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Evita La Ruta Hacia El Sufrimiento - Jueces - No. 139

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The speaker encourages listeners to read the book of Psalms, chapter 9, verses 19-20. The psalmist calls on God to judge and reveal his power against those who rebel and do evil. The psalmist acknowledges human limitations and the need for God's provision and care. The speaker then introduces a new series on the book of Judges, which tells the story of Israel's cycle of disobedience and suffering. The speaker emphasizes the importance of maintaining and growing in faith to avoid the path of suffering. The period of the judges in Israel's history is discussed, highlighting the generations after Moses who took possession of the promised land. Quiero animarles, por favor, a buscar en sus Biblias Salmos, capítulo 9, versos 19 al 20, ¿vale? Salmos, capítulo 9, versos 19 al 20. Dice... El salmista, levántate, oh Señor, no permitas que simples mortales te desafíen. Juzga a las naciones, haz que tiemblen de miedo, oh Señor, que las naciones sepan que no son más que seres humanos. Es un llamado del salmista a que Dios haga juicio. No sabemos qué estaba pasando en ese momento, no sabemos cuál era la situación que estaban viviendo, pero el salmista le clama al Señor porque él revele y deje que sea evidente su poder en contra de aquellos que se les rebelan, en contra de aquellos que hacen el mal, en contra de aquellos que lo niegan, que viven apartados de Dios. Pero hay una frase muy especial al final, y el salmista dice... Haz que las naciones sepan que no son más que hombres, que no son más que seres humanos. Yo creo que todos nos enfrentamos diariamente a las limitaciones de ser seres humanos. ¿Quién necesita ir al baño todos los días? Muy bien, eso ya habla mucho de nuestras limitaciones y de qué somos, y de quiénes somos. Y Dios es totalmente superior a nosotros. Él tiene una naturaleza muy diferente de nuestra. Y nosotros hacemos bien al entender que no somos más que seres humanos, que hombres, que necesitan, necesitan, dependen de la provisión de Dios, del amor de Dios, del cuidado de Dios, de la sabiduría de Dios. Y por eso venimos hoy, por eso nos acercamos todos alrededor de la palabra de Dios, buscando de Dios, porque entendemos muchas veces que somos seres humanos, muy frágiles, dependientes, que necesitamos de Él. Así que yo quiero animarte para que arranquemos este tiempo de predicación, que hagamos una oración, que cada uno de nosotros, de manera individual y personal, haga una oración y dígale al Señor, Señor, hazme entender quién soy, hazme entender quién soy, y ayúdame a entender que te necesito. Hagamos esas dos oraciones, Señor, hazme entender quién soy, y ayúdame a entender que te necesito. Hagamos esa oración. Señor, gracias, gracias porque Tu Palabra nos deja entender quiénes somos, Tu Palabra nos ayuda a entender claramente quiénes somos, Tu Palabra es como un espejo, dice Santiago, que es un espejo en el que nos podemos ver, pero es un espejo que no solamente revela el exterior de nosotros, sino que revela el interior, lo que hay en nuestro corazón. Es un espejo al que muchas veces no nos gusta mirarnos, pero es un espejo que también, cuando somos Tus hijos, no solamente refleja quiénes somos, también te refleja a Ti, Señor Jesús, y podemos vernos a través de Ti. Es más, nuestro Padre nos ve a través de Ti, Señor Jesús, y por eso es que necesitamos venir continuamente a Tu Palabra para entender no solamente quiénes somos nosotros, sino también quién eres Tú. ¿Quién eres Tú, Padre Santo, y quién eres Tú, Señor Jesús? Para poder disfrutar, disfrutar de todas las promesas que tienes para nosotros, de todo Tu amor, de todo lo que has hecho para que nosotros podamos ser declarados hijos Tuyos, y para poder disfrutar del Señorío, del Rey más amoroso y compasivo y tierno y sensible que hay, que eres Tú, Señor. Te amamos. Ayúdanos, por favor, a enamorarnos de Ti, a entender que Tú eres lo mejor para nosotros, porque no somos más que hombres, que seres humanos. En nombre de Jesús. Amén y Amén. Muy bien. Bueno... ¿Quiénes están felices de que hace ocho días terminamos nuestra primera serie sobre o siguiendo la armonía de los Evangelios? Sean sinceros, levanten la mano, no me voy a sentir mal si alguien de pronto dice sí, ya por fin terminamos esa serie. ¿Alguien? ¿Por ahí hubo alguien que levanta la mano? ¿Eso está bien? Pues ya hace ocho días terminamos justamente la serie, la primera serie de el estudio que hemos estado haciendo de la armonía de los Evangelios, siguiendo la armonía de los Evangelios. Y hemos querido arrancar una nueva serie, un nuevo estudio. Y ese estudio lo vamos a estar haciendo a través del libro de Jueces, en el Antiguo Testamento. Jueces en el Antiguo Testamento. Es un libro muy especial, es un libro bastante... su tipo de literatura es de narración, porque nos cuenta la historia del pueblo de Israel en un periodo específico. Una historia que tiene mucho que ver contigo y conmigo, por más de que haya sucedido hace muchos años, el ser humano y la maldad del ser humano es igual, no importa el tiempo en el que lo veamos, porque nuestro corazón de continuo piensa el mal, nuestro corazón nunca busca a Dios, nuestro corazón nunca quiere estar cerca de Dios. Es una obra de Dios que nosotros le conozcamos, es una obra de Dios que nosotros podamos entender quién es Él. Y este libro de los Jueces tiene mucho que enseñarnos, y yo estoy muy contento y con mucha esperanza de que el mensaje que este libro tiene sea de mucha bendición para ti y para mí. Sea de gran bendición para ti y para mí. Y vamos a ir viendo en el transcurso de los domingos que tiene mucho que ver en nuestro día a día, con nuestra cotidianidad, con las cosas que tú y yo vivimos constantemente. Y hemos querido llamar esta serie Evita la ruta hacia el sufrimiento. Evita la ruta hacia el sufrimiento. ¿Por qué existe Waze? ¿Por qué existen los GPS? Porque no nos gusta sufrir, no nos gusta esperar, no nos gusta quedarnos en un trancón. Y Waze, los GPS, Google Maps, ¿a qué nos ayudan? Pues a evitar los trancones, evitar los accidentes, las cosas que hay que puedan hacernos esperar o quitar tiempo o hacernos sufrir. ¿Quién es paciente en medio de los trancones? ¿Hay así alguien tan santo que sea paciente en los trancones? ¿Hay alguien aquí? ¿Así? Sí, por ahí más o menos levantan la mano uno que otro. Levanta la mano, ok. Bueno, pues si ustedes supieran que van directo hacia el sufrimiento, hacia un camino, un lugar que les llevará a sufrir, ¿ustedes lo evitarían o no? Claro que lo evitaríamos, ¿verdad? Porque una de las cosas que menos nos gusta es sufrir. Pues bien, este libro lo que nos va a mostrar es el camino que siempre se sigue cuando nos alejamos de Dios. El destino donde siempre llegamos si nos alejamos de Dios. ¿Ok? Y lo vamos a ver porque este libro tiene una característica, es que parece un libro circular, como que arranca una situación, pasa por otra, pasa por otra, pasa por otra y termina en una cosa. Listo. Y uno dice, ok, ya, se acabó ese ciclo, no va a volver a pasar. Y uno pasa la página y resulta que otras personas del mismo pueblo vuelven y viven exactamente el mismo ciclo. ¿Y vuelven a terminar en dónde? En el mismo punto. Y uno dice, ¿cómo así? ¿Qué es esto? Ahora ustedes dirán, no, pero entonces 10 domingos exactamente lo mismo. ¿No será aburridísimo? No. Vamos a ir dándonos cuenta que esto tiene mucho, mucho, mucho que podemos obtener y que va a bendecir nuestro corazón. ¿Ok? Así que en el mundo hay una cosa que es común y es que todo tiende al caos. Todo tiende al desorden. ¿Alguien alguna vez se ha preguntado por qué se hizo aseo ayer en su apartamento o en su casa? Y se esforzó tanto para que todo quedara perfecto, todo quedara lindo, todo quedara bonito. Usted se levanta al siguiente día y ve polvo por aquí, polvo por allá, que por aquí cayó una florecita o una matica, que por aquí salió una telaraña. Y uno dice, pero a ver si ayer limpie, ayer organice, ayer cuide. Hoy otra vez todo está como si no hubiese hecho nada de mantenimiento ayer. Esa es una realidad en el mundo. Cuando usted va a campos donde se siembran diferentes cosas, además de brotar la semilla, de germinar la semilla que se sembró, ¿qué más suele germinar o qué más suele salir? Maleza. ¿Y quién sembró la maleza? ¿Alguien? ¿Alguien malo sembró la maleza? ¿Quién sembró la maleza? ¡Nadie! ¿Y entonces por qué sale maleza? Porque en el mundo todo tiende al desorden, al caos, al sufrimiento. Y tú y yo tenemos que hacer un esfuerzo constante por cuidar todo, por hacer crecer todo, y que no se nos vayan todos nuestros esfuerzos a la caneca de la basura. Esa es una triste realidad en la que vivimos, ¿no? ¿Y digo esto por qué? Porque nuestra fe también es susceptible a la realidad que vivimos en la tierra. Si tu fe y mi fe no crece, no es mantenida con cuidado, no es trabajada con cuidado, no es labrada una vez ya existe nuestro corazón puesta por Dios, entonces lo más seguro es que nuestra fe va a ir perdiendo fuego, va a ir perdiendo brillo, va a ir perdiendo fuerza. Y entonces tú y yo, sin darnos cuenta, vamos a terminar emprendiendo rumbo hacia el... ¿Hacia el qué? ¿Hacia el qué? ¡Hacia el sufrimiento! ¡Hacia el sufrimiento! Entonces, por eso quiero hacer esta introducción al libro de los jueces, y vamos a considerar el periodo en el que se desarrolla la historia de los jueces. ¿Qué periodo vamos a considerar? Bueno, pues vamos a considerar un periodo, que es el que la Biblia denomina como los jueces, un periodo de más o menos 350, 400 años en la historia de Israel. Acá hay cuenta que estamos hablando de Colombia de 1900 a 2200, 2300. Esos van a mucho tiempo, ¿verdad? A nosotros nos tocan 80 años, 90 años, 100 años, Dios permita, ¿cierto? Y ver nuestra vida en un contexto de 300, 400 años, como que nos perdemos un poco. Pero eso debería hablarnos de lo importante que es para ti y para mí vivir, y vivir bien hoy. Porque lo que vivamos, lo que hagamos hoy, va a tener repercusiones en el futuro. Lo que nuestros padres hicieron tiene repercusiones sobre nosotros. Pues algo así es lo que pasó con los israelitas en este periodo de 350, 400 años. Fue el periodo en el que los israelitas tomaron la tierra prometida, la tierra que Dios les había prometido. Ellos ya la habían tomado militarmente, ya la estaban disfrutando, era una tierra que producía leche y miel, era una tierra donde había grandes, grandes cosechas de mucha bendición, y ellos ya estaban disfrutando de esa tierra. Pero este periodo de los jueces es un periodo en el que tuvo como protagonistas a las generaciones que vinieron después de Moisés, ¿alguien sabe de Moisés? Levanta la mano. ¿Alguien sabe de Moisés? Muy bien, ok. Y tuvo y vino este periodo después de Josué. Josué fue el sucesor de Moisés, ¿verdad? Les estoy queriendo poner en contexto de la historia, ok. Y las personas que vinieron después de ellos son los protagonistas de todo este libro de los jueces, de este periodo. Un periodo en el que la fe y la obediencia de los israelitas fue puesta a prueba. Un periodo de prueba para los israelitas. Un periodo de prueba porque ellos tenían que seguir con el plan de Dios. El plan que Dios había dispuesto para los israelitas, esta generación, estas generaciones tenían que llevarlo a cabo. Tenían que seguir adelante. Tenían que vivir dentro de ese plan que Dios había dispuesto para ellos. Un plan que debieron cumplir a cabalidad. Pero, ¿será que lo cumplieron o no? ¿Quién me dice? ¿No? ¿Por qué creen que no? ¿Ustedes ya saben que no lo cumplieron o suponen que no? Suponemos que no. ¿Por qué? ¿Porque somos muy negativos? Es la realidad. Normalmente nos cuesta obedecer a Dios. Y no es porque las leyes de Dios para los israelitas en su momento, pero también la ley moral que nosotros como cristianos estamos llamados a seguir, sea difícil de obedecer. O sea, una carga para nosotros. No. Es porque nuestro corazón tiende al mal. Nuestro corazón es por naturaleza pecaminoso. Y efectivamente ellos no cumplieron a cabalidad el plan de Dios, la voluntad de Dios, y entonces terminaron viviendo siete, ojo, siete grandes ciclos de sufrimiento y liberación. Siete grandes ciclos de sufrimiento. Sinceramente dudé en poner la palabra liberación, porque quería generar un ambiente más dramático. Porque ustedes dirán, ah bueno, hubo liberación. Entonces, ah, no pasó nada, al final hubo liberación, estuvo bien. Sí, hubo liberación por la misericordia continua y repetitiva de nuestro Dios. Pero, ojo, hubo siete grandes periodos de profundo sufrimiento. Y cada ciclo estaba marcado porque cada vez ellos iban yendo más y más y más abajo. Cada vez los israelitas se corrompían más, se alejaban más de Dios. Su fe se debilitaba cada vez más. Y el hombre que fue el gran libertador al principio, en el primer ciclo, es muy diferente, en cuanto a su carácter, al hombre que Dios terminó usando en el séptimo ciclo. Hay una gran diferencia. El primer hombre era un hombre, bueno, con características especiales. El último hombre era un hombre, en serio, bastante carnal. Bueno, pues muy bien, ese sufrimiento lo vivieron porque se alejaron de Dios por ir tras los dioses de los cananeos. Los cananeos eran las personas que vivían en Canadá, en la tierra prometida. Y ellos no adoraban a Dios, ellos no seguían a Dios. ¿Y qué terminó pasando con los israelitas? ¿Llamando a los cananeos a adorar a Dios? No. ¿Qué terminó pasando? Que los israelitas terminaron adorando a quienes? A los dioses falsos, dioses, entre comillas, falsos de los cananeos. ¿Lo cual los llevó a qué? A la desobediencia a Dios y a la idolatría. Y como resultado terminaron siendo entonces los israelitas disciplinados por Dios. Disciplina que obviamente involucró periodos de largos sufrimientos. ¿Al final, ese sufrimiento qué hacía? Que ellos entendieran que habían pecado contra Dios. Los llevó al arrepentimiento. Una y otra vez ese sufrimiento los terminó llevando al arrepentimiento de sus pecados. Y con su arrepentimiento un clamor a Dios de que los librara de semejante sufrimiento y semejante opresión. ¿Y Dios qué hacía? Dios escuchaba. Su clamor veía su arrepentimiento y respondía y los liberaba. Y una vez los liberaba, ya, por fin, listo, todo perfecto, todo maravilloso. ¿Qué creen? Otra vez, volvían a apartarse de Dios. Y una vez más el ciclo comenzaba. Pero bueno, vamos a recordar la historia que nos trae hasta aquí. O la historia que llevó a los israelitas a este periodo que vamos a estudiar de los jueces. Los que han estado con nosotros desde el principio, hace cuatro años, nos han seguido en la historia de Ham, nos han seguido en la historia de Isaac, nos han seguido en la historia de Jacob. Llegamos hasta Jacob. ¿Se acuerdan? ¿Se acuerdan por ahí? Listo. Vamos a dar un salto grande, un salto gigante de Jacob a los jueces. Pero vamos a recordar un poquito la historia. ¿Alguien sabe del diluvio universal? Claro, sabemos del diluvio universal. Muy bien. Luego del diluvio, la tierra fue poblada por los tres hijos de Noé. ¿Ok? Y sus esposos, obviamente. Uno de esos tres hijos se llamaba Sem. Y de Sem es que vino Abraham. Abraham. Levanten la mano. Abraham. Identifico a Abraham. Tengo una foto imaginaria en mi mente de Abraham. Ok. Muy bien. Listo. De Sem vino Abraham. Y Abraham fue llamado por Dios a dejar su tierra, a dejar su familia y a seguir a Dios. ¿A dónde? ¿Alguien sabía? ¿A dónde marcaba el GPS de la época? Hacia donde Dios quisiera. Era un camino donde usted, bueno, Abraham, se levantaba cada mañana y decía, bueno, estoy... un poco, ¿no? Ustedes me entienden. Se levantaba y decía, ¿ahora qué? Y Dios le decía, vamos. Y lo llevaba hasta donde él quería. Pero Abraham no tenía un destino muy claro, no tenía un destino así como muy específico. No es que, listo, nos vamos para Cartagena. Arranque al listeto que nos fuimos para Cartagena. ¿No? ¿Cómo es la ruta para Cartagena, Mario? ¿Algún... tú que sabes mucho de rutas para Cartagena, un punto intermedio? Dios decía, nos vamos. Para Huachica. Dios sabía para dónde se iba. Dios sabía dónde estaba llevando a Abraham. Pero Dios le daba a Abraham instrucciones casi que diarias o semanales o mensuales de hacia dónde tenía que ir, qué tenía que hacer. Eso fue algo muy importante. Abraham dejó todo por seguir al Señor. Y eso demostró una gran fe en Dios de parte de Abraham. ¿Ok? En una época en la que la gente no adoraba a Dios. ¿Listo? Así que Dios le prometió a Abraham que por medio suyo haría una gran nación. Haría un pueblo, una gran nación. Una nación que estaría apartada para Dios y por medio de la cual Dios se revelaría a todo el mundo. ¿Cuál sería? Israel, ¿verdad? Iba a ser de Abraham una gran nación. ¿Qué se necesita para que de un hombre surja una gran nación? Alguien que me diga. Hijos. ¿Cuántos? Muchos. Muchos hijos. ¿Cuántos hijos tenía Abraham? Ninguno. Para ese momento ninguno. ¿Por qué? Porque su esposa era estéril. Cuando Dios le dijo a Abraham, te voy a dar una gran multitud de hijos. Voy a decirle a ti una gran nación. Abraham no tenía hijos. Era viejo. Y su esposa era estéril. Y Abraham decía, ¿qué? Pero Abraham creyó en Dios. Y siguió adelante. Efectivamente, Dios le concedió a Abraham un hijo en la promesa. Abraham tuvo dos hijos inicialmente. Pero uno era el de la promesa. Que era Isaac. Fue el hijo que Abraham tuvo con Sara, su esposa la que era estéril. Por milagro de Dios. Y muy bien. Efectivamente, Isaac nació. Él era el hijo escogido por Dios para cumplir en él la promesa que Dios le había dicho a Abraham. Y luego Isaac tenía hijos. Dos. Jacob y Esaú. Perdón. Esaú que era el mayor. Y Jacob que era el menor. Aunque eran gemelos, los dos no podían salir al mismo tiempo. Así que Esaú salió primero. Esaú salió primero. Luego salió Jacob. El vidente que mataron. Cuando todo el mundo veía a Esaú. Un hombre fornido, elegante, buen mozo, especial. Pensaban que Esaú era el escogido por Dios para seguir la promesa. Pero. Adivinen cuantos creen que Dios escogió a Jacob. Hombre de casa. Tranquilo. Miedoso. Incrédulo. Jaquito. Hasta pronto chiquito. Y Dios escogió a Jacob. Porque desde esa época nos estaba enseñando algo a Dios. Y es que nadie se gana la salvación de Dios. La salvación y las promesas de Dios son por gracia. Gracias. Lección de Él. Y bien. Jacob efectivamente nació. Bueno. Crió. Tuvo su pelea con su hermano. Tuvo que salir a trabajar. Y cuando se fue a la tierra de su tío muy lejos. Allí vio a una mujer. Y quedó enamorado. Flechado de ella. Pero instantáneamente. Y cuando fue a hablar con su tío acerca de la posibilidad de tenerla a ella como su esposa. Porque obviamente ella era hija de su tío. Él le dijo. Ok. Trabaja por ella 7 años. Llegaron al acuerdo de trabajar por ella 7 años. Listo. Pero cuando llegaron los 7 años. Se cumplieron los 7 años. Resulta que ella. ¿Cómo se llamaba? Raquel. No. Rebeca. Rebeca. Rebeca. Cuando llegó el momento. El tío de Jacob. Que era peor de mentiroso que Jacob. Se llamaba Labán. Le hace una jugadita a Jacob. Y entonces. El día del matrimonio. Resulta que le dan matrimonio. No a Rebeca. Es Raquel. Perdón. Sí es Raquel. No a Raquel. No a Raquel. Sino a Lea. Que era la mayor. Pero Lea no era tan agraciada como Rebeca. No como Raquel. Era más sencilla. No se veía. No deslumbraba mucho cuando andaba por la calle. Y se la dio a Jacob. Antes que a Raquel. ¿Por qué? Porque Labán quería que Jacob le trabajara. ¿Cuánto? Otros 7 años. Por Raquel. Pero Jacob estaba tan enamorado de Raquel. Que no le paró bolas. Y le trabajó otros 7 años. Pues se quedó con ambas. Le tocó. ¿Y cuántos hijos tuvo Jacob? 12. Bueno. Ya con 12 hijos. Esto ya pinta a pueblo. A nación. ¿Sí o no? Esto ya pinta que listo. Esto ya va tomando camino. Ya va tomando forma. ¿Cuánto tiempo pasó? ¿Hasta cuándo Jacob tuvo 12 hijos? Cientos de años. Cientos de años. Bueno. El caso es que. Efectivamente. Él tuvo 12 hijos. No solamente con Raquel y Lea. Sino con otras mujeres. Ahora. No estoy. Ojo. No. Hombre. No estoy queriendo. Sí. Porque es que yo me los conozco. Es que yo ya sé. Que cuando. Me toca aclarar. Entonces Dios permite. La. La poligamia. No es que Dios permite. Que tengan más de una. Esposa. Nada de esas cosas. Dios. No. Está de acuerdo con eso. Ok. Listo. Pero. Bueno. Los 12 hijos de Jacob. A quien también. Se llamó. Se le llamó. Israel. Porque. El ángel del señor. Le cambió el nombre a Jacob. Y le puso por nombre. Israel. De ahí. Que hoy hablamos de. Israelitos. Bien. Pues bien. Una gran hambruna. Jacob. Y todos sus hijos. Tuvieron que irse. A Egipto. Por orden de Dios. Dios había ya. Hecho provisión. Para que ellos estuvieran. En Egipto. Mientras. Mientras pasaba la hambruna. Y allí. Los israelitos. Se multiplicaron. Y se multiplicaron. Y se multiplicaron. Porque ya eso fue exponencial. Ya de 12 hijos. Para allá. Eso ahí sí. Se creció. Ese pueblo. En parapatadas. Y. Ese era el lugar. Que Dios había destinado. Para que el pueblo israelita. Creciera. Egipto. Pero. Pasaron unas cuantas. Generaciones. Egipcias. Y. Los israelitas. Pasaron de ser un pueblo invitado. De mucho honor. A ser un pueblo subyugado. Por los egipcios. Esclavizados. Por los egipcios. Ok. Y fue tal el sufrimiento. Y la esclavitud. De los israelitos. En Egipto. Que empezaron a aclamar a Dios. Por una. Salvación. Por liberación. Por algo. Dios les escuchó. Y Dios les envió a Moisés. Moisés llegó. Como enviado de Dios. Para liberar al pueblo. De Egipto. Efectivamente. Dios. A través de Moisés. Saca al pueblo. Que ya no eran doce. Ya no eran ochenta. Ya eran cientos. De miles. De personas. Israelitas. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. Y. 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