Romance de la Luna

En el aire conmovido mueve la luna sus brazos y enseña, lúbrica y pura, sus senos de duro estaño. Huye luna, luna, luna, si minieran los gitanos pasarían con tu corazón collares y anillos blancos. Niño déjame que baile cuando vengan los gitanos, te encontrarán sobre el yunque con los ojillos derrados. Huye luna, luna, luna, que ya siento sus caballos. Niño déjame, no pises mi blancor almidonado. El jinecho se acercaba tocando el tarbón del llano. Dentro de la fragua el niño tiene los ojos cerrados. Por el olivar venían bronce y sueño los gitanos, las cabezas levantadas y los ojos entornados. Cómo canta la sumaña, ay cómo canta en el árbol. Por el cielo va la luna con el niño de la mano. Dentro de la fragua lloran dando gritos los gitanos. El aire la vela a vela, el aire la está velando. Muerte de Antoñito el Camborio. Voces de muerte sonaron cerca del Guadalquivir. Voces antiguas que cercan, voz de clavel baronil. Le esclavó sobre las botas mordiscos de jabalí. En la luz hará basaltos jabonados de grifín. Bañó con sangre enemiga su corbata carmesí. Pero eran cuatro puñales y tuvo que sucumbir. Cuando las estrellas clavan rejones al agua gris. Cuando los herales sueñan verónicas de anelí. Voces de muerte sonaron cerca del Guadalquivir. Antonio Torres Heredias, Camborio de Duracrín. Moreno de Verdeluna, voz de clavel baronil. ¿Quién te ha quitado la vida cerca del Guadalquivir? Mis cuatro primos Heredias, hijos de Benamejí. Lo que en otros no envidiaban, ya lo envidiaban en mí. Zapatos color corinto, medallones de marfil. Y este cutis amasado con aceituna y jazmín. Ay, Antoñito el Camborio, digno de una emperatriz. Acuérdate de la Virgen, porque te vas a morir. Ay, Federico García, llama a la Guardia Civil. Ya mi talle se ha quebrado como caña de maíz. Tres golpes de sangre tuvo y se murió de perfil. Viva moneda que nunca se volverá a repetir. Un ángel marchoso pone su cabeza en un cojín. Otros de rubor cansado encendieron un candil. Y cuando los cuatro primos llegan a Benamejí. Voces de muerte cesaron cerca del Guadalquivir. Rubor cansado encendieron un candil. Y cuando los cuatro primos llegan a Benamejí. Voces de muerte cesaron cerca del Guadalquivir. Rubor cansado encendieron un candil. Y cuando los cuatro primos llegan a Benamejí. Voces de muerte cesaron cerca del Guadalquivir.