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Don Pedro had a strong intuition to leave work early and go home, even though he didn't know why. He worked as a nurse in a hospital and had been working extra shifts. When he arrived home, there was an earthquake and part of the house collapsed. Thankfully, his family was safe. The power went out and there were aftershocks throughout the night. Despite not knowing why he felt the need to go home, Don Pedro is grateful he did, as he was able to comfort his family during the terrifying event. This experience made him believe in a higher power that protects and guides us. Hay veces que nos enfrentamos a situaciones super complejas, difíciles, a veces creíbles y también increíbles. Y es el caso de Don Pedro, que tuvo que retirarse temprano de su trabajo porque tenía la necesidad interiosa de ir a su casa. Él no entiende por qué pidió permiso y se fue a su casa. Era un momento en que no había celulares. Para poder contactarse con su familia tenía que ir a un teléfono que quedaba en la esquina en un negocio. Y él, ese día, de manera muy interiosa, pedió permiso e hizo. Él no tiene claro por qué, pero algo le decía que tenía que irse a la casa. Había estado cumpliendo un turno de 24 horas. El día anterior había llegado temprano y le habían pedido hacer la noche por dos de sus colegas que habían presentado complicaciones para asistir a cumplir sus turnos. Trabajaba en un hospital y era enfermero. Y Pedro disponía de muy buena, muy buena voluntad para eso. Y a mediodía decidió retirarse y se fue para la casa. Y cuando llegó a la casa estaba todo tranquilo. Su esposa estaba preparando ya la once, el té. Sus hijos estaban viendo la tele. Y su papá estaba también en su cuarto viendo el partido de fútbol. Y la esposa se extrañó al verlo. ¿Por qué llegaste tan temprano si habías quedado de llegar hoy? Ya pasaba las ocho de la noche para cumplir el turno de 24 horas. No sé, le dijo, pero tenía necesidad de venirme para acá. Tenía necesidad de estar aquí en la casa. Era día domingo y para los servicios de salud no hay días festivos ni fines de semana. Se cumple en turnos y hay que cumplirse. Y a eso de las seis, seis y media de la tarde estaban conversando, tomándose una taza de té y empezó el terremoto. Era año 1965. Y el terremoto fue terrible. Y parte de una de las paredes invisorias de la casa, donde él vivía, no era su casa, era la casa de los padres, cayó. Y el perro que estaba al lado pasó al patio donde él vivía. Y todos ahí reunidos en el patio, orando, llorando y pidiendo, rogando a Dios para que este terremoto terminara lo más pronto posible. Y bueno, pasó. Pero Pedro recuerda que en el momento en que se produjo este terremoto, su padre tenía unos cuadros puestos en el muro. Y estos cayeron estripitosamente sobre una pequeña bandeza, una pequeña mesita donde había una bandeza con vasos. Y quedó la escoba, todo roto, saltaron los libres. Y fue esto en el atardecer. Y se fue la luz. No hubo luz. Toda esa noche, toda la ciudad de Santiago quedó oscura prácticamente. Y esa noche no durmieron. Fueron réplicas tras réplicas. Y fue algo extraordinario. Extraordinario por el evento mismo. Afortunadamente él no sufrió daños físicos ni su esposa ni sus hijos, nada. Ni su padre que estaba ahí tampoco. Pero fue ese sentimiento, esa sensación extraña que le decía que debía dejar el hospital, debía irse a su casa. Cosa extraña. Nunca él había pedido permiso para retirarse antes. Jamás. Incluso sus compañeros de trabajo lo miraron extrañado, pensando que se sentía mal, estaba enfermo. Podían haber pensado que estaba agotado. Estaba haciendo un turno de 24 horas. Pero no él decidió irse porque algo le decía que tenía que estar en la casa. Y fue así. Todas esas cosas suceden. Y la Providencia le avisó, tal vez, su intuición de hombre de hogar. Le anticipó lo que venía. No se sabe. Pero hasta el día de hoy él agradece que ese día estaba en la casa. Pudo ayudar a su esposa a tranquilizarla porque fue horrible tranquilizar a sus hijos, que eran pequeños en ese momento. Darles la seguridad de que estaba bien, de que todo eso iba a pasar. Estos son eventos en donde la divinidad se hace presente. En donde el entendimiento se concreta en acciones bien precisas que no pueden responderse. No hay una respuesta de por qué se actúa así o se toma una decisión así de inmediato. Pero hay algo. Hay algo en el aire. Hay algo en la mente humana que nos avisa de esto suceder. Eso es lo maravilloso. ¿Será Dios? ¿Serán los ángeles? No lo sabemos. Pero a muchas personas ese día les pasó algo especial. Por eso esto es súper importante comentarlo, divulgarlo, porque es interesante el momento en que creemos que existe un Dios Todopoderoso que nos protege, que nos cuida, que nos aconseja. Eso quería reflexionar esto el día de ayer. Hasta pronto. Cuídense.