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In today's Word of Life, the Gospel of Luke tells the story of Jesus casting out a mute demon. Our demons are the internal forces that lead us away from God and compromise our freedom when we don't protect it by following God's will. These demons can be unresolved traumas and grief, but when we face them and place them in God's hands, they can become a source of growth and holiness. Just as Jesus restores the possessed individuals' abilities and humanity, we must not overlook the ways in which the devil lurks in our lives, isolating us from others and distorting our true selves. By staying steadfast in truth, justice, and love, we can keep the demons at bay. Sending you a peaceful and loving embrace from your Franciscan brothers in Toledo. Palabra de vida hoy, tercer jueves de cuaresma, al pan por la Palabra. Del Evangelio según San Lucas, en aquel tiempo estaba Jesús echando un demonio que era mudo. Sucedió que apenas salió el demonio, empezó a hablar el mudo. La multitud se quedó admirada. Dejando a un lado las posesiones auténticas que haberlas haylas, como indica el hecho de que en cada diócesis haya al menos un exorcista oficial, nuestros demonios son todas aquellas fuerzas interiores que nos arrastran lejos de Dios para adherirse a nuestra libertad e hipotecarla cuando no la ponemos a salvo multiplicándola por perseverar en la voluntad de Dios. Nuestros demonios son aquellos traumas y duelos sin afrontar, sin elaborar y colocar adecuadamente para que, de no poderlos cerrar y superar del todo, mermen lo menos posible nuestras capacidades y podamos vivir con ellos integrados, colocados, incluso creciendo a pesar de ellos por la fuerza de la gracia de Dios a nuestro favor. A los que aman a Dios, todo les sirve para el bien, nos dice San Pablo en Romanos. Incluso los episodios más negativos de nuestra biografía pasada y las partes más rotas de nuestra personalidad hoy, pueden ser fuente de humanización, crecimiento y santidad cuando nos ponemos del todo, también en esas partes desintegradas de nosotros mismos, en las manos de Quien nos ama todo enteros y nos aúpa hacia la mejor versión de nosotros mismos. En el Evangelio vemos como en todas las posesiones que vence el Señor Jesús, le son devueltas a los poseídos las capacidades y rasgos propios de su humanidad, su sano juicio y la capacidad de interactuar con sus semejantes que los demonios les habían arrebatado. No lo busquemos con cuernos, rabo puntiagudo y enrojecido de ira y de soberbia. El demonio nos acecha en todo lo que nos desfigura y aísla, en todos aquellos rasgos e influencias que nos cierran a los demás, desfigurando nuestro rostro humano y alienándonos de nuestra condición fraterna de hijos de Dios. Perseveremos en la verdad, en la justicia y en el amor hecho obras, y ningún demonio tendrá por donde entrar. Un abrazo de paz y bien, lleno de esperanza y de cariño hacia vosotros de parte de vuestros hermanos franciscanos, desde Toledo.