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MIERCOLES  XXII  TO

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COMENTARIO DIARIO A LA PALABRA DE DIOS

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In today's reading, we hear about the importance of gratitude and giving back to God. The passage encourages us to help those who are suffering and to be compassionate towards others. It also highlights the idea of restituting what we have received from God by serving others. The text references the teachings of various saints who understood the importance of gratitude and giving back. The passage concludes by emphasizing the need to address the issues facing our society and the world, such as injustice and ecological concerns. It suggests that by living out our faith and treating others as brothers and sisters, we can make a positive impact and create a better world. Palabra de vida hoy, miércoles vigésimo segundo del tiempo ordinario, celebrando el tiempo de la creación, al pan por la Palabra, de la Carta a los Colosenses. En nuestras oraciones damos siempre gracias por vosotros a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo. Desde que nos enteramos de vuestra fe en Cristo Jesús y del amor que tenéis a todo el pueblo santo, os anima a esto la esperanza de lo que Dios os tiene reservado en los cielos, que ya conocisteis cuando llegó hasta vosotros por primera vez la buena noticia, el mensaje de la verdad. Esta se sigue propagando y dando fruto en el mundo entero, como ha ocurrido entre vosotros desde el día en que lo escuchasteis y comprendisteis de verdad lo generoso que es Dios. Del Evangelio según San Lucas La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron que hiciera algo por ella. Él, de pie a su lado, increpó a la fiebre y se le pasó. Ella, levantándose enseguida, se puso a servirles. Al hacerse de día, Jesús salió a un lugar solitario y la gente lo andaba buscando. Vieron con él e intentaban retenerlo para que no se les fuese, pero él les dijo, «También a los otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios. Para eso me han enviado». ¿Cuántas personas con fiebre podemos encontrarnos cada día? ¿Incluso las tendremos en nuestra propia familia o entre nuestros vecinos más cercanos, en la comunidad o grupo que frecuentamos para compartir nuestra fe y crecer juntos? Cuando nos encontramos con personas postradas por tantas circunstancias económicas, familiares, de salud, el sentimiento más natural es la compasión, el dolor por el dolor ajeno que nos puede llevar a socorrer de alguna manera nuestra mano a esa persona. Es lo más humano, además de lo más justo, porque ¿cuántas veces hemos sido nosotros de esos postrados que se han podido levantar y seguir adelante gracias a otro? ¿Acaso el mismo Dios no nos ha levantado incontables veces tras tantas caídas o cuando las cartas nos han venido mal dadas en la lotería que siempre tiene la vida? Lo más humano, lo natural, es ser como la suegra de Pedro que en cuanto fue alzada de su postración por la mano de Jesús se puso a servirle para restituir el don recibido y corresponder al amor que la había sanado y amado. La experiencia teologal fundante de Francisco de Asís o de Pablo de Tarso, Agustín de Hipona o San Ignacio de Loyola, etc. es muy semejante a la de la suegra de Pedro y bien puede interpretarse desde las claves del don y la restitución que determinan una concreta manera de ser y habitar en el mundo y la iglesia. La gratitud y la gratuidad del darse para restituir lo recibido al dador de todo bien. A través de la restitución a Dios estos santos regeneraron en no poca medida la sociedad de su tiempo y la misma iglesia en la que dejaron encendido como un faro de luz una esperanza. Se puede cambiar el mundo por mejorarlo en la medida que sea. Esto es algo que le debemos a Dios por todo lo que de Él hemos recibido y a Él lo hemos de restituir a través de nuestra entrega gratuita y desinteresada por el bien de nuestros semejantes más febriles. La restitución como clave de una vida espiritual es cercana a la noción laica de deuda social por la que los que han recibido más o disponen de un mayor patrimonio económico, intelectual, espiritual, etc. han de saberse en deuda con quienes viven en una diferente situación a la suya restituyendo al bien común el fruto de una situación personal acomodada y más fuerte. En esta línea la doctrina social de la Iglesia sostiene que el derecho natural a la propiedad privada ha de ser siempre respetado, si bien no se debe nunca pasar por alto que este derecho natural tendrá siempre una hipoteca social, las necesidades vitales de los pobres. Tomemos todo este mensaje para mirar después a nuestra febril sociedad aquejada de tantos males que desvarían el rumbo de nuestro enloquecido mundo occidental que se devora a sí mismo mientras devora el resto del planeta. Contemplemos las enfermedades de nuestro entorno y vacunémonos primero con la medicina de la justicia y la ecología cristianas para llevar después a quienes podamos alcanzar esa misma vacuna que nos proporcionará a todos una nueva forma de mirar y de relacionarnos con la realidad, con nuestros semejantes tomados ahora como hermanos y con el resto de las criaturas de una creación que ya no se volverá contra nosotros como respuesta y consecuencia de nuestros abusos. Si somos sensatos nos sabremos en deuda con Dios y si hacemos gala de esa sensatez le pagaremos dicha deuda en nuestros semejantes. Con anhelos de al menos devolver los intereses por la deuda contraída con Dios, vuestros hermanos menores desde Toledo os saludan franciscanamente con la paz y el bien.

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