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MIERCOLES  XIX  T.O

MIERCOLES XIX T.O

VICTOR MANUELVICTOR MANUEL

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COMENTARIO DIARIO A LA PALABRA DE DIOS

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In the reading from the book of Deuteronomy, Moses is shown the land that God promised to give to Abraham, Isaac, and Jacob. However, Moses is told that he will not enter the land himself. In the Gospel of Matthew, Jesus teaches about the importance of correcting a brother who has sinned. If the person does not listen, then involve others and eventually the community. If they still do not listen, treat them as a non-believer. Jesus also promises that when two or three are gathered in his name, he is present with them. The death of Moses serves as a reminder of the consequences of doubting and questioning God's guidance. While sin is forgiven, it leaves a mark that requires personal effort to repair and restore the relationship with God. This involves acknowledging and making amends for one's actions. It is important to correct and help others in their repentance as an act of love and justice within the community. Let us begin by repairing ourselves and supporting others in Palabra de vida hoy, miércoles diecinueve del tiempo ordinario, al pan por la Palabra. Del Deuteronomio. En aquellos días Moisés subió de la estepa de Moab al monte Nebo, y el Señor le mostró toda tierra, Galaad hasta Adán, el territorio de Neftalí, de Efraín y de Manasés, el de Judá hasta el Mar Occidental, el Negev y la comarca del Valle de Jerico, la ciudad de las Palmeras hasta Soar, y le dijo, esta es la tierra que prometía Abraham a Isaac y a Jacob, diciéndoles, se la daré a tu descendencia. Te la he hecho ver con tus propios ojos, pero no entrarás en ella. Y allí murió Moisés, siervo del Señor. Del Evangelio según San Mateo. Si tu hermano peca, repréndelo solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad. Y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano. Os aseguro que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del Cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. El modo en que murió Moisés, el siervo de Dios con quien el Señor hablaba cara a cara como un amigo habla con otro amigo, es un modo de morir terrible que estremeza a cualquier creyente. Por haber dudado de Dios y haber cuestionado el modo de Yahvé de guiar a su pueblo durante el éxodo hacia la tierra prometida, el Señor le muestra dicha tierra pero le impide entrar en ella y disfrutarla, muriendo Moisés a sus fuerzas. Aun perdonado, el pecado ha dejado una huella, una herida, un lastre que hay que remover para restaurar la relación que el Señor quiere refundar con nosotros en el amor primero. La mejor penitencia que nos pueden imponer o que nos podemos imponer nosotros tras cada pecado reconocido y expirado, es la reparación. El pecado es siempre perdonado gratuitamente por Dios cuando el penitente se lo presenta arrepentido y con propósito de enmienda. Pero la mancha, la herida, el lastre que esos actos han impreso en la creación entera, empezando por uno mismo, empezando por las facultades humanas de la persona que lo ha cometido, son una especie de enfermedad que hay que sanar con la implicación directa del enfermo en su propia sanación, una sanación que es un compromiso para introducir en el cosmos la belleza, la armonía y el bien que el pecado le ha restado. La solicitud comprometida por el bien ajeno llega hasta arriesgarse a corregir al hermano desde el discernimiento que contempla cómo se está hiriendo a sí mismo con su pecado antes que al resto de víctimas a quienes todo pecado siempre perjudica. Por ello, por amor hacia el hermano que peca notoriamente, hemos de reparar el nuestro y ofrecerle la oportunidad de reparar el suyo propio a través de ayudarle a reconocerlo, a expiarlo y a superarlo. La comunidad es la mayor fuerza de cada uno de sus miembros y tratar de atajar lo que la hiere o que hiere a uno solo de sus integrantes es un acto de amor y de justicia que repara el mal que ese se ha hecho a sí mismo y a todos. Comencemos a reparar este mundo y nuestra sociedad por la reparación de todo lo que debilita la comunidad de los hijos de Dios, empezando por nuestro pecado y siguiendo por ayudar a que otros puedan reparar el suyo. Un efectuoso saludo de paz y bien desde nuestro corazón franciscano.

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