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In Luke chapter 15, Jesus tells two parables to illustrate God's love and forgiveness. The first parable is about a shepherd who rejoices when he finds his lost sheep. The second parable is about a woman who celebrates when she finds her lost coin. Both parables teach that there is more joy in heaven over one sinner who repents than over many righteous people. Jesus then tells the story of the prodigal son, who squanders his inheritance but is welcomed back with open arms by his loving father. The older son is upset by the father's forgiveness, but the father reminds him that they should celebrate the return of the lost son. Lucas, capítulo quince Ahora bien, todos los cobradores de impuestos y los pecadores se juntaban alrededor de él para oírlo. Tanto los fariseos como los escribas murmuraban, «¡Este hombre recibe con gusto a los pecadores y come con ellos!» Entonces él les puso esta comparación. «¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve atrás en el campo y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Cuando la encuentra, la carga sobre los hombros, lleno de alegría, y cuando llega a su casa llama a sus amigos y a sus vecinos y le dice, «Alegrense conmigo, porque encontré mi oveja, la que había perdido». Le digo que de la misma manera habrá más felicidad en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse. «¿O qué mujer, si tiene diez monedas de dracma y pierde una de ellas, no enciende una lámpara y barra su casa, buscándola con cuidado hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra llama a sus amigas y a sus vecinas y les dice, «Alegrense conmigo, porque encontré la moneda de dracma que había perdido». Les digo que, de la misma manera, los ángeles de Dios se sienten felices cuando un pecador se arrepiente. Entonces, dijo un hombre, tenía dos hijos, y el más joven le dijo a su padre, «Padre, dame la parte que me toca de la herencia». Así que él repartió sus bienes entre los dos. Unos días después el más joven recogió todas sus cosas y viajó a un país lejano, donde malgastó su herencia llevando una vida desenfrenada. Cuando se había gastado todo, un hambre horrible azotó aquel país, y él comenzó a pasar necesidad. Hasta se puso al servicio de un ciudadano de ese país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Y ansiaba saciar su hambre con las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada. Cuando recobró el juicio, dijo, «Cuántos trabajadores de mi padre tienen pan de sobre, y yo aquí muriéndome de hambre. Me iré, y volveré a la casa de mi padre, y le diré, padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco ser llamado tu hijo. Trátame como a uno de tus trabajadores». Así que se fue y volvió a la casa de su padre. Cuando él todavía estaba lejos, su padre alcanzó a verlo, y se conmovió profundamente. Corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó con ternura. Entonces el hijo le dijo, «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco ser llamado tu hijo». Pero el padre le ordenó a sus esclavos, «Rápido, saquen una túnica larga, la mejor y vístanlo. Pónganle un anillo en la mano y sandalias en sus pies. Además traigan el ternero engordado y mátenlo, para que comamos y celebremos su regreso. Porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a vivir. Estaba perdido y ha sido encontrado». Y comenzaron a disfrutar. Su hijo mayor estaba en el campo. Al volver a acercarse a la casa, oyó el sonido de la música y el baile. Por eso llamó a uno de los sirvientes y le preguntó qué estaba pasando. Él le respondió, «Es que tu hermano volvió y tu padre ha matado el ternero engordado, que recuperó a su hijo sano y salvo». Pero el hijo mayor se indignó y se negó a entrar. Entonces su padre salió y se puso a suplicarle que entrara. Él le contestó a su padre, «Mira, todos estos años he trabajado para ti como un esclavo y ni una sola vez desobedecí tus órdenes. Sin embargo, tú nunca me diste un cabrito para que disfrutara con mis amigos. Pero en cuanto llegó ese hijo tuyo que malgastó tus bienes con las prostitutas por el matarle, mataste el ternero engordado». Entonces él le dijo, «Hijo mío, tú siempre has estado conmigo y todo lo que tengo es tuyo. Pero simplemente teníamos que celebrar su regreso y alegrarnos, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a vivir. Estaba perdido y ha sido encontrado».