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PICKING UP THE PIECES (PREDICADOR: ISAAC PINEDA)

PICKING UP THE PIECES (PREDICADOR: ISAAC PINEDA)

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Vendecidos, en victoria, díganme algo. Ahí está, podemos inclinar su rostro y vamos a pedir que la palabra de Dios sea de beneficio para sus vidas y que cualquier cosa que ustedes puedan estar pasando, que esta palabra sea de ayuda para ustedes. Padre, gracias, Señor, por un día más donde podamos venir delante de tu presencia. Gracias, Señor, porque tú nos has puesto en este lugar, Señor, para escuchar tu palabra. Gracias, Señor, porque podemos tener la oportunidad, Señor, de venir a aprender, Señor, más de ti. Padre, en este momento, Señor, yo me quito de aquí, Padre, y pongo, Señor, a tu santo espíritu que esté hablando a través de mí, Señor. Ponemos el tiempo en tus manos, en el nombre de Jesús, amén y amén. Quiero que piensen conmigo. Desde que nace un bebé y llega un humano al mundo, ese niño tiene un lugar diferente a donde va, porque todos ustedes han tenido vidas diferentes. Ninguno de ustedes tiene la vida igual, al menos que sean en gemelos, pero aún así su vida no es igual. Cada persona que es nacida lleva con un rumbo diferente de cualquier otra persona en la faz de la tierra. Y entonces, hay niños que los padres lo abandonan, y a esos niños les falta algo, algo que fue quebrado dentro de ellos, algo que fue removido. Y esos niños después empiezan a sentirse solos, entra esa soledad, y se preguntan ellos mismos, ¿por qué yo me siento así? Y la verdad es que, quieran o no, a esos niños, algo fue roto dentro de ellos, algo les fue quitado. Y entonces, yo conozco personas que han venido a mí y me han dicho, Isaac, la razón por qué yo no puedo acercarme a Dios es porque hay áreas de mi vida y de mi pasado que yo no he podido dejar. Hay áreas de mí que están rotas, y por esa razón yo no puedo acercarme a la presencia de Dios. Y entonces, personas como ese niño que fue abandonado crecen, ¿verdad? De niñez, después a joven, después a adulto, pero el enemigo se encarga de empezar a tocar otras áreas de su vida para quebrarlas y para destruirlas completamente, porque ya que le quitó el padre, ya que le quitó una parte de él, empieza a quitarle más cosas, empieza a tocar más cosas de su vida. Y entonces, quiebra su identidad, quiebra su amor, quiebra el perdón hacia otras personas y muchas áreas más de su vida. Y si lo logra hacer, entonces lo que nos queda es una persona rota, una persona con un montón de piezas rotas que intenta arreglarse, pero es insucceso. Y entonces, el título de este mensaje hoy es llamado, Picking Up the Pieces. A ver, ¿díganlo conmigo? Picking Up the Pieces. Gracias. Así que les voy a contar una historia. Les voy a contar una historia, pero esta historia solo se la he contado a unas personas de aquí, y mis padres no saben de esta historia, entonces ahora está siendo expuesto al público. Pero cuando yo tenía 13 años, era un muchacho interesante, que tenía muchas ideas en su cabeza, y no todas esas ideas llegaban a ser buenas ideas. Pero en ese tiempo, tenía 13 años y tenía hambre, como suelo tener, tenía hambre. Y yo, inteligente, ¿verdad? Agarro el carro de mis padres. Y no era cualquier carro, era su nuevo Cadillac 2018. Y entonces agarro el carro y me voy. Voy a la casa y me voy a la gasolinera que está más cerca. Y así todo chévere, ¿verdad? Compré mi comida y me sentía como un hombre que podía manejar un carro a los 13 años. Y entonces lo que pasó fue que cuando volvía, en mi casa, para llegar a mi casa había una calle y tenía dos lados, ¿verdad? Pero eran carros, como la calle era así y habían dos lados de carros parqueados. Y entonces yo iba de regreso y le pegué a un carro que estaba al lado derecho, ¿verdad? Y solo le fui pegando y se le cayó el espejo de ese carro y el espejo de mi carro también, o el de mis padres. Y entonces llego a la casa, ¿verdad? Y parqueo el carro y después me voy corriendo a pie a donde yo choqué el carro. Y entonces llego y levanto esas piezas, levanto esas piezas de vidrio, levanto todas esas cosas y lo trato de poner de regreso hasta hacer ramitas. No sé ni qué me metí ese día, pero traté de ponerlo de regreso. Pero cada cosa que hacía se caía de regreso. Y entonces hice lo que cualquier otra persona, solo me fui corriendo y nunca más volví a ese lugar. Bueno, sí volví. Y cuando volví había un grupo de personas que estaba alrededor y todos como, ¿Quién hizo esto? Y yo así, ¿Quién lo hizo? No fui yo. ¿Por qué les digo esto? Porque de igual manera de que yo no podía reparar lo que yo había hecho, no podía reparar las piezas de ese carro que yo había quebrado, de igual manera, las personas en su vida no pueden arreglar sus vidas por sí mismo. Yo no sabía nada de cómo arreglar ese carro, yo no sabía nada de cómo arreglar, yo no soy mecánico ni sé muchas cosas de carros, y muchas personas en su vida no saben cómo arreglar su vida solos. Entonces, pero sí hubo un hombre en la Biblia que tuvo unas situaciones muy malas, y su nombre era Job. Entonces, usted puede acompañarme al libro de Job, capítulo 1. Vamos a aprender qué le pasó a este hombre que, si fuera yo, no sé qué hubiera hecho. Job, capítulo 1, versículo 6. Lo tengo en inglés. Dice, Ahora hubo un día cuando los hijos de Dios vinieron a presentarse ante el Señor, y Sion también vino entre ellos. El Señor le dijo a Sion, ¿De dónde has venido? Sion respondió al Señor y dijo, Vamos a seguir. Entonces, vamos a parar ahí por un segundo. Entonces, vemos que Sion viene a Dios, y se presenta ante el Señor, y dice, Vengo de la tierra. Ahora, sabemos que la única cosa que Sion hace en esta tierra son tres cosas. ¿Quién sabe las tres cosas? Matar, y destruir. Entonces, el diablo se mueve en esta tierra, no haciendo nada bueno. Pero viene el diablo y se presenta delante de Dios y le dice, He estado haciendo estas cosas. Y después Dios le dice, ¿Has visto a mi siervo Job? Y Satanás le dice, Tú le has dado todo a él. ¿Por qué? Él te alaba porque tú le has dado todo a él. Si yo fuera y le hiciera algo y le quitara todo, él ya no te alabaría, él ya no te exaltaría, él ya no te importaría para nada. Entonces, vamos a seguir leyendo. Y dice, Y luego, Y luego, Y luego continuamos. Y luego dice, Y luego continuamos. Y luego continuamos. Y luego continuamos. Entonces, Dios le da la permisión al enemigo de ir a hacer estas cosas y él ni siquiera pierde un segundo. El mensajero llega y le dice que esto sucedió. Y sin ni siquiera terminar, había otro mensajero que le estaba diciendo que esto sucedió. Y luego, sin ni siquiera terminar ese mensaje, Dice que sus hijos y sus hijas están muertas. Ahora, Yo no sé cómo tú recibirías esa noticia de que todo lo que tú tenías se destruyó en un segundo. No sé cómo lo procesarías tú. A Hope le quitaron todo. A sus hijos, su casa, sus bienes. Y encima de eso, luego en la historia, el enemigo le manda enfermedades que lo hace sufrir. Imagínate lo que perdió Hope. Los pedazos de su ser que fueron rotos. Su alegría. Su paz. Su esperanza. El futuro que él tenía. El futuro que él quería. No sólo para él, pero para sus hijos. Todo lo que fue roto de él en un instante. Y vemos cómo el diablo vino, ¿verdad? Y en esa misma manera, el diablo, desde que tú naciste, ya estaba maquinando cómo él quería despedazarte completamente. Los planes que él tenía para completamente destruir tu vida, de una manera u otra. Ahora, yo no conozco sus vidas al cien por ciento. Pero tal vez algunos de ustedes crecieron sin un padre o sin una madre. O tal vez algunos de ustedes, sus padres se divorciaron. Y eso tuvo un gran impacto en su vida y quebró algo dentro de ti. Quebró una parte que era necesaria dentro de ti, y que tú, por esa razón, sentías quebrado. Parte de ti, de su entidad, algo de ti fue quebrado. O tal vez fuiste introducido a la pornografía de pequeño. También, algo que el enemigo robó de ti desde una pequeña edad. Hay personas que tal vez fueron abusadas de niños. Y vemos cómo poco por poco, por poco, se van quebrando las personas a través de su vida. A veces por razones que ni fueron su culpa. Y luego que esas personas están quebradas, están hechas pedazos, por tan quebradas que están, dejan que el pecado entre. Y el pecado es lo que despedaza la vida de un humano. Y tal vez tu niñez fue buena. Digámoslo así. Eso es un caso. Pero tal vez tu niñez fue buena. Y tienes padres cristianos que te instruyeron en el camino del Señor. Pero aún así, tú abriste una puerta a mi amigo y dejaste que el pecado entrara a tu vida. Y por esa razón, el enemigo también pudo quebrarte. Entonces, no necesariamente necesitas un pasado trágico, porque todos somos diferentes personas. Todos podemos decidir lo que vamos a hacer con nuestra vida. Muchas personas pueden decir, pero tú naciste en un lugar cristiano, tú tienes todo lo que necesitas, pero yo no sirvo a Dios porque mis padres sirven a Dios. Yo sirvo a Dios porque Él es mi Dios, no porque es el Dios de mis padres. Cada uno de ustedes tiene una decisión que tomar. Y entonces, dejan que el enemigo empiece a robar cosas de ustedes y vas por la vida arrastrando esas piezas en el suelo y esa carga duele. Entonces, cada parte que es rota de ti, tú lo llevas y lo vas arrastrando en el suelo y todas esas piezas son una gran carga para tu vida. Y eso duele. Y si estás bien, entonces, esta palabra, tú puedes usarla para ayudar a otra persona que tú sabes que está quebrada o que necesita de Dios de una manera sobrenatural para que su vida cambie completamente. Pero veamos qué pasó con Job. Vamos a Job 1.20. Entonces, Ben, esto fue cabal después de que le habían dado esta noticia. Entonces, Job se levantó y rompió su ropa, le lavó la cabeza y se cayó en el suelo y se adoró. Y se adoró? Yo no me esperaba eso. No sé quién me esperaba eso. Pero que te acaban de decir que todos tus bienes, todos tus hijos están muertos. Lógicamente, estás dejado sin casa. Estás sin hogar. Y todas esas cosas. Y lo que haces es adorar a Dios. Mira lo que hizo Job. Y después dice, ¿Quién tuviera la fuerza aquí para hacer eso? Mira, voy a ser honesto. Yo no. Entonces, si dicen no, está bien. Pero ¿quién de verdad pudiera adorar a Dios en medio de todo eso? Bueno, por lo menos al primer instante después de recibir esa noticia. Gracias. Entonces, nadie se esperaba eso. Luego en la historia, Dios le da una revolcada a Job, ¿verdad? Y le dice todas esas cosas. Pero Job nunca para de acercarse a Dios. Y una cosa que el Señor puso muy fuerte en mi vida, que les dijera a ustedes, fue que no usen su pasado o las tragedias que ustedes pasaron como excusa para no acercarse a Dios. No usen lo que ustedes pasaron en su niñez, creciendo. Todas esas cosas. No es una excusa para no acercarse a Dios. Y mucha gente, muchos jóvenes, hacen esto. Dicen, pero porque yo tuve esto, yo tengo un poco de espacio para estar enojado con Dios. Pero no. Eso no es una excusa. ¿Por qué enojarse con Dios? ¿Y por qué no acercarse a Dios? Hay personas que dicen, no puedo acercarme a Dios porque Él me hizo esto. Él me quitó a mis padres. Él me abandonó. Él hizo todas esas cosas que han pasado mal en mi vida. Por eso yo no puedo acercarme a Dios. Y esas personas necesitan un encuentro con Él. Pero también está el grupo de personas que sí quieren acercarse a Dios, pero no pueden porque no le han entregado estas áreas rotas y vacías en su corazón. Y no le han entregado el pasado a Dios. Y por eso nos quedamos con personas que están rotas. Personas que tienen todas estas áreas en su vida que están rotas, de una manera u otra. Y la razón por la que no pueden seguir a Dios es porque esas áreas los hinderan de hacerlo. Y entonces, venimos a este lugar solo para gastar nuestro tiempo, si esa va a ser nuestra vida. Voy a dar un ejemplo. ¿Quién quiere representar al Espíritu Santo? Necesito un voluntario. Solo uno. Solo uno. Cualquiera. ¿Cómo voy a hacer que haga nada malo? ¿Quieres hacerlo? Bien. Denme un aplauso. Denme un aplauso. ¿Quieres hacerlo? Bien. Denme un aplauso. Denme un aplauso. Ella va a ser el Espíritu Santo para que sepan. Bien. Yo soy esto. Esta copa con muchas piezas que faltan. Y entonces... Ese soy yo. Soy este vaso. Estoy roto. Mis padres me abandonaron. Entonces, siento que Dios no puede recibirme. Porque si ellos me abandonaron, ¿quién me va a querer a mí? Entonces, ahí tengo un pedazo que me falta en mi corazón, en mi vida, en mi alma. También cometí fornicación. Entonces, una parte de mi identidad ya no está. Me rechazaron. También no puedo perdonar a mi mamá por darme una vida miserable. Y una vida con tanto dolor. Entonces, aquí, otro pedazo roto. Y ven cómo cada uno de ellos empieza a hacer que nuestra vida esté fracturada. Hay personas que no pueden perdonarse a sí mismos. Dios ya los perdonó, pero ustedes no se pueden perdonar a sí mismos. Entonces, también hay otro pedazo de ustedes que está roto. Todos esos pedazos que caen al suelo. Y ustedes se ven así como esta vasija. Y entonces, venimos los viernes, ¿verdad? Aquí somos nosotros, adorando a Dios. Y hay personas que quieren acercarse a Dios. Yo quiero acercarme a Dios. Pero tengo todos estos pedazos que faltan, que han sido rotos en mi vida, y que yo no les he entregado al Señor. Entonces, Espíritu Santo, llegamos un viernes, ¿verdad? Y sentimos un toque de su presencia. Sentimos un poco de su presencia. Ese es el viernes. Ese es el viernes. Pero, después de muy poco tiempo, el Espíritu Santo ya no está ahí. ¿Y por qué? Porque esas áreas en nuestra vida no dejan de que el Espíritu Santo permanezca en ti. Sientes toques de su gloria en todo lugar. Entonces, después llega, digamos, una vigilia, y sientes al Espíritu Santo otra vez, y le dices, aquí estoy. Pero aún no has entregado esas partes vacías y rotas dentro de ti. Entonces, otra vez, estás vacío. Otra vez, el Espíritu Santo no está. Después llegamos el domingo, y otra vez sentimos a Dios, a Dios, pero como no entregamos toda la vacía dentro de nosotros, nunca podremos ser verdaderamente llenos del Espíritu Santo. Y después, toda tu vida sigue en ese ciclo. Toda tu vida, semana por semana, día por día, lunes por lunes, viernes por viernes, domingo por domingo. Y todavía nada. Por esos pedazos rotos en ti, no puedes acercarte a Dios y ser lleno del Espíritu Santo permanentemente. Pero no vas a poder, no vas a durar mucho tiempo. Pero la buena noticia que les traigo hoy es que vino Jesús. Y cuando Jesús vino, había una solución a todo lo que te ha pasado en la vida. A todo el sufrimiento, a todo el abandono, a toda la soledad, a toda la depresión. Todo lo que puedas sentir que se rompió dentro de ti, cuando Jesús vino, llegó la solución a tu vida. Entonces, la manera de recoger los pedazos que se rompieron de ti, que se robaron de ti, en un sentido, es correr a Jesús. ¿Por qué? Porque en tu propia fuerza, no vas a poder hacerlo. Puedes intentar todo lo que quieras para rellenar esos pedazos que se rompieron con algo que no estaba ahí antes, pero va a romper eventualmente. En tu propia fuerza, no vas a poder hacerlo. Solo con Jesús, solo con Él, vas a poder reparar esas áreas en tu vida. ¿Y cómo lo haces? Corriendo a Jesús. Cuando corres a Jesús, recoges esos pedazos y corres a Él. Y dices, Padre, mire, aquí están mis pedazos que se rompieron. No puedo hacer esto, no puedo repararme, no puedo arreglar mi pasado, no puedo arreglar nada que haya hecho. No puedo arreglar la rompedad dentro de mí, pero tú puedes. Ayúdame. Y nuestro amado Dios te ayudará. Mira lo que dice Salmos 143.3 Él sana a los quebrantados de corazón y venda toda herida, todas sus heridas, todo lo que fue quebrado en tu vida que tú tal vez ni has podido soltar. La Palabra dice que Él es el que venda esas heridas en ti. Entonces lo que el Señor busca es un corazón humillado. Como les dije, yo no conozco su pasado, yo no conozco su niñez, yo no conozco su vida, las cosas malas que les han pasado a ustedes. Tal vez tu familia ya viene quebrada desde muchas generaciones. Pero lo que sí sé es que tengo a un Jesús que salva, transforma y cambia corazones completamente. ¿Sabes una cosa que el enemigo no le pudo quitar a Job? Fue la fe. Aunque Job fue destruido completamente, ¿verdad? Aunque a Job le quitaron todo, le quitaron su paz, le quitaron su alegría, le quitaron su gozo, todas esas cosas se les quitaron. Pero una cosa que no le pudieron quitar a Job fue su fe. Y esta noche si tu fe sigue viva, si tu fe sigue viva, tú puedes correr a Jesús con un corazón humillado. Con un corazón contrito y humillado delante de Él. Dices, Padre, estas son las áreas en las que he sido quebrada. Hoy las recogí y las doy a ti. No importa lo lejos en el pasado, no importa lo mucho en el presente. Esta noche es una noche en la que puedes recoger esas áreas de tu vida. Recoger la quebraduría. Recoger la quebraduría. Eso es todo lo que toma, es un simple acto de fe, de correr hacia Él. Digo, mira Dios, no puedo hacerlo a mi mismo, no puedo. Nunca voy a poder hacerlo a mi mismo. Pero sé que tú puedes. Tú que estás aquí escuchándome y viéndome el día de hoy, tienes dos opciones. Puedes escuchar esta palabra y volver a tu vida normal. O puedes decir, sí, estoy quebrado. Necesito ayuda del Señor. Hoy puedes correr a Sus brazos. El Señor me puso fuerte en el corazón de que hoy Él va a restaurar áreas quebradas de hace muchos años que ustedes no han podido sanar. Él es el que sana las heridas, no nosotros. Él es el que las sana. Y si Él lo hizo para mí en mi vida, Él puede hacerlo para ti en tu vida. Así que recoger esas piezas quebradas en tu vida, es un proceso simple, pero toma un corazón completo. Digo, suficiente es suficiente de vivir la misma vida. Suficiente es suficiente de sentirse quebrado. Jesús murió por ti. Y no es suficiente. No es suficiente. No es suficiente. No es suficiente. No es suficiente. No es suficiente. No es suficiente. Jesús murió por ti. Sabes... Jesús Él mismo, recogió la cruz y se fue y murió por ti. Sabes cuántas piezas de Su cuerpo fueron quebradas. Y todas esas piezas se le dieron a Él, al Padre, para tu salvación. O piensa en el año pasado, o piensa en las cosas que tú sabes que no puedes olvidar. Tal vez sí, creciste sin un padre o sin una madre. O tal vez sí, tus padres ni están juntos. Tal vez tuviste una vida dura. El Señor la vio. Tal vez te sientes abandonado. Tal vez te sientes triste. Rechazado por el mundo. Rechazado. Mira en tu corazón ahorita. Hoy es tiempo de levantar... ...esas partes de tu vida. Hoy es el día de levantar las piezas de quebradas en tu alma. No hay tiempo para esperar más. El Señor te llamó aquí. Le llamó por una razón. Le llamó porque sabía desde la fundación del tiempo que iba a haber una guerra. Que el enemigo quería tu vida. Quería destruirte completamente. Quería romperte. Quería dejarte en piezas y romperte. Pero luego tuvimos un Padre que quería prosperarte y darte esperanza y un futuro. Y esta guerra continúa hasta este día. Y no se va a parar. No se va a parar hasta el día en que Él vuelva o te lo tome. Mira dentro de ti mismo. Todas las piezas de quebradas de tu pasado. Todas las cosas en tu corazón que todavía duele. Esas son las cosas que tienes que dar a Dios hoy. Jesús está dispuesto a cambiar tu vida. Si alguien aquí esta noche quiere aceptar al Señor Jesús en su vida por primera vez...

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