver que anteriormente acá, Elías había visto la gloria de Dios. Él había pedido que fuego descidiera del cielo y así pasó. Pero, ¿qué pasó? Él se enfocó en las palabras que esta mujer le dio. Entonces, podemos ver acá que hay muchas veces nosotros, como dice acá Juan 10.10, que no se acuerda de que Satanás lo que viene es muchas veces a querer destruirnos a nosotros, a robar lo que Dios ya ha puesto en cada uno de nuestras vidas. Entonces, podemos ver acá, si continuamos leyendo, Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida. Y vino a Persebá, que estaba en Judá, y dejó ahí a su criado. Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro. Y deseando morirse, dijo, Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues, yo no soy yo mejor que mis padres. Entonces, muchas veces, así como Elías, a nosotros, tal vez, poder estar frente a alguna situación peligrosa o algo de que tal vez nos causó pánico, muchas veces nosotros así también vamos a ser. Muchas veces salimos nosotros corriendo, queremos dejar las cosas tiradas. Podemos ver acá de que, como les decía, Elías, él había visto que es el poder sobrenatural de Dios. Pero, una tan sola mujer le causó tanto pánico por su vida, que temió y salió huyendo. Y no sé si ustedes muchas veces han notado que, a veces, cuando nosotros, en estos momentos, cuando nos sentimos más vulnerables, es cuando nosotros, como les decía, salimos corriendo y buscamos un lugar donde nosotros creemos que es nuestro lugar seguro, nuestra cueva. Puede que ustedes hayan notado que justo cuando tal vez ustedes vienen más a la iglesia, cuando ustedes también se están buscando más de Dios, que están leyendo su palabra, que están empezando a querer ayunar, es cuando más fuertes las cosas parecen. Parece que el enemigo se levanta contra nosotros, que pone cada cosa para querer desviarlos de su camino. Y muchas veces, así como él había visto eso, quizás él estaba confiado en lo que había pasado, pero muchas veces, así como nosotros, puede pasar de que tal vez nosotros nos relajamos y decimos, ah, está bien, Dios está conmigo, y decidimos tal vez nosotros que vamos a tomar un receso. Ahí es cuando nosotros bajamos la guardia y ahí es cuando viene el peligro a nuestras vidas. Es ahí cuando nosotros somos esa presa fácil para el enemigo. Cuando Elías tuvo la contestación de Dios y el fuego descendió, fue Dios que estaba él ahí. Pero en ese momento de victoria, él no sabía de que iba a venir una amenaza mayor para él. Como decía acá, si vamos después a Reyes 19.3.4, como les decía, dice, viendo pues el peligro se levantó y se fue para salvar su vida. Entonces, podemos ver acá de que anteriormente él había visto que es lo que Dios podía hacer en la vida de todas esas personas acá. Fuego descendió del cielo, pero ¿qué pasó? Escuchó la voz de esta mujer que dijo que iba a matarlo, y ¿qué pasó? Entró el temor a su vida y lo primero que hizo es mejor salir huyendo. Como muchos, tal vez nosotros podemos luchar a veces cuando nos sentimos así, nos sentimos que tal vez no podemos, creemos que el dejar las cosas de Dios de lado es la mejor solución. Pero, es aquí cuando vemos que Elias entonces entra a esta cueva sin, donde él cree que ahí es donde él está seguro. Una mujer que odiaba tanto a Dios, fue capaz de poner tanto temor en un hombre, un siervo de Dios. Y él, al creer esas amenazas de él, nosotros muchas veces, Satanás hace lo mismo, él viene y pone cosas en nuestras mentes, de querernos a nosotros igual que espiarnos. Entonces, si podemos ver acá, todos hemos visto una cueva, tal vez hemos visto fotos, hemos visto tal vez películas donde vemos cuevas así. Y si vemos acá, dice, ¿cómo es la cueva? Dice, una cueva es oscura. En esa cueva uno no puede ver nada, tú no puedes ver qué es lo que está frente a ti, tú no puedes ver a tu alrededor. Y esa cueva también es solitaria. Ahí tal vez nosotros nos sentimos solos. Tal vez no es que estemos en una cueva físicamente así como esta que vemos aquí, pero muchas veces en esa cueva puede que sea nuestro cuarto, puede que nosotros en ese momento ahí nos sintamos mal, eso de nosotros ahí buscamos querernos justificar muchas veces, de querernos hacer las víctimas, de decir, pero es que nadie sabe lo que está pasando, nadie me va a entender, ¿de qué me sirve que te cuente las cosas y que me vas a ayudar? Podemos ver también que muchas veces las cuevas son silenciosas, muchas veces. Y ahí es otra parte peligrosa porque ahí es donde los pensamientos empiezan a maquinar en nuestras mentes. Es donde nosotros podemos poder escuchar la voz de Satanás que nos viene a meter cosas mentiras a nosotros. Igual, podemos estar en la iglesia, podemos decir que estamos leyendo la palabra, que estamos orando, pero aún así parece que Dios no está escuchándonos a nosotros. Parece que Él no nos está respondiendo. Y muchas veces en ese momento así es donde nosotros nos sentimos cómodos, porque no queremos expresarle a las demás personas qué es lo que nosotros estamos pasando. Porque muchas veces nosotros podemos aparentar una cosa, podemos vernos todos acá, nos vemos muy bonitos por fuera, todos podemos sonreír, pero sólo tú y Dios conocen la situación en la que tal vez tú estás pasando. Sólo tú y Él saben tal vez cómo tú te sientes por dentro, qué es lo que te está lastimando, qué es el dolor que tú encargas tal vez de tu niñez, de qué es lo que tal vez alguien que tú confiabas, tú amabas, te dijo, te lastimó y te traicionó. Y ahí es donde nosotros empezamos a decaer y empezamos a perder nuestro propósito que Dios nos ha dado. Muchas veces Dios ha declarado grandes cosas para nosotros, Él nos dice que vamos para mayores cosas, que mejores cosas están por venir, pero al nosotros dejarnos envolvernos en las mentiras del enemigo, ahí es donde nosotros empezamos a decir, pero ¿cómo? ¿Cómo Dios va a hacer algo en mí que yo he sido tan pecador? ¿Cómo Dios va a obrar en mí? Y tal vez yo no soy el mejor ejemplo afuera tampoco, pero podemos ver acá de que así como Él se encontró en esta cueva así, Él lo que anhelaba era, Él le dijo a Dios, quítame la vida. Tal vez nosotros muchas veces no le decimos a las demás personas lo que estamos pasando, pero quizás nosotros así estamos pidiéndole a Dios, ¿qué es el punto de yo haber nacido? ¿Por qué me trajiste tú a este mundo si solo estoy llena de dolor? Y quizás te digas, ¿por qué Dios me permite a mí entrar a esta cueva, a este lugar de dolor? Porque muchas veces aquí es donde Dios empieza a hacer la limpia en nuestra vida. Porque muchas veces en el caminar nosotros nos vamos llenando de basura, las cosas que vemos, lo que vemos en las redes sociales, las modas, lo que vemos las demás personas haciendo. Nosotros vamos acumulando eso cada día en nuestras vidas, y si nosotros no se lo entregamos a Dios, eso se va empaquetando cada día más, y hasta que llega un tiempo donde Dios dice, no, no puedo dejar de que tú continúes aquí llenándote de más cosas, de más basura, cuando yo te he llamado a ti para hacer cosas mayores. Entonces, aquí es donde Dios empieza este proceso de la limpieza en nuestras vidas. Porque muchas veces, como les decía, puede que nosotros estemos llenos de inseguridades, podemos que tengamos motivos impuros, malos hábitos tal vez, podemos que seamos egoístas, tengamos malas intenciones, adicciones que Dios quiere remover de nuestras vidas. Y a veces el lugar donde Dios lo tiene que hacer son esos lugares oscuros, porque ahí en esos lugares así cuando nosotros ya creemos que ya no podemos más, es cuando muchas veces nosotros ahí le decimos, Señor, ya no puedo más, ayúdame. Entonces, Dios acá es donde Él nos empieza a preparar a nosotros, porque Él nos ama tanto a nosotros, que Él nos entregó a Su único Hijo por nosotros. Nadie más daría un hijo por ninguno de nosotros. Si yo tuviera algún hijo, yo diría, no, no lo haría. Pero Él lo hizo, y Él no se negó. Y muchas veces nosotros estamos tan necesitados por el amor del Padre, que Él ahí es donde Él trata de venir y darnos esa presencia humana y decirnos, aquí estoy, la amo a mí. Pero muchas veces nosotros nos creemos tan fuertes, nos creemos que todo lo podemos hacer nosotros, especialmente los jóvenes, que nosotros creemos que todo lo sabemos. Porque créanme, yo era así, muchas veces mis papás me decían algo, me aconsejaban, ya Celina, de esto, no hagas esto. Y yo, sí, sí, sí, yo ya sé, ya sé. Muchas veces, y ellos se reían así, es que fue demasiado sabia. Y muchas veces nosotros aquí nos creemos, de jóvenes, que todo lo sabemos, que a nadie puede venir a darnos un consejo, porque nosotros no podemos solucionar nuestras propias cosas. Entonces, cuando nosotros llegamos en ese lugar más bajo, es cuando el enemigo ahí quiere tomar ventaja de nosotros. Es cuando él viene ahí y nos empieza a meter cosas a nuestras vidas. Nos empieza a decir, tu esfuerzo no es valorado, tú no vales nada. Mírate a ti, quién eres tú para ir y decirte que vas a compartir el Evangelio, si tú no eres mi ejemplo. Mira de dónde saliste. El enemigo constantemente nos va a recordar esas cosas. Porque muchas veces, en mi caso, yo era así, de que yo era bien insegura de mí misma. Mi autoestima estaba sobrepuesto. Cualquier cosa que me decían, que yo era fea, que yo no podía hacer eso, yo todo me lo creía y yo decía, sí, es verdad. Pero eso es cuando nosotros no tenemos esa identidad de Cristo, que nosotros no dejamos que la futura o que las demás personas lo digan. Entonces, muchas veces nosotros dejamos que esos pensamientos estén en nuestra mente, de que tus papás te quieren. En la iglesia, imagínate, estás ahí casi todos los días. ¿Y para qué? Si no cambia. Sí, muchas veces nos dicen el enemigo, sí. Nos trata de recordar nuestro pasado, de lo que nosotros éramos antes. Cuando Dios ya ha dicho que nosotros hemos sido creados nuevamente, somos nuevas criaturas. Y muchas veces, como les decía, podemos nosotros caer en eso, donde nos aferramos tanto a ese dolor que cuando vamos creciendo, todo eso nos va afectando a nosotros así. Porque muchas veces, si vemos a muchos de los que son adultos hoy día, tienen tanta amargura, pero es porque desde su niñez, al desayuno les dijo algo, alguien les traicionó, alguien les hizo algún daño, y ellos nunca sacaron eso de su corazón y ellos se quedaron con eso. Y cuando crecieron, ¿qué pasó? Esas raíces de amargura fueron creciendo tanto que tomó control sobre ellos. Y entonces ahora, por eso es que creemos que acá hay muchas personas que se sienten que son infelices, que se sienten que no valen nada. Aún siendo adultos así, se creen mitopasos de poder hacer cualquier cosa. Cuando Dios nos ha dicho que Él nos ama a nosotros, que Él nos ha dado propósito, que nosotros tenemos días más gloriosos. Pero, como les decía, cuando Él venga a querernos meter mentiras, ¿podemos ir a Santiago 47? Y dice, Entonces, ¿qué es la clave acá de nosotros para que el enemigo no llegue a nuestras vidas? Es someternos a Dios, es entregarle todo a las manos de Dios y confiarte que Él es el que obrará nuestro favor. Entonces, si podemos regresar acá, entonces, dice acá, regresando a Primera de Reyes 19, 5 al 6, dice, Y dice, Y volvió el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó diciendo, Si podemos ver acá, aún en estos momentos de oscuridad tal vez, de que creemos que nadie está con nosotros, podemos ver acá de que Dios no le zamparó a Elías, Él le mandaba comida cada día con los cuervos. Imagínense, que un pájaro cada día te traiga tu desayuno y tu almuerzo, ¿sí? Eso solo es algo que Dios puede hacer. Es señal de que, aún en estos momentos así de oscuridad, de soledad tal vez, Él nunca lo dejó, Él nunca se olvidó de Elías, Él tuvo cuidado de Él aún en esos momentos así. Porque Dios no lo mandó a Elías a huir, a meterte a esa cueva. Esa fue la decisión de Elías, por miedo a las palabras de esa mujer. Si seguimos, después dice, Más adelante en Primera de Reyes 19, 9 al 10, dice, Y ahí, se metió en una cueva donde decía, donde pasó la noche, y vino la palabra de Jehová, el cual le dijo, Él respondió, He sentido un vivo celo por Jehová, Dios de los ejércitos, porque los hijos de Israel han dejado su pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas, y solo yo he quedado y me buscan para quitarme la vida. Si vemos acá, aún podemos ver de que Elías todavía tiene eso de que Él no quiere admitir lo que está pasando, de que, en verdad, Él le dice acá, Señor, yo tuve celos por lo que estaba pasando, por lo que vi, cuando en verdad lo que Él sufrió fue temor, fue miedo. Por eso es que Él salió y Él se metió a esa cueva. Entonces, pero como podemos ver acá, que Dios todo lo sabe así, dice que, más adelante, si seguimos leyendo, dice de que Dios le volvió a hablar, y le dice a Elías, ¿qué haces aquí? Y ahí es donde Él, en verdad, le confiesa a Dios lo que está pasando, y muchas veces nosotros, es lo mismo que nosotros tenemos que hacer, muchas veces nosotros le queremos mentir a Dios cuando Él es el que se brilla en nuestros corazones, el que ve todo lo que nosotros pensamos, lo que sentimos, pero muchas veces lo que Dios quiere que de nosotros salga es esa honestidad, es que nosotros le digamos a Él qué es lo que nosotros necesitamos, que le contestemos, Dios, te necesito, no lo puedo hacer solo. Pero muchas veces nosotros nos sentimos así, de que nos sentimos mal el poder ser que alguien más nos quiera brindar ayuda. Es el mismo lo que les decía, de eso de que queremos ser siempre nosotros los que todos lo sabemos, de que si, pensamos de que si, tal vez, nosotros le pedimos ayuda a nuestros motivos débiles, que pensamos tal vez, quizás, que nos van a criticar, que nos van a ver mal, pero ¿saben qué? La mejor fuente que nosotros podemos tener es Dios, porque ahí es donde nosotros podemos decirle cualquier cosa, y al contrario de nuestros amigos, que tal vez nosotros confiemos, muchas veces, ellos, la mayoría de veces, puede que nos piden, puede que no nos den el mejor consejo, porque muchas veces, en el caso, nosotros le contamos los problemas a otra persona, y esa persona puede que esté en peores problemas, y en vez de ayudarnos a nosotros, ellos nos van a ver sus problemas así, y en verdad nada se resoluciona. Entonces, cuando nosotros le contestamos a Dios lo que nosotros estamos pasando, es ahí donde Él empieza a obrar, y Él dice, ah, ok, veo de que estás siendo humilde, y eso es lo que Él muchas veces quiere, porque Él dice que al humilde, Él lo ve de cerca, pero al ser humilde, Él lo ve de lejos. Entonces, muchas veces, nosotros así somos, que nosotros nos creemos así, como esos niños que son caprichosos así. Les digo, porque en mi escuela tengo muchos niños así, cuando yo veo que algo no pueden hacerlo ellos solos así, yo les digo, entonces, ¿qué se ayuda? No, yo puedo yo solo. Y así somos nosotros muchas veces, así como esos niños caprichosos que nos creemos, que todos nosotros lo podemos hacer solos. Y ¿saben qué? A veces es necesario pedirle la ayuda a Dios, porque en esos momentos así débiles, es cuando Él, si venimos delante de Él, delante de Su presencia, Él es quien nos llena, Él es quien nos fortalece. Pero si nosotros queremos hacerlo, como les digo, a nuestra manera, muchas veces nos vamos a salir hundiendo más en el problema y no vamos a salir de ahí. Muchas veces Dios nos viene recordando a nosotros, ¡Ey! Estas amistades con las que tú estás no son las mejores. ¡Ey! Eso que estás haciendo, lo estás tomando, lo estás consumiendo droga, te va a llevar a la perdición. Pero muchas veces nosotros, oídos. Solo queremos oír lo que nos conviene a nosotros. Porque sí, a veces nosotros estamos en esa cueva y podemos sentir mal, nos podemos sentir lo peor. Pero muchas veces nosotros nos hacemos las víctimas también. Ahí es donde nosotros decimos, sí, pero es que mira lo que me hicieron a mí hace años. Pero Dios hoy día nos dice, deja todo eso, suéltalo, ven y descansa en mi presencia. Ahí es su presencia, ahí es donde nosotros hemos renovado cada día. Ahí es donde nosotros podemos dejar todo lo pasado así. Porque si podemos ser, muchas veces Dios a nosotros nos saca de lo más bajo así. Puede que tal vez nosotros en el pasado hayamos sido unos grandes mentirosos, tal vez veíamos pornografía, hacíamos tanta cosa que era abominación para Dios. Pero ¿saben qué? Cuando nosotros venimos delante de Él y sinceramente nos arrepentimos, porque muchas veces hay personas que vienen y dicen, Dios, cuando estamos en el problema, perdóname Señor, no lo vuelvo a hacer. Pero ¿qué pasa? Dios nos saca de ese problema, la próxima vez volvemos a hacer lo mismo. Eso no es arrepentimiento. Él puede estar jugando con Dios y en su tiempo Dios se cansará. Porque muchas veces hacemos eso con Dios, que lo agarramos de juguete. Que sí Señor, perdóname, no lo vuelvo a hacer. Ok, Dios te dice, ok, está bien, te perdono. Pero ¿qué? Viene otra oportunidad así de tentación, caemos y lo volvemos a hacer. Y se vuelve una rutina. Y eso ya no es arrepentimiento, eso ya es solo estar jugando con Dios. Pero lo que Dios quiere, es lo que más adela, más sobre toda cosa acá, es nuestro corazón. Es que nosotros vengamos delante de Él y le digamos, Señor, en verdad tengo temor. Porque somos humanos y vamos a tener temor de tantas cosas. Puede que tal vez vengan personas que nos digan cosas que tal vez no nos agraden. Puede que tal vez tú te sientas que no eres valorado en lo que tú haces. Esta semana, que fue curioso, es mi primer año de maestra. Yo estaba siendo observada constantemente por jefes, directores, diferentes personas. Hace una semana llegó una maestra y yo estaba bien confiada. Todo había ido súper bien, porque sí, parecía que sí. Los niños se habían portado súper bien, habíamos tenido control de todo, dije yo. Este jueves me reuní con la directora y me dijo, ¿sabes qué? Este reporte no lo voy a incluir en su observación. El salón estuvo un caos, me dijo. Había niños que estaban jugando con lápices, me dijo. Había niños que estaban en el suelo acostados. Y había una niña, me dijo, que andaba caminando por todo el salón, me dijo. Yo no entiendo eso. Ok, ¿y qué es todo el caos de eso? No entiendo. Tú, me dijo, no estás preparada todavía, me dijo. Necesitas que vengan las personas, me dijo, a observarte, me dijo. Porque tú, me dijo, obviamente no estabas preparada para esta lección. Y yo me quedé. Pero, ¿me entiendes lo que dije yo? Usted vino a observarme por casi 30 minutos y solo es cuando todos de los reportes fue de una parte que se le dice que solo son 5 minutos. Ella tenía que observarme por todo lo demás de la lección y solo me dijo, de ese tipo me sustituyó toda la reunión de casi media hora. Donde ella me dijo, básicamente, no puedes hacerlo. Tú no estás capacitada a dar esta clase. Y yo me quedé. Pero, ¿señor? ¿Qué? Y yo quería en ese momento, créanme, yo le quería decir, pero, ¿por qué? Mire, quería, yo quería defenderme en ese momento. Y algo vino en mí así y me dijo, calla. No digas nada más. Y en ese momento yo, después de eso, yo sabía que ya se fuera y eso, que yo no me aguantaba y yo quería llorar. Y recuerdo, le dije a mi mami, le dije yo, mami, mira. Y le dije yo, eso es lo que pasó. Me dijo eso ella y no es justo porque tú ves el esfuerzo que yo hago todos los días por los niños. Yo me voy tarde cada día, trato de hacer lo mejor que puedo para ellos. Y ella dijo que tú no estás capacitada. Lo único que me llamó y me dijo, hija, me dijo, confía en Dios. Él es el que está a tu favor. Tú no digas nada. Que Él es el que te sacará de ahí. Y yo, ok. Está bien. Y aún haciendo todo eso, yo quería igual. Como les decía, así como el día se quería buscar mi esposa aquí, quería hacerle yo la víctima. En ese momento también. Les voy a preguntar a las demás personas aquí, pero señor, usted que planteó cómo fue la elección ese día, yo estaba esperando que todos me dijeran, oh, en la siguiente. Y me dijeron, sí, me dijo, estuvo todo bien así. Pero me dijeron, hay ciertas tareas que podemos mejorar así. Y yo, sí, está bien. Pero ella nunca me dijo nada de lo positivo que yo dije, porque eso es lo que yo quería, que me dijera qué es lo bueno que yo había hecho, cuando ella solo me dijo, eso es lo malo. Y muchas veces aquí somos nosotros, en todas las áreas de nuestra vida, que queremos que solo nos digan lo bueno, cuando estamos solo en gloria y victoria. Pero cuando nos dicen algo así, de que no nos agrada muchas veces, son felices. A mí que a mí me dolió. Incluso los niños, cuando los fui a recoger del recreo, me dijeron que había estado llorando. Y me dijeron, maestra, lo sentimos y la hicimos hacer llorar a usted. Sentimos porque, porque ellos sabían de que ella había llegado. Lo siento porque ella dijo eso malo de usted. Vamos a cortarnos bien la próxima vez. ¿Y saben qué? En ese momento yo pude ver la presencia de Dios, porque ellos vinieron. ¿Y saben qué? Todos vinieron, me dieron un abrazo, me dieron un abrazo. ¿Saben qué? Gracias por todo lo que usted hace por nosotros. Y eso es lo que a uno muchas veces lo llena, y lo hace querer seguir adelante. Porque ¿saben qué? Muchas veces nosotros así somos, de que con una y media cosas aquí, nuestro mundo tal vez se puede tumbar, y nosotros podemos decir, ya no puedo más. Ya, ¿para qué hago todo este esfuerzo si de nada me sirve, si no me valora? Pero ¿saben qué? Hay alguien de que siempre los ve. Hay alguien de que siempre va a valorar cada cosa que ustedes hagan. El venir temprano a la iglesia, el poner una silla, recoger una silla, el recoger una basurita, el compartirle una palabra a sus compañeros, el ser de ejemplo para ellos. Muchas veces eso Dios lo está viendo. Puede que la persona a la par de nosotros, o los demás no nos den atracción, pero hay alguien de que siempre nos está observando, de que todo está impuesto sobre nosotros, y que Él siempre nos paga a nosotros mejor. Pero ¿qué tenemos que hacer muchas veces? Como les decía, es admitir, es contestarle a Dios, que hay veces de que no vamos a poder más, porque somos jóvenes. Muchas veces somos pocas y podemos querer ser influenciados por nuestros compañeros, porque muchas veces quizás pensamos de que al no hacer lo que los demás hacen, nos vamos a sentir fuera del lugar. Y es verdad, sí se van a sentir fuera del lugar, porque nosotros el tocado ya no puede reinar en nosotros. Porque muchas veces así pasaba conmigo. Muchos de los que despreciaban a mis amigos en ese tiempo, se burlaban de mí y me decían, estás loca, ¿qué haces tanto tiempo en iglesia? ¿Y saben qué? Ahora en día, la mayoría de ellos, desgraciadamente, ellos, obviamente por diferentes razones, muchos no continuaron sus estudios, muchos están pertinentes ahora en drogas, en alcoholismo, muchos ahora pudiendo estar en una posición mejor académicamente, porque se dejaron llevar por lo que los demás hacían, ahora están trabajando en qué? ¿Vacunas? Que no es nada malo trabajar en lugares así, pero para personas como nosotros, que tenemos la capacidad, que tenemos la oportunidad de poder llevar a los mayores lugares así, es una pena que ellos queden en esos lugares así. Y entonces, si muchas veces nosotros les decimos algo a ustedes, consejo o cualquier cosa, no es porque queremos ser fastidiosos, es porque nosotros les queremos también y no queremos que ustedes terminen perdidos en el mundo. Entonces, muchas veces, nosotros tenemos que, como les digo, vamos a venir delante de su presencia, correr a los brazos de papá y decirle, señor, te necesito, no puedo más, en mis fuerzas no puedo, pero yo sé de que tú, tú sí me sacarás de esto, tú eres el único que puede sacarme de esta depresión, tú eres el único donde que me puedes ayudar con estas tentaciones que yo estoy pasando, pero tenemos que nosotros hablar, tenemos que contestar, porque si nosotros no contestamos, todo eso se va quedando acumulado en nuestros corazones y en su tiempo, cuando, digamos, las cosas se hacen peores, es cuando nos desprestimentamos y es cuando las cosas se ponen más trágicas. Que, como les decía, que cada consejo que les demos, que sirva de algo, porque, ¿saben qué? Hace unos años yo tenía, iba de escuela con un compañero así, que en ese tiempo todos los niños admiraban a sí, eran los hombres de admiración de todos, pero ¿saben qué? Tomó una mala decisión él, el día anterior había estado de vacaciones y había estado tomando, el siguiente día que se regresó, hubo un accidente donde él murió. ¿Y qué pasó? ¿Qué le sirvió a él haber recibido tantos halagos, tantas semiaciones de escuela para que su vida haya terminado así? Créanme, en los caminos de Dios es el mejor lugar donde nosotros podemos estar, correr a su presencia es lo mejor, porque apartado de él, créanme, nada bueno existe ahí afuera. ¿Y qué es lo que nos sirve a nosotros así? De que aquí nosotros estamos tal vez en esta prueba así, no en una prueba física así tal vez, pero en eso de nuestras emociones, de esas adicciones tal vez o malos hábitos que tenemos, esta es la noche donde nosotros podemos venir delante de su presencia y dejarlo todo a su lado, es venir y despejarlo de todo, dejar todo lo de nuestro lado, porque él nos dice, buscar primeramente el reino de Dios y su justicia y todas las demás cosas vendrán para la nueva vida. Pero eso significa que nosotros tenemos que venir y continuamente, no sólo cuando te necesito, no sólo cuando me va bien, pero en todo tiempo tenemos que olvidar de él. Así como estamos, ¿nos podemos poner de pie? Y para ir terminando, créanme que el enemigo lo que él quiere es a como dé lugar, terminar con cada uno de sus propósitos, porque él sabe que si con uno de nosotros que nos paremos, vamos a alcanzar a multitud de personas, pero ¿qué pasa? Si nosotros nos dejamos creer las mentiras de él, ahí para nuestro propósito, ahí ya no podemos avanzar. Pero esta noche Dios nos quiere recordar a cada uno de nosotros que nuestro propósito aún no ha acabado, que él tiene mayores cosas para nosotros. Y así como Dios sacó a Elías de esa cueva y lo mandó a hacer mayores cosas, así mismo Dios quiere hacer con cada una de nuestras vidas.