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Enriqueta Tagut, a teacher during the Second Republic, revolutionized the field of education. Despite the challenges faced as a woman, she obtained a teaching degree and became a passionate advocate for education. She participated in pedagogical missions and was involved in the propaganda of the Popular Front. After the Spanish Civil War, she was exiled to France with her husband and later settled in Mexico. Her legacy remains as a symbol of perseverance and dedication to education. P. J. Pahó, Podcast. Esto es Históricamente Hablando, y yo soy María Jimir, que te lo cuenta sin darte cuenta. Cada fecha esconde grandes historias minúsculas, o no, a veces guarda pequeñas historias con mayúsculas. Aquí te dejo escuchando una. ¡Hola, María! ¡Hola, Iván! ¡Hola, Andrea! ¡Buenas tardes! ¡Mira que hoy es un día importante! ¡Sí, así es! ¡27 de noviembre, el Día del Maestro! ¡Y qué mejor día que este para hablar sobre una persona que destacó y revolucionó este campo! Pues sí, aunque estoy segura de que muchos de nuestros oyentes sólo la conocerán por haber oído su nombre alguna vez, seguro que les interesa descubrir y aprender más sobre su historia. ¡Claro que sí! A ver, cuéntanos. Hoy viajamos en el tiempo al siglo XX, más concretamente nos situamos en el periodo de la Segunda República, y nos trasladamos a Valencia, donde Enrique Tagut pasó algunos años de su vida. Sí, pero... ¿ella era de Castellón, no? Exactamente, ella era de allí, pero luego se vino a Valencia para estudiar al vaciller. ¿Vaciller? ¿Una mujer, en aquella época? Sí, era algo muy extraño, pero dejadme que empiece por el principio. El comienzo de la República en la educación fue ese día en que maestros y maestras retiraron el tabique de madera que separaba a los niños de las niñas en las aulas, y salieron todos juntos a la sala de juegos por primera vez. Claro, pero la República no sólo pretendía levantar paredes y edificios. ¡Claro que no! Aspiraba a dar a la escuela bodas maestros y maestras. Había que formar y dependizar, sostener y fortalecer a los niños, para que se convirtieran en el alma de la escuela. Ya veo, pero ¿cuál era el modelo de profesor perfecto? ¿Qué imagen querían dar las mujeres en aquella época? Muy sencillo. La figura más clara es la del personaje que estamos descubriendo hoy, Enrique Tagut. En ese día trabajaba infantil, y claro, no es lo mismo que los niños vean entrar a una profesora vestida de negro y más si es a que una rodilla de primordi, que acerquen a una mujer joven, entusiasta, riendo y que juegue con ellos. ¿Y cómo llegó Enriqueta Tagut a ser profesora? Tengo entendido que en aquella época no era nada fácil estudiar, y menos para una mujer. Así es, nada pero que nada fácil. Enriqueta era de Castellón, nació en el año 1912, pero su padre tenía un hotel, y cuando ella tenía 10 años se fueron a vivir a Valencia Capital. Y estudiaba en un colegio de religión. Claro, pero para poder cursar en los estudios femeninos había un problema en aquella época. Al ser mujer, ella tenía que pedir una instancia al rector de la universidad, donde quería estudiar para que le dieran el permiso para poder matricularse en la universidad. Entonces, ella acaba el vaciller, que era obligatorio cursar para poder entrar en la universidad en aquella época, tanto hombres como mujeres, y se presenta y pide plaza para estudiar magisterio, ¿no? Sí, pero no era tan fácil como suena. Tengo entendido que en aquella época había un número de plazas limitadas, 40, 60, 100, y solo los mejores entraban en la universidad. Madre mía, qué difícil. En el año de Enriqueta solo se ofrecieron 40 plazas, de las cuales solo 17 fueron ocupadas por mujeres, y una de ellas era Enriqueta. Sí, así es. Ella estudió un plan profesional que era casi todo de prácticas, de metodologías, y al acabar cuarto curso era solo de prácticas. Así era, todo el año haciendo prácticas, y además les pagaban como si fueran profesores. Pero al acabar, ¿qué pasaba? ¿Hacía alguna posición? Que va, al acabar ya se les daba el título de maestro y de funcionario. Bueno, ¿y qué era su tiempo de ocio? ¿Qué le gustaba hacer? Pues a Enriqueta le encantaba cantar. Cantaba en el colegio normal y tenía una voz muy bonita. Claro, y teniendo esa voz tan extravergadia participó en los mítines del Frente Popular. Pero no solo eso, Enriqueta era una mujer que no se estaba quieta. Fue una de las poquísimas mujeres que participó en misiones pedagógicas. ¿Y eso qué es? Pues era un grupo de gente, hombres y mujeres, en total fueron dos en la época de Enriqueta, que iban por los pueblos más alejados para transmitir la cultura. Allí iban a hacer teatro, cine, leían libros... En total, tengo entendido que se hicieron cinco misiones pedagógicas en Valencia. Sí, sí, y Enriqueta es una de las poquísimas mítineras que tenemos documentadas aquí, en Valencia. Pero es que no solo eso, ella hace propaganda del Frente Popular, y cuando gana sigue haciendo programas de radio. Interviene en la revista Pasionaria, que era la revista de mujeres antifascistas, y se afilia al Partido Comunista. Madre mía, si es que no se estaba quieta. No, qué va, pero es que al casarse se va a Cataluña, y allí se quedó embarazada. Y además este tiempo no fue nada fácil, tuvo un embarazo muy complicado, y cuando ya estaba a punto de dar a luz se tuvo que exiliar. Exiliarse es muy duro, no solo porque dejas tu tierra y a tu familia, sino que lo haces de forma impuesta, sin nada, y vuelves a empezar en otro lugar. En efecto. Ella salió a pie, embarazada de siete meses, a finales de enero del año 39, por si quieres. Y al llegar a la frontera, a su marido le llevaron a un campo de concentración. Porque, claro, los republicanos creían que los franceses les iban a ayudar cuando llegaran y les iban a coger. Pero nada de esto. Los empezaron a meter en campos de concentración. Rómulo, que era el marido de Enriqueta, estuvo en el campo de concentración de Ayazumar, que es una playa muy importante. Sí, da mucha impresión, sobre todo a los que estamos acostumbrados a playas de arena tranquilas. Allí lo que había era la auditoría, sin extensión muy grande, que da un aspecto desangelado y frío. Enriqueta se fue a Brenoble, donde había luz, y al poco tiempo se reencontró con su marido y se embarcaba en Milsinaya, porque hay que recordar que los exiliados españoles no se podían quedar en Francia, y por tanto huyeron a otros países. ¿Y ellas a dónde se fueron? Pues ellos embarcaron hacia México, que fue el único país que abrió todas sus fronteras a los exiliados, a todos, a los maestros, obreros, catedráticos, no les puso ningún problema. Se fueron con su vieja recién nacida, pero el viaje no fue plato de buen gusto para Enriqueta, que además de ser madre primeriza y teniendo que asumir su destierro, tuvo un ataque de trigémino. Madre mía, el trigémino, para quien no lo sepa, es una enfermedad muy dolorosa, en la cual tienes tanto dolor en el cuerpo que prácticamente pierdes la conciencia. Cuando llegan allí, Enriqueta no quería hablar de la República, se negaba. De hecho, una vez que estaban haciéndole una entrevista a su marido, ella se negó a contestar una pregunta por el daño que le hacía recordar todo lo que habían pasado. Bueno, y entonces se instalaron en México, tuvieron más hijos, y cuando murió su marido, volvió a Valencia. Y claro, al ver el percal, que no tenía nada que ver con la Valencia que ella había conocido, y teniendo a sus hijos y nietos en México, se volvió a ir. ¿Y de ella, hoy en día, qué nos queda? Pues solo el recuerdo. Cuando falleció, quiso que la incineraran y que sus penizas las tiraran en un parque de México. Bueno, me ha encantado conocer a este personaje. Sí, la verdad que Enriqueta nos ha enseñado muchas cosas, y ojalá sea para nosotros un ejemplo de esfuerzo y de seguir siempre adelante.