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Casa de Oración Chicago
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In this sermon, the speaker discusses the concept of being a rich fool based on Bible passages from 1 Timothy 6:17-18 and Luke 12:3-21. The main idea is that true wealth comes from trusting in God, not material possessions. The speaker emphasizes the importance of valuing relationships and enjoying life rather than accumulating earthly wealth. They also caution against hypocrisy and the temptation of greed. The sermon encourages listeners to prioritize their relationship with God and be aware of the signs of the end times. Vamos a hablar de un rico pobre hoy, amén, y vamos a basarnos hoy en Primero de Timoteo capítulo 6, versículo 17, y el 7 y el 8, lo vamos a leer al revés, y luego también tengan a mano Lucas 12, Lucas 12, del 3 al 21, vamos a estar estudiando esos pasajes bíblicos, y los vamos a desglosar poco a poco, vamos a sacarle el jugo a la palabra de Dios, porque muchas veces leemos la palabra de Dios rápidamente, Primero de Timoteo 6, 17, y en ese mismo capítulo, versículos 7 y 8, y Lucas 12, del 3 al 21, nuestro texto base va a ser Primero de Timoteo 6, 17, dice así, A los ricos de este mundo, mándales que no sean arrogantes, ni pongan su esperanza en las riquezas, que son tan inseguras, sino en Dios, que nos provee de todo en abundancia, para que lo disfrutemos. Así que, si tenemos ropa y comida, contentémonos con esto. Esta es la versión internacional, versión internacional. Así que, fíjense que fácil es la palabra de Dios, para que todos la podamos entender. Nueva versión internacional, y nos está diciendo que nosotros tenemos que confiar en Dios. Que es de abundancia, es un Dios de abundancia. Ahora, no vamos a hablar hoy de la prosperidad, porque muchos están por ahí pensando, bueno, estamos hablando ahora de la prosperidad, pues no vamos a hablar de la prosperidad. Vamos a hablar de ese rico tonto, insensato, esa era la palabra, la traducción sería tonto. Ese rico que pensaba que con lo que tenía iba a impresionar a los demás, y también todo lo que tenía le iba a alcanzar para estar toda la vida en esta tierra. Pero fíjense, nosotros no podemos acumular riquezas para este mundo, ¿verdad? Porque si somos hijos de Dios, tenemos que acumular riquezas para Dios, porque ese es el verdadero rico, es aquel que acumula riquezas para Dios. No para este mundo. Y hoy tampoco vamos a los que vinieron por primera vez, ¿verdad? O segunda vez, no vamos a hablar tampoco de vaciarle el bolsillo a nadie aquí, porque ese no es el propósito. Nosotros no tenemos esa intención. Sino que veamos cómo es que Dios es un Dios de abundancia. Dios primero nos quiere abundar en nuestro espíritu para que nosotros seamos ricos verdaderamente, porque eso es lo que muchos cuando ya en el lecho de la muerte le preguntan, ¿por qué no disfrutaste la vida? A pesar de que tenía millones y millones, pero en el lecho de la muerte, muchos desearían tener un minuto de vida para disfrutarlo con sus hijos, porque esos sí eran los momentos de riqueza. Estar con sus hijos, con sus hermanos, con su familia, disfrutar, estar en paz con los demás, eso es una riqueza verdadera. A mí, que tener millones en el banco. Ahora, ¿qué es lo que mueve esta sociedad y el mundo de hoy? Vamos a meditar en eso. ¿Qué es lo que mueve esta sociedad? No hay que contestar las preguntas. ¿Serán las riquezas materiales algo malo? Y entonces, ¿qué quiso decir Jesús cuando dijo en el versículo 21? Así les pasa a los que acumulan riquezas solo para sí mismos. Se creen muy ricos, pero en realidad ante Dios son pobres. ¿Qué quiso decir Jesús cuando dijo que esos ricos que se creían felices eran verdaderamente pobres? ¿Qué quiso decir Jesús con esas palabras? Ahora, primero vamos a pensar, la gente que estaba recibiendo este mensaje en el capítulo 12 de Lucas, si ya lo tienen a la mano, en el versículo 13, ¿qué tipo de personas eran estas que estaban allí? ¿Verdad? ¿Qué tipo de personas eran? Pues dice que la multitud, el versículo 1, habla de que había una multitud de personas allí, de todo tipo de personas, ¿verdad? Dice, entre tanto, una multitud de miles y miles se había reunido, tanto que se atropellaban unos a otros. Así que Jesús no, en esta enseñanza, Jesús no le habló solamente a sus discípulos, sino a cada uno de ellos. A los fariseos, a los escribas, a los saduceos, los que estaban persiguiendo a Jesús. A la gente que nunca habían visto a Jesús, a esos Jesús les estaba hablando. ¿Por qué? Porque todos tenemos ese deseo de tener. Todos nacemos con ese deseo de tener, ¿verdad? Todos nacemos con ese ego, con ese yo que está dentro de nosotros y nos dice todo el tiempo, tú tienes que estar arriba. Ahora, como hice esa pregunta al principio, ¿qué es lo que mueve esta sociedad y el mundo de hoy? Te va a ir, ¿verdad? Reflexionando y pensando, ¿qué es lo que mueve esta sociedad? ¿Verdaderamente qué es lo que mueve esta sociedad? Ahora, todas estas personas que estaban allí, entre las miles que habían, habían pobres, ricos, clase media, clase alta, todo tipo de personas, todo tipo de estatus social, ¿verdad? Pobres, leprosos, habían enfermos, cojos, de todo tipo de personas habían allí con Jesús. Y Jesús dirigió estas palabras a todo tipo de personas. Así que en este día, estas palabras no son para la iglesia nada más, ni para los que ofrendan, ni para los que dierman, ni es para los que no dan, ni es para los que dan. Es para todos. ¿Amén? Porque la palabra de Dios es para todos. Jesús no tiene favoritos, sino que la palabra de Dios es para salvar al hombre. ¿Amén? Así que Jesús comenzó diciendo, cuídense de la levadura de los fariseos. ¿Qué es la hipocresía? Nada hay encubierto que no haya de ser revelado, ni oculto que no haya de saberse. Jesús en el versículo 1 y 2 de Lucas, le está hablando a este tipo de personas que estaban alrededor de él, que eran hipócritas, personas que se creían, que sabían, que tenían poder, autoridad, pero sin embargo eran sepulcro blanqueado, ¿verdad? Que aparentaban por su ropa, por su vestimenta, por sus tradiciones y sus ritos, que eran buenos, que tenían mucho dinero, que tenían autoridad. Fíjense, que cuando a Jesús lo estaban enjuiciando y lo entregaron, ¿verdad? A Pilato, ellos le decían, los que estaban allí con Jesús, estaban burlándose de Jesús, y en otras palabras, ellos siempre pensaron, ¿por qué los judíos si decían que Jehová es su Señor, por qué decían que el César era su Señor? O sea, sin embargo, si tú dices que Dios es tu Señor, y Jehová de los ejércitos es nuestro Señor, ¿por qué ellos decían que César era su Señor? En otras palabras, estos líderes que estaban juzgando a Jesús, ¿verdad? Los hipócritas que estaban alrededor, velando los golpes que le daban a Jesús, estaban velando que Jesús se humillara ante esos hombres. Sin embargo, fíjense, si ellos decían que Dios era su Rey, su Señor, entonces, ¿por qué decían que, por qué querían que Jesús se humillara ante estos líderes? ¿Verdad? O sea, en otras palabras, eran hipócritas, porque ellos decían que Dios era su Rey, pero servían al hombre. ¿Y cuántos de nosotros también pudiéramos estar en la misma situación? Decimos que Dios es nuestro Rey, pero cuando nos piden hacer algo, no sé si escucharon el mensaje de la mañana, que tremendo, ¿verdad? Que los que trabajan en el gobierno, si tú eres cristiano y trabajas en el país de México, ¿verdad? Y eres cristiano, y muchos políticos tienen esta disyuntiva de que son cristianos, pero como les exigen que sean corruptos para trabajar ahí, tienen una disyuntiva de que deciden o es Dios o es el gobierno. Y entonces, fíjense, qué difícil, decía el pastor Chuy, qué difícil es ser cristiano, ¿verdad? Porque muchas veces, siendo cristianos, les exigen a estos policías que sean corruptos y le cobren dinero a la gente y vivan de sacarle dinero a los demás. Así que, una de las personas que también habló con el pastor, yo no me puse de acuerdo con el pastor Chuy hoy, porque yo no sabía lo que él iba a predicar, y él tampoco sabía lo que iba a predicar. Así que, Dios me puso este tema, desde el domingo pasado, yo estoy pensando en este tema, bueno, hace dos semanas que estoy pensando en este tema de hablar de las riquezas, fíjense. Y son una tentación para todos, ¿sí o no? Para todos. Así que, volviendo otra vez aquí a la multitud que había entre los que estaban allí, estos eran hipócritas, decían que adoraban a Dios, pero en verdad servían a los hombres. Y en el versículo trece de ese mismo capítulo dice que un joven se acercó a Jesús, ¿verdad? Dice, entonces uno de la multitud le dijo a Jesús, maestro, dile a mi hermano que me dé la herencia que me corresponde. Jesús respondió, ¿quién me nombró juez y repartidor de bienes sobre ustedes? Así que, fíjense, esto es bien importante porque muchos están pensando, como estas iglesias de la prosperidad piensan que Dios nos tiene que dar el dinero ahora. ¿Por qué? Porque ahora es que tenemos que disfrutarlo, ese es su es su eslogan. Money now, dicen ellos, dinero ahora. Y utilizan a Dios como si fuera un amuleto. ¿Para qué? Para satisfacer su avaricia. Y también nosotros a veces criticamos estas iglesias, pero nosotros también estamos poniendo a Dios en segundo lugar. ¿Por qué? Porque ponemos el trabajo en primer lugar. Ponemos las bicicletas en primer lugar. Ponemos el deporte en primer lugar. Y el día del Señor en segundo lugar. Entonces estamos pensando en las riquezas de este mundo. Las riquezas de este mundo son temporeras. Ahora, ¿qué tal si el Señor en una de esas que decimos, no, el Señor mañana, mañana y mañana, y en una de esas el Señor viene y nos quedamos? ¿Ah? Porque el Señor está más cerca todavía que nunca. Yo diría que hoy está más cerca que ayer. Suena lógico, ¿verdad? Pero es cierto, hermano, si usted ve las noticias, yo creo que estamos a minutos de algo grande que va a suceder. Y ya el Señor nos está advirtiendo en estas últimas prédicas. Dios nos está advirtiendo de una tormenta. Dios nos está advirtiendo de su venida. Dios nos está advirtiendo de que ya Él está a las puertas. Así que nosotros pensemos si es que estamos poniendo a Dios en primer lugar o está en segundo lugar nuestro Dios. Jesús les advirtió inmediatamente que este joven estaba pidiéndole, mira, dame una herencia, que mi hermano me dé la herencia de lo que me toca. Jesús le dijo en el versículo 15, dice, por favor, cuídense de toda avaricia. Ahí rapidito el Señor le identificó. Cuídate de la avaricia porque el perfeccionamiento de la vida plena no depende de tener muchos bienes. Estoy leyendo la nueva versión contemporánea. Después si quieren información de esta traducción, está preciosa porque está ligada al griego y está bien explícita. Voy a leerlo otra vez. Dice, por favor, cuídense de toda avaricia porque el perfeccionamiento de la vida plena no depende de tener muchos bienes. Estoy leyendo la nueva versión contemporánea. Después si quieren información de esta traducción, está preciosa porque está ligada al griego y está bien explícita. Voy a leerlo otra vez. Dice, por favor, cuídense de toda avaricia porque el perfeccionamiento de la vida plena no depende de tener muchos bienes. Estoy leyendo la nueva versión contemporánea. Después si quieren información de esta traducción, está preci os. Cuídense de toda avaricia porque el perfeccionamiento de la vida plena no depende de tener muchos bienes. Y de eso es que vive este mundo. ¿Se acuerdan la pregunta que hice al principio? ¿Cómo está esta sociedad? Tú eres perfecto cuando tienes mucho dinero, cuando tenemos muchos bienes, cuando tenemos muchas entradas. ¿Verdad? ¿Y qué es avaricia? En el griego esa palabra se dice pleonexia, pleonexia. ¿Y qué es pleonexia? Es el pecado del hombre que ha dado rienda suelta al dese de conseguir cuanto no debe. Que piensa que sus capricios, apetitos y vehementes anhelos son las cosas más importantes del mundo. Que ve a los otros como objetos para explotar, que no tiene más Dios que él y sus deseos. ¿Y cuántas iglesias ven a las personas como números? ¿Ah? Líderes, pastores, misioneros que ven a las personas como números, números y números. Y la silla y la iglesia y el templo y vamos a hacer y hacer y hacer, ¿pero qué están viendo? Dólares en los ojos. ¿Ah? Nosotros tenemos que vernos unos a otros como ovejitas, que necesitamos la palabra de Dios, que necesitamos consuelo, que necesitamos esa palabra de guianza de parte de Dios. Amén. Y también no podemos ver a los demás como negocio, ¿verdad? Pensando, yo en la iglesia, yo allí voy a sacar ventaja porque hay unos hermanitos que me pueden comprar esto y esto y esto, y qué feo se ve eso, horrible, espantoso, horripilante, no hay palabras para decir que en la iglesia vamos a vender algo. Y lo digo con experiencia porque cuando estaba en otras iglesias que he estado, ¿verdad? En Puerto Rico estuve y en la única que estuve acá en Illinois casi 20 años, me daba grima, como que la sangre me hervía cuando yo veía esas cosas dentro de la iglesia, gente vendiéndole algo. Aunque sea un chocolate para la escuela, nada debemos vender en la iglesia, nada, pero nada, hermanos, porque es horrible, es horrible, horripilante, que no tiene nombre, porque nosotros estamos para dar, no para sacarle provecho a la gente, ¿verdad? Está tremendo, y peor aún cuando las iglesias quieren hacerse de los pobres hermanitos que no tienen. Fíjense, no lo voy a decir de orgullo ni de vanidad, pero ahora que fuimos al desafío de jóvenes, estábamos allí en el tiempo del break, ¿verdad? Y había unos jovencitos allí mirando la comida. A mí me dio, yo decía, ¿cuánto más quisiera ser? ¿Cuánto más? Porque a veces pues Dios nos ha dado esa oportunidad, ¿verdad? Me dio esa oportunidad de estar en el campo misionero, en los viajes misioneros, y pude ver esas cosas en Chile, en Perú, en Colombia, en República Dominicana, y cuando yo veía eso, mi corazón se desgarraba. Yo le decía a mi esposo, cuando íbamos a esos viajes, nosotros de Puerto Rico, íbamos con las maletas llenas para dejarlas allá y venir vacíos. Y no lo digo de orgullo, ¿verdad? Pero así debemos estar todo el tiempo. Dar, ¿para qué necesitamos tener tanto? ¿Para qué? Y cuando estábamos allí en el congreso, veía unos jovencitos allí que estaban cerca de la comida, y estaban hablando con su mamá, y le preguntó a ella, y yo, como tengo una oreja bien grande, y yo dije, pues los músicos tenemos orejas grandes, porque tenemos que oír cada sonido, cada cosa. Y, pues, escuché, y yo dije, no, ellos necesitan, y ahí me acerqué y les pregunté, mira, pidan lo que quieran ahí, y cuánto más pudiéramos hacer cuando está alguien al lado de nosotros que necesita ayuda, ¿verdad? Lamentablemente, pues lo digo así, primero, gracias Dios, gracias Dios, pero lamentablemente hay tanta abundancia en este país que nos olvidamos del que está al lado de nosotros, ¿sí o no? Nos olvidamos totalmente, vivimos como que, pues, como les hice la primera pregunta al principio, ¿de qué vive esta sociedad? Del yo arriba, yo, yo primero, yo segundo, yo tercero, y al final, yo. Así es esta sociedad. Así que, hermano, cuando veamos necesidad, hay que dejarnos llevar por el Señor. Y esa avaricia, como dice aquí la definición, pleonexia, ese es ese deseo enfermizo de tener y tener y tener. Y también habla de aquellos que ganan a expensas de explotar a otros. En Colosenses 3.5, si lo puede buscar rapidito, habla de la pleonexia, fíjese. Esa palabra ahí se usa como pleonexia, fíjese, y ¿cómo se utiliza? Dice, hacer morir, pues, lo terrenal en vosotros, fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos, y avaricia, que es idolatría, la avaricia. La avaricia es la pleonexia. Cuando tenemos pleonexia en nuestro corazón, todo es para nosotros. Yo voy a comprar esto para mí, yo voy a comprar esto para mí, y esto para mí. Y eso es dar culto, es un culto a lo terrenal en vez de a Dios. Cuando un hombre tiene pleonexia en el corazón, pierde de vista a Dios, obstaculizado por el loco afán de poseer que le domina. Así que es un loco afán, es una desesperación por tener, tener y tener. Y no estamos hablando ahora de solamente dinero, estamos hablando ahora de talentos. ¿Cuántos talentos tenemos nosotros que podemos servir a los demás, sea conocer la computadora, sea limpiar un baño? Miren, vámonos hasta lo más simple que a veces no queremos hacer, limpiar un baño, limpiar un cinco, coger una sillita, poner esto aquí. ¿Cuántas cosas podemos hacer para el Señor? Muchas cosas que sabemos hacer. Sabemos leer y escribir, podemos ayudar a un joven, a alguien, sabemos matemáticas, podemos darle a alguien una tutoría. Fíjense, no todo tiene que ser corbata y chaleco. No, puede ser también ayudar, prestar nuestra mano de obra, ¿verdad? Es un culto, esa pleonexia, es un culto, una adoración, veneración o consagración o dedicación a obtener bienes, bienes, talentos, bienes, materiales, terrenos, carros, ropa, viajes, todo lo que sea posible. Pero es para mí. Sin darnos cuenta, los padres estamos haciendo un culto al dinero cuando hablamos de nuestros hijos y es como presentar un trofeo ante la sociedad cuando han logrado estar en un trabajo que gane mucho dinero. Lamentablemente, cuando a veces nos reunimos los amigos, las amistades, les pregunto, ¿y tus hijos qué hacen? Bueno, a veces ni hablamos porque nuestro hijo no tiene trabajo, nos da vergüenza, o que nuestro hijo no haya terminado la carrera, nos da vergüenza de nuestros hijos. ¿Por qué? Porque ya tenemos esta mente condicionada hacia que si nuestro hijo tiene un trabajo, ¿verdad? Y está ganando mucho dinero, nos sentimos, mira, ahí está mi trofeo, eso fue lo que yo logré. Sin embargo, sin embargo, fíjense, esta sociedad nos está llevando hacia un pensamiento que no es bíblico. ¿Cuál es el pensamiento que nos está llevando? Mientras más tienes, más vales. ¿Sí o no? Nos está llevando a eso. Y si no tienes nada, no vales nada. Como decía el pastor hoy, político pobre es un pobre político. ¿Qué idea tan falsa? Porque podemos ser como Lázaro, recuerda la parábola de Lázaro, porque esa era la que yo iba a traer hoy, Enrico y Lázaro. Lo que pasa es que Enrico y Lázaro tienen otro concepto, que hablan de la vida del más allá, y yo decía, es que, ¿cuál de las dos voy a hablar? Estuve en un debate entre la de Enrico y Lázaro, pero fíjense cómo en Lázaro, estando lleno de llagas, los perros venían a lamer sus llagas. Y en la tierra pasó muchas dificultades, enfermedades. Era un pobre miserable. Y aquel rico que hacía banquetes todos los días, ¿qué pasó? ¿Su alma dónde fue? Al mismo infierno. Y no está diciendo ahí la parábola de que tener dinero o ser rico o tener riquezas es malo, no es eso. Era su corazón, porque su corazón era egoísta, no compartía con los demás. La gente al lado de él se moría, pero él no sacaba del dinero que tenía. Ah, entonces, ¿qué es mejor? Ser un méndigo y ser rico para Dios, que ser un rico y estar pobre, ¿qué es mejor? Amén. Nuestros hijos también pueden ser para nosotros ídolos. Pueden ser ídolos. Ahora, la pregunta es, ¿cuál es el propósito que tenemos con nuestros hijos? Porque muchos, su propósito es que su hijo sea rico, que tenga un trabajo y que, aunque tenga una vida doble por allá donde vive, porque yo ni sé dónde está, pero tiene trabajo y gana buen dinero, pero allá está la vida perdida. Eso no me interesa mucho, porque así nos está llevando y nos está acondicionando a esta sociedad, a que pensemos que mientras más tengamos, más valemos, y eso no es así. Fíjense, entonces, en vez de nosotros enorgullecernos de que nuestros hijos sean ricos y poderosos, ¿saben de qué nos tenemos que enorgullecer? De que son siervos de Dios, de que sirven a Dios. ¿Por qué a veces no pensamos ni planificamos que nuestros hijos sean misioneros, pastores, líderes en la iglesia? Eso no. A veces nos da vergüenza que nuestros hijos puedan tener un cargo en la iglesia. Y nosotros mismos también, porque siempre queremos todo de lejito, no queremos comprometernos con las cosas de Dios. Sin embargo, el tener un puesto en la sociedad, ser un político, un abogado, un juez, y enorgullecernos de eso, eso es lo que está a flor de la vida. Me acuerdo yo que conocí a esta señora que tenía como cuatro hijos, y cada vez que me hablaba y me contaba con ella, me hablaba de él. Ay, mire, el primero hace esto, y ay, él es esto, y la segunda hace esto, y vende muchas casas, y el tercero hace esto, y el esposo de él… Y entonces me hablaba de cada uno, de cada uno, me hablaba como que eran unos trofeitos, unos trofeos. Pero nunca escuchaba, y ella era bien cristiana, bien cristiana, pero nunca escuchaba de que mi hijo es un pastor, es un misionero, es un diácono, un líder en la iglesia, le encanta la palabra, predica la palabra. De eso no hablaba nunca. Yo decía, pero ella había sido pastora por muchos años. Y yo me quedaba, bueno, y yo le seguía la corriente, ¿verdad?, porque qué podía hacer. Ya eso es un sistema de vida que muchos que vivimos en Estados Unidos están cayendo. Muchos que están en Estados Unidos porque dicen que vamos a lograr el sueño americano. Ahorita vamos a llegar ahí. Así que ese afán de poseer muchas riquezas por el solo placer de atesorarlas sin compartirlas con nadie se llama pleonexia. Esa pleonexia suena como una enfermedad, ¿verdad?, como una enfermedad, y posiblemente sea una enfermedad, la pleonexia. ¿Qué tiene? Muchos van al hospital, al doctor de emergencia, y tienen unos ataques de pánico, y le dicen, ¿tienen aquí?, ¿tienen allá? Y el médico le dice, tú no tienes nada, vete. Yo digo, sí, yo tengo algo. Y allí aparece la hermanita Estela y le dice, tú lo que tienes es pleonexia. ¿Y qué es pleonexia? Bueno, investigate bien cómo está ese corazón si tienes avaricia en tu corazón, porque mientras tengamos ese deseo, es un deseo enfermizo de tener y poseer, muchas cosas estarán ocurriendo en nuestro cuerpo también. Ahora, como decíamos ahorita, esas riquezas no son solamente materiales, pueden ser también nuestras capacidades, nuestros talentos, nuestros hobbies, las cosas que hacemos en el tiempo libre también. Miren, se hizo una encuesta y se le preguntó a estas personas qué podían intercambiar a cambio de recibir 10 millones de dólares, y miren la respuesta, 25% abandonaría su familia, 25% abandonaría la iglesia, 23% se convirtieron en prostitutas, 16% abandonaría a su cónyuge, y 13% darían en adopción a sus hijos. O sea que más de dos terceras partes, dos de tres personas que le ofrecieron esto harían algo insólito por esos 10 millones de dólares. Y usted, ¿qué haría? Yo estaba meditando en esto y yo decía, a mí no me interesan los 10 millones de dólares, yo quiero estar con mi familia. Porque muchos se van detrás de esos 10 millones, es más, empezando bajito, el millón. Van por el millón, y a pesar de que estén en la iglesia a veces se dan su jugadita, y compran su tiquecito para ver si se pegan al gordo, fíjense. Y la palabra de Dios dice que nosotros no damos nuestro dinero a usura, eso es gambling, eso es jugar nuestro dinero, ¿por qué? Porque el dinero es de Dios, Él no los dio y Él no los puede quitar. Así que tenemos que honrar a Dios con nuestros bienes, con todo, sea material, físico, espiritual, todos los talentos que tenemos para el Señor. Amén. Y recuerde que acumular riquezas para Dios es verdaderamente ser rico, eso es ser rico, acumular riquezas para Dios. Ahora en el versículo 16, está hablando de una abundancia exagerada, mire, versículo 16, volvemos a Lucas 12, entonces dijo este hombre, perdón, entonces Jesús dijo una comparación, dice, un hombre rico produjo una gran cosecha en su campo, él pensó, ¿qué haré? Porque no tengo dónde guardar tantos frutos, ¿qué haré? Mira, tengo un viñado y me sobran las uvas, me sobran los granos para hacer pan, me sobra tanto, ¿qué voy a hacer con eso? Ahora, la pregunta es, ¿cuántos de nosotros decimos lo mismo cuando tenemos tanto en nuestra casa? ¿Verdad? Tenemos tantas cosas que a veces no las podemos ni organizar y terminamos llevándolas a la Google, ¿sí o no? Porque es que vivimos a veces la abundancia, pero qué bonito es que hay, fíjense que yo no sabía que existía un grupo cristiano que está, ellos son personas que orientan, porque fíjense que de este tema no hablamos mucho en la iglesia, pero ustedes van a ver qué cosas podemos nosotros evitar si nosotros fuéramos educados en esta parte. Y este grupo es un grupo cristiano de minimalistas, ¿verdad? Le llaman los minimalistas, pero esa no es una teoría nueva, Jesús nos enseñó a ser minimalistas. Él fue el primero porque dijo, cuando vayan, y empezando por Juan el Bautista también, que les predicaba a la gente, arrepientan, se dejen de hacer lo malo, pero les decía, no vayan con dos capas, vayan con una. O sea, olvídense de llevar muchos bultos y muchas cosas, vayan con lo que necesitan nada más. ¿Verdad? Entonces nosotros, todas esas cosas que a veces tenemos, no son impedimentos para hacer vida del Señor, realmente son impedimentos. No estamos diciendo aquí que vamos a dejar el trabajo, vamos a renunciar al trabajo, pero es que tenemos que vivir con lo que necesitamos. ¿Amén? Y decir, Señor, mira, yo he pecado, he fallado, y volver otra vez, Señor, quiero empezar de nuevo. Si es posible, Señor, vaciar todo y dárselo a los pobres y empezar de nuevo. ¡Qué felicidad! Hace poco fui a una casa de una... ellos tienen una cultura diferente, ¿verdad? A los americanos, ella es japonesa. Y cuando entré a la casa de ella, me impresionó tanto, y yo dije, ¡guau, qué lindo! Si pudiéramos ser así, tiene su comedor, su sillita, un cuadrito, una plantita, y eso es todo. Porque para comer no necesitamos tener muchos adornos en las paredes, no necesitamos muchas cosas, solamente un tenedor, una cuchara, un plato, eso es lo único. Pero que estamos acostumbrados, en este país que vivimos, a tener todo. Y eso me pasa también con los niños en el salón de clase. Fíjense que los niños van, estos últimos dos años, después de la pandemia, cada año ya ahora le están dando todos los materiales a los niños. Pero una cosa que a veces yo pienso, ¿será algo beneficioso o será algo que los malacostumbre? Yo preferiría que cada padre trajera todos sus materiales y que los niños traigan sus propios materiales para que valoricen. Fíjense, pero algunos niños, como le han dado todo y cuando se les acaba todo, van a donde mía a pedirme, y yo les digo, recuerda que al principio del año, todo te lo suplimo. Ahora habla con tu papá y dile que te traiga lo que necesitas, porque yo no te lo voy a dar. Fíjense, porque en cierto modo, ¡ay, qué cruel! No, le estamos dando una lección. ¿Qué le estamos enseñando? Que las cosas tienen valor. Las cosas valen. Y debemos empezar desde nuestra casa a enseñarle a nuestros hijos que todo tiene valor, que hay que ganárselo, que hay que trabajar para tener algo. Amén. Y no le vamos a echar la culpa al gobierno, no le vamos a echar la culpa al sistema, no. Nosotros tenemos que poner disciplina en nuestra casa. Ahora, ¿qué tanto de lo que tenemos podemos decir que le hemos regresado a Dios? Ahí viene la pregunta importante. Porque Dios nos ha dado todo, todo, todo. En una ocasión me encontré con unos compañeros de trabajo, ¿verdad? Voy a decir que profesión, y les empecé a hablar del Evangelio. Entonces, fíjense lo que me dice una de ellas. ¡Jesucristo no va a bajar del cielo a comprarte una nevera! Yo le dije, yo entiendo eso. Mi confianza está puesta en Él. Fíjense, porque ella se declaró atea. Entonces no quería que yo le hablara del Evangelio, porque para ella, primero era ella la que iba a buscar la nevera. Sin embargo, se olvidó de que el que le da el trabajo que tiene, se lo debe a Él. Aún los que no conocen a Dios, Dios le da trabajo. Aún los que no conocen a Dios, hasta Dios le permite tener fama. Pero como no reconocen la gloria de Dios, se reconocen a ellos. ¿Qué hace Dios? De la cima al abismo. Así mismo como hizo con el hombre rico. El hombre rico estaba en su glamour. Todo lo tenía, no le faltaba nada. ¿Pero qué hizo Dios? Al abismo. Y allá, pidiéndole misericordia, Dios te misericordia de mí. ¿Y qué le dijo el Padre Abraham? ¿Qué le dijo? Mira, en la vida tuviste muchos bienes. En otras palabras, nunca te acordaste de los pobres. Todo era para ti, segundo para ti, por último para ti. Y no compartiste nada de lo que tenías. Ahora, mira dónde está. Ya de ahí, tú no puedes pasar esa cima. Porque los que están vivos en Cristo, porque Lázaro ya estaba en el paraíso, no pueden bajar al abismo. Y los que están en el abismo tampoco pueden pasar allá. Ya se te acabó tu tiempo. Tú tenías que en vida vivir para Dios y hacer riquezas en el cielo. Sin embargo, Lázaro, que no tenía nada, hizo riquezas en el cielo. Así que quiere decir esto, que nosotros no tenemos que tener mucho dinero para decir que tenemos riquezas, porque las riquezas verdaderas se hacen en el cielo. Dios no nos está pidiendo el diezmo en este día, no nos está pidiendo la ofrenda ni nuestra limosna. Fíjense lo que dice la palabra de Dios. Mire, no lo busques, Miqueas 6, 7 y 8. Anótelo por ahí, Miqueas 6, 7 y 8. Escuche lo que dice. ¿Se agradará Jehová de millares de carneros o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? Oh, hombre, Él te ha declarado lo que es bueno. ¿Y qué pide Jehová de ti? Solamente hacer justicia y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios. ¿Por qué Dios está pidiendo que nos humillemos delante de Él, que hagamos justicia, que amemos la misericordia? ¿Por qué? Porque Dios quiere mostrar su poder a través de nuestra humildad. Cuando nosotros nos humillamos delante de Dios, Dios puede entonces empezar a moldearnos y a usarnos para hacer bendición a otras personas. Mientras estemos con ese corazón orgulloso, aquí nadie me tiene que decir lo que yo tengo que hacer, Dios no te toca ni te hace nada. Al contrario, en vez de beneficiarte, lo que estás haciendo es maldiciéndote, porque está la maldición sobre ti, ya que tú no dejas que la mano de Dios te toque y te cambie y te transforme. Eso es lo lindo de nuestro Dios, que cuando uno le dice al Señor, Eme aquí, Señor, ya no se haga mi voluntad, sino la tuya, como el Padre nuestro, Jesús dijo que se haga tu voluntad. ¿Sí o no? Entonces, por eso es que debemos decirle al Señor, Eme aquí, aquí estoy, Señor, y el Señor te va a decir lo que vas a hacer. Te va a indicar cómo ser un buen padre, cómo ser un buen esposo, cómo ser un buen hijo, cómo ser un buen profesor, cómo ser un buen trabajador, un mecánico, un electricista, un ingeniero, un delineante. Dios te lo va a ir diciendo, ¿cómo? Dios te va a hacer todo, pero necesitamos decirle al Señor, mira, me humillo ante ti, me humillo, ya no vale, mi opinión no vale. Dios no necesita un espectáculo para agradarle a Él, ni que toquemos platillos cuando le damos algo a Dios. Porque lo que le damos a Dios, ¿sabe qué? Es una migaja comparado con lo que Él nos da todos los días. ¿Cómo nosotros vamos a poder pagar ese sol que brilló hoy, esas nubes, esa temperatura que era inagradable, cómo vamos a poder pagar eso a Dios, cómo? Más todavía, ¿cómo vamos a pagar ese sacrificio que Él hizo por nosotros, de entregar su vida por nosotros, para que por medio de Él nosotros podamos tener paz con Dios, perdón, reconciliación con Dios? Dios solamente que necesita es un corazón humillado, simple, sencillo. Dios busca gente simple, que obedezcamos a Dios. Ahora, cuando entonces tenemos un corazón humilde, sencillo, Dios va a hablar a nuestro corazón y nosotros vamos a obedecer su palabra. Entonces no necesitamos rogarle a la gente, ofrenden, den, mira, no hay esto, no hay que decirle nada a la gente cuando la gente está tocada por Dios. Cuando somos humildes, eso es lo más importante que nosotros tenemos que traer ante Dios, un corazón contrito y humillado. Así que acumular riquezas para Dios es verdaderamente ser rico, acumular riquezas para Dios. En el versículo 18, volviendo otra vez hacia Lucas 12, y dijo, ya sé lo que voy a hacer, dijo el rico, derribaré todo mi granero y edificaré unos más grandes. Wow, qué egoísmo, eso es un culto el egoísmo. Y allí guardaré toda mi cosecha y mis bienes. Y me diré a mí mismo, mire, me diré a mí mismo, tienes bastante acumulado para muchos años y entonces estate tranquilo, descansa, come, bebe, diviértete. Si tienes todo para retiro, ándale, agarra y vete de viaje de crucero, gasta todo lo que tienes, los ahorritos, y saben que algunos cuando empiezan su retiro, pum, al otro día la muerte. Porque ahorita vamos a hablar de eso, este que se preparó para su retiro, porque tenía muchos bienes, le llegó la muerte a buscarlo. ¿Cuál es entonces el sueño americano? ¿Ser esclavo del trabajo? ¿Tener la ansiedad de tener lo mejor? ¿Tener la ansiedad de pagar deudas? ¿O caer en el hoyo de la desesperación? La gente está malgastando en las tiendas, en vicios los fines de semana, en borracheras, porque el alcohol está bien caro, ¿sabe? Carísimo. Los cristianos gastando en lo que no edifica. Todos estamos ahí, pero le decimos al Señor, en mi aquí Señor, yo quiero que Tú me cambies hoy, quiero salir diferente de aquí hoy. Sin embargo, en lo que debemos invertir en el reino de Dios no lo estamos haciendo, porque somos avariciosos y no pensamos en que el Evangelio se sigue predicando y que hay pastores, misioneros, líderes en el mundo que están pasando hambre. Miren, yo tuve esta experiencia, no voy a decir nombre de concilio ni nada, pero cuando estuve en Puerto Rico, después de la experiencia que tuve de estar un tiempo en Chile y llegué, estaba con un concilio, no voy a decir qué concilio. Y saben una cosa tan horrible que supe, y eso a lo mejor ya el mundo lo sabe, iglesias poniendo el dinero de toda la iglesia en la bolsa de valores. ¡Uy! ¡Qué espanto! Usted sabe lo que es eso en la bolsa de valores, que eso sube y baja y se lo pueden perder todo. Así que qué terrible es estar jugando a cristianitos. Y sin embargo, de ese mismo concilio, cuando estuve en esa experiencia que estuve en ese país, el misionero que estaba ahí me estaba pasando las decaín, como yo digo, miserias. Mi iglesia me suplía a mí lo que yo necesitaba, porque de ese concilio a mí no me dieron ni un penny, ¿verdad? Sin embargo, mi iglesia era la que me suplía. Con 100 dólares yo vivía todos los meses, con 100 dolaritos en este país. Me alcanzaba para el autobús, para ir a la iglesia, sacar copias para el instituto, para todo, 100 dolaritos. Lo tenía que estirar lo más que yo pudiera. Pero ese pastor estaba pasando miserias. Hasta tuvo que regresarse a nuestro país, porque ya la iglesia no le estaba dando suficiente. Y no quería lujos. Él tenía su familia, pero ¿qué? Para pedir algo, eso era un protocolo. Pide aquí, pide allá, pide allá, pide allá, y al final, la miseria. ¿Por qué? Porque hay iglesias que quieren ser imperios, reinos. Y nosotros también, como cristianos, podemos estar acoyendo en eso también. No critiquemos a otros lugares, iglesias, cuando nosotros también, quizás, tal vez, pudiéramos estar pensando en que yo me voy a ser rico. Cuando debemos ser ricos para Dios, ricos para Dios en buenas obras, ricos para Dios en la bendición, en la oración, en compartir con los demás el evangelio. Así que, fíjense, en 2 Timoteo, no lo busque para avanzar un poquito, en 2 Timoteo 3, del 1 al 2, parece que estaba describiendo la sociedad en que estamos viviendo ahora. Mire lo que dice. También debe saber esto, que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos, porque habrá hombres amadores de civismo avaros. Y está hablando de estas personas que desean el dinero en primer lugar. O sea, y pregunto, ¿eso será lo que está pasando en la sociedad que vivimos? ¿Sí o no? Todo lo que se mueve es por dinero. ¿Sí o no? Así que, imagínense, los jóvenes en la actualidad trabajan y piensan solo en ello. En carros lujosos, ropa cara, zapatos carísimos, vicios, amistades, pagándole a otros para apantallar que tienen dinero. Y nosotros los adultos, también, no nos quedamos atrás. Le enseñamos más a nuestros hijos a ser negociantes que a dar. Tenemos que darlo todo por Cristo. Él lo dio todo por nosotros. Así que la raíz de todo el mal está en el amor al dinero. Porque dice que los que quieren enriquecer se caen en tentación y lazo y en muchas codicias necias y dañosas que hunden a los hombres en destrucción y perdición. ¿Cómo entonces es la avaricia? Es una tentación. Es un lazo que te amarra. Codicias necias. Son deseos necios. Nos hunden en la destrucción y en la perdición. Porque mientras más queremos tener, más nos vamos hundiendo. ¿En qué? En deudas, en amarres. Tenemos muchas deudas. Así que debemos enseñarle a nuestros hijos a que no caigan en esas trampas como las tarjetas de crédito, préstamos. Nosotros mismos desechemos toda esa basura. Hermanos, hay que dejar este mundo. Y este mundo lo que tiene son trampas. Satanás te puede soplar. Nosotros tenemos ahí la gasolina, pero si Satanás te sopla y tú le das la rienda, entonces Satanás, ¿qué va a terminar haciendo? Riendo de nosotros. Mira, por fin lo dejé en la ruina, en el pozo cenagoso, con la depresión, porque tienen problemas económicos en el hogar. Y el problema en su mayoría de los hogares y las casas empieza por los problemas económicos, ¿sí o no? Cae una depresión hasta pensamos a veces que Dios nos ha abandonado y la culpa es nuestra. Así que enseñémosle a nuestros hijos a ahorrar, a dar, a organizarnos. ¿Por qué? En general tenemos que decirle a nuestros hijos, mira, dale todo a Dios, dale todo a Dios. Yo a veces le hablo a mis hijas y les digo esto, mira, Dios desde que yo era jovencita nunca me falló. Tuve experiencias bien difíciles. Aunque nací en un hogar de clase media, ¿verdad? No pasamos muchas necesidades. ¿Por qué? Porque mis padres primero servían al Señor y servíamos al Señor en la iglesia. Pero cuando tuve esa oportunidad de estar allá en ese viaje un año y medio, dependiendo solamente de Dios, si no llegaba el dinerito, pues yo confiaba en el Señor. Pero yo sé que nunca me faltó nada, nada, nada, hermanos. Nada, nada. Nunca me faltó nada. Ni comida, ni agua, ni cama, ni hospedaje. Nunca me faltó nada. Porque el Señor siempre proveyó. Porque yo le dije al Señor, yo me voy a entregar a ti para que tú hagas lo que tú quieras conmigo. Así tenemos que estar en este momento, hermanos. Como cristiano, siempre decirle al Señor, mira, Señor, lo tuyo es primero. Lo tuyo es primero. El día del Señor, la devoción por la mañana, por la tarde, sacar tiempo para el Señor, orar, leer la palabra, consagrarnos, meditar en la palabra. Señor, ¿qué tú quieres decirme hoy con esta palabra? Pensar, hablar con Él. Señor, mira, tengo estos vicios, porque tenemos vicios. Pensamos que son vicios de fumar y beber. Esos no son los únicos vicios. Hay otros vicios, hermanos. Las redes sociales son vicios. Perder tiempo, el chisme es un vicio. La chismografía. Tantas cosas que tenemos que impiden que Dios nos use. En vez de estar chismeando, prediquémosle a alguien la palabra de Dios. En vez de hablar del compañero de trabajo, vamos a hablar de Cristo. Si alguien no quiere escuchar la palabra de Dios, mira, hay otro que sí va a escuchar la palabra de Dios. Siempre va a haber alguien que va a escuchar. Y finalmente, el juicio inminente. El versículo 20, le llegó la hora. Dice, pero Dios le dijo a aquel rico tonto, tonto, esta noche morirás, y entonces, ¿quién se quedará con todas estas cosas que guardaste? Así les pasa a los que acumulan riquezas solo para sí mismos. Para sí mismos, dijo Jesús. Se creen muy ricos, pero en realidad, ante Dios, son pobres. Estoy leyendo la versión contemporánea. Son pobres en realidad. Miren, tuve un familiar que, esta persona, esto era cuando yo tenía como 15 años, 16 años. Bueno, ya han pasado muchos años. Y, él era un hombre de Dios, supuestamente. De Dios, ¿verdad? Iba a la iglesia con su esposa, eran bien cristianos, pero no se conocía como un hombre generoso. O sea, como que había rumores de que era tacaño, ¿verdad? Ni era generoso con la iglesia, ni con su familia. Y todos sabían que tenía dinero. Tenía bienes, casas, terrenos. Y estaba recibiendo su seguro social, porque su esposa murió y él estaba recibiendo el cheque de seguro social, ¿verdad? Porque, pues cuando las personas mueren, a veces reciben una regalía, un dinero, ¿verdad? Y cuando murió, resulta que encontraron una pared llena, una pared detrás de un cuadro. Y en esa pared había cheques y dinero, billetes. Estaba llena esa pared. Así que no disfrutaba nada, porque cuando salía con nosotros, no le compraba a nadie ni un lápiz. La pregunta es, ¿qué había en la mente de él? ¿Qué había en su mente? Porque no compartía lo que tenía, teniendo tanto. Dice, pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad y cierra y contrae su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Eso está en Primera de Juan 3.17. Primera de Juan habla del amor de Dios y el amor al prójimo. O sea, si tenemos bienes y vemos a nuestro hermano pasar necesidad, ¿por qué cerramos nuestro corazón? Y eso era lo que pasaba con esta persona, tenía su corazón cerrado. Por más años que llevemos en el Evangelio, nuestro corazón puede estar más duro que una roca. Que no le entra un poquito de agua, porque el terreno está bien seco. Así que el pecado no es tener dinero, sino guardarlo egoístamente y no compartir con los necesitados. Así que recuerde, acumular riquezas para Dios es verdaderamente ser rico. Acumular riquezas para Dios. ¿Dónde nosotros debemos poner entonces nuestra mirada? En las cosas de arriba. Confiar en nuestro Dios plenamente y no en nuestros bienes materiales, porque esos vuelan. El dinero vuela, hermano. No sé si usted a veces saca un cambio y tiene 20 dólares, 30 dólares, en dos minutos se fue. ¿Sí o no? ¿En dónde más debemos hacer riquezas? En la oración, pasar tiempo con Dios y con nuestros familiares, con nuestros hijos, hablando con ellos. ¿Cómo estás? Tiempo de calidad con nuestra familia. En la lectura, meditar en la palabra y no meditar en las redes, en las noticias, porque eso nos está poniendo más ansiosos. La comunión con los santos. Miren qué lindo estaremos ahorita compartiéndonos con los demás. En la generosidad. ¿Te falta algo? ¿No tienes esto? ¿No tienes aquello? Mostrarle los frutos del Espíritu a donde quiera que vayamos. No mostremos a los demás nuestro éxito. Aquí tengo el trofeo de Virgilia. ¿Qué le dejo? Dos trofeos. No, eso no es importante. Lo importante es que Cristo dio su vida por mí. No hablemos de nuestra familia con ese orgullo de que ella tiene mucho dinero porque trabaja en esto y este tiene otro porque pensemos que ganando mucho dinero es éxito. Eso no es éxito. Tener dinero no es éxito. Lo que nos ha enseñado la sociedad. Este mundo que vivimos de youtuberos que creen ellos que porque lo que ven ahí en la imagen, eso es éxito. Mentiras. ¿Cuántos de estos que hemos visto por las redes sociales? Son un fracaso total. ¿Por qué? Porque tienen vicios. Han caído. ¿Cuántos de estos artistas que tenían mucha fama actualmente? Cantinflas. ¿Cómo terminó Cantinflas? En la miseria. Siendo tan famoso. Y ahora sus hijos peleando por la herencia. Como le dijo Jesús aquí. ¡Necio! ¿Quién se va a quedar con lo que hiciste ahora? ¿Para qué hacemos estas riquezas? Si es bueno que nuestros hijos estén bien. Pero afanarnos de que dejarle para que en el futuro mire de que trabaje. Que se esfuerce y se paje y trabajando para que sepa el valor del dinero. Pero no acostumbrarnos a darle todo. Porque luego terminan peleando. En resumen hermano. Colosenses 3.1. Dice pues si habéis resucitado con Cristo. Buscar las cosas de arriba. Donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Versículo 2. Poner la mira en las cosas de arriba. No en las de la tierra. Porque habéis muerto y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Si es que hemos muerto. El que esté vivo en el pecado no va a poner las miradas en lo de arriba. El versículo 4. Cuando Cristo vuestra vida se manifieste. Entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria. Versículo 5. Hacer morir pues lo terrenal en vosotros. Fornicación. Deseo de tener otra mujer. Impurezas. Pensamientos sucios. Pasiones desordenadas. Malos deseos. Avaricia. Está comparándola con malos deseos. Que es idolatría. Tener mucho dinero. Hacerse rico en esta tierra. Para Dios es carnal. Ser carnal. Pensar en la carne. En lo material. Cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia. Las cuales vosotros también anduviste en otro tiempo cuando vivías en ella. Si estamos todavía en ese tipo de actividades, todavía, ¿qué está diciéndonos Dios? No has resucitado. No has resucitado. Estás muerto en pecado. Tienes que resucitar para Cristo. ¿Cómo podemos resucitar para Cristo? Dejando esa vida atrás. Arrepintiéndonos de toda esa vida de maldad, de pecado. Recordemos que acumular riquezas para Dios, eso es verdaderamente ser ricos. ¿Cómo podemos lograr esto, hermanos? Se hace difícil, pero Dios nos ha dado su palabra. La palabra de Dios dice que more en abundancia en vosotros. Enseñándonos, exhortándonos unos a otros en la sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones. Ahí mismo, en ese capítulo. Cantándole al Señor con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos, himnos y cánticos espirituales. Dice que todo lo que hacéis, hacerlo que sea de palabra o de hecho, hacerlo todo en el nombre del Señor Jesús. Dando gracias a Dios, Padre, por medio de Él. Siempre dándole gracias a Dios, siempre. ¿Cómo? Uno dejándonos enseñar. Decirle al Señor, mire, yo no sé nada. ¿Me creía el sabelotodo? Yo me creía el sabelotodo. No, aquí yo no sé nada, Señor. Dejándonos exhortar. Eso es lo primero. Esto no quiere decir que los líderes tengamos que ser despotados. Tú te tienes que dejar enseñar. Tú tienes que dejar que yo te enseñe. No, también nosotros tenemos que humillarnos. Señor, aquí yo no sé nada. Yo estoy aquí para aprender. Quiero aprender más, Señor. Quiero conocerte más, Señor. Hay un lema que dicen los maestros allá en el distrito donde yo trabajo, me encanta ese lema, y dice, si los maestros no aprenden, los niños no aprenden. Qué bonito, ¿verdad? Un maestro tiene que estar, que ser dócil, dejarse enseñar los maestros, porque esa es una de las características de los maestros, que son preponderantes. Dicen, yo soy maestro, a mí nadie me tiene que enseñar. No, tenemos que dejarnos enseñar. Así, cada uno de nosotros, dejarnos exhortar por la palabra. Hay recursos, ahora tenemos recursos de discipulado, tenemos la palabra de Dios disponible en todo momento, ¿verdad? Dice, cantando, dando gracias a Dios por medio de Jesús. ¿Dónde entonces está puesta nuestra mirada? ¿Qué pide Dios? Dios nos pide que si somos ricos, fíjense, porque somos ricos, yo no sé. Si usted vive en este país, yo diría, consideraría que somos ricos. Le voy a decir algo, mire, esta semana, hace dos semanas que recibí un niño que viene de Venezuela. No voy a llorar, porque, pero me conmovió en el salón, y los niños me dijeron, Maeta, estás llorando, y yo le dije, ¿qué me conmovió el niño? Me conmovió. Viene de Venezuela. Ustedes saben la situación de Venezuela, ¿verdad? Qué terrible. Y estábamos hablando de la selva, porque cada día hablamos de un animalito diferente, del koala, creo, y que los koalas viven en la selva, y ¿sabe qué? Levantó la mano y dijo, yo conozco la selva, y estuve cuatro días en la selva. Con eso lo digo todo. Y yo le dije, cuéntanos, ¿qué pasó? Mira, ¿y dónde dormiste? En el piso, porque venían desde allá cruzando. Perdió todo el primer año, o sea, el kinder empezó ahora. Todo el año, casi dos años llevamos, porque ellos viajan, eso, dijo, caminamos muchas horas, muchas horas. ¿Quién? Él, su mamá y otra niña. Y su papá, todos juntos. Ustedes saben, ¿verdad? Las caravanas. Y le preguntaba, ¿y cómo te sentías allá? No, yo todo el tiempo estaba con ellos. ¿Y qué agua tomaban? Pues la que traíamos. Pensé, yo después voy a tomar agua del río. No, traían, tienen, porque ellos vienen bien equipados. Vienen con agua, vienen con todo equipado. ¿Y dónde dormiste? En una casita de campaña que preparamos y ahí dormíamos en el bosque, en la selva. ¿No te daba miedo que saliera un animal? Pudo ver monos, dice que pudo ver monos. Cuando un niño te habla con detalles, porque me dijo más detalles, pasó toda esa experiencia. Y la pregunta es, ¿cuán agradecidos nosotros somos? Después yo le dije, ¿cuántos niños ya son de aquí, que nacieron aquí? Y yo les dije estas palabras. No me importó, yo les dije, ustedes le dieron gracias a Dios hoy que están aquí vivos. Delen gracias a Dios todos los días, hablen con él. Delen gracias a Dios que están vivos aquí ustedes. Porque no sabemos la situación que pasó este niño, el otro, el otro. Y estamos, este año, ustedes lo van a ver aquí en Chicago y en diferentes pueblos de Illinois, ¿cuántos migrantes van a venir? No cerremos nuestro corazón porque ellos necesitan a Dios. ¿Sí o no? Necesitan mucho. ¿Qué es lo que Dios pide? Porque como les decía otra vez, nosotros somos ricos aquí en este país. Y dice a los ricos de este mundo, mándale que no sean arrogantes, ni ponga su esperanza en las riquezas. Está en 1 Timoteo 12, 17. Sino en Dios que nos provee de todo en abundancia para que lo disfrutemos. Dios nos provee de todo cada día, ¿sí o no? Y el versículo 6, 7 y 8 del mismo capítulo, porque nada traímos a este mundo y nada podemos llevarnos. Así que si tenemos ropa y comida, contentémonos con eso. Porque eso es lo que Dios quiere, que seamos agradecidos. ¿Qué estamos haciendo para hacernos ricos espiritualmente? ¿Qué estamos haciendo? ¿Dónde está puesta nuestra esperanza, hermano? ¿Dónde? ¿En los dolaritos? Porque ¿sabe qué? Eso va rumbo abajo. La economía está peor y se va a poner peor. Lo mejor que podemos hacer es, uno, salir de deuda lo más pronto posible. No tengamos nada con este mundo. Soltemos todo. La casa, pues, no la podemos vender rápido porque tenemos que vivir ahí. Eso es una de las primeras necesidades. Un carro también. Pero después de ahí, hermano, desliguémonos de todo. Entreguémosles al Señor nuestro tiempo, nuestros talentos, todo lo que tenemos al Señor, al servicio del Señor. Miren, hermanos, yo les puedo certificar que Dios me ha multiplicado mil veces más. Todos nosotros podemos darle gracias a Dios por la salud que tenemos ahora. ¿Sí o no? Por la salud. ¿Cuánto daría un moribundo por tener la salud que tenemos nosotros? Y le dimos gracias a Dios por esa salud o dimos por sentado hoy. Ah, ya tenías que darme la salud y me tenía que levantar. Nos humillamos en este día. Le dijimos, Señor, al Señor le dijimos gracias por la vida, por la salud. Algunos no. Podemos todavía, es el día de salvación. Es el día de salvación. Y podemos decirle al Señor, mira, lávame, límpiame, quítame todas esas iniquidades, esos pecados, todas esas obras malas delante de mis ojos. Humillémonos delante del Señor en este día. Como el libro de Isaías, el capítulo 1, del versículo 16 al 18, Dios le hizo esta llamada al pueblo y le dijo, lávense. Dile al Señor en este día, mira, Señor, a través de la sangre de Jesucristo yo puedo ser lavado. Yo me puedo arrepentir. Puedo venir delante de Ti en este día y decirte, Señor, he pecado, he fallado. Vamos a hacer esta oración y tú ahí en tu corazón dile al Señor, lávame, límpiame, quita las iniquidades de mis obras, quita la maldad de mi corazón, quita la avaricia, Señor, lávame cada día más. Ayúdame a través de tu Espíritu Santo a que yo te rinda todo y que yo pueda dejar de ser lo malo. Ayúdame, enséñame a hacer el bien, a buscar el juicio, a ayudar al que está agraviado, al que está enfermo, al que está necesitado, al que necesita justicia, al que está desamparado, a la viuda. Al que necesite, Señor, si está en mi posibilidad de, Señor, ayudarlo. No somos superhéroes, no, pero si está en nuestra posibilidad de ayudar. Y Dios le dice en el versículo 18, venid luego, fíjense, dice Jehová y estemos a cuenta. Si vuestros pecados fueron como la grana, como la nieve, serán emblanquecidos. Si fueron rojo como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. No importa el pecado malo o lo peor que hayamos hecho, Dios puede perdonarnos. Dios puede perdonarte, sea lo que sea, porque ninguno de aquí es perfecto. Somos propensos todos a pecar todo el tiempo, todos, todos. Señor, sabemos que Tú nos llevaste, nos presentaste delante del Padre a través de Tu sangre preciosa. Y queremos limpiarnos más y más cada día. Cometemos errores, gastamos, queremos seguir teniendo tantas cosas, Señor, pero estamos fallando. Cometemos esos errores, Señor, pero Tu Palabra, Señor, nos lava. Tu Palabra es limpia, Señor, y verdadera, es perfecta Tu Palabra. Sabemos que Tu Espíritu Santo nos va a seguir perfeccionando día a día. Ayúdanos, Señor, ayúdanos a ser fieles con nuestras actitudes, ser fieles con nuestro servicio a Ti, Señor. Queremos ser humildes y mirar hacia arriba, no depender de nosotros mismos, no, buscar las cosas de arriba. Ayúdanos a confiar y a poner nuestros ojos en Ti, porque Tú eres el Dios que provee todas las cosas en abundancia, Señor. No queremos buscar abundancias físicas, materiales, dinero, eso no nos interesa, Señor. Nos interesan las riquezas espirituales, las eternas, las que Tú has prometido, Señor, la vida eterna. Estar contigo siempre después de esta vida, Señor, porque aquí la vida no se acaba como muchos piensan, que la vida se termina, se termina, se acabó. No, no, no. Nuestra vida va a continuar, Señor amado. Queremos estar en Tu presencia, que cuando Tú, Señor, nos llames, sea ahora en vida o sea en el asabatamiento, Señor, Tú nos digas, ven, siervo fiel. En lo poco fuiste fiel y en lo mucho te expondré. Entra en el gozo. En este día nuestras vidas son Tuyas, Señor. Ayúdanos, nos arrepentimos de todas nuestras maldades, Señor. Gracias, Dios. Gracias por todo, Señor amado. Bendice cada vida en este lugar. Bendice cada vida, Jesús. Y ayúdanos a ser fieles a Ti. Cambia nuestras actitudes cada día. Cámbianos. Transformanos, Señor, a Tu imagen. A través de Tu palabra, Señor, en el nombre de Jesús. Amén. Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org