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Desayunando_con_Jesús_Juan_8:31-47

Desayunando_con_Jesús_Juan_8:31-47

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En este Podcast veremos como la lengua mentirosa es otra cosa que detesta Dios. La lengua mentirosa esta muy relacionada con los ojos altivos es por esto que debemos tener cuidado de permanecer humildes en la presencia de Dios.

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In this message, the speaker discusses the concept of pride and its negative effects on our relationship with God. They emphasize the importance of humility and recognizing our limitations. The speaker also highlights the dangers of a lying tongue and how it reflects a lack of fear of God. They draw comparisons to the story of Adam and Eve and the temptation of Satan. The speaker concludes by emphasizing the need for a genuine relationship with God through Christ Jesus and the importance of humility in our lives. ¡Bendiciones familia! Muy buenos días, hoy en Desayunando con Jesús vamos a continuar mirando las seis cosas que abomina Jehová y siete que detesta su alma, como está escrito en Proverbios 6, y una de ellas es la lengua mentirosa. Habíamos visto ya algo sobre los ojos altivos, habíamos identificado que en el mundo actual es considerado lo que nosotros conocemos como el orgullo, algo que nos hace ver superiores a los demás, que nos hace exagerar en todos los esfuerzos y trabajos que realizamos, y en fin, nos desvía totalmente de lo que nosotros debemos ser cuando tenemos a Cristo en nuestro corazón, que es un principio básico de humildad, que es simplemente saber que tengo debilidades, que tengo limitaciones, pero que sobre todo, si yo quiero ser humilde delante de Dios, tengo que conocer quién es Dios, cuán grande, majestuoso, todopoderoso, único, vivo, autoexistente es Dios, y quién soy yo delante de Él. Entonces, cuando revisamos el tema de los ojos altivos, nos dimos cuenta que una de las cosas que nos autofabricamos cuando estamos en una condición de altivez es elevarnos a un punto donde nosotros somos intocables, somos autosuficientes, somos personas que no necesitamos a nadie más que a mí mismo, y esa es la base fundamental por donde gira mi vida. Y parecería que estoy exagerando en este punto, pero en mayor grado o en un menor grado, todos hacemos lo mismo, porque una de las cosas que nos satisface revisar cuando vemos algún momento de nuestra vida es los éxitos que hemos logrado por situaciones en donde nos hemos esforzado por obtener algo. No digo que esto sea algo malo de ninguna manera, pero si esto nos lleva a generarnos altivez, ojos altivos delante de Dios, un orgullo insano, bueno, ahí es donde estamos errando. Pero si este momento donde yo siento que he realizado algo, que he obtenido algo, me doy cuenta de que es únicamente por la bondad de Dios, por la misericordia de Dios, porque Él es el dueño de todo y me permitió llegar a obtener algo más para demostrar que tenemos una relación de confianza donde yo puedo mantenerme y sostenerme bajo su voluntad, creo que es distinto. Entonces, por un lado, si no hay un objetivo más cumplido, podría generarse un ambiente de queja, de malestar, y por el otro lado, por el lado de la humildad, entonces lo que lleva a cualquier persona cuando reconoce todo esto, todo este movimiento extraordinario de Dios en nuestras vidas, nos lleva a ser agradecidos y a generar en nosotros altruismo, es decir, ganas de compartir, de dar, porque así es como es nuestra relación con Dios. Él, sin merecernos, nos da, nos provee. Él es el dueño de todo. Imaginen si Dios fuera orgulloso y diría, no, es mi creación, es lo que yo hice, ustedes no han hecho nada para sostener esto, no han hecho que el sol se levante, no han hecho que la luna salga por la noche, no han generado el oxígeno, no han mantenido los planetas en la perfecta órbita que deben mantenerse, porque si se irían un milímetro hacia la izquierda o un milímetro hacia la derecha, las consecuencias serían fatales para ustedes. En fin, podría argumentar muchísimas cosas, pero no. Dios es tan hermoso que lo primero que muestra es cómo dar. Y una de las muestras más maravillosas que se pueden ver y palpar en esto es a Cristo Jesús, siendo Dios bajo, se humilló, es decir, se mostró como obediente a la palabra de Dios, y siendo inocente, sin tener ningún tipo de responsabilidad, tomó nuestro lugar. En la cruz pagó ese precio de justicia altísimo, porque tenía que ser un inocente, y Él voluntariamente pagó el precio de la justicia de Dios y nos dio libertad a nosotros. O sea, esto ya es algo que nos debe llevar a una reflexión continua, permanente, para bajar nuestra altivez, porque ahora el mundo grita a todos, mientras más altivo, mejor. Por eso la vanidad, por eso los instintos de autoconservación están en su máximo nivel, porque todo el mundo depreda a otro para sentirse mejor. Esto se ve en las competencias entre, por ejemplo, en las redes sociales, entre personas que quieren tener más o menos likes, entre políticos, entre compañeros de trabajo, en matrimonios, el uno gana más, el otro gana menos, entonces uno se siente menos que el otro, y en fin. Cuando todo provee de una sola fuente, esa fuente es Dios Todopoderoso, nuestro Señor y Dios, que provee todo para que nosotros tengamos algo en que desarrollar nuestro carácter, nuestra vida, nuestras emociones. Si son desarrolladas única y exclusivamente por mi forma de pensar, estaré muy distante a lo que es hacer la voluntad de Dios, porque aquí hay algo muy importante que no lo había dicho en otros audios, y que tal vez se pudo haber entendido de manera diferente a la que quise expresar. Nosotros sí tenemos libertad para escoger, o libre albedrío, pero como nuestro juicio, nuestra conciencia no está sujeta, y hablo en general, no hablo específicamente, hablo en términos general, como seres humanos, nuestra conciencia no está sujeta, no está orientada a mirar a Dios, sino a vernos a nosotros mismos, y a tratar de solventar nuestra existencia, nuestra tendencia es hacer el mal, que no es otra cosa que ir en contra de la voluntad de Dios, hacer oponentes delante de Dios, y en otras palabras, lo que se dice en hebreo, ha-satán, opuestos al Dios Todopoderoso que tenemos. De una forma absurda, porque esto es como dar cabezazos a una pared, vas a salir lastimado totalmente y la pared va a seguir siendo pared, por ponerle un ejemplo muy figurativo, muy lúdico para que se entienda, pero al final no es solamente los ojos altivos lo que tenemos que mirar, porque Dios hace un detalle que es muy común encontrar en todos los seres humanos, y uno de estos es la lengua mentirosa, la altivez nos llena de ego, nos pone una coraza de ego impresionante, donde nosotros nos sentimos seguros porque sabemos que podemos controlar algo, pero además de esto, nos ponemos también una cobertura de mentira, porque el pensar que yo soy autosuficiente y no necesito a nadie, y allá Dios y acá Dios, es la primera mentira y más grande, esa mentira la tuvo Satanás, delante de Dios en el trono, yo no necesito a Dios, yo puedo ser igual que él, a mí nadie me puede decir lo que tengo que hacer, yo tengo mi juicio, yo sé qué voy a hacer, es el mismo mentiroso que tuvo Eva cuando fue seducida por la serpiente, o por Satanás, en el huerto del Edén, y es el mismo pensamiento que se sigue manejando ahora de una u otra manera, identificándose la altivez como algo que me da a mí una seguridad para continuar adelante, y la primera mentira es pensar que yo estoy bien con Dios, y que soy suficientemente bueno para poder tener una relación directa con Dios sin necesidad de nadie más, una de las mentiras más grandes que va a provocar en el momento del juicio final, desastres, lloros, lamentos, crujir de dientes, ¿por qué? porque ahí es donde entenderemos finalmente, y ruego a Dios que sean los menos posibles, que no era como yo pensaba, sino que siempre fue como algo que yo rechacé, porque creí que era inútil y no funcionaba, porque no encajaba en mis conceptos que yo tengo de Dios, que yo tengo de un ser superior, o como quieran denominarlo. Esto es justamente por lo que es necesario conocer a nuestro Dios, a nuestro amado Dios, todopoderoso Dios. La lengua mentirosa es el tema que vamos a tratar brevemente el día de hoy, y detrás de una lengua mentirosa siempre hay una persona llena de perversión e iniquidad. Esto no puede refutarse, porque por los frutos los conoceréis, dice Cristo Jesús, y una mentira siempre tiene detrás perversión e iniquidad. Entonces quien abre su boca para hablar mentiras no tiene temor de Dios. Esto es algo que no hay que reflexionarlo mucho. No tiene temor de Dios. El que habla mentiras no tiene temor de Dios, porque piensa que puede decir lo que sea, acomodar su vida a su perfil o a su modo de ver, y claro, si necesito camuflar parte de mi existencia, lo hago porque pienso que no hay nadie que me vea. Entonces ante la gente puedo pasar muy bien camuflado con un manto aparente de bondad, pero Dios que todo lo ve, sabe quién es, quién soy, y por lo tanto el actuar con estas características muestra que no tengo temor a Dios. Y claro, esto refleja claramente que cuando una persona miente no tiene una comunión íntegra con el Espíritu Santo, y se puede apreciar visiblemente que su vida está siendo dominada por una tendencia a hacer el mal, que esta es una tendencia natural que tenemos nosotros. Por eso nos cuesta mucho hacer el bien. ¿Por qué? Porque no está en nuestra naturaleza. La lengua mentirosa es abominable ante Dios. Y ojo, que aquí voy a poner un ejemplo para que ustedes vean en Juan 8, en el versículo 31, en adelante, cuando Cristo Jesús está hablando con judíos, que se consideran el pueblo escogido por Dios, y eso para su mente, para su forma de pensar, los convierte en una élite que definitivamente no tiene que hacer más que reconocer eso para llegar a estar en la presencia de Dios cuando pasen sus días por esta tierra. Entonces vamos a leer lo que dice Juan en el capítulo 8, el versículo 31, y dice, Jesús les dijo a la gente que creyó en Él, ustedes son verdaderamente mis discípulos si se mantienen fieles a mis enseñanzas, y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres. Algo, una premisa importantísima, pero ¿cuál es la verdad? Y empieza a tener este diálogo con estas personas. Los judíos que estaban ahí le dicen, nosotros somos descendientes de Abraham, le respondieron. Nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Qué quieres decir con los hará libres? Jesús les contesta, les digo la verdad, todo el que comete pecado es esclavo del pecado. Un esclavo no es un miembro permanente de la familia, pero un hijo sí forma parte de la familia para siempre. Así que, si el hijo los hace libres, ustedes son verdaderamente libres. Claro que me doy cuenta de que son descendientes de Abraham. Aún así, algunos de ustedes procuran matarme porque no tienen lugar para mi mensaje en su corazón. Yo les cuento lo que vi cuando estaba con mi padre, pero ustedes siguen el consejo de su padre, dice Cristo a ellos. Y ellos responden, nuestro padre es Abraham. Cristo les dice, no, pues si realmente fueran hijos de Abraham, seguirían su ejemplo. En cambio, procuran matarme porque les dije la verdad, la cual oí de Dios. Abraham nunca hizo algo así. No, ustedes imitan a su verdadero padre. Nosotros no somos hijos ilegítimos, les dicen. Dios mismo es nuestro verdadero padre. Y Jesús les responde, si Dios fuera su padre, ustedes me amarían. Ojo con lo que describe Cristo. Quien ama a Cristo, ama al padre. Si Dios fuera su padre, ustedes me amarían. Porque he venido a ustedes de parte de Dios. No estoy aquí por mi propia cuenta, sino por aquel que me envió. ¿Por qué no pueden entender lo que les digo? Es porque ni siquiera toleran oírme. Pausa. Hoy sucede lo mismo. Cualquier persona que está viviendo tal cual como estos que están hablando con Cristo Jesús, se sienten altivos, se sienten dueños, y no permiten que nadie les saque del contexto que ellos manejan, de sus vidas y sus conceptos. Y es lo que les dice Cristo Jesús. Ni siquiera toleran oírme. Cuando alguien habla con una persona de estas, no quieren oír, no quieren saber nada. No soportan oír de Cristo Jesús. Y ahí empieza lo que les dice Cristo, ya en una forma muy dura. Pues ustedes son hijos de su padre el diablo, y les encanta hacer las cosas malvadas que él hace. Él ha sido asesino desde el principio, y siempre ha odiado la verdad. Porque en él no hay verdad. Cuando miente, actúa de acuerdo con su naturaleza, porque es mentiroso y el padre de la mentira. Por eso es natural que no me crean cuando les digo la verdad. ¿Quién de ustedes puede con toda sinceridad acusarme de pecado? Y si les digo la verdad, ¿por qué entonces no me creen? Los que pertenecen a Dios escuchan con gusto las palabras de Dios, pero ustedes no las escuchan porque no pertenecen a Dios. ¿Saben cómo termina el diálogo en esta parte? ¿Qué les dicen ellos? Samaritano endemoniado. ¿No veníamos diciendo que estabas poseído por un demonio? Palabras de ellos. En rechazo a la verdad de Cristo Jesús. Si aman a Cristo, aman al Padre. Si ustedes no escuchan las palabras de Cristo Jesús, es porque en realidad no son hijos de Dios. Es Cristo quien lo dice, no lo digo yo. Las obras de su padre el diablo es las que hacen, porque él es padre de mentira. Entonces si mi vida sigue siendo una herramienta para fabricarme mentiras, para pensar que tengo una relación adecuada con Dios sin Cristo Jesús e incluso con Cristo Jesús, pensar que yo estoy haciendo méritos para Cristo es algo que es mentira, porque de esa misma manera creyó aquel que estaba como querubín delante de Dios y pensó que él era útil a Dios por lo que él era, y pensó que Dios sin él pues definitivamente no era lo mismo, no era el mismo reino. Por lo tanto decidió rebelarse y hacerse autosuficiente, elevar su huevo a situaciones muy horribles y claro, generar mentiras. Los ojos altivos generan mentiras, siempre. Por eso Dios nos manifiesta que la humildad es la primera parte de llegar a ser un cristiano arrepentido. Cristo Jesús lavó los pies de sus discípulos y ellos no entendían por qué, porque simple y llanamente Cristo Jesús vino a servir conforme la voluntad de su padre le indicó. Lo seguiremos viendo hasta cuando terminemos estos aspectos y les dejo esta reflexión para que ustedes la sigan escuchando y sigan entendiendo cómo es de maravillosa esta relación con Dios cuando yo pongo la vida que Él me dio en manos de Aquel que nos amó primero, Cristo Jesús. Bendiciones hasta luego.

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