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Today's Word of Life focuses on the Gospel according to St. Luke. It reminds us that prophets are often rejected in their own towns. Jesus gives examples of how, in times of great need, God chose to help those outside of Israel instead of his own people. This angers the people in the synagogue, and they attempt to harm Jesus. The message emphasizes that as Christians, we should extend our help and love to everyone, without discrimination. Our actions should be guided by the universal love and wisdom of God, rather than worldly criteria. Palabra de vida hoy, lunes tercero del tiempo de cuaresma, al pan por la palabra, del Evangelio según San Lucas. En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país. Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Nahamán, el sirio. Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos, y levantándose lo echaron fuera del pueblo, y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo con intención de despeñarlo, pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba. ¿Quién se merece más que le hagamos un favor? Si tenemos en cuenta que el verdadero artífice de toda obra buena es Dios que nos la inspira mientras nos capacita para hacer la realidad, nadie tesora méritos y todos los tienen, porque hubo uno, Jesucristo, que hizo méritos por todos y para todos al hacernos iguales por la justificación que nos ganó. Cualquiera merece mi ayuda, como cristiano que soy, ya que Cristo merece que ayudemos y nos entreguemos a todos aquellos por los que Él se entregó. Eso es importante de recordar cuando se vive una especie de guerra fría y una política de bloques entre la parte más laicista de la sociedad y una parte de la iglesia en la que se responde a la sociedad con su misma dialéctica del conflicto, aunque nunca con sus mismos métodos. Nadie puede quedar fuera de nuestro abrazo sistemáticamente. Nadie desmerece nuestra solícita atención y nuestra acogida por ser como es. Otro planteamiento debería despertar la pregunta acerca de si tú o yo somos tan buenos, justos y santos que merecemos la atención y la acogida de Jesucristo y de Su iglesia. Es cierto que no somos cristianos para enarbolar la bandera de la ecología ni para defender los inmigrantes, etc., como no somos cristianos para hacernos valedores de ninguna causa justa. Pero precisamente porque somos cristianos, porque somos de Cristo, y nuestra vocación es parecernos progresivamente más a Él por nuestras actitudes, sentimientos y obras, es que ninguna causa justa nos puede sorprender de perfil, ni las necesidades o sufrimientos de ningún ser humano nos pueden resultar indiferentes. Nuestros criterios a la hora de abrirnos, acoger y ofrecer nuestra ayuda deben ser católicos, con una mirada universal, que no ve más que a personas iguales entre las que siempre habrá que ayudar primero a quien más lo necesite, a quien esté más cerca de nosotros o revista mayor gravedad. Los criterios brotan de la sabiduría del amor y usar otros criterios, como la distinción por credo, raza, género, edad, clase social, orientación sexual, etc., no son más que criterios mundanos que pervertirán nuestras buenas intenciones arruinando nuestras mejores obras y haciéndonos experimentar en primera persona las últimas palabras del Evangelio de hoy. Jesús, abriéndose paso entre ellos, se alejaba. Paz y bien con un abrazo universal abierto a todos y acogiendo a todos con sumo afecto de parte de vuestros hermanos franciscanos desde Toledo.