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Las Escrituras son suficientes (Felipe Ricaute)

Las Escrituras son suficientes (Felipe Ricaute)

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In this transcription, the speaker introduces a guest speaker named Felipe Ricaurte, who is a disciple and teacher at the Church of Christ in Quito, Ecuador. The speaker discusses the sufficiency of the Scriptures and highlights the importance of relying on the Bible for guidance and decision-making. They emphasize that the Bible is perfect, complete, and secure, and it provides wisdom and joy. The speaker also mentions the fear of the Lord, the importance of recognizing God's greatness, and the value of the Bible's teachings. They conclude by acknowledging that humans make mistakes and need God's forgiveness and guidance to live a righteous life. Buenos días, vamos a dar inicio a nuestra segunda clase de este día de conferencia, Moldeados por Dios. Espero que estén recibiendo mucha bendición a través de nuestras enseñanzas. Para esta clase quiero presentar a nuestro siguiente ponente, 25 años de discípulo, maestro en la Iglesia de Cristo Internacional de Quito, Ecuador, nacido en Quito, casado con Anita Vivas, discípula por 22 años, dos hijos, Miguel de 14 y Martín de 12 años. Actualmente estudiando la maestría en estudios bíblicos y es aficionado a la lectura, así que tengo el honor de presentarles a ustedes a nuestro hermano Felipe Ricaurte. Buenos días. Vamos a acomodarnos. ¿Cómo están? ¿Cómo están? Pongámonos de pie un ratico. Levantemos las manitos, por favor. Estirémonos un poco, ¿sí? Eso, marchemos un poquito. Listo, listo, sentémonos, por favor, muy amables. Entonces ya con esto tenemos unos cuarenta minutos de atención, ¿no es cierto? Voy a ponerle realmente muchos saludos de todos los hermanos de Ecuador, les hacemos llegar a… para nosotros ha sido maravilloso venir. Gracias por recibirnos, gracias por poder contar con ustedes, por conocerlos, sabemos que todo esto es gracias a Dios, pero queremos agradecerles también a ustedes. Gracias por darte esta cita. Hoy vamos a hablar de un tema que realmente podríamos concluirlo ya, ¿no? Podríamos decir, pues, si tienes fe, pues para ti es suficiente la Biblia. Y eso es de lo que vamos a hablar hoy, la suficiencia de las Escrituras. Así es que acompáñenme, por favor, en una oración. Señor Dios, te queremos agradecer por este día. Gracias por poder ver Tu Palabra, porque ella nos guíe, porque ella nos forme. Gracias por cada hermana y hermano que está acá. Te pedimos por este tiempo, Dios, que sean las Escrituras las que más queden marcadas en nuestra vida y nos ayude a comprender cuán suficiente es Tu Palabra para nosotros. Gracias por lo que estamos aprendiendo también en la conferencia y bendice el resto de tiempos, Dios. Te lo pedimos en nombre de Jesús. Amén. Ok, vamos a la Biblia, ¿ya? Por favor, pongamos la siguiente. Vamos al Salmo 19, por favor. El Salmo 19, 7 dice, La ley del Señor es perfecta, que restaura el alma. El testimonio del Señor es seguro, que hace sabio al sencillo. Los preceptos del Señor son rectos, que alegran el corazón. El mandamiento del Señor es puro, que alumbra los ojos. No sé si te das cuenta de lo que está diciendo la Escritura. Dice que la ley del Señor es perfecta. Y cuando hablamos de la suficiencia de las Escrituras, podemos pensar en muchas cosas que tal vez para nosotros son una necesidad hoy día, que cada uno ha vivido y ha visto en su vida. Y sí, el mundo es muy sutil, y debemos darnos cuenta de eso. El mundo puede hacer cosas que para nosotros pueden convertirse en necesidad. Y podemos, por un momento, olvidarnos de que ahí está la Biblia y que dice que es perfecta. Pasemos a la siguiente, por favor. Solo en estos dos versículos podemos encontrar tanto. Primero, es perfecta. ¿Qué quiere decir? Que está completa, no necesita nada más. No necesita que yo le adicione algo para que pueda ayudar a mi vida. No necesita que yo busque anexos o algo más que me pueda servir para formar mi vida. Está lista, ya es perfecta. Y hoy en esta conferencia vamos a escuchar muchas Escrituras y cada una de ellas tiene una parte práctica que podemos vivirla. No es filosofía. No es algo que pasó hace mucho tiempo. No son ideas. Sencillamente es la ley del Señor. Pero también dice que es seguro. Sabes lo que es la seguridad, ¿cierto? Si algo nosotros adolecemos bastante es sentirnos inseguros. Por eso muchas cosas, muchas de las tareas que hacemos son para brindarnos de esa seguridad, para protegernos a nosotros mismos. A veces tenemos un plan A y luego hay un plan B y luego hay un plan C y luego hay un plan D por si acaso falla el A, B y C. O sea, necesitamos seguridad. Es algo nuestro. ¿Sabes quién nos da seguridad? Dice el testimonio del Señor. Sí hay una seguridad. O sea, nosotros tal vez a veces nos podemos inventar muchas cosas, pero Dios ya lo hizo, ya nos dio Su Palabra. Pero también, ¿qué dice?, son retos. Aún nosotros como discípulos nos equivocamos mucho, ¿cierto? Y a veces tomamos decisiones que son terribles, que nos pueden alejar bastante de nuestra vida cristiana, pero hay un lugar al que podemos regresar y encontrar lo que es recto. Tal vez tú has pensado algún momento, ¿qué hago en esta situación? ¿Qué decisión tomo? ¿Hacia dónde voy? Y luego encuentras de que sí hay una guía para eso. Y algo que debemos tomar en cuenta es que la Biblia no es una serie de leyes ciegas. La Biblia son principios bíblicos, principios que vienen directamente de Dios. ¿Sabes dónde estaba Dios cuando tú naciste? ¿Sabes dónde estaba Dios cuando nacieron tus abuelos? ¿Sabes dónde estaba Dios cuando se descubrió América? Él ya tenía muchísimos años de experiencia. Él estaba ahí desde hace mucho más que nosotros. Incluso, ¿dónde estaba Dios cuando se creó el universo? Antes de todo lo que tú hayas visto, ya estaba Dios. Y por eso Él sí sabe, Él sí comprende y dice que su mandamiento es puro. Ya tal vez hemos perdido de vista lo que es puro, ¿no? Tal vez ya es difícil encontrarlo en el día a día. Ya se ha vuelto tan lo que mencionaba Paulo, ¿no? Ya se han vuelto tantas verdades. Cada quien tiene su forma de ver la vida. Tanto estamos respetando eso, que ya nos cuesta ver lo que sí es puro. Pero hay un lugar donde aún podemos encontrar esa pureza. ¿Dónde es? En la Biblia. Entonces, si hablamos de la suficiencia de las Escrituras, es darnos cuenta del valioso tesoro que tenemos en nuestras manos. Y tal vez a veces perdemos de vista que hace muchos años no era tan sencillo que la Biblia que hoy tienes, de carne y hueso, o la que tienes digital, créeme, muchísima gente se moría por tenerla. A veces estaba en griego. ¿Y qué hacíamos nosotros? Teníamos que creer lo que nos decían. Ahora tienes traducciones. Entonces, ¿habrá alguna excusa para no hacerle caso? ¿Habrá alguna razón para que no sea suficiente hoy en día? Vamos al siguiente, por favor. Entonces, vamos al versículo 9. Dice, el temor del Señor es limpio, que permanece para siempre. Los juicios del Señor son verdaderos, todos ellos justos. Deseables más que el oro, sí, más que mucho oro fino, más dulce que la miel y que el destilar del panal. Y podemos aquí comenzar a comparar, porque hay cosas buenas que nosotros podemos tener en nuestra vida. Dice que el temor del Señor es limpio. No es un susto, no es el terror, no son cosas que nos pueden matar de un paro cardíaco. Dice que el temor, ese temor en el Señor es limpio, es comprender su grandeza. Tú debes haber visto videos en los que se compara el tamaño de la Tierra con el universo, ¿cierto? Y cada vez se hace más chiquito, más chiquito, más chiquito, hasta que ya desaparece. Entender eso es el temor del Señor. Tan grande es Dios, tanto nos puede llenar. Tan inmenso es su poder, puede controlar hasta tu ADN. ¿Te has dado cuenta que tus cabellos están contados? Yo tal vez la tengo un poco más fácil, pero ¿alguno de ustedes? Tus cabellos, ¿quién se pone a contar tus cabellos? Nadie, y Dios sabe cuántos son. Es entender esa grandeza lo que nos da ese temor limpio. Dios podría desaparecernos, podría crear una humanidad totalmente diferente, que lo ame sólo a Él, que no le lleve la contraria, que tengamos una vida diferente en la cual todos seamos felices. Qué bonito, ¿no? Pero no, no es así. Dios nos da la oportunidad de vivir esa vida en el cielo, pero ahora, ahora es cuando debemos, con temor a Dios, vivir de aquí y demostrar que podemos hacer decisiones sabias, decisiones de acuerdo a su palabra, pero con toda nuestra intención de hacerlo. Él no nos creó como robot. Nos dio esa capacidad a pesar de lo que Él es, de lo grandioso que puede ser. Dice que los juicios del Señor son verdaderos. Es sencillo, puede haber muchas verdades, pero Dios tiene la razón. Y llega un momento en que mi verdad ya no importa. Lo que yo vea, tal vez Dios me ha limpiado y me ha permitido ver muchas cosas, pero hay cosas que yo no veo, y esas cosas debo decirle a Dios que me ayude a aceptarlas. No importa que me cueste mucho aceptar que eso es lo mejor para mí, porque Él sí lo ve. Dice que su juicio sí es verdadero. Dice que se abre más que el oro, pero más dulce que la miel. Entonces, vamos a compararnos, ¿cierto? ¿Acaso hay algo más dulce que la miel? ¿Acaso hay algo más dulce que la miel? La palabra de Dios. ¿Acaso cuando te llevas algo rico a la boca no te sientes bien? ¿No te sientes como, qué bueno, qué rico, no sé cuál sea tu comida favorita? Y por eso tal vez Dios permitió que tuviéramos tantos sabores diferentes de helados, ¿no? Porque no nos gusta lo mismo. Pero si hay algo muy dulce, es la palabra de Dios. ¿Sabes quién escribió esto? Un hombre. Un hombre que tenía una relación con Dios tan emocional, tan profunda y tan razonada al mismo tiempo, que era capaz de darse cuenta de lo maravilloso que es Dios para su vida. Y escribir cosas como estas, esto es poesía, esto es un poema que puede ser hecho una canción, pero es la verdad también. Nada de lo que está diciendo es sólo poesía. También es verdad. Vamos a seguir, por favor. Vamos al versículo 11. Además, tu siervo es amonestado por ellos. Vamos a la parte difícil, ¿no? En guardarlos hay gran recompensa. ¿Quién puede discernir sus propios errores? Absuélveme de los que me son ocultos. Guarda también a tu siervo de pecados de soberbia, que no se enseñoreen de mí. Entonces seré íntegro y seré absuelto de gran transgresión. Sean gratas las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti. Oh Señor, roca mía y redentor mío. Sí nos equivocamos. Sí fallamos y sí le fallamos a Dios. A veces nos esforzamos mucho y aún así metemos la pata. No sé cómo se diga acá, pero allá metemos la pata igual. Entonces nosotros, pues estamos, como decía, a veces no tenemos las cosas muy claras o a veces nos dejamos llevar por nosotros mismos, ¿no es cierto? Entonces llega un momento en nuestras vidas en que sí nos equivocamos. Sí erramos. Pero aquí dice, tu siervo es amonestado por ello. Nos va a amonestar. Y como dice la Biblia, tal vez no nos guste. Tal vez no nos guste que nos están jalando las orejas porque al final nos duele. Tal vez no nos guste que nos muestre los errores tan visuales frente a nosotros. Pero gracias a Dios que Dios sí lo hace. Gracias a Dios que no nos endulza y no tiene que endulzarnos. Gracias a Dios que no es un Padre consentidor ni tampoco autoritario. Él está en el lugar preciso para nosotros, para enseñarnos, para amarnos y para corregirnos. Lo va a hacer y lo va a seguir haciendo. ¿Podemos poner el siguiente? Dice que la ley del Señor es más deseable que el oro, más dulce que la miel. Pero no sólo eso. Hay una gran recompensa al guardarla y de izquierda en nuestras vidas. Esto es de grupo. Esto lo podemos hacer como juntos. No, esto es personal. Esto es con cada uno de nosotros. Esto es lo que nos une. Este es el pegamento que une a la iglesia. No lo maravillosos que seamos, no nuestros dones que Dios nos ha dado, no el conocimiento que podamos adquirir que Dios nos permite, no la inteligencia, no la capacidad de razonamiento, los que nos une su amor y su palabra. No hay nada más que nos una. Te imaginas tan diferentes y acá por lo menos nos entendemos. Pero tienes hermanos cabranchinos. Y créeme que siguen la misma ley del Señor. Entonces, ¿es la ley del Señor suficiente para nuestras vidas? Ahora, el peligro es, ¿sigue siendo suficiente para nuestras vidas? Porque yo intelectualmente sí puedo entenderlo. Puedo leer esta Escritura y decir, sí, es cierto, es suficiente. Pero, ¿le estoy dejando que sea suficiente, es la pregunta? Porque yo puedo saber cómo ir a un lado, pero puedo hacer mi camino, irme por otro lado, y meter el pie donde no debo, conocer personas que no debo, hacer cosas que no debo. Entonces, ¿es la ley del Señor suficiente para mí? ¿O aún siento que me falta algo? Gracias a Dios encontré esposa. Y muchos de ustedes, gracias a Dios, la encontraron. Porque es gracias a Dios, no son nuestros méritos. Pero, ¿y si no? ¿Será suficiente Dios para mi vida? Y no sólo es eso, ¿no? Mis sueños, mis anhelos, lo que yo quisiera, ¿será suficiente Dios para mi vida todavía? Cuando hay esos momentos de enfermedad, ¿qué hago antes de una enfermedad? Sería sencillo si tuviera un botón, ¿no? Que yo lo aplasto y estoy curado. Pero no hay tal. ¿Qué hago cuando la vida es complicadísima? ¿Aún es suficiente? ¿Aún puede ser suficiente la ley del Señor? Vamos al Salmo 119, por favor. Salmo 119, 92. Si tu ley no hubiera sido mi deleite, entonces habría perecido en mi aflicción. Jamás me olvidaré de tus preceptos, porque por ellos me has vivificado. Tuyo soy, Señor, sálvame, pues tus preceptos he buscado. Aquí está hablando un hombre. ¿Qué le pasó a este hombre? Ha tenido aflicciones. No dice que no las tuvo. Entonces, ¿tú has tenido aflicciones? Tú has tenido muchas aflicciones. Yo he tenido aflicciones, y cada uno ha tenido su aflicción. Diferentes, no las mismas. Nadie puede entender la aflicción que nosotros tuvimos. Tal vez nos pueden abrazar, pero no hay más. Pero dice, si no fuera por Dios, hubiera perecido en esa aflicción. ¿Cuánta gente hay hoy, hoy mismo, que no tiene cómo salir de esas aflicciones? No sé cómo esté la estadística de suicidio. No sé cómo estará de depresiva la gente. Nosotros tenemos a Dios. Debemos valorar tanto que las Escrituras a nosotros nos permiten superar esas aflicciones. Si no las tuviéramos, ¿qué sería de nosotros? Muchos podemos ser depresivos por naturaleza. Podemos ser depresivos por naturaleza, o por cómo nos criaron, o por la cultura en la que estamos. Podemos ser así. Así tenemos a Dios. Y por eso es tan valiosa la Palabra de Dios. Tienes que amarla muchísimo. Tienes que valorarla. Debe ser aquello que realmente te guíe, a quien sí le vas a creer. Y a veces va a ser difícil, y más cuando estamos en aflicciones. A veces es difícil verlo. Pero aquí dice que si no hubiera sido por eso, habría perecido. ¿Podemos poner la siguiente, por favor? Dice que eso es lo que le ha vivificado. Eso le da vida. Cuando tienes un hijo pequeño, para él lo eres todo. Sencillamente no encuentro otro mundo si no eres tú, su mamá. Así deberíamos ser con Dios. Es todo. ¿Qué más podemos pedir? Dice el salmista que él lo ha buscado. O sea, es una acción, es personal. Necesitamos nosotros dar los pasos necesarios para llegar allá. No podemos llegar a hacer de la Biblia lo mejor de nuestra vida, lo que nos completa, aquello que necesitamos para vivir, si no damos los pasos para llegar a ella. Si no nos esforzamos, no como el momento que me sobra, sino como el momento más importante. No para acordarme de ella, sino para vivirla. Para comprender cuánto bien me hace a mí y que realmente sin ella no tengo nada. Entonces, ¿cómo lo vivo esto? Fácil, ¿no? Hay que leer la Biblia. Y podemos decir, bueno, ya lo sabemos. Ya sabemos que hay que leer la Biblia. Hay que leer la Biblia. No hay que tenerle miedo a la Biblia. ¿Quién ya la ha leído toda? ¿Quién ha podido ir a cada libro de la Biblia? A veces le tenemos miedo a libros, ¿no? Nos encontramos con Levíticos y a veces como que no queremos comenzar o vamos a números. O Apocalipsis. O algunos se tienen terror al cantar de los cantares, no sé por qué. ¿Por qué será? Hay libros. Hay libros que... No sé si te ha pasado, pero en un inicio cuando comencé a leer la Biblia, hay libros que me costaba continuar. Y el tema es, necesitamos leer la Biblia, pero necesitamos, segundo, estudiarla. Porque nosotros ya no podemos quedarnos solo en leerla. Necesitamos estudiarla. No es una carrera. No te preocupes, no es una carrera. Necesitamos detenernos, saborear las Escrituras. Verlo como algo que realmente sirve para mi vida. Es como si te compraras algún aparato nuevo. O no sé si les pasa cuando tienen algo nuevito, no quieren que ni le dé el sol, ¿no es cierto? O cuando te mudas a un departamento nuevo, las paredes recién pintaditas, procuras ni mirarlas mucho para que no se manchen. Hasta que viene la primera raya. Entonces, de la primera ya no importa. Ya viene la segunda, la tercera, la cuarta, la quinta. Y es el tema. Necesitamos estudiar la Biblia. Necesitamos comprender lo que estamos leyendo. Necesitamos esforzarnos porque es la palabra de Dios. Porque es lo que necesitamos para nuestra vida. Y aunque sea difícil entenderlo como una guía nueva, ¿no es cierto? Nos damos el trabajo. Es como cuando vas a un nuevo trabajo. O sea, te das todo el empeño, pones todo de ti para entender lo que te están diciendo. Y esa es la Biblia. Hay partes muy amigables en la Biblia, que de una las coges. Pero hay partes que no lo van a ser, y que vamos a necesitar ser como Josué, discernir. Hay que discernir qué me está diciendo a mí, qué es lo que tiene para mi vida hoy día. Nosotros en la iglesia, pues, podemos tener muchas clases. Y dependiendo cuánto tiempo eres discípulo, cuánto tiempo te has convertido, capaz que ya has recibido más de mil clases, ¿no es cierto? Basados en eso deberíamos ser unas lumbreras. Pero no somos ninguna lumbrera. Necesitamos tanto de Dios porque somos humanos y aún nos falta. Necesitamos esforzarnos. Hay que estudiar la Biblia. Hoy es más sencillo que antes. Hoy tienes un montón de recursos al acceso de tu teléfono. Ya no es como antes, como la gente de mi tiempo, ¿no? Que íbamos a las bibliotecas a pedir un libro, y leías el libro, luego lo devolvías, no podías llevártelo. Entonces, los jóvenes de esta época tienen muchas ventajas. Pero al mismo tiempo la vida, como digo, es bien astuta y se encarga de llenar nuestros tiempos. Y no hay nada más terrible que un día en que no hayas podido leer tu Biblia y entenderla. Es un día perdido. Es un día menos de vida, que no se nota en ese momento. Pero algún día nos va a hacer falta. Entonces, la Biblia, necesitamos buscarla, amarla, entenderla, estudiarla. Luego, finalmente, ¿para qué? Para vivirla. La Biblia no es para saberla, o conocerla, o hablarla de memoria. Es para vivirla. ¿Qué nos pasa si no? Nos volvemos religiosos. Nos volvemos gente que conoce muy bien las Escrituras, que es capaz de decirlas, de repetirlas de memoria, pero que no está pasando nada en su vida, que no está impactando en mí, que no me hace nada. La Biblia no es para eso. Si dos mil años después todavía tienes tu Biblia, sea agradecido, seamos agradecidos porque, créeme, mucha gente quiso tenerla y no la tuvo. Pero es triste si la tenemos y no nos damos el tiempo para comprenderla y vivirla. Necesitamos vivir la palabra de Dios. Pero ¿por qué también es muy importante? Porque al final, esta vida se acaba. No, no es eterna esta vida de ahorita. Lo que tenemos, lo físico, tus manos, tus dedos, tus piernas, tu cabeza, todo lo que ves cuando te paras frente al espejo, tiene un tiempo de vida útil. Según el Timoteo 3.14, lo que hablábamos, ¿no es cierto? Tú, sin embargo, le dice a Timoteo, persiste en las cosas que has aprendido y de las cuales te convenciste, sabiendo de quienes las has aprendido. Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden dar la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. Hay una razón de esto, hay una meta. La vida que hoy tenemos se va a acabar, pero tenemos una seguridad nosotros. Vamos a la salvación. Esto no es todo, así que disfrútalo porque se acaba. Esto no es todo. Tienes que vivirlo, pero hay más allá para nosotros. Entonces, por eso, esa es la gran diferencia con la gente que no conoce a Dios o la que no es creyente. Para ellos se acabó, no hay más. A veces reencarnan en vaca, pero no hay más para ellos. ¿Pero te imaginas lo que nosotros sí tenemos? Tal vez no podamos hoy darnos cuenta de cuál es esa diferencia de la nueva vida, pero va a ser mejor que esta. Si hoy te sientes bien, si hay cosas que te agradan, va a haber cosas más maravillosas, que no hay cómo explicar. Esos nos decían, no entienden. Es como intentar explicarle a una mariposa cómo conducir un auto. No hay cómo, pero es mejor. Eso es lo que sí sabemos. Entonces, para Timoteo debería ser muy claro que él tenía que esforzarse porque sí hay una meta, una meta maravillosa, que nadie más la puede tener sino un cristiano que ama la Palabra de Dios y que la vibra es suficiente para su vida. Vamos a Mateo 4.4. Pero Jesús le respondió. Escrito está, no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. ¿Qué más necesitamos? ¿Qué más nos hace falta? Y tenemos todos necesidades. No podemos ser indolentes, no decir, bueno, entonces no hay nada más, no trabajemos, no nos esforcemos, no estudiemos. No habrá de eso la Biblia. Pero, ¿qué más? Cuando nosotros tenemos necesidades, debemos buscar si son realmente necesidades o son deseos de comer más, de que la Biblia ya no es suficiente para nuestra vida. Dice, no sólo de pan vivirá el hombre. Tenemos un cuerpo físico que tiene sus necesidades y Dios las cubre. A veces sí hemos estado en necesidad muy acuciante. En esta pandemia nos chocó fuerte a algunos. No fue fácil, pero ¿acaso Dios nos abandonó? ¿Acaso no dejó de utilizar personas a nuestro alrededor que nos pudieron dar eso que necesitábamos? Y no solamente es la parte financiera. ¿Acaso no somos seres necesitados de abrazos, de sonrisas, de palabras de aliento? ¿Y no las hemos tenido? ¿Acaso no han estado ahí para nosotros? ¿Incluso cuando hemos sido nosotros los más groseros e intolerables? ¿No nos han abrazado a pesar de eso? ¿No ha habido personas dispuestas a ser maltratadas por nosotros? ¿Crees que Dios no ha actuado ahí? ¿Crees que sólo son personas o es Dios quien ha utilizado a las personas? ¿Quién sabe lo que nosotros necesitamos? ¿Quién sabe lo que un bebé necesita? Entonces nosotros podemos luchar con muchas cosas en la vida. Podemos tener muchas necesidades, podemos tener muchas aflicciones también. Pero Dios lo sabe todo y está al pendiente de nosotros. Y sabe que no es sólo esta vida. Y sabe que vamos a equivocarnos. Y sabe que vamos a fracasar algunas veces. Y que nos vamos a alejar. Y lo único que quiere hacernos ver es que es suficiente su palabra. Que el esforzarnos, como dice en ella. Que el ser tolerantes, como dice en ella. Que el ser pacientes unos con otros, como dice en ella. Que el arrepentirnos, confesar nuestros pecados, como dice en ella. Todo eso nos lleva a que sea suficiente. ¿Cuándo no es suficiente? Cuando nos olvidamos de ella. Cuando ya solamente lo hacemos como un ejercicio cristiano. Vamos, vemos la Biblia, oramos. Pero ya le perdemos de vista por qué era eso. ¿Cuál es la razón de ese ejercicio cristiano? Y recordar que no es más que acercarnos a Dios. Dios podría habernos hecho de otra forma. Pero nos hizo como somos. A lo que no debemos despreciar. ¿Quién escribió los Salmos? Alguien sentimental. Alguien que sí sentía y se daba cuenta de quién era y cuánto llenaba Dios en su vida. Entonces, ¿las Escrituras son suficientes hoy? ¿Serán suficientes mañana? ¿Serán suficientes con nuestros hijos? ¿Serán suficientes de aquí cuando ya no estemos? ¿Van a seguir siendo suficientes? Ahora, ¿cuánto está siendo eso para mi vida? Porque a la final, la Escritura no va a dejar de ser suficiente porque yo no lo crea. Va a seguir siendo suficiente, esté yo aquí o no esté. El problema es, ¿y para mí? ¿Es suficiente? ¿Sigue siendo suficiente? Entonces, quiero animarnos y animarnos a que la Palabra de Dios sea lo primordial en nuestras vidas. Yo sé que hay muchos libros muy buenos que nos pueden ayudar a comprender mejor las cosas. Pero si no tienen esa base bíblica, si no tienen esa fortaleza en las Escrituras, si no hacemos nuestro trabajo, vamos a convertirnos como unos vampiros espirituales que vamos a estar chupándole la espiritualidad a los otros. Y eso es un error, porque no estamos viviendo nuestras convicciones, sino las de alguien más. Tenemos la Biblia y Dios sabe cómo somos. Sabe lo que sí entendemos. Si hoy no entiendo algo, Dios sabe por qué. Pero si lo poco que entiendo no lo pongo en práctica, no es suficiente la Escritura para mí. Eso es lo que hoy queremos compartirles. ¿Podemos poner la siguiente, por favor? Allá está, doy. Entonces, las Escrituras son suficientes. Créetelo. Y como comenzamos, eso es un tema de fe. Cree que eso sí es cierto. Las Escrituras son suficientes. No necesitas nada más para tu vida. Todo lo que te dice ahí te va a ayudar, ¿a qué? A un día llegar al cielo con Dios. Esta vida es una sola. Se va a acabar. Pero si no la llevamos como Dios espera que la llevamos, pues el camino va a ser doloroso, va a ser más complicado. Tengamos fe en eso. Y finalmente, el tema, ¿no es cierto? Dios sí nos quiere moldear, pero necesita que para nosotros las Escrituras sean suficientes. Muchas gracias.

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