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Aprendiendo a aconsejar eficazmente (Andrés Valencia)

Aprendiendo a aconsejar eficazmente (Andrés Valencia)

00:00-45:13

Andrés Valencia dirige la iglesia de Malpaisillo (Nicaragua)

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Transcription

The speaker greets everyone and introduces the preacher, Andrés Valencia. They emphasize the importance of counseling and the need for continuous learning. They mention that counseling is not just for experts and that it is essential for the church and individual believers. They talk about the importance of trust and open hearts in counseling relationships. The speaker also shares a personal story about the consequences of not asking the right questions when counseling someone. They emphasize the need for truth and honesty in counseling. The speaker concludes by discussing the importance of trust and mutual comfort in counseling relationships. Gracias y buenos días a todos. ¿Cómo están? ¿Cómo van esos ánimos? ¿Listos para seguir aprendiendo? Me anima mucho, hermanos, que podamos tener este tiempo. Y bueno, vamos a dar inicio a la clase de hoy. Antes de eso, quiero presentarles a nuestro predicador de esta clase. Él es Andrés Valencia. Tiene 20 años como discípulo. Se bautizó en la Iglesia de San José, Costa Rica. Y ahora está dirigiendo, junto con su esposa y su familia, la Iglesia en Malpaisillo, en Nicaragua, desde hace 12 años. Tiene tres increíbles hijos. Andrés, que está casado, está sirviendo también en la Iglesia de León, en Nicaragua. Y sus otros dos hijos, Andy y Abril, que también están muy involucrados y son increíbles ahí dentro de la Iglesia. Así que les pido un fuerte aplauso para Andrés y que Dios lo utilice mucho. Buenos días a todos. Qué privilegio, la verdad, que puedan estar acá. Es una gran bendición el que puedan estar con ese deseo de querer seguir aprendiendo. Es una increíble bendición poder compartir con ustedes. Quiero agradecer mucho a Dios por la oportunidad que Él me ha dado para poder compartir en esta reunión. Creo que es increíble poder siempre compartir. Uno es el que más aprende. Uno nunca deja de aprender. Y agradezco mucho, la verdad, a Dios por el privilegio y a los coordinadores de la actividad. Y agradezco mucho, la verdad. Muchas gracias a cada uno de ustedes por estar acá, por haber escogido la clase. Me siento muy feliz y muy contento de poder compartir con ustedes. Y sea Dios el que se lleve la honra y la gloria en esta increíble reunión. Quiero que me acompañen a orar para dar inicio a nuestra clase. Buenos días, Padre Dios Todopoderoso. Gracias por la bendición que nos regalas de poder compartir, de poder estar en esta mañana acá reunidos. Gracias porque nos das el privilegio, Señor, de poder reunirnos para seguir aprendiendo. Gracias. Pido y ruego que sea tu Espíritu Santo enseñándonos, llegando a lo más profundo de nuestros corazones. Y reflexionemos, Señor, un poco acerca de aprendiendo a aconsejar, Señor. Padre, le pido y le ruego que se quede con cada uno de nosotros, especialmente con mis palabras, con mis pensamientos. Que sea usted, sea su palabra, no yo. Padre, hablando a cada uno de nosotros. En el nombre de Jesús, Señor, le damos las gracias. Amén. Bueno, quiero empezar. Vamos a ver si funciona ahí. Parece que no quiere funcionar también. Vamos a ver si me ayudas. Ok. Tenemos ahí la familia Valencia. Quiero presentársela. Ahí estoy con mi esposa. Y ahí tengo a Andy, tengo a Abril, que están al lado de mi esposa. Andy tiene 22 años, Abril tiene 19. Andy está dirigiendo el Ministerio de Alabanza en este momento. Y ahí tenemos a Cristian y Ángeles. Cristian es el esposo de mi hija, que están dirigiendo ahí la Iglesia de León. Y todos estamos involucrados en la Iglesia, sirviendo. Abril está en Servidores, ella ya lleva años ahí con Servidores. Y ha sido increíble, Dios ha bendecido mucho, la verdad, mi familia. Y quería presentársela para que los conozcan. Es la primera conferencia donde todos podemos estar juntos y queremos disfrutarla definitivamente. Ha sido increíble, desde que salimos, desde Malpaisillo hicimos 13 horas para poder llegar acá, a El Salvador. Y es primera vez que nosotros podemos estar juntos como familia en 20 años, en una conferencia. Y esperamos poder disfrutar la conferencia. Y ahí la tienen la familia y pues Dios ha sido muy increíble, nos ha bendecido mucho. La clase se llama aprendiendo a aconsejar eficazmente. Y todos somos consejeros. El punto es si somos buenos o somos malos consejeros. Disipular es el término que nosotros usamos normalmente. En otro ámbito lo van a escuchar como aconsejar. Nosotros hablamos de disipulado. Algunos han tratado de hacer una diferencia entre disipulado y aconsejar. Para mí están entrelazados. Entonces vamos a hablar acerca de aconsejar o disipular. Piensa que se conecta y es lo mismo. Entonces podemos pensar en que la consejería solo es para expertos. Y no es así. No es solo para expertos. En lo personal he descubierto que la consejería es un pilar fundamental en la vida del discípulo. La iglesia necesita la lectura bíblica. La iglesia necesita la oración. La iglesia necesita la predicación. Y cuando hablo de predicación hablo de enseñanza y todo lo que tiene que ver con la enseñanza. La iglesia necesita ayuno también. Podría hablar de la lectura bíblica, la oración, el ayuno, predicación. Pero la consejería es fundamental. Es fundamental. Y debemos estar aprendiendo constantemente a ser buenos consejeros. La Biblia es nuestra base, nuestro libro base. Es lo que más necesitamos para la consejería, es nuestra Biblia. Además de eso, hoy tenemos muchos libros, tenemos artículos que nos pueden ayudar mucho a poder prepararnos en esa área. Pero es algo que debemos estar haciendo constantemente. En lo personal he llevado cursos, he llevado diplomado, he llevado de todo en cuanto a consejería, porque me he dado cuenta de que la consejería, sin la consejería, nuestras iglesias están en problemas. Y no solo nuestras iglesias, nosotros. Es increíble que nosotros todos los días estamos aconsejando a alguien. A alguien le estamos diciendo qué debe o qué no debe hacer, o mirar mejor esto, mirar, pensar mejor en esto. Entonces todos los días estamos aconsejando, y no solo en el ámbito espiritual o cristiano, sino también en lo secular. Parece mentira. La consejería es fundamental. Entonces, notemos la importancia de la consejería. Dice un versículo en Proverbios, dice, sin dirección la nación fracasa. El éxito depende de los muchos consejeros. Todos los días estamos necesitados del consejo. Por eso nuestro tiempo con Dios, nuestro primer consejero es Dios. Él es el consejero por excelencia. Y en esta conferencia muchos van a pedir consejos, muchos van a preguntar qué puedo hacer en mi matrimonio, qué puedo hacer con mi hijo, qué puedo hacer con la iglesia. Por eso estamos acá, porque necesitamos ser instruidos, necesitamos ser capacitados, y todos venimos aquí a aprender. Entonces el final de la consejería se vuelve un pilar fundamental dentro de la vida del creyente, del discípulo. Entonces la consejería tienes que tomarlo con mucha seriedad. No es algo que lo podemos tomar ahí como, bueno, vamos a ver si se puede o no se puede, o si aprendo o no aprendo. No, hay que ser buenos consejeros. Eso tienes que tenerlo en mente y en tu corazón. Y algo que he aprendido, y es mi definición, es que aconsejar es un arte. Aconsejar se vuelve un arte. Sí. Eso nos va la Biblia, los libros, los hermanos que nos ayudan, y la vida te va formando y se vuelve un arte, como yo. O qué es lo que un hermano necesita en el momento que va a pasar un tiempo conmigo. A veces cometemos errores. Tal vez un hermano lo que necesite es ánimo, y tú llegaste más bien a darle, como dicen, con el palo, ¿verdad? Así decimos allá en Nicaragua. Me contaron una historia, en una de nuestras iglesias de Centroamérica, que un hermano no llegó a la iglesia un domingo. Entonces su discipulor le dijo, ¿no vino, plano? Sí, no vino. Ve a buscarlo y muéstrale esta escritura. Y aquel obediente también se fue a buscar al hermano y lo agarró con la escritura, bla, bla, bla. Y cuando estaba, no le preguntó por qué no había llegado. Y eso me lo está contando el que vivió la historia. Y dice, ¿sabes qué, André? Ese día decidí no volver a esa iglesia. Y se fue de la fe. ¿Cómo? Y dice, fíjate que no me preguntó por qué no llegué. Y yo no llegué porque no tenía para el pasaje. Estaba sin dinero y ese día no había ni desayunado, es más, no había ni almorzado. Es increíble que esa persona hoy día es un líder de nuestra iglesia. Miren qué interesante. Entonces, se vuelve un arte. ¿Qué necesita este hermano? Entonces, vamos a ver, hay tres puntos que voy a compartir yo y uno de ellos es corazones abiertos, el primero. Corazones abiertos. Y notemos lo que dice ahí la escritura con respecto a la vida que antes llevaban. Se les enseñó que debía quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, lo cual está corrompida por los deseos engañosos. Ser renovado en la actitud de su mente y poner el ropaje de la nueva naturaleza creada a imagen de Dios en verdadera justicia y santidad. Por lo tanto, vean, es un término de conclusión. Dejando la mentira, hable cada uno a su prójimo con la verdad, porque todos somos miembros de un mismo cuerpo. Pablo viene hablando de dejar el ropaje viejo y ponerse nuevo. Es una meta a alcanzar durante la vida como discípulo. Y él termina diciendo ahí, por lo tanto, concluyendo en este versículo, que es muy importante, hable cada uno a su prójimo con la verdad. Esta es la que nosotros necesitamos en el momento de aconsejar. La verdad, ¿por qué estoy contigo aquí sentado? Si la verdad, no podemos hacer nada. Si el hermano puede expresar abiertamente lo que él está pasando, lo que él está viviendo, lo que él está sintiendo. Esto es lo que todos esperamos y necesitamos como consejeros, como discipuladores. Pero no es tan sencillo como parece en la práctica. Como pecadores tenemos prejuicios y dificultades para expresarnos de manera abierta. Y todo empieza con Adán, parece mentira, pero Adán tenía una relación íntima con Dios. Pero cuando él incurre en pecado, recuerdan que él salió a ocultarse, el pecado tiene ese efecto, el pecado nos afecta. Entonces tenemos prejuicios, dificultades muchas veces para expresarnos, pero según la Escritura, he notado que necesitamos trabajar primero en algo muy importante para que nosotros podamos tener a hermanos con corazones abiertos, y es confianza, confianza. Notemos este comentario de un libro interesante, que al final les voy a mencionar unos libros que pueden leer de Pablo Hoff. Dice, confianza mutua entre el pastor, consejero y el aconsejando. Ambos tienen que sentirse cómodos, el uno con el otro. No se logra esta relación si el asesor trata con condescendencia al asesorado. La actitud de pobrecito, ¿en qué puedo servirte? A entender al aconsejado que el pastor se considera a sí mismo superior a él. Es preciso que el pastor respete a la persona y trate como igual. Le conviene darse cuenta de que cada ser humano fue creado a la imagen divina y tiene gran dignidad. Hay una Escritura que a mí me fascina, y la mencionó Jesús en las palabras, traten a los demás como te gustaría que te traten a ti. Vea, nosotros debemos tener en cuenta siempre eso en mente. Cuando yo me siento con alguien, yo tengo que estar muy, muy, pero consciente de que yo también soy un pecador, de que yo también cometo errores, de que también yo fallo, de que yo también cometo faltas, y que yo también necesito ser ayudado. Entonces, sentirse cómodo es fundamental. Sentirse seguro es lo importante. Ambos debemos sentirnos seguros, tanto el consejero como el aconsejado. Se necesita tener esa tranquilidad, esa confianza, dejar claro que es una conversación. Cada vez que yo me siento con alguien a pasar tiempo descipulado o que me he enterado de ciertas cosas, yo le digo, mira, por favor, entendé que vamos a tener una conversación. No es una sentencia de muerte. ¿Saben? Porque a veces los hermanos, como pastor, como ministro, muchas veces, no sé si ustedes se han dado cuenta, pero a veces cuando alguien dice, mira, vas a pasar tiempo con Héctor Maradiaga, ¡ay, Dios mío! Mira, William, te estoy llamando, créete que me gustaría hablar con vos, ¡ay! Y empieza la temblorina, ¿no? ¿Y qué me va a decir? ¡Hala! ¿Por qué creen ustedes que sucede eso? ¿Saben por qué? Porque vivimos temerosos de que nos van a juzgar, de que nos van a dar una sentencia. ¡Algo hice mal y no me he dado cuenta! Y eso es triste, hermano. Nosotros debemos de generar confianza en la gente, de que el hermano yo lo llame y yo le diga, mira, Pedro, fíjate que necesito conversar. ¡Ah, claro! ¿En qué momento? ¡Es más, ya, si querés! Pero no surge eso. ¡No, mirá, fíjate que mañana vamos a ver Paz Omena! ¡No, fíjate que no tengo tiempo! Porque ya hay una preocupación. Y eso nosotros no lo podemos estar generando. Uno como pastor, como ministro, no puede generar eso. ¿Sabían ustedes? No. Yo no quiero generar eso, sinceramente. Recuerden que cuando una persona llega a sentarse con uno, tiene preocupación. Ya hay preocupación. Ya hay vergüenza. Puede haber vergüenza porque es la primera reunión contigo o porque su pecado ya lo lleva a la vergüenza. Entonces yo necesito trabajar en la confianza. El pecado produce esa reacción. Fíjense que lo vemos desde el principio, y a todos nos pasa, pero no nos debemos de sorprender. Hay un teólogo alemán que se llama Jethro Bonhoeffer, y él dice, nunca te asustes del pecado del otro, asústate del tuyo. Nosotros debemos de tener en mente eso, o sea, quién soy yo también delante de Dios. No debemos sorprendernos de lo que nos digan. Debemos de estar siempre tranquilos, relajados. Por muy fuerte que sea el pecado, mantente tranquilo. Tranquilo, ¿sabes por qué? Porque eso va a generar confianza. Imagínense que alguien le diga, mira, fíjate que estaba con mi esposa y yo le dije, pero le hablé duro, le hablé fuerte, y que le diga el consejero, ¡qué barbaridad! ¿Y por qué hiciste eso? ¡Eso no se hace! Y ahí, rompiste. No, déjalo que se desahogue, y después con amor, empiezas a aconsejarlo. Mira, lo que dicen las Escrituras. Lo que dicen las Escrituras. Y ahí vamos a llegar. Después de entender y poner en práctica el principio este tan importante, entonces podemos tener corazones abiertos. Yo tenía un profesor en el seminario, y él decía algo interesante. Yo tenía un consejero que me encantaba como me regañaba. Qué bonito eso, ¿verdad? O sea, hay gente que tiene el don. O sea, increíble, te puede estar diciendo, y digo, sí, es cierto, hermano. Eso es bonito. Por eso necesitamos nosotros estar preparándonos. ¿Por qué? Porque necesitamos saber cómo vamos a trabajar con la gente. Es muy importante eso. Ahora, hay personas que son abiertas. Hay personas que a mí me sorprenden. Yo me he sentado con personas y me dicen de todo. Y yo digo, ¡guau! Pero eso uno entre miles. Y qué increíble, con esa persona hay que trabajar en el amor y en la confianza. Si queremos corazones abiertos, seamos personas que generan confianza. En toda Centroamérica, no he salido de Centroamérica, me he sentado con hermanos a conversar, y lo único que he escuchado es que no hay confianza, se ha perdido la confianza en el discipulado. Y por eso la gente no quiere hablar. Hace unos años me encontré con una hermana, y por su rasgo, y por su manera de hablar, y por su manera de expresarse, yo le hice una pregunta, y le dije, quiero hacerle una pregunta. Si me la quiere responder, lo hace, si no, no. ¿Usted sufrió abuso? Y se quedó así. Y me dice, sí. ¿Por qué me pregunta? Porque no le nota. Dice que hasta eso uno tiene que aprender. Llamé a mi esposa y le dije, quiero hacerle una pregunta. ¿Usted ha hablado de ese tema? Nunca lo he hablado con nadie en la iglesia. Y cuando leyeron los estudios, no, no lo hablé. Las personas se bloquean. ¿Sabían eso también? Vean, esto de la consejería, como les dije yo, es interesante. Observen cuando ustedes conversan con la gente, cuando hablan con ella, cómo se expresa. Y mi esposa tiene un don, ella percibe. Me encanta, mi esposa es increíble en eso. Y ya nos pusimos a conversar con ella, expresó todo lo que tenía, pero le dije, háblelo, vaya, háblelo, para que reciba la ayuda que necesita. Animar siempre es lo que vamos a hacer nosotros. Uno, generar confianza. Todo está en el bien del aconsejado, ¿saben? En el consejero. Nosotros empezamos a abrir ese espacio. Yo tuve una profesora en el seminario y siempre he mencionado que una de las materias que más me fascinó fue la consejería. Y ella nos dijo algo así, si quiere recibir un buen consejo, necesitamos ser como la mujer que va a ginecólogo. Decía ella, abre sus piernas aunque sienta vergüenza. Pero ella, dice, tiene confianza en el médico. ¿Saben qué interesante? Era una profesora, era mujer, y ella era psicóloga de profesión. Y eso me quedó y decía, guau, qué increíble que las personas podamos ser abiertas, abrir nuestros corazones, pero para eso necesitamos, ¿qué? Confianza. Hay que trabajar en ello, no es simple y sencillamente sentarse, ajá, ¿y cómo te va? No, necesitamos trabajar en la empatía. Y muchas veces se lleva mucho tiempo, a veces nosotros con una reunión con alguien ya queremos que nos diga, que nos exprese, y no es así también. Es interesante. El segundo punto, haciendo un plan. Dice, supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre, en este caso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla. ¿Saben qué interesante? Y nosotros hablamos del costo, del disipulado. Pero aquí nos habla acerca de que para poder construir hay que hacer un plan. Siempre se tiene que hacer un plan. Y Rick Warren en su libro de liderazgo con propósito usa una frase que me encanta. Dice, no planificar es lo mismo que planificar un fracaso. Supongamos entonces que la persona a la cual estamos aconsejando abre su corazón, abre su vida. Increíble que logremos eso. Imagínense que ya lo logramos, porque le dimos confianza, nos sentimos en empatía, y ahora es increíble lo que yo puedo recibir de esa persona. La persona se siente en un lugar seguro. Ya la persona lo logramos con eso. Nos sentimos nosotros tranquilos, él se siente tranquilo, nos sentimos en confianza y vamos a conversar. Es una conversación, es una plática. No es una sentencia de muerte la que vamos a tener ahorita. Un punto muy importante es escuchar. No lo puse ahí y se me fue, pero escuchar. Escuchar es muy importante después de que, cuando la persona empieza a ser abierta. Escuchar. A mí hay una historia que me fascina muchísimo en la Biblia y es en el libro de Job. ¿Saben qué? A Job los amigos empiezan a decirle que había hecho mal, que por algo estaba como estaba y todo el libro se va así. Y hasta el capítulo 32 aparece un personaje que se llama Elihu. Elihu escuchó, según la historia, Elihu es el último que entra en acción, pero sus amigos entraron en acción desde un inicio. Elihu escuchó la conversación de Job con ellos, todo lo que ellos hablaban, todo lo que ellos estaban compartiendo y hasta el capítulo 32 él hace aparición. ¿Vean qué interesante? Escuchar es muy importante. Fallamos muchas veces en eso. No nos podemos distraer cuando estemos en un tiempo de consejería, cuando estemos pasando disipulados, no nos podemos distraer. Esa es una característica de un buen consejero, saber escuchar. Algo muy importante que yo aprendí no es algo mío y es tomar siempre notas, ¿saben? Fíjense que yo he visto incluso tener el celular en este momento, prefiero un cuadernito y sentarme y escuchar. Y voy anotando, él va diciendo, él va hablando, él va hablando, él va hablando, él va hablando, y uno escucha y uno escucha y anota palabras claves o comentarios claves que él está diciendo. Deje lo que él hable, escúchelo, eso es muy importante. Decía la profesora esta que es costarricense, ella cobraba como 80 dólares por cada sesión y ella nos decía, ¿saben ustedes que a muchos de mis pacientes yo simple y sencillamente los siento y los dejo hablar. Solo vienen a decirme todo lo que les está pasando y cuando ya terminan después de dos horas de sesión salen, ¡ay gracias psicóloga! ¡Qué increíble! 80 dólares, yo dije, voy a poner ahí un rótulo, voy a empezar a escuchar personas yo. Porque, ¿saben? Las personas necesitan, parece mentira, si usted la escucha, déjela, déjela que se desahogue y después ya se siente como, ¡ay gracias! Y no le ha dicho nada. O sea, ¡claro! La escuchaste, las personas necesitan ser escuchadas y anota, toma notas. Eso es muy importante, a mí me ha ayudado muchísimo eso y ¿sabían ustedes que la mayoría, el 99% de las personas, ellos mismos tienen respuestas a sus problemas? Por eso es importante escuchar y anotar y orar. Hermanos, si hay algo que hacer es, que debemos de hacer es orar. Estamos hablando de algo espiritual, ¿sí o no? No estamos, no somos personas del mundo que ellos pues no oran, no, no, para nosotros es importante la oración. ¿Sabían que antes de que Nehemiah saliera a reconstruir, él pasó cuatro meses en oración? Cuatro meses en oración y aprovechó el momento para haber salido. Nosotros debemos de estar orando porque el trabajo que vamos a realizar es para Dios, no es para nosotros, es para poder ayudar a las personas a que puedan ser restauradas en sus problemas. Entonces, todo lo que nosotros hacemos es para la voluntad de Dios. Entonces, primero escuchar, notas, orar. Ahora, ¿dónde estamos ahora? Ahí está la pregunta. ¿Dónde estamos ahora? Tenemos que identificar adónde estamos, cuál es el problema. Después que identificamos el problema, ¿cómo podemos arreglarlo? O sea, ¿qué recursos usar para solucionar, para ayudar en ese problema? Y la pregunta tercera, ¿dónde queremos llegar? Arreglar el problema. Todos queremos ayudar. En primer lugar, el recurso más importante son las Escrituras. Las Escrituras. Vean, este libro maravilloso, la Biblia. Lo primero que nosotros debemos de tener en mano es la Biblia, y no en mano, en mente, la Biblia. George McDowell, en su libro de más que un carpintero, dice algo interesante. Él tiene un amigo psicólogo y dice el amigo psicólogo que lo que él hace con las personas que llegan a visitarlo es leerle la Biblia. ¡Qué poder es que tienen las Escrituras! Yo me quedo sorprendido porque yo digo, ¡guau! Increíble que nosotros las Escrituras muchas veces las menospreciamos. Nosotros, lo que más debemos de tener en mente son las Escrituras, la Biblia, en primer lugar. Porque la Biblia tiene vida, tiene poder. Y hay un escritor, Jace E. Adams, se llama, y él menciona de que la confedería debe ser nautética. Pero él habla acerca de amonestar, pero también hay un teólogo interesante que se llama Gary Choi, y él dice, pero no es suficiente o no se traduce así del todo como nautético, como instruir, como aconsejar, sino que nosotros debemos de ser bíblicos, bíblicos. Y la Escritura, anótenla ahí, no la puse ahí, en Colosenses 3, 16, dice lo siguiente, que la palabra de Cristo habite en abundancia en ustedes, con toda sabiduría, enseñándose y amonestándose. Esta es la Nueva Biblia de las Américas, pero en la Biblia NBI dice instruirse y aconsejarse. Es un poco más acertado según Gary Choi. Entonces, dice que la palabra de Cristo habite en abundancia. Vean, aquí está como podríamos decir, el éxito para nosotros como consejeros, es que la palabra de Dios habite en abundancia, habite en abundancia en nosotros. Porque dice James Adams, cualquier consejería que no sea bíblica, deja de ser consejería. Tiene que ser bíblica. Tenemos que ir a la Biblia, no es, ah, mira, yo pienso, mira, yo creo. No, eso no existe. Voy a abrir la Biblia. ¿Qué dice Dios acerca del tema? ¿Qué dice Dios acerca de X situación o problema desde el Génesis hasta el Apocalipsis? ¿Qué dice Dios? Nosotros si hay algo que debemos de tener en nuestra mente es mucha, mucha, mucha, mucha Biblia en nuestra mente y en nuestro corazón. Porque es lo que nosotros vamos, es de la manera que nosotros vamos a ayudar a las personas porque es Dios hablando, no nosotros hablando. Por eso, dice que habiten ustedes, oigan bien, en abundancia. En abundancia. Y otra escritura, en Romanos 15, 14, dice lo siguiente, en cuanto a ustedes, hermanos míos, yo mismo estoy también convencido de que ustedes están llenos de bondad, llenos de todo conocimiento y capaces también de amonestar, de amonestarse los unos a los otros. Entonces, la palabra amonestarse la más adecuada según, ¿verdad? Gary Chauvin también es instruirse instruir, imagínense Pablo como estaba viendo a los romanos, wow, que increíble que nosotros como iglesia, como ministro, en una iglesia digamos, wow, en la iglesia que yo estoy, aquí todos son capaces de poder aconsejarse unos a otros, que increíble que cada uno de nosotros nos podamos sentar y poder abrir la Biblia y decir, wow, yo tengo una escritura donde Dios te dice que hacer en esta situación. Entonces, es muy importante entender que la Biblia lo primero, segundo, libros, libros que nos puedan ayudar en el problema. Fíjense que cuando yo entré al seminario me dijeron que buscara a un mentor y había había un un compañero que era buenísimo en teología, me fascinaba escucharlo hablar, hablar con él, yo lo sentía que era muy sabio para todo, tenía una respuesta porque él es muy lector de la Biblia. Yo le dije, mira, me gustaría que fuera mi mentor durante, en el seminario porque nos mandaron a buscar un mentor y este hombre era increíble, ¿saben? Yo le decía, mira, espérate que estoy pasando esta situación porque nos mirábamos en su casa, tiene una biblioteca, mira, tengo este libro que te va a ayudar. Vean, un día salir de ahí con 30 libros. Tantos problemas tenía yo. Qué increíble, ese hermano, ese hermano era, es fascinante, cada palabra, mira, espérate que estoy interesado en esto, aquí tengo un libro, ¿saben qué? Hay algo que nosotros necesitamos ser como consejeros, facilitadores. No es sólo, ajá, te voy a escuchar, no, no, piensa en un artículo que te ha servido, piensa en un devocional que te ha ayudado y entonces facilítale a tú este discípulo, al aconsejado, al que estás aconsejando, ayúdale con material, ayúdale. Vean, yo he sido bendecido, a mí me han ayudado muchísimo de esa manera y también tomé eso en práctica. Acá está mi esposa y nosotros, ¿qué hemos hecho cuando hablamos? Darle libros, mira, vamos a hablar de este tema, vamos a estudiar este libro, mira, tenemos este problema, aquí tenemos otro libro, ya. Porque ¿saben qué? Sí, no, tengo que hacerlo porque lo han hecho conmigo. Ahora, imagínense, ¿cada cuánto nos vemos con esas personas? Cada quince días o semanalmente. Entonces, ¿qué va a pasar con esa persona en este transcurso? Entonces, ¿qué tenemos que hacer nosotros? Generar, ser facilitadores y de esa manera también ir trabajando con ellos poco a poco. Dejarles tareas es muy importante. Mira, léete este capítulo, mira, lee esto y después hablamos y después le preguntamos ¿qué entendiste? ¿Cómo lo ves? ¿Qué te hace reflexionar? Miran, es interesante porque entonces hasta le ayuda a la persona a poder llegar a ser lectores, porque es algo que nosotros necesitamos como consejeros y no solo como consejeros, como discípulos. Nosotros seguimos a Dios, pero el Dios que nosotros seguimos es el Dios de Israel, ¿sí o no? No es el Dios de Centroamérica. Vean qué interesante. Entonces, para poder nosotros entender al Dios que seguimos tenemos que ir a la Biblia porque es ahí donde está al Dios que yo sigo. Entonces, para eso necesito conocer todo lo que está ahí escrito para poder yo ayudar a otra persona. Entonces, es muy importante eso. Pero, ánimo, hoy podemos empezar. Hoy podemos dar inicio y podemos llegar a ser buenos consejeros. Vas a llegar a ser un buen consejero dependiendo del tiempo que tú utilices leyendo las Escrituras y orando. De lo contrario, como decimos en mi país, vas a seguir patinando, chiquitos. Jajaja. Tercero. Sí. El seguimiento es vital. Vean, esta Escritura es interesante. Estimado Teófilo, en mi primer libro me refería a todo lo que Jesús comenzó a hacer y a enseñar hasta el día en que fue llevado al cielo. Luego de darle instrucciones por medio del Espíritu Santo los apóstoles que habían escogido después de padecer la muerte, se le presentó dándoles muchas pruebas convincentes de que estaba vivo. Durante 40 días se le apareció y le habló acerca del Reino de Dios. Oigan bien, qué impresionante. Leamos, hemos leído esa Escritura. Jesús había estado aproximadamente con los discípulos tres años y medio. Durante ese tiempo hizo muchas cosas. Les enseñó, hizo milagros, predicó, estuvo con ellos, comió con ellos, los instruyó, ellos vieron cosas que nosotros jamás vamos a ver. Muere Jesús. Resucita Jesús. ¿Y saben a dónde encontró a sus discípulos? A ver, ¿quién sabe a dónde los encontró? ¡Pescando! ¡Qué ganas de pescar la de esa gente! O sea, no los encontró haciendo otra cosa. O sea, los preparó tres años y medio. Caminó con ellos. Les dejó instrucciones de lo que debían decir. Muere y se va y ya a pescar de nuevo. Uno dice, ¡Wow! No es el mejor maestro, Jesús. Cuando pensamos en eso dan ganas de desanimarse, ¿verdad? Si a Jesús le pasó eso, dice uno, ¡Ey! ¿Qué va a pasar con nuestro... O sea, la verdad que es difícil, es duro. Vean, es verdad, es difícil. Entonces, miren, la labor que Jesús hizo para poderlos preparar como apóstoles, imagínense ustedes, y los encuentra todos nuevamente pescando. Muere. Los encuentra pescando. Pero ¿qué hace él? Vuelve a tomar cuarenta días. ¿Cómo se llama eso? Seguimiento. Si Jesús no hubiese regresado, los apóstolitos seguirán pescando. Pero bendito sea el Señor, que Jesús era el Señor, ¿verdad? Que regresó, y entonces empieza a hablar con ellos de nuevo, y empieza a instruirlos, hablándoles acerca del reino. Eso se llama seguimiento. ¡Qué increíble! Vean, el amor de Dios, cuánto nosotros hemos de aprender de Él, porque muchas veces nosotros nos sentimos desilusionados. A este le digo y no entiende. Oye, mirá, necesito otra vez pasar un tiempo con vos. ¡Ay! Otra vez lo mismo. Y otra vez lo mismo. Algo muy importante. En una sesión no vamos a arreglar ningún problema. Se necesita tiempo. En una ocasión me pidieron apoyo para ayudar a unos hermanos que estaban en conflicto. Y entonces yo fui y desde entonces, fue hace varios años, y yo estuve ahí apoyando, pero ese hermano me ayudó mucho a pensar en eso y me dijo, terminamos la reunión, todo fue increíble, y me dice, Andrés, ya terminamos la reunión. Ajá, pero ¿cuándo nos vamos a volver a ver? Porque me dice, está bien, que ya terminamos y todo, pero tampoco todavía me siento bien. Necesitamos seguir hablando del tema. Y yo me quedé pensando, la verdad que nosotros muchas veces creemos que con una sentada ya arreglamos el problema y nos vamos, pero ese hermano va meditando y su corazón vuelve nuevamente al mismo lugar en el que lo habíamos nosotros encontrado. Entonces, hay que entender que el seguimiento es muy importante. Hay que estar pendiente. Hay que estar con ellos. Y muy importante, verdad, el tiempo o cada cuánto nos vamos a ver. Cada cuánto nos vamos a ver. ¿Saben? Si es un problema difícil, saca tiempo semanalmente. Porque si no, ese hermano se va a perder. Se va a perder. Y ha pasado eso. Entonces, muchas veces cometemos ese error que ya una vez y nos fuimos. Y no es así. Necesitamos todo, todos los frutos del Espíritu Santo, hermano. Por eso Colosén le dice que evite nosotros la palabra de Dios. ¿Sabe por qué? Porque si algo que necesitas para concejar es paciencia, pura. ¿Creen o no eso? ¡Ay! ¡Qué barbaridad! Y los frutos del Espíritu tienen que estar ahí en nosotros para poder ayudar. Por eso le dije que debemos estar llenos de la palabra de Dios. Y muchas veces vamos a creer no hemos avanzado. No hemos avanzado. Pero no es así, hermano. La palabra de Dios sale y no regresa vacía. ¿Saben por qué? ¿Saben? Nosotros debemos estar orando y confiados gracias a Dios que es algo espiritual. Nosotros dependemos de Dios, no de nuestras fuerzas. Entonces nosotros debemos estar orando y pidiendo por ese hermano, ayudando a ese hermano, dándole seguimiento a ese hermano, tener paciencia con ese hermano. Hay unos hermanos que nosotros llevamos como tres años ayudándole en su matrimonio y les soy sincero, ya no sé qué hacer. ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja! Con ese seguimiento, con ese seguimiento, con ese seguimiento. Ahora, según los estudios que han hecho los expertos, y según mi experiencia, poquito fallamos en el seguimiento. ¿Sabe? Ok, entonces qué increíble, el hermano tuvo ese corazón abierto, y que el hermano dijo todo lo que tenía que decir, y nosotros venimos y hacemos un hermoso plan increíble, y Biblia, libro, y me olvidé de él. ¿De qué sirve si no hay seguimiento? ¿Saben? Aquí está el éxito. El seguimiento. Sin seguimiento no vamos a poder ayudar a los hermanos. Yo he fallado en eso, y les confieso. Empiezo con los hermanos con un buen ritmo, con un buen ritmo, con un buen ritmo, y de repente las cosas de la vida, la familia, la iglesia, y cuando, ala, 15 días y no lo he visto, ¿y qué pasó? Otra vez, nuevamente, ¿no? Nuevamente, hay que recalcularse, ¿no? Para poder estar ahí. Pero es difícil, hermanos. Entonces, esta parte es muy importante. Pero vean a Jesús. Jesús es nuestro gran ejemplo, ¿amén? Él es nuestro gran ejemplo. Y vamos a terminar, ahí está. Ahí concluimos, ¿no? Corazones abiertos, muy importante. Hacer un plan es importante. El seguimiento. Y ahí tenemos algunos libros que pueden anotar, que son muy buenos. Los he leído, se los recomiendo, ¿verdad? Para que ustedes puedan seguir aprendiendo. Seguir aprendiendo. Nunca vamos a dejar de aprender. Hay una frase que leí hace muchos años, y me encanta, y es que uno aprende desde que está en la cuna, y deja de aprender hasta que está en la tumba. Y es que si tú crees que ya te la sabes toda, déjame decirte que no. Cada problema es diferente. Cada situación es diferente. Hay que abordarla de manera diferente. Hay que trabajar de manera diferente. El reino de Dios es increíble y tenemos que seguir avanzando. Muchas gracias. Que Dios les bendiga.

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