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DOMINGO V  TO

DOMINGO V TO

VICTOR MANUELVICTOR MANUEL

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The passage is about the concept of retribution in the Jewish faith and how it relates to the idea of grace and mercy in Christianity. It discusses how in ancient times, people believed that misfortune or lack of success was a sign of hidden sin, and how this belief still lingers today. The passage emphasizes that no one deserves God's mercy and grace, as Jesus already earned it for everyone. It calls for humility and gratitude in response to God's gifts, and urges believers to share those gifts with others. The passage concludes with a message of peace and goodwill from Toledo. Palabra de vida hoy domingo, quinto del tiempo ordinario, dΓ­a 4 de febrero, al pan por la palabra. Del libro de Job. Mis dΓ­as corren mΓ‘s que la lanzadera y se consumen sin esperanza. Recuerda que mi vida es un soplo y que mis ojos no verΓ‘n mΓ‘s la dicha. Siglos antes de la primera revelaciΓ³n sobre la resurrecciΓ³n y la vida despuΓ©s de la muerte, en los libros de los Macabeos, siglo II a.C., el autor inspirado del libro de Job escribiΓ³ una historia sobre un personaje ficticio que a pesar de su virtud irreprochable y de su vida de piedad para con Dios, ve cΓ³mo se le priva del pago en esta vida que la espiritualidad judΓ­a de aquel entonces establecΓ­a como signo de una vida en la justicia. A pesar de la moral de la retribuciΓ³n de los israelitas de aquel entonces, la desgracia o la falta de Γ©xito en los negocios eran signo de un pecado oculto, porque YahvΓ© pagaba la virtud o la iniquidad de los creyentes con prosperidad o penuria material. Aunque han pasado tantos siglos y disfrutamos de dos mil aΓ±os de profundizaciΓ³n y experiencia de la revelaciΓ³n sumaria que es Jesucristo, seguimos aferrΓ‘ndonos a no poco de esa moral de la retribuciΓ³n de los antiguos hijos de Israel. Porque a mΓ­, que he hecho yo para merecer esto, son frases que ponen de manifiesto el tipo de fe de los que las pronuncian. No hay que ganarse el cielo porque nadie podrΓ­a llegar tan alto mΓ‘s que Cristo, que bajΓ³ del cielo para ponerlo a nuestro alcance. Nadie se merece la misericordia y la gracia de Dios, ni falta que hace porque el hombre de Nazaret, JesΓΊs, las mereciΓ³ por todos, con tal que permanezcamos en una relaciΓ³n de comuniΓ³n con Γ‰l. Los justos prosperan y los inΓ­cuos penan, es una retusta frase que consuela falazmente a quienes buscan la recompensa de Dios por ser buenos, mientras esperan al menos la venganza del cielo sobre los malvados. CabrΓ­a ahora preguntarnos si hemos entendido algo del Evangelio, de que Jesucristo se encarna y da la vida por todos, que los que no son buenos tambiΓ©n son amados de Dios. ΒΏDΓ³nde se nos quedΓ³ aquello de no necesitan del mΓ©dico los sanos sino los enfermos? ΒΏCΓ³mo no nos llenamos de vergΓΌenza al seguir teniΓ©ndonos a nosotros mismos por buenos, justos y santos? El entusiasmo evangelizador que ha puesto siempre a los hijos de la Iglesia en la vanguardia del humanismo mΓ‘s allΓ‘ de los lΓ­mites de la civilizaciΓ³n, asΓ­ como ese mismo humanismo al cuidado de los mΓ‘s vulnerables en retaguardia, se debe a la experiencia de cada uno de haber sido abrazado por Jesucristo y la indignidad de su pecado y de su escasa correspondencia con el amor de Dios. La experiencia de haber sido abrazado, sanado y puesto de nuevo en pie para tener una vida mejor por pura gracia y con una misericordia tan inmerecida como inmerecible. Del Salmo responsorial, alabada al SeΓ±or que sana los corazones destrozados, y del Evangelio segΓΊn San Marcos, JesΓΊs se acercΓ³, le cogiΓ³ de la mano y la levantΓ³. Se le pasΓ³ la fiebre y se puso a servirles. Gratuidad y gratitud. Estas dos palabras enmarcan el don de Dios y la respuesta del que lo recibe. Gratuidad y gratitud deben ser los sentimientos que proveemos ante todo lo bueno que podamos poner por obra y por todo lo que podemos hacer por corresponder un poquito mΓ‘s cada vez al don de la misericordia y de la gracia que nos han sido dadas para convertirnos nosotros en un don universal, en restituciΓ³n a Dios en los demΓ‘s. De la primera carta de los Corintios El hecho de predicar no es para mΓ­ motivo de orgullo, no tengo mΓ‘s remedio y hay de mΓ­ si no anuncio el Evangelio. ΒΏQue cuΓ‘l es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio anunciΓ‘ndolo de balde. Con estos deseos de daros gratuitamente lo que nosotros antes hemos recibido gratuitamente, os abrazamos con sumo afecto desde Toledo, franciscanamente, con la paz y el bien.

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