Home Page
cover of Programación Semanal Radio Fe_Enero_2023_2
Programación Semanal Radio Fe_Enero_2023_2

Programación Semanal Radio Fe_Enero_2023_2

00:00-01:07:54

Desde Ciego de Ávila. Cuba. Transmite Radio Fe

12
Plays
2
Downloads
0
Shares

Transcription

Radio Fe from Cuba is a radio station that broadcasts the message of the Gospel to fields and cities. They offer a variety of programs, including praise music, sermons, interviews, news, and reflections. One program called "Soldaditos de Jesús" tells a story about a duck who learns to be confident and trust in God. The radio station encourages children to write in and send their greetings. The program ends with a message about Jesus being the Savior, Christ, and Lord, and how He came to save humanity from sin. Esta es Radio Fe, desde Cuba, la mayor de las santillas, llevando el mensaje del Evangelio por nuestros campos y ciudades. Radio Fe, Cuba. Somos la señal que lleva al lienzo de vida. Tenemos todo lo que quieres escuchar, siempre pensando en llevarte la mejor propuesta. Alabanzas con artistas de diferentes nacionalidades. Prédicas con invitados especiales. Entrevistas de lujo. Noticias del acontecer cristiano. Reflexiones que restauran. Diferentes programas radiales para niños, jóvenes y adultos. Quédate aquí, en la radio que marca tendencia. Radio Fe, Cuba. ¡Hola amiguitos! ¡Bienvenidas! ¿Quién quiere grabar, señor? ¡Hola! ¡Qué alegría volvernos a encontrar! Soy Lía, y como siempre me pongo muy feliz cada vez que estoy junto a todos ustedes, niños y niñas del Señor. Sean todos bienvenidos a... ¡Soldaditos de Jesús! ¡Feliz Año Nuevo, mis amiguitos! ¡Y ya llegaron el resto de los muchachos! ¡Bendiciones! ¡Bendiciones! ¡Bendiciones! ¡Bendiciones! ¡Ya llegaron el resto de los muchachos! ¡Bendiciones, Carmencita! ¡Yoli! ¡Cindia! ¡Y un beso bien grande para ti, niñotilín! ¡Hola Lía y amiguitos que nos escuchan! ¡Qué feliz estoy! ¡Llegué al programa que más me gusta a mí! ¡Felicidades! ¡Besitos de estrellitas para todos en este nuevo año! ¡Besitos, besitos de estrellitas! Este año Radio Fe viene con un nuevo slogan para adultos y mayores y es... ¡Qué bonito, muchachos! Me gusta ese slogan para empezar el año porque dice Sergio que debemos renovarnos en el espíritu de nuestra mente. ¡Qué bonito, ¿verdad? Bueno chicos, si ya están listos, vamos a orar porque les traigo un cuento para los más pequeños de casa que sé que les va a gustar. ¿Quieren escucharlo? ¡Sí! Pues primero vamos a orar para que todo lo que hagamos sea el Espíritu Santo guiándolo. ¡Amén! Señor, te damos gracia en esta hora por tu amor, por tu misericordia. Gracias por tu sacrificio en la Cruz del Calvario. Gracias, Papá, por tu resurrección. Mi Dios, venimos delante de tu presencia en esta hora para pedirte por cada uno de los niños que están conectados a Soladitos de Jesús programa de Radio Fe, Señor, una emisora que se está levantando para glorificar y honrar tu santo nombre. Mi Dios, te venimos también pidiendo si hay algún niño que en este momento esté enfermito, algún niño que esté triste, mi Dios del Cielo, para que seas tú sanándole, para que seas tú ayudándole, mi Dios, y dándole fortaleza porque sabemos que en ti todo lo podemos. Bendice este tiempo, bendice todo lo que va a acontecer acá, Papá, y que la palabra, Señor, que vamos a estar transmitiendo llegue a los corazones de cada una de las personas que van a estar escuchando, mi Dios, porque todo lo que estamos haciendo es para glorificarte a ti, Rey de Reyes y Señor de Señores. En el nombre poderoso de Jesús a ti te damos gracias y te decimos amén. Ahora sí, pónganse cómodos junto a Mamá y a Papá, que ya la historia va a comenzar. Había una vez en un lago muy hermoso con aguas cristalinas un grupo de patos de todas las clases, sí, algunos eran blancos, otros negros y otros con manchas, muchos eran pequeños y otros más grandes, pero todos, todos eran preciosos. Un día los patos más jóvenes organizaron un juego divertido, pero había uno de ellos que no quiso jugar y se quedó detrás de unas piedras que habían en la entrada del lago. Los amigos cuando lo vieron, ¿qué creen que hicieron? Empezaron a murmurar entre ellos. ¡Siempre ese pato está muy pesado! ¡Nunca quiere jugar! ¡No lo vamos a invitar a sopar! ¡Es un aburrido! ¡Ja, ja! ¡Seguro que no sabe jugar! ¡Ja, ja, ja! Gruñón, como le decían sus amigos, no podía escuchar lo que ellos estaban hablando porque se encontraba un poquito distanciado, pero sí veía cómo lo observaban y se reían de él. Esto no le ayudó mucho, al contrario, lo puso más triste y se fue corriendo detrás de unos arbustos. Berta, la jicotea del lago que estaba observando desde el inicio, fue junto a él y le dijo, Hijito, ¿por qué estás triste? ¿Acaso no te gusta jugar? Gruñón le contestó con voz enfadado y a la vez triste, Señora, déjeme tranquilo. No quiero jugar. ¿Acaso no se da cuenta que no soy aceptado por mis amigos? Ellos nunca me querrán. Soy pequeño y siempre tropiezo con todos. No, mi niño, no digas eso. Eres un pato muy hermoso y además inteligente. ¿Sabes algo? Me recuerdas una historia en la Biblia, la historia de David cuando era pequeño. Sus hermanos eran fuertes, altos y tenían oficios que todos deseaban. Sin embargo, David era pequeño y pastoreaba ovejas. Pero ¿sabes qué? Diga, Señora Berta, ¿qué sucedió? Sucedió que a pesar de su corta edad y tamaño pequeño, David fue el único que dio gracia delante de Dios y no solo entre sus hermanos, sino entre todo su pueblo. Tenía un corazón muy noble y puro y el Señor envió a un profeta para que lo hiciera y años más tarde se convirtió en rey. Dios tiene un propósito contigo, patico, así como lo tuvo con David. No te sientas triste por nada. Ahora ve y juega con tus amigos. Verás como todo saldrá muy bien y aunque en ocasiones no te salga como desees, no tienes por qué desanimarte. Ve confiando en Dios. Él te ayudará. Gracias, Berta. Eso haré. Voy a ser valiente como David y sé que Dios estará conmigo. Trataré de no ser más bruñón ni de sentirme menos. Quiero agradarle al Señor así como lo hizo David. El patico fue y jugó con sus amigos. Algunas veces se cayó, pero recordó las palabras de Berta. Se levantó y volvió a intentar sin importar lo que los demás pensaran. Lo más importante para él era la opinión de Dios. Y hasta aquí la historia de hoy. Espero que les haya gustado y que con ayuda de sus padres puedan comprender la lección. ¡Wow! ¡Qué bonita historia! Creo que en algún momento todos hemos sido como ese patico. Sí, pero lo más importante es intentarlo hasta que suceda porque Dios ve nuestro corazón y perseverancia. Y llegó el tiempo de la correspondencia. Queremos enviarles saludos de estrellitas a todos los niños que nos escuchan y les pedimos a sus padres que los ayuden para que escriban sus nombres debajo en el bot de comentarios. También pueden escribirnos a nuestro correo electrónico y enviarnos lo que les gustaría que mencionemos para colocarlo en nuestro próximo programa. Hoy comenzamos saludando a unas niñas preciosas que nos siguen. Ellas son Débora y Jocelyn. Besitos, besitos. Yo también tengo por acá que no se pierdan un programa de Soldaditos de Jesús. Besitos y abracitos para La Bella, Isabela, Emanuel, Alison y La Pequeña en Metcalf. Y para nuestros fieles seguidores Christopher, Anthony y Angelo un baúl cargado de estrellitas de muchos colores. ¡Les queremos mucho amigos! Y un saludo para todos los que ahora mismo están conectados a Radio F disfrutando de Soldaditos de Jesús. ¡Hasta aquí la correspondencia de hoy! ¡Los amamos! Bueno y ya no hay tiempo para más. ¡Hasta aquí el programa de hoy amiguitos y amiguitas! ¡Les deseamos una semana bendecida en el Señor y un feliz año 2023! ¡Tres citas exactamente en una semana! ¡No se pierdan su programa favorito! ¡Somos Soldaditos de Jesús! Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org Radio F, Cuba ¡Hola a todos los amigos y amantes de Radio F! ¡Les saluda desde Ciudad de Ávila su hermano de Andrés Caballero! ¡Le damos la bienvenida a Semilla de Fe! ¡Programa para que usted se acerque más al Evangelio de nuestro Señor Jesucristo! ¡No sea parte de la sintonía! ¡En breve comenzamos! Y quiero compartir hoy una Semilla de Fe que se encuentra en el Evangelio de Lucas, capítulo 2, versículo 10. Y dice así la palabra del Señor. Pero el ángel les dijo, no temáis, porque aquí os doy nuevas de gran gozo que serán para todo el pueblo. Que os ha nacido hoy en la ciudad de David un Salvador que es Cristo el Señor. Y me llama la atención en este versículo, en estos versículos de las Escrituras los tres títulos que se le dan a Cristo. Salvador, Cristo y Señor. Cuando la Biblia comienza a hablarnos acerca del hombre Dios creó al hombre, como todos sabemos, en un estado de perfección, de plenitud en el jardín del Edén, donde el hombre disfrutaba de una comunión completa y profunda con Dios. Pero cuando llegó el pecado a la vida del hombre, cuando el hombre tomó la decisión de vivir independiente de Dios y pecó y obedeció a la voz de la serpiente inmediatamente el hombre sufrió tres consecuencias. Número uno, entró el pecado y el pecado lo dejó en un estado de condenación eterna. Número dos, el pecado trajo consigo la muerte, la destrucción. Y número tres, el pecado dejó al hombre bajo el gobierno de Satanás y de sus poderes de las tinieblas. Estas tres cosas trajo aparejado consigo el pecado del hombre cuando decidió vivir independiente de Dios. Pero ahora me llama la atención la noticia del ángel. Dice, he aquí, os doy nuevas de gran gozo. O sea, que ahora aparece Dios en medio de un mundo hostil, en un mundo lleno de malas noticias, en un mundo donde desde que abrimos la radio, la televisión, estamos oyendo noticias de guerras, de catástrofes, de enfermedades, de crisis. Ahora en medio de todas estas cosas, pues aparece Dios y dice, os traigo una buena nueva. O sea, una buena noticia. Hay una buena noticia para la humanidad y la buena noticia es que nació un Salvador. Alabado sea el Señor. Y este es el primer título que se le da a Cristo, porque esta primeramente es la obra que Él vino a hacer en el corazón de los seres humanos. Él vino a salvar. El verdadero problema de la humanidad no es un problema económico, no es un problema social, no es un problema de salud, no es un problema de otra índole. O de lo contrario, Dios hubiese mandado del cielo un economista a arreglar el problema de la economía, o un sociólogo a arreglar el problema de la sociedad, o un médico de misión para arreglar el problema de la salud. Pero la raíz del problema del hombre no es la enfermedad, no es simplemente la economía o problemas sociales. La raíz del problema de los seres humanos se llama el pecado. El pecado es la raíz del problema de la humanidad. Es el pecado quien nos ha separado de Dios. Es el pecado quien ha abierto la puerta de la destrucción. Y para esto es la primera noticia que trajo el ángel. Nos ha nacido hoy en la ciudad de David un Salvador. Un Salvador. La primera misión de Cristo fue salvar. Él vino a salvar a su pueblo. Aleluya. A perdonar, a limpiar el pecado de todos los seres humanos. Cuando Jesús se bautizaba en el río Jordán, Juan el Bautista estaba en el río, esperando la señal que le habían dado acerca del Mesías. Le dijeron, sobre quien veas descender el Espíritu de Dios, ese es. Y cuando apareció Jesús y entró en las aguas del río Jordán, y fue bautizado por Juan el Bautista, dice que los cielos se abrieron. Y el Espíritu descendió sobre él en forma corporal, como paloma. Y inmediatamente se oyó una voz del cielo que dijo, este es mi hijo amado en quien tengo complacencia. Juan el Bautista extendió su dedo y dijo, he ahí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Y esta es la primera gran noticia para todos los seres humanos, que Cristo quita el pecado del mundo. Que cuando alguien viene arrepentido a los pies del Señor y se vuelve de todo corazón a Dios, pues hay perdón para sus pecados gracias a que nació un Salvador. A que nació uno que derramó sangre que limpia el pecado. Uno que derramó su vida en la cruz para que el hombre pueda recibir el perdón de sus pecados y su restauración total. Ahora, la segunda gran noticia es que nos nació no solo un Salvador, sino un Cristo. Cristo, la palabra Cristo viene de un término que significa ungido. O sea, el ungido era alguien a quien Dios señalaba para un propósito. Y era ungido por la santa unción de Dios. O sea, era lleno del poder del Espíritu Santo. Y esta es la segunda gran noticia. El pecado no solo nos dejó en condenación. El pecado trajo consigo la muerte, la enfermedad, la maldición, el quebrantamiento de corazón, la angustia, la destrucción, la opresión demoníaca. Y cuando la Biblia nos da el anuncio del ángel, dice que nació el Cristo. O sea, nació el ungido. El libro de Isaías, en el capítulo 61, dice Jesús, el Espíritu de Jehová está sobre mí por cuanto me ha ungido. O sea, hay cosas para las que Cristo fue ungido. Fue ungido para dar buenas nuevas, aleluya, buenas noticias, a aquellos que están sin esperanza. Fue ungido para abrir las cárceles a aquellos que están oprimidos por el diablo. Fue ungido para sanar a aquellos que han sido quebrantados de corazón. Fue ungido para pregonar libertad a los cautivos, vistas a los ciegos. O sea, cuando se está hablando de la unción del Hijo de Dios, se está hablando del poder, la capacidad sobrenatural que está en Él para poder liberarnos, para poder sanarnos, para poder sacarnos de las consecuencias del pecado. Y esta es la segunda gran noticia. Hay alguien, amigo querido, que tiene poder para liberarte de las consecuencias que el pecado ha traído sobre tu vida. Alabado sea el Señor, ha traído la maldición, ha traído la muerte, ha traído la enfermedad, ha traído el dolor, ha traído la angustia, ha traído la esclavitud, la opresión demoníaca. Dice la Palabra de Dios en el Libro de los Hechos, en el capítulo 10, cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret. Y este anduvo haciendo bienes y sanando a todos los enfermos y oprimidos por el diablo porque Dios estaba con él. La unción en la vida de Jesús es para liberar al cautivo, es para sanar al enfermo, es para restaurar aquel que fue destruido, que fue oprimido. Hay esperanza para todo aquel que cree. Jesús puede romper las cadenas del diablo a través de su poderosa unción. Y la tercera gran noticia es que nació el Señor. El término Señor viene del griego kurios, que es alguien que está en una posición de autoridad, alguien que está en gobierno, alguien que es un rey, alguien que tiene poder, tiene dominio para gobernar. Y aquí está la tercera gran noticia, el pecado nos dejó bajo el gobierno de Satanás y los demonios, pero ahora el anuncio del ángel ha nacido un rey, o sea, ha nacido el Señor. O sea, no está hablando de alguien que iba a tener el gobierno político. Los judíos esperaban a un mesías político, a un libertador que los liberara del imperio de Roma en términos políticos, en términos militares. Sin embargo, el rey que había nacido tenía un gobierno que iba más allá de la dimensión de los hombres. Como decía Jesús, mi reino no es de este mundo. O sea, su gobierno es en el espíritu, en las regiones espirituales. Aunque un día cuando llegue el reino milenial, ese reino se establecerá literalmente en la tierra. O sea, en términos humanos se establecerá, será un gobierno convencional sobre la tierra. Pero ahora Cristo estaba hablando de su gobierno en el espíritu. Por eso decía, mi reino no es de este mundo. Y esta es la tercera gran noticia. No tenemos un Señor. No tenemos por qué estar viviendo bajo el gobierno de Satanás, bajo el gobierno del pecado, bajo el gobierno de las fuerzas del mar. Cuando hay alguien que nació, se llama el Hijo de Dios y dice, yo soy el Señor. Alabado sea Dios. Y dice la palabra del Señor que si alguien se somete a Cristo, el Señor será liberado, será transformado. Dice, someteos pues a Dios, resistir al diablo y huirá de vosotros. O sea, va a regir sobre nosotros la cobertura de aquel que nos gobierna. Si quien nos gobierna es Cristo, si él se convierte en el Señor de nuestra vida, entonces los términos de su gobierno caerán sobre nosotros. Y los términos de su gobierno son paz, son libertad, son justicia. Por eso dice la palabra que él es el Príncipe de la Paz. Y la paz habla del shalom de Dios. No es simplemente la ausencia de un conflicto. La paz que está hablando la Biblia es el resultado de la presencia de Dios en la vida de alguien. Es una paz que trae libertad. Es una paz que trae gozo. Es una paz que trae victoria sobre los enemigos. Es una paz que trae progreso y avance en la vida. Esa paz entrará en el corazón de aquel que se pone bajo el gobierno de nuestro Señor Jesucristo. Aquí están tres grandes noticias. Tres grandes noticias que si los seres humanos prestaran atención, no tuvieran que vivir sometidos bajo la esclavitud del diablo. Hay alguien que nació para liberarnos del pecado, para salvarnos de la condenación eterna. Un Salvador. Hay alguien que nació y tiene el poder del Espíritu Santo para romper las cadenas del diablo, de la muerte, de la enfermedad, y de todo lo que el pecado ha traído sobre nuestra vida. Y hay alguien que es Rey, que es Señor, y nos ofrece un gobierno de paz. Un lugar donde podemos habitar en paz, en gozo y en victoria plena. Ese es nuestro Señor Jesucristo. Amigo querido, no sigas viviendo lejos de Dios. Este es tu tiempo de acercarte a Dios. Este es tu tiempo de abrir las puertas de tu corazón para ser de Cristo el Señor de tu vida. Bendito sea Dios. Él te está esperando con los brazos abiertos. Este es día de volverse de todo corazón a Él. Aleluya, porque Él nació en este mundo para traernos salvación. Bendito sea Dios. Abre las puertas de tu corazón. Si estás oyendo este audio donde quiera que estés, simplemente cierra tus ojos. Y si tú has creído este mensaje que te hemos comunicado acerca del Hijo de Dios que vino, nació, fue ungido, es el Señor, murió y resucitó de entre los muertos al tercer día, todo lo que tienes que hacer es recibirlo en tu corazón, hacerlo el Señor de tu vida y comenzará todo a cambiar en ti. Haz esta oración conmigo si has creído esta palabra. Padre, en el nombre de Jesús, yo te abro mi corazón y te recibo como mi Señor y Salvador. En este día, Señor, la paz de tu gobierno entre dentro de mi corazón. Que mis pecados sean perdonados y que yo pueda ser liberado del poder, del pecado de Satanás y de las fuerzas del mal. En el nombre de Jesús. Amén. Padre, extiende tu mano y toca cada vida que ha hecho esta oración. Donde quiera que estés, Señor, tu mano la esté tocando, que la presencia de tu Espíritu venga a habitar en esos corazones, que sus pecados sean perdonados, que toda atadura de las tinieblas se rompa, que toda enfermedad huya y que reciban la vida eterna y abundante que proviene de ti. Te damos las gracias en este día, Señor. Amén. Que el Señor les continúe bendiciendo en este precioso día. Hasta un próximo encuentro de este programa, Semilla de Fe. Amados hermanos y radio oyentes, escuchan Radio Fe Cuba, una estación cristiana que está siendo de bendición para nuestra bella y hermosísima isla de Cuba, irradiando la luz del Evangelio del Señor a todo pueblo y nación en estos tiempos finales. Vamos cantando el Evangelio porque luchamos por el reino de los santos. Cuba será el salvador. Vamos cantando el Evangelio porque luchamos por el reino de los santos. Cuba será el salvador. Cuba será el salvador. Que el Señor le bendiga, estimado oyente de Impacto de Fe. No hay camino fácil para alcanzar la victoria en la vida cristiana. Recuerda que concluí el capítulo anterior del testimonio de Odaldis Romero, citando a Juan 16.33. En el mundo tendréis aflicciones. Hoy completo el versículo que sigue. Pero confiad, yo he vencido al mundo. Fueron días de llanto, de mucho llanto, de mucho sufrir. Cuando miraba me faltaba siempre uno. Tuve un periodo en el cual me quise quitar la vida por tres veces. Nunca tomé arma, nunca tomé nada para quitarmela, pero mi pensamiento era en eso. Pero no quería quitarmela yo, quería también que mis hijos no existieran porque yo hallaba que era demasiado presión la que había sobre mí. Madre divorciada con tres hijos, pero Dios siempre justamente llega a tiempo. Siempre me faltaba uno y yo no quería dejar ninguno. Y hubo un momento donde oí una palabra que me dijo el Señor. Siempre piensa en quien te ama. Sufre por quien te ama, no por quien no te ama. Y tus hijos dependen de ti. ¿Te vas a quitar la vida por alguien que no te valora? Todo eso sucedió detrás del tanque de agua que es mi placa. Mientras me apuntaba hacia los límites de la placa y miraba, y yo durmiendo, pero me faltaba uno. Yo sabía ya que era Dios que estaba en el asunto, porque de lo contrario, el enemigo siempre impulsa. Y así, poquito a poco, poquito a poco, mi hijo dio más chiquito, se casa, se va a vivir con la mujer. Pero lo que había aprendido del mundo, de la manera en que el padrastro me trataba a mí, fue la misma manera que él utilizó para tratar a su esposa, la cual ella no se lo permitía. La maltrataba, la refujaba, le hacía cosas, le hacía pasar penas, hasta que ella le dijo que no, que hasta ahí había llegado. Él salió y pensó, porque era vivir y salir, y estaba, y tenía mujer y demás, pero comprendió que estaba enamorado de su esposa. Y fueron días duros, trabajaba ya, un trabajo bastante duro y cómodo, pero le faltaba a su esposa. Pero le dije, solamente te voy a dar una palabra. A lo mejor lo que yo te diga como madre, porque a veces los hijos como madres no escuchan aún, te voy a mandar donde una mujer muy especial para mí, que es María, la mamá de Ali, una mujer de una voz muy dulce. Ve y habla con ella y cuéntale lo que te pasa. Le dijo, no, yo no voy a contarle a nadie, porque nadie tiene que saber mi vida. Le dije, nadie la tiene que saber, pero ella es una mujer oradora, y a mí tú no me vas a entender. Porque tú dices que porque si yo tengo a Dios, no pasan tantas cosas. Ve y habla con ella. Él se dirigió hacia allá y vio que era transformado. Vino con la palabra, vino con todo. A mí no me había escuchado, pero yo sabía que era plan de Dios también, porque Dios me dijo, escoge a esa mujer. Y tuvo 18 días orando, porque quería recuperar su matrimonio. Antes de los 18 días ya estaba hablando en lengua, una mujer que no quería saber de él, que lo había llamado hasta la policía. Y yo sufriendo por aquello, porque nadie quiere ver a su hijo enredado en ley. Le dijo, llevo a la casa después de estar una tarde en la iglesia un tiempo, y cuando llego me la encontré ahí en la casa hablando con él, que quería ir a la iglesia con nosotros y que quería acogerse también. Luego él la llevó, aceptó al Señor, ya lleva un matrimonio de 7 años, tiene a su hijo. Para la gloria de Dios, él le sirve al Señor, es de tremendo levita, un misionero, es una persona que el Señor lo ha utilizado varias veces en predicaciones, en la tierra como misionero. Y le doy gracias a Dios, porque lo llevó hasta su camino y le ha enseñado la experiencia del Evangelio y de cómo llevar a su familia. Luego me quedaba mi hijo, que por 17 años, el alcohólico que no había dejado de vida, se casó con una mujer que para mí fue muy buena, su familia, con la cual tuvo un hijo con ella, pero seguía con el alcohólico. No bastaban los consejos, siempre ella me llamaba, porque siempre me utilizó, porque sabía que iba libre. Siempre hablé con él, pero mi hijo tenía un problema, que no me perdonaba, por la vida que yo le había dado, porque dice que fue la vida que le dio su padrán y que por eso lo había vivido en la calle. Fue un momento para mí duro, porque cuando ya lo tenía aquí, siempre me reprochaba, pero a la misma vez yo dije, Señor, yo sé que Tú te aboramos y que yo siento paz cuando Él me lo dice, pero siempre le decía, si Tú no me perdonas, ya mi Dios me perdonó. Pero sabía que había una batalla, y que yo quería que el Señor me ayudara a librarme. Fue una oración que empecé hace cuatro años atrás, porque yo quería que el Señor lo traiera a sus caminos. Ahí estuve orando por Él, vivía en la zona de Mayik, y le pedí al Señor un 31 de diciembre a la iglesia, que yo quería que mi hijo se acercara a una iglesia para que pudiera congregarse y conocer. Luego, después de ese tiempo orando durante un año, el Señor le concedió y se trasladó a una casa a siete cuadros de la iglesia. Yo le dije, bueno, Señor, Tú estás abriendo puertas y estás controlando la situación. A mí me queda seguir orando por mi hijo, por mi familia, y que se mantenga vivo. Seguí orando y seguí orando, y me decían la gente pero yo no veo la respuesta. Yo lo veo tan común. Porque es el tiempo de Dios y hay que meditar en eso. Nosotros oramos, no desesperamos, pero siempre que le testifico a alguien por la cosa cuando pasan por los signos, siempre le digo, siempre mira que detrás de ti hay uno mejor. Una mujer o un hombre o un padre en familia, o un hijo peor que el tuyo. Siempre pongo eso porque tuve un testimonio de una vecina, que es Eni González, una vecina mía que recibía la palabra aquí en una célula, y luego me dio una moneda y luego me dio una moraleja sobre que siempre detrás de uno hay uno peor. Y aprendí, agarré eso para mí, dije Señor voy a tomar esto aunque como lo tuyo, pero siempre las piedras a veces le hablan a uno. El que está fuera de Dios le habla a uno. Y hay que coger lo bueno de las cosas. Y me agarré ahí, dije, mi problema es tan duro, es tan serio, pero yo sé que el Señor me va a dar la victoria. En el divorcio no me tocó nada, ni cama, ni frío, ni televisor, no me tocó nada. Me quedé con el cuadro de mi hogar, sin frío, sin televisor, sin cama donde dormir. Dormíamos en el suelo en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo, en el suelo,

Listen Next

Other Creators