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El corderito envidioso

El corderito envidioso

00:00-05:10

Actividad Podcast para alumnos de Educación Infantil

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The story is about a jealous little lamb who lives a privileged life on a farm. He is pampered and given special treatment by the three daughters of Raul Angelos. He has his own porcelain plate and eats leftovers from the family. Despite having everything he could want, he becomes selfish and greedy, pushing others aside to eat more. The other sheep confront him about his behavior and he admits that he is envious of their food. The sheep decide to banish him from the farm for his greed. The lamb leaves with only his silk cushion and finds a new home where he no longer receives special treatment. el corderito envidioso. El corderito, en cuestión, vivĆ­a como un marquĆ©s, o mejor dicho, como un rey, por la sencilla raza de que era el animal mĆ”is primado de la granja. Ni los cerdos, ni los caballos, ni las gallinas, ni el resto de ovejas y carneros mayores que Ć©l, disfrutaban de tantos privilegios. Isto se debĆ­a a que era tan blanquito, tan suave, tan lindo, que las tres hijas de Raul Angelos lo trataban como a un animal de compaƱƭa al que malcriaban y concedĆ­an todos los cafĆ©s. Cada maƱana, en cuanto salĆ­a el sol, las hermanas acudĆ­an al establo para peinarlo con un cepillo especial, untado en aceite de almendros, que mantenĆ­a a cedos de brillante y su tritada larga. Tras este reconfortante tratamiento de belleza, lo acomodaban sobre un mullido, un mullido cojĆ­n de seda, y acariciaban su cabecita hasta que se quedaba profundamente dormido. Si al despertar tenĆ­a sed, le ofrecĆ­an agua de hermanantea perfumada con unas gotitas de humo. Y si sentĆ­a frĆ­o, se daba prisa por taparlo con una amorosa manta de colores tejida por ellas mismas. En cuanto a su comida, no era ni de lejos la misma que recibĆ­an sus colegas, cebados a base de piel suborriente y moliente. El afortunado cordero tenĆ­a su propio plato de porcelana y se alimentaba de las sobras de la familia, por lo que su dieta diaria consistĆ­a en pequeƱitos guisos de carne y postres a base de cremas de chocolate, que siempre le gustaban aĆŗn mĆ”s su empalagosa vida. Curiosamente, a pesar de tener mĆ”s derechos que ninguno, este cordero favorecido y sobrealimentado era un animal extremadamente egoĆ­sta. En cuanto veĆ­a que los granjeros rellenaban de pie su comedero comĆŗn, empezaba a correr pisoteando a los demĆ”s para llegar el primero y engullir la mĆ”xima cantidad posible. Obviamente, el resto del rebaƱo se quedaba en su plato, pensando que no debĆ­a ser mĆ”s canalla que Ć©l en todo el planeta. Un dĆ­a, la oveja jefa, la que mĆ”s mandaba, le dijo en tono muy enfadado, —”Pero quĆ© cara mĆ”s tura tienes! Ā”No entiendo cómo eres capaz de quitarle la comida a tus amigos! Ā”TĆŗ, que vives entre algodones y lo tienes todo hecho! Ā”Eres, eres, eres un sinvergüenza! —Bueno, bueno, estĆ”s pasando un poco. ĀæEsto que dices no es justo? —¿Que no es justo? Llevas una vida de lujo, y te atiboras a diario de manjares exquisitos. DĆ­gannoslo a un emperador. ĀæEs que no tienes suficiente con todo lo que te da? Haz el favor de dejar pienso para nosotros. El cordero puso cara de circunstancias, y con la insolencia de quien lo tiene todo, respondió mostrando muy poca sensibilidad. La verdad es que como hasta reventar. Y este pienso estĆ” malĆ­simo, comparado con las delicias que me da. Pero lo siento, no soporto que los demĆ”s disfruten de algo que yo no poseo. La oveja se quedó de pie de aposta. —¿Me estĆ”s diciendo que te comen nuestra humilde comida por envidia? El cordero se empujó de hombros y puso cara de indiferencia. —Si quieres llamarlo envidia, me parece bien. Ahora sĆ­, la oveja entró en cola. —”Muy bien, tĆŗ te lo has buscado! Sin decir nada mĆ”s, en un sirvido que resonante agarraba. Segundos despuĆ©s, treinta y tres ovejas y nueve carneros acudieron a su llamada. Entre todos, rodear, los rodear, al desconsiderar lo que dice. —Escuchadme atentamente, como ya sabĆ©is, este cordero no es peinado e inflado a pasteles, lo que hace todos los dĆ­as parte de nuestro pie. Pero lo peor de todo es que no lo hace por hambre, no, Ā”lo hace por envidia! Ā”No es abominable, eh! El malestar empezó a palparse entre la audiencia y la oveja continuó con su alegrĆ­a. En un rebaƱo no se permite ni la codicia ni el abuso de poder, asĆ­ que, en mi opinión, ya no hay sitio para Ć©l en esta granja. Ā”Que levante la pata y no estĆ© de acuerdo con el que se largue de aquĆ­ para siempre! No hizo falta hacer recuento. Todos, sin excepción, alzaron sus pozoles. Ante un resultado tan apestante, la jefa de flan determinó su función. —”Amigo! Ā”Esto te lo has ganado tĆŗ solito por tu marco de comportamiento! Ā”Coge tus pertenencias y vete! Eran todos contra uno, asĆ­ que el cordero no se atrevĆ­a a resistar. Se llegó su cojĆ­n de seda oriental, como Ćŗnico recuerdo de la opulenta vida que dejaba atrĆ”s, y atrevesó la campiƱa a toda velocidad. Hay que decir que, una vez mĆ”s, la fortuna le acompañó, pues, antes de anochecer, llegó a un enorme rancho que, a partir de ese dĆ­a, se convirtió en su nuevo hogar. Eso sĆ­, en ese lugar no encontró niƱas que le cepillaran el pelo, le dieran agua con limón o les regalaran las sobras de asado. AllĆ­ fue, simplemente, sembramos en la esfera. SubtĆ­tulos realizados por la comunidad de Amara.org

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