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Mario A Tejeda

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Transcription

In this transcription, Alberto Tejeda is hosting a radio program called "La Casa del Alfarero" and giving thanks to God for the opportunity to share the message of the Lord with listeners. He continues his series on the miracles of Jesus, focusing on the healing of blind individuals. He reads from Mark 10:46-52, which tells the story of Bartimaeus, a blind man who begged for a living. Bartimaeus calls out to Jesus for mercy, addressing him as the son of David, a title that signifies Jesus' royal lineage. Despite being reprimanded by others, Bartimaeus persists in his plea for help. Jesus hears him and calls Bartimaeus to him. Bartimaeus throws off his cloak and approaches Jesus. The story highlights the importance of having faith in Jesus and seeking his mercy and assistance in times of need. Alberto encourages listeners to trust in Jesus and believe in his power to perform miracles and provide help and healing Muchas bendiciones y Dios le bendiga. Yo soy Alberto Tejeda, y se está en la sintonía de esta subprogramación, La Casa del Alfarero, dándole gracias al Padre Celestial por la oportunidad que me da de llegar a cada uno de ustedes con el mensaje de la Palabra del Señor. El día de hoy seguimos con nuestra serie de mensajes, Milagros de Nuestro Señor, y estaremos viendo en la Palabra de Dios algunos milagros que Cristo realizó mientras estuvo aquí en la tierra, especialmente por personas que eran ciegas, personas que no podían ver. El día de hoy estaremos leyendo en Marcos, capítulo 10, versos 46 al 52, pero antes me gustaría comenzar con un clamor al Señor. Padre, en el nombre de Jesús te doy gracia por tu gran amor infinito y por tu misericordia. Yo te pido, Señor, sea alguno que está enfermo, sea alguno que está pasando por alguna necesidad o problema, que tú le ayudes. Tú eres un Dios de paz, un Dios de amor, un Dios de misericordia. Te ruego, pues, que rompa las cadenas, que traiga salvación y traiga liberación, Padre. Que tú ayudes a aquella madre, aquel padre que está clamando por un milagro, una situación difícil que están atravesando. En el nombre glorioso de Jesús. Amén y Amén. Entonces, cuando leemos aquí la Palabra de Dios en Marcos, capítulo 10, empezando en el verso 46, dice, Entonces vinieron a Jericot, y al salir de Jericot, él, sus discípulos y una gran multitud. Baltimeo el Ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando. Entonces aquí podemos ver que la Palabra de Dios empieza hablando de una ciudad, una ciudad llamada Jericot. Y en la Palabra de Dios entendemos cuál es, verdad, es el mensaje histórico que podemos encontrar en esta ciudad, ya que era una de las ciudades que estaba enfrente del pueblo de Israel cuando el pueblo iba a entrar a la tierra prometida. Y dice la Palabra de Dios que el pueblo le dio siete huertas adorando y bendiciendo al nombre del Señor. Y aquellas grandes murallas, parece que hubo un terremoto, según cuenta la historia, donde las murallas se derrumbaron y el pueblo de Israel tuvo o pudo tomar la tierra que Dios le había prometido. Gloria sea el nombre maravilloso de Jesús. Dice la Palabra de Dios que al salir de Jericot, él y sus discípulos, refiriendo a Jesús, dice una gran multitud, Baltimeo el Ciego, hijo de Timoteo, Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando. Entonces podemos ver el protagonista de esta historia, un hombre llamado Baltimeo, que la Biblia dice que él era un hombre ciego, un hombre que no podía ver, un hombre que estaba en oscuridad. Y lo que él se dedicaba a hacer para poder vivir era pedir, era mendigar. Gloria sea el nombre de Dios, que la gente tuviera misericordia de ellos. Una de las promesas bíblicas más hermosas que hay es aquella que dice el salmista David, que dice, no he visto justo desamparado ni sus simientes, que mendigue pan. Diciendo con esto que Dios suple nuestras necesidades. Dios no ayuda en medio de nuestros problemas y en medio de nuestras dificultades. Pero este hombre tenía que mendigar, ya que no había ayuda del gobierno para la persona descapacitada, como este hombre llamado Baltimeo. Un hombre que lo único que podía hacer para comer era pedir, depender de la misericordia de los demás. Dice la palabra de Dios que, oyendo que era Jesús de Nazaret, comenzó a dar voz y a decir, Jesús hijo de David, ten misericordia de mí. Esta palabra misericordia es una palabra que tiene que ver con el amor. Ten misericordia de mí. Ayúdame en mi necesidad. Ayúdame en medio de mis problemas. Y algo que nosotros verdaderamente necesitamos aprender es a pedir misericordia al Dios del cielo. Creel que él es un galardonador de aquellos que le buscan. Cuando nosotros creemos en Dios, venimos a él con nuestros problemas y con nuestras necesidades, él es más que poderoso para ayudarnos, para extendernos una mano amiga, una mano de misericordia. Si usted está atravesando el día de hoy por momentos difíciles, estamos viviendo un mundo con muchos problemas, muchos problemas económicos, problemas espirituales, problemas familiares, pero tenemos un Dios que es un Dios bueno, un Dios que ama a todos los hombres, no solamente a los buenos, también a los malos. Y nosotros podemos venir al trono de la gracia pidiendo que él nos ayude a salir de esa dificultad en la cual nos encontramos. Puede ser un hijo de nosotros, puede ser un familiar. Debemos venir a él, pero debemos hacerlo con fe creyendo de que él tiene el poder, él tiene la fuerza para glorificarse, para ayudarnos en medio de nuestra vida. Este ciego gritaba, hijo de David ten misericordia de mí. La razón por la cual Bartimeo dice hijo de David, llama a Jesús hijo de David, era porque él era descendiente de David, del rey David. Jesús era de parte de padre y de parte de madre, de parte de María y de parte de José. Gloria sea el nombre de Dios. Y no solamente esto, Dios le había dado una promesa al rey David de que su descendencia siempre tendría un rey sobre Israel. Y esa descendencia se completa en Jesús, que es un rey eterno, un rey que para siempre ha de reinar, gloria sea el nombre de Dios, no solamente sobre el pueblo de Israel, sino sobre todo el mundo. Y esto no debería darnos temor, porque Cristo no es un rey dictador o no será un rey dictador como lo es Satanás, como lo es el diablo. Pero él es un rey que reina con amor, que reina con misericordia. Él no reinará solamente en favor de los judíos o en favor de los cristianos, como muchas veces nosotros queremos decir, pero él es un rey a favor de toda la humanidad, de toda la creación de Dios, para tener misericordia de todos nosotros. Es como un presidente. Oí el presidente Biden que decía el otro día que él quiere ser el presidente de todos los americanos, no solamente de los demócratas, pero también de los republicanos. Y asimismo, Cristo es el rey, un reino de amor, un reino de misericordia, no un rey dictador, ¿verdad? Pero un rey de amor que reina para bendecir, para ayudar a toda la raza humana, para salvarnos a todos nosotros de los problemas y las dificultades con la cual nosotros nos enfrentamos el día de hoy. Entonces, al oír que era Jesús, él empezó a gritar, Hijo de David, ten misericordia de mí, y muchos le reprendían para que callaste, pero él clamaba mucho más, Hijo de David, ten misericordia de mí. Las personas a veces no entienden, gloria sea el nombre de Dios, el motivo por el cual nosotros hacemos las cosas. Este hombre estaba gritando desde lo más interior de su corazón porque había fe en su corazón. No sé lo que él estaba esperando de Jesús. No sé si es que él estaba esperando que Jesús le diera una limosna, no sé si era que él estaba esperando que Jesús le perdonara de algún pecado, o él quería que Jesús le sanara de su enfermedad, del problema. Y no importa lo que él estuviera esperando, lo que podemos ver claramente fue que Jesús le devolvió la vista. Cristo hizo un milagro en medio de su vida. Y hay personas que me están escuchando en este instante que están atravesando por problemas, por dificultad, gloria sea el nombre maravilloso del Señor, pero Dios tiene el poder de hacer milagros. Él puede hacer un camino donde no hay camino. Él puede ayudarnos en los momentos más difíciles, por lo cual nosotros estemos atravesando. Y no podemos llevarnos siempre de lo que la gente nos dice. No podemos siempre tratar de complacer a todas las personas y no clamar y no orar por nuestro milagro, por nuestra ayuda delante de la presencia de Dios. Hay veces donde tenemos que ignorar a aprender a la gente, no obedecer lo que la gente nos está diciendo y buscar la ayuda de nuestro Padre Celestial, de nuestro Jesús que nos ama tanto, que tiene el poder de glorificarse en medio de nuestra vida y traer sanidad y salud a cada uno de nosotros. Entonces dice la palabra de Dios que Jesús entendiéndose, dice entonces Jesús deteniéndose mandó a llamarle y llamaron al ciego diciéndole ten confianza, levántate, te llama, ten confianza. Era la palabra, gloria sea el nombre de Dios, que aquellas personas no le daban a este ciego llamado Baltimeo. Ellos le decían cállate la boca, le estaban corrigiendo, le estaban tratando de controlar su vida, decirle qué hacer, pero cuando Cristo se detiene y lo manda a buscar, vemos que la palabra de las personas cambió, la actitud, el humor de las personas cambió. Ya no le decían a Baltimeo que se callara, pero le decían ten confianza Baltimeo, porque Jesús te mandó a llamar. Jesús quiere hacer un milagro en tu vida, Él quiere tener misericordia en medio de tu vida y en medio de tu corazón, gloria sea el nombre maravilloso de Jesús. Y es algo que nosotros tenemos que tener como seres humanos, no solamente como cristianos, porque cristiano es solamente un hombre, ¿me entiendes? Como seres humanos tenemos que tener confianza en el Hijo de Dios, tenemos que tener confianza en su amor, en su misericordia para nuestra vida y saber que Él nos mandó a llamar. Él nos mandó a llamar no para castigarnos, no para condenarnos, no para meternos a la cárcel hasta que paguemos todo lo que debamos, pero Él nos mandó a llamar para tener misericordia de nosotros, posiblemente para abrir nuestros ojos, posiblemente para ayudarnos con un problema familiar, posiblemente para fortalecer nuestra fe, nuestra salud. ¡Aleluya! Y nosotros solamente debemos tener confianza, creer en Él, creer en Su palabra, la palabra que sale de Él, no la que sale de los hombres reformados, pero la palabra que sale de la misma boca de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Dice la palabra de Dios, entonces Él, entonces, arrojando su capa, se levantó y vino Jesús. Esta capa de Baltimeo era la capa que le decía a la gente, yo soy una persona ciego, entonces tengan cuidado, no se me trallen encima porque yo no lo estoy mirando a ustedes. Si usted viene un caballo por el camino, no piense que yo me lo voy a quitar del camino porque yo no lo puedo ver, pero esta capa le decía a las personas que podían ver que este hombre llamado Baltimeo era un hombre que era ciego, un hombre que no podía ver. Lo primero, sin Baltimeo haber recibido, gloria sea el nombre de Dios, el milagro, él empieza arrojando su capa de ciego. Él empieza diciendo o creyendo en su corazón que Dios iba a hacer un milagro en medio de su vida. Y nosotros debemos hacer lo mismo. Antes de recibir un milagro de parte de Dios, o antes de recibir su misericordia, nosotros necesitamos deprendernos de aquellas cosas que dicen que, verdad, yo no podré estar saludable, yo no podré tener una buena relación, porque hay personas que han tenido tantos problemas en el amor, podemos decir, o hay problemas padres que han tenido muchos problemas con sus hijos, o hay personas, hermanos y hermanas, que han tenido tantos problemas con un vicio, sea de droga, sea de alcoholismo, o hay personas que han tenido muchos problemas financieros porque no son personas organizadas, o son personas que les gusta trabajar duro. Han tenido tantos problemas que ellos piensan que jamás podrán cambiar. Y eso es lo primero que nosotros tenemos que arrojar. Esta mentalidad, verdad, que a veces nos enciega, esta mentalidad que nos vuelve hándicaps y que no nos permite movernos hacia nuestro milagro, gloria a Dios, hacia esa relación personal con nuestro Señor y Salvador Jesucristo, hasta ese cambio de nuestra vida por el cual nosotros hemos estado pidiendo por tantos años, y quiero pedirte no pierda la esperanza en Dios. No pierda tu esperanza, y Él conoce los años que tú ha atravesado, el sufrimiento, el dolor, y Él puede remover el dolor de tu vida, Él puede remover el dolor de tu corazón. Entonces, no te vuelva, gloria sea el nombre de Dios, acostumbrado al dolor, al sufrimiento, a las enfermedades. Pídele al Señor que te sane, pídele al Señor que rompa las cadenas, pídele al Señor que tenga misericordia de tu vida, y apártate de aquellas cosas que te roban la paz, que te roban, sea un vicio, sea un placer, sea un entretenimiento, gloria sea el nombre de Dios que no te ayuda o no te permite crecer y no te permite ser la persona que tú dentro de ti quisieras ser, una persona amable, una persona seria, una persona honesta, una persona que ama y respeta a los demás como hijo de Dios, no como hijo del diablo, pero como hijo de Dios. Sé esa persona que tú quieres ser, sé esa persona que dentro de ti tu alma te dice que cambie, que transforme, porque nuestras almas son buenas, pero nuestros cuerpos muchas veces quieren cosas malas, cosas malignas, cosas que no son buenas para nuestra vida, y nosotros necesitamos cambiar y ser transformado por el poder maravilloso del Señor. Dice la palabra de Dios que Jesús les respondió, ¿qué quieres que hagas? Y el ciego le dijo, maestro, que reciba la vista. Aquí podemos ver que lo que había dentro del corazón de este hombre llamado Baltimeo era un milagro, ¿entiendes? Baltimeo a las personas normales les pedaba una limosna, si una persona como tú y yo normal hubiera ido donde Baltimeo y le hubieran preguntado qué quiere que te diera, Baltimeo me diga, por favor dame una moneda para comer algo. ¿Por qué? Porque Baltimeo sabía que las personas no le iban a dar más de esto. Sus hermanos judíos y realistas no podían darle más que una simple moneda, pero cuando él se encontró cara a cara con el Mesías, con el Hijo de Dios, él sabía que podía pedir cosas grandes. Él sabía que podía pedir un milagro sobrenatural sobre su vida para poder recibir sus vistas. Y a Jesús nosotros no deberíamos pedirle cosas normales. Las cosas normales se las pedimos a las cosas normales. A Jesús, el Hijo de Dios, nosotros debemos traer nuestros más grandes problemas, nuestras más grandes tristezas, nuestras más grandes lástimas y decir, Señor, aquí están mis fracasos, aquí están mis lástimas, aquí están mis sufrimientos, aquí están mis dolores, aquí están mis pecados, mis vicios, mis juicios, ayúdame a ser libre, a ser liberado, a ser perdonado, a ser transformado. Pero lamentablemente muchos de nosotros hemos perdido esa confianza, esa fe que teníamos cuando éramos niños, que podíamos confiar en Dios, podíamos venir a Él delante de su presencia. ¿Y por qué perdimos el amor? Fue porque la gente nos engañaron. Hay personas que dicen, bueno, yo soy un mensajero de Dios y yo te puedo ayudar. Yo como mensajero de Dios no puedo ayudarte. Yo como mensajero de Dios no tengo el poder sobrenatural de hacer ninguna clase de milagro sobre tu vida, pero tú puedes clamar al Señor porque Él te escucha a ti como me escucha a mí. Tú puedes pedirle al Señor que liberte a tus hijos, que cambie a tus hijos, que lo transforme. Tú puedes venir a la presencia del Señor y refugiarte en Jesús porque Él te ama. Sea tú evangélico o no, Dios no hace diferencia de persona. Él ama a todas las personas por iguales. Él tiene un plan, un propósito para todas las personas por iguales, porque Él gobierna para todos. Él no solamente gobierna para un grupo, Él gobierna para todas las personas. Así como el presidente Biden tiene la responsabilidad de gobernar para todos los americanos, así Cristo tiene la responsabilidad de amar y gobernar para todos los, aleluya, ciudadanos de la tierra. Pero tenemos que venir y clamar delante de Él. Este hombre recibió un milagro sobrenatural. Este hombre pudo recibir la vista, ¿verdad? Y Jesús hizo algo grande en su vida. El verso 52 dice, y Jesús le dijo, vete, tu fe te ha salvado, y enseguida recobró la vista y seguía Jesús en el camino. Vemos que lo que salvó a este hombre fue su fe, pero no su fe personal, su fe en Cristo Jesús, su fe en Cristo Jesús, porque Cristo es el que salva, no es nuestra fe, es Cristo el que salva. Pero por suerte de este hombre, Él puso su fe en la persona correcta, y lamentablemente nosotros a veces ponemos nuestra fe en las cosas equivocadas. Nosotros ponemos nuestra fe en la religión o en las iglesias humanas, en vez de poner nuestra fe en la iglesia celestial, que yo creo que es Cristo Jesús. Él es nuestro padre, Él es nuestra madre, Él es nuestro hermano mayor, gloria sea el nombre del Señor, Él es nuestro Dios. Si ponemos la fe en Él, no seremos avergonzados, no seremos avergonzados, alabanza sea el nombre maravilloso de nuestro Señor que tanto nos ama. Pero muchas veces somos quebrantados, muchas veces somos odiados, y somos menospreciados por aquellos que dicen que son mensajeros de Dios, por aquellos que dicen que son la santa iglesia de Cristo, pero que no aman como Cristo, no tienen el mismo carácter, la misma paciencia, la misma templanza, la misma devoción que Cristo tiene por su iglesia, o por las personas, y son personas bruscas, duras, difíciles de entender, difíciles de llevarse, aunque tienen una Biblia debajo de sus brazos, pero no tienen el amor del Padre. No son personas que pelean con amor, son personas que pelean con guerras. No son personas que usan la Biblia para salvar a la gente, son personas que usan la Biblia para condenar a los hombres, y condenan aún sus propios hijos y sus propios matrimonios. Son personas, gloria sea el nombre de Dios, que están llenas de violencia, que están llenas de los juicios del infierno en sus corazones, en su vida, y por tal razón no pueden amar a los demás, por tal razón no pueden amarse a ellos mismos, tener misericordia de los demás, porque el ardor, el fuego, de su ira lo consume. Gloria sea el nombre de Dios. Entonces, si seguimos leyendo, en el versículo 24, dice, el hombre miró a Jesús alrededor, gloria sea el nombre de Dios, o vamos a pasar a esta historia de otro hombre ciego, que se encuentra en el libro de Marcos, capítulo 8, hablando de los milagros de nuestro Señor Jesús. Primera historia fue la historia de aquel hombre llamado Baltimeo, que recibió la salud. Marcos, capítulo 8, verso 22, dice, Cuando llegaron a Betseida, algunas personas llevaron a un hombre ciego ante Jesús, y le suplicaron que lo tocase y le sanare. Jesús tomó al ciego de la mano, y lo llevó fuera de la aldea. Luego escupió en los ojos del hombre, y puso sus manos sobre él, y le preguntó, ¿Puede ver algo? Aquí podemos ver que unos hombres llevan a un hombre ciego, no podía llevar el mismo ante Jesús, pero esas personas tuvieron fe en Cristo. Ellos sabían que Cristo podía hacer un milagro por este compatriota de ellos. Llevan ante Jesús. Y yo creo que lo que nosotros podemos ser, si vemos un amigo, una persona que está pasando por dificultad, podemos decirle, pon tu confianza en Jesús, confía en Cristo en medio de tus problemas. Tú tal vez no puedes ver la solución porque eres ciego. El sufrimiento, el dolor, el pesar, el pecado a veces nos ciega. Las personas, el odio, el rencor, el resentimiento de la persona a veces nos ciega, pero nosotros podemos decirle, abre tus ojos, confía en Jesús, que Él puede ayudarte. Dice la palabra de Dios que Jesús escupió y puso sus manos sobre los ojos de este hombre, y le preguntó a Jesús, ¿Qué ve? El hombre miró a su alrededor y dijo, sí veo algunas personas, pero no puedo verla con claridad, parecen árboles que caminan. Y esta frase es muy interesante, porque este hombre veía a la gente, él posiblemente nunca había visto un árbol porque era ciego, pero dice la Biblia que él veía a las personas que parecían árboles que caminaban, y sabemos que los seres humanos somos mucho más que árboles. Nosotros fuimos creados a la imagen de nuestro Dios, para gloria y honra de su nombre, por voluntad de Dios. Dice la palabra de Dios, entonces Jesús puso nuevamente sus manos sobre los ojos del hombre y fueron abiertos. Aquí podemos ver que Jesús falla en su primer intento de sanar al hombre. Jesús falló, posiblemente no, pero Jesús quería que este hombre no viera completamente hacia adelante. ¿Por qué? Porque Jesús quería darnos una lección con eso, y la lección que Jesús quería darnos a través de este hombre es que los seres humanos somos mucho más que árboles. Usted puede talar a un árbol, y eso nos duele a nosotros, a todos, y no hace daño. Cuando nosotros tenemos que talar un árbol para construir una casa, sabemos que eso trae problemas al final, con el calentamiento global que estamos viviendo, con la contaminación, la falta de lluvia, y todas esas cosas cuando talamos los árboles, ¿ok? Pero nosotros, como seres humanos, necesitamos talar árboles a veces para construir casa, para cocinar la comida, especialmente en aquellos tiempos cuando no teníamos el gas. Gloria sea el nombre de Dios. Aunque para Dios los árboles son muy importantes, igual que para nosotros, pero la lección aquí dada es que nosotros los seres humanos somos mucho más importantes que los hombres. Usted no puede talar a un hombre como si usted fuera talando a un árbol. En una ocasión Jesús maldijo a una higuera. Claro que Jesús no maldice a nadie, ¿me entiende? Pero Jesús solamente le dio una palabra, no nazca fruto en ti jamás. Y dice la palabra de Dios que aquella higuera se secó. Jesús no estaba molesto con la higuera, pero Jesús quería dar un mensaje, ¿me entiende? Gloria sea el nombre de Dios. Y algo que nosotros debemos entender, que aunque es verdad que nosotros podemos talar los árboles, no podemos talar a las personas. Aunque es verdad que nosotros podemos cortar a un árbol y arrojarlo al fuego, no podemos hacer lo mismo con los hijos de Dios, con las criaturas de Dios. No importa qué mal se porte. ¿Qué pasa cuando un hombre se porta mal y comete crímenes y tantas cosas? Las leyes se encargarán de ese hombre. Cuando una persona es una persona perversa o mala, aunque es hijo de Dios, pero Dios ha creado un sistema de cárceles. Ha dado la sabiduría al hombre para que construyan cárceles y puedan meter en una prisión a esa persona que está cometiendo crímenes hasta que cambie, no para siempre, hasta que cambie su comportamiento en el tiempo que tiene que cumplir preso por este crimen que ha cometido. Gloria sea el nombre maravilloso de Dios, porque el pecado nos afecta a todos y es malo para todos, no solamente para la persona que lo practica. Pero aquí podemos ver que Jesús pone la mano sobre este hombre. Este hombre ve a los hombres como si fueran árboles. Jesús pone de nuevo la mano sobre sus ojos para darle claridad. Dice la palabra de Dios. Entonces Jesús puso nuevamente sus manos sobre los ojos del hombre y fueron abiertos. Su vista fue totalmente restaurada y podía ver todo con claridad. Jesús le envió a su casa y le dijo, no pases por la aldea cuando regreses a tu casa. ¿Por qué Jesús le dijo que no pase por la aldea? Tal vez para que la gente no se diera cuenta del milagro que él había recibido. Todos los milagros que Jesús hizo no eran siempre para dar fama, no era siempre para que su ministerio crezca. Él solamente lo hacía por amor. Nosotros pensamos que cada milagro traía una reacción. No, pero había milagro que Jesús hacía que él no quería que ninguna otra persona lo supiera. El milagro fue para ti. Y lamentablemente muchas de estas personas no podían contenerse la alegría, el excitement que tenía por el milagro que Jesús tenía que hacer, e iban y desobedecían a Jesús. Iban a los fariseos o iban a la gente y esto traía fama, pero mala fama delante de Jesús. Hay milagros, hay cosas que Cristo hace en medio de nuestra vida solamente porque Él nos ama a nosotros. Oye, tengo que darle gloria a Dios por esto que Él hizo en mi vida. La pregunta es, ¿quiere Dios que tú compartas eso con los demás? Tenemos que preguntarle. Hay cosas que Dios sí la hace para que nosotros compartamos del amor y de la misericordia de Dios, pero hay cosas que no debemos compartir. Yo veo gente a veces dando su testimonio. Oh, Dios me sanó de este pecado, me salvó de esta maldad y tantas cosas. Y lo estamos diciendo el testimonio, tal vez sí, sin pedirle dirección al Señor. Y en vez de hacer bien, estamos haciendo mal. Y es por eso que tenemos que ser sabios, tenemos que entender cuándo podemos compartir el testimonio o cuándo podemos no compartir. Lo importante es que entendamos que cuando el Señor hace un milagro en medio de nuestra vida para nuestro beneficio, cuando el Señor nos ayuda a amar a nuestros hijos verdaderamente, no en una forma religiosa o evangélica o católica, pero el amor verdadero de Cristo Jesús, veremos un cambio en nuestros matrimonios, en nuestros hijos, con nuestras amistades. Cuando amamos de verdad como Cristo amó, no como ama la iglesia el día de hoy, pero como Cristo amó, vamos a ver una transformación, un cambio positivo en nuestra vida. Y nos vamos a gozar y nos vamos a alegrar porque Dios es un Dios de amor, Él es un Dios de paz, Él es un Dios de misericordia, Él es un Dios que quiere abrir nuestros ojos y que nosotros podamos entender que Él está a nuestro lado, no en contra de nosotros. Y no debemos, aleluya, envidiar a otras personas a las cuales Dios ayuda. Hay personas que no son cristianas, hay personas que no tienen una Biblia como yo, hay personas que no oran como yo oro y Dios la ayuda, Dios los bendice, Dios tiene misericordia de ellos, porque ellos son hijos de Dios también. Yo no debería envidiar a esa persona porque mi Padre Celestial está siendo bueno con ellos. Señor, gracias porque Tú estás ayudando a esa persona, aunque ellos no se portan muy bien, según mi entendimiento. Gracias porque Tú lo estás bendiciendo a ellos, porque si Tú lo bendices a ellos, ¿cuánto más me puede bendecir a mí? ¿Cuánto más me puede ayudar a mí? Y no es una competencia, Dios sabe lo que es bueno para cada uno de nosotros. Y yo creo que Él nos da siempre lo mejor, y lo mejor no es según lo que el mundo nos dice, o lo que la iglesia nos dice. Lo mejor es lo que Dios sabe que es mejor para cada uno de nuestras vidas. Estos dos hombres eran ciegos, ahora podían ver, ahora podían disfrutar de la naturaleza, ahora podían trabajar, buscarse un empleo, ya no tenían que seguir mendigando. Alabáncese al nombre de Dios. Espiritualmente nosotros necesitamos también que nuestros ojos sean abiertos, y entender que el Padre Celestial es un Dios que nos ama, es un Dios que quiere siempre lo mejor para nosotros. Vamos a seguir con este tema, pero vamos a ir a una pequeña pausa y ya regresamos con cada uno de ustedes, recordándote que estás en sintonía de la Casa del Alfarero.

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