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In the transcription, the speaker discusses the characteristics and general changes that occur during the third childhood stage, specifically in the cognitive, psychomotor, and socioemotional dimensions. This stage, which spans from six to nine years old, is considered the third school stage and marks a significant shift in children as they develop socialization skills and move away from egocentrism. The speaker also explains the development of cognitive skills such as conservation, classification, and spatial and temporal concepts, as well as the acquisition of language skills and motor development. Additionally, the speaker highlights the importance of socioemotional development and its impact on self-esteem and relationships with peers, family, and school. The speaker concludes by discussing the development of attention, perception, memory, and thinking skills during this stage. Muy buenas tardes, Master de San Luis de Estudiantes Luis Esposito. Vamos a continuar con la lectura desde la página 89, que dice, la tercera infancia desde los seis a nueve años y cero meses. Me resume en introducción del tema. En este apartado nos referimos a las características y a los cambios generales que se dan en la tercera infancia, específicamente en las dimensiones cognitivas del lenguaje psicomotriz y socioemocional. En la tercera infancia comprende el desarrollo de los niños desde los seis hasta los nueve años. Es considerada también como la tercera escolar, la etapa escolar. En ella se adquieren muchas destrezas y habilidades que serán la base para desarrollar integrado a lo largo de la vida. Esta fase marca sin lugar a dudas un cambio trascendental en los niños, puesto que superan el egocentrismo para iniciar una nueva fase de socialización. Para esta etapa conoceremos cómo el desarrollo cognitivo se toma la trascendental por medio de la adquisición de las nociones de conservación, de clasificación, de desideación, de civilización, el número de tiempo y de espacio. También encontraremos las características de los diferentes tipos de memoria. Acerca del desarrollo del lenguaje entre los seis y nueve años, veremos que esta ayuda en la adquisición de la conciencia fonológica, sistemática y semántica, además de la pragmática, se constituyen en el cimiento para aprender en la lectura y en la escritura, procesos en los que están involucrados decodificación y el lenguaje integral. También indagaremos sobre las características del desarrollo motor y del crecimiento físico de los niños de seis a nueve años, explicando las habilidades y las destrezas que ellos alcanzan en esta etapa, haciendo hincapié de la psicomotricidad como proceso importante para la escritura. Respecto al desarrollo socioemocional, observaremos que está estrechamente relacionado con el autoestima de los niños, que también es muy importante en el grupo de pares, la familia y la escuela. Este estigma de una u otra manera en la que influye gravemente en su formación integral. En la parte de análisis, comprenderemos que las necesidades y los intereses tienen las niñas y los niños en la etapa de la vida. Al igual que la familia de pares y de la escuela por su desarrollo. Desde el nacimiento, todas las áreas del desarrollo humano van evolucionando y se van implicando entre sí. De hecho, cada dimensión entre cierta primaria, entre las diferencias, etapas, como veremos seguidamente. Durante el primer y segundo año de vida, después del nacimiento, el desarrollo motor grueso y el desarrollo motor fino destacan entre los cuatro. Alrededor del primer año y medio y los tres años de edad, son el lenguaje, la socialización, la afectividad y la conexión los que sobresalen en el ámbito del desarrollo humano. Entre los tres años y medio y seis años, el desarrollo general está marcado por avances considerables en la cognición, en el lenguaje y en la socioemocional. A partir de los siete años, hasta la edad de la adolescencia, el desarrollo se manifiesta a nivel de pensamiento y de la efectividad, aspectos que matizan los aprendizajes propios de cada etapa. El desarrollo cognitivo en la tercera infancia. A partir de los seis años, se inicia un periodo de cristalización del desarrollo. Esto se advierte en el modificado informe que se adquiere, permitiendo predecir sobre futuras características para el periodo de la adolescencia. Si bien entre seis y nueve años de edad, la familia continúa con su importante desarrollo. Las niñas y los niños de después se suman como contribuyentes en el desarrollo de habilidades cognitivas y académicas. La atención. Entre seis y nueve años, la atención de los niños es más controlada, adaptada y planificada, por lo que su desarrollo cognitivo progresa aproximadamente hasta los doce años, en función de las siguientes cuatro formas. Información exclusiva. Los niños desarrollan las habilidades para separar la información levante de lo irrelevante. Atención selectiva. Los niños mejoran su capacidad para responder solamente a aquellos aspectos importantes para la solución de un problema. Esto les permite aprender de manera más eficiente y efectiva, de acuerdo con su edad. Flexibilidad de la atención. Los niños pueden desviar la atención dada a una característica de un problema hacia otro. Se trata de un cambio de enfoque en la atención en este proceso de desacredita a medida que avanza en su desarrollo. Reducción de las percepciones predominantes. Se refiere al desarrollo de los procesos de atención de los niños, separándolos de las propiedades físicas salientes de los estímulos. De ahí su atención vaya más allá del color, de la forma, del tamaño y del brillo. Van a orientarse a otras propiedades, entre ellas la orientación de los objetos en el espacio. En la tercera infancia, los niños son capaces de mantener su atención en lo que les interesa por mucho más tiempo que en las etapas anteriores. Sin embargo, normalmente ese interés disminuye pronto si no existe una motivación que lo sostenga provocando incluso que la atención desaparezca. La percepción. Sin duda alguna, la percepción influye en gran medida y está influida por las dimensiones socioemocional, psicomotriz, cognitiva y del lenguaje. Es precisamente en la tercera infancia que dicha actividad física cobra mayor sentido debido al surgimiento de otros elementos en el aprendizaje y en el conocimiento académico. Como observamos hasta este momento en el desarrollo humano, la percepción de los niños avanza como actividad orientada, va de la acción objetiva práctica al juego y a la actividad creadora, hasta convertirse en una actividad independiente de observación. Entre los seis y nueve años de edad, los procesos cognitivos, los procesos perceptivos se amplian y se toman más complejos. Así, los niños son capaces de extraer mayor información del medio, enriqueciendo su estructura cognitiva. Uno de los procesos de avance en esta etapa está relacionado con la percepción visual. Efectivamente, alrededor de los siete años, los niños desarrollan capacidades para diferenciar las características del entorno. De ahí que al percibir la forma de los objetos mediante constante perceptual, ya tengan la capacidad para distinguir los detalles de tales objetos. Igualmente, en este periodo comienzan a relacionarse las partes y del todo, aunque para ello aún dependen de la experimentación y de su conocimiento. Es decir, logran percibir un objeto por sus partes cuando éste es desconocido y son capaces de percibir el todo cuando se trata de un objeto conocido. De igual manera, tanto la adquisición de la percepción del espacio y de las relaciones parciales como la percepción del tiempo son condiciones importantes que enriquecen toda la actividad cognitiva de los niños en la tercera infancia. La percepción auditiva también se incrementa entre los seis y nueve años, hecho que se presenta en habilidades como la memoria secuencial auditiva, que permite a los niños acordar de elementos presentados en un orden específico, en la capacidad para adquirir su atención hacia estímulos auditivos, y tanto en la comprensión como en la asimilación de combinación de sonidos para formar un plan auditivo. La trayectoria del desarrollo perceptivo en la tercera infancia es asumida como una tarea de la perfeccionamiento del proceso de análisis y de síntesis de la realidad. Como resultado, los niños comienzan a ver el mundo bajo forma de un cuadro único y complejo. La memoria. La característica de la memoria en esta etapa está relacionada con la memoria del conocimiento, que es un aspecto esencial en los procesos de aprendizaje. La capacidad de memorizar aumenta significativamente a lo largo de los seis y los siete años. Este avance tiene lugar debido al incremento de estrategias de codificación de la información obtenida. Como la recetación, la asociación, la elaboración y el agrupamiento de datos se interesan por temas inusuales. Como los animales extraños y los tiempos prehistóricos, por si tal es bueno, también son capaces de obtener información abundante como canciones, anuncios, nombres de compañeros y fechas. En el momento idóneo para aprender las tablas de significar los nombres de ciudades definidas y poesía, entre otros contenidos. El contexto escolar en el que los niños de seis a nueve años se encuentran los obliga a concentrarse más en sus acciones y en sus percepciones, situaciones que a su vez mejora el proceso de prevención de información. Para explicar el hecho de que parte de la información adquirida es rápidamente olvidada, mientras que en otras previamente obtenidas, algunos psicólogos llegan a distinguir el análisis y analizar distintos niveles de memoria. Cada uno de ellos funciona y posee características propias, como veremos en el siguiente tabla. Pensamiento y razonamiento. A partir de los siete años se produce un cambio cualitativo en el desarrollo. Se evidencia un avance del pensamiento preológico al pensamiento lógico. Según que ayer, a esa edad, los niños se encuentran en el subperiodo de las operaciones concretas, por lo que ya son capaces de realizar operaciones lógicas, aunque todavía ligadas a objetos concretos. Es decir, solo pueden resonar acerca de las cosas con las que tienen experiencia personal directa y piensan apoyándose en lo que ven y en lo que manipulan. Esta posibilidad de las operaciones concretas viene dada por la conquista de los esquemas fundamentales del pensamiento, la reversibilidad. En la tercera infancia se deja el egocentrismo y el esquema perceptivo infantil, consecuencia de que los niños ya no se guían solo por las características sobresalientes, sino que pueden desviar su atención hacia otras características relevantes para la solución de un problema. También aprenden a establecer relaciones, pueden agrupar cosas semejantes y ordenar cosas diferentes. Al igual que adquieren la noción del número y de orden. Las niñas y niños de 6 a 9 años aproximadamente el desarrollo y conservación de seriación de clasificación del número de espacios y de causalidad de ayer, cada una de las características diferentes. Sin embargo, todavía tienen dificultades para manejar conceptos relativos a la velocidad, a la densidad y al volumen, que en la realidad son datos abstractos que se irán consolidando en la siguiente etapa de su desarrollo. La característica central del pensamiento entre los 6 y 9 años en busca de explicaciones lógicas a los hechos que se observan de ahí, que a los niños de esas edades traten de entender y explicar cómo todo está compuesto por partes. Un reflejo de esto es el gusto por las cabezas y por los juegos de construcción. El desarrollo del lenguaje en la tercera infancia. Con relación al desarrollo del lenguaje en la tercera infancia, se sabe que los niños adquieren mayor capacidad en su lenguaje, es decir, tienen la facilidad para comprender e interpretar la comunicación no solamente oral sino también escrita. En esta etapa se observa un progreso muy evidente en cuanto al lenguaje en efecto al avance de la adquisición del vocabulario. Es sorprendente, los niños de 6 años de edad ya tienen alrededor de 10.000 palabras y a los niños de 10 años tienen 4.000 palabras aproximadamente. Este hecho favorece enormemente su competencia lingüística. Se estima que cada niño o niña adquiera alrededor de 1.000 palabras en su territorio lingüístico. Por otra parte, en la tercera infancia también desaparecen muchos relacionados con la síntesis de, empieza el uso de formas gramaticales, mucho más complejas que los de las anteriores etapas del desarrollo. Igualmente los niños aprenden a la estructura gramatical de la frase que puede organizar de modo coherente las palabras, a fin de formas, fases y oraciones mucho más complejas. Por eso se dice que esta etapa de perfeccionamiento sistemático, a ello se suma la de los niños paulatinamente incorporándola en estructuras gramaticales de su lengua materna. Entre los niños de 6 a 9 años, de igual modo, se incrementan los conocimientos del significado de las palabras, por lo que los niños son capaces de captar los significados basándose en las definiciones. Además, reconocer la multiplicidad de significados que conducen a una mayor comprensión de las metáforas y del humor. Otro algo característico de esta etapa son el uso de diversas clases de palabras y el inicio de la elaboración de integración semática que le permite desarrollar. A su vez, una conciencia metalingüística que se va consolidando en la etapa de la pre-adolescencia, a la par de los niños y niñas, saben distinguir las diferencias en niveles de lenguaje cultural, familiar y vulgar. Los niños a esa edad escolar se caracterizan por ser consolidadores, inclusive a través más que las personas adultas, por eso se dice que la conservación es la competencia lingüística que más se desarrolla en la tercera infancia. De hecho, las niñas y los niños se dan cuenta de que gracias al uso adecuado de lenguaje es posible lograr una mejor comunicación con sus compañeros y compañeras y con los adultos en diferentes contextos sociales. En esta etapa, los niños también tienen la capacidad de relatar historietas y experiencias desde lo más simple hasta lo más complejo, con un progreso notable durante su estadía. En la escuela primaria, así mismo entre los 6 y 9 años, adquieren la capacidad para pensar sobre el lenguaje y para comentar sus propiedades, pueden reflexionar sobre su importancia y su utilidad para la comunicación y desarrollan la conciencia fonológica, sintáctica y semántica, es decir, adquieren un conocimiento lingüístico fundamental para los procesos de lectura y de escritura. Lenguaje escrito. El lenguaje y la escritura introducen códigos lingüísticos que cada lengua tiene sus propias leyes de composición y que son internacionalizadas por los niños y niñas en función de su desarrollo cognitivo y de la cultura a la que pertenece. Para lograrlo, deben ser capaces de reconocer y de cumplir las leyes. La correcta adquisición y el desarrollo del lenguaje en los primeros años de la escolaridad es lo más importante para la lectura y la escritura. Referimos al lenguaje no sólo en el sentido fonoarticulatorio, sino también en términos de un conjunto de procesos cognitivos subyacentes como la conciencia fonológica, sintáctica y semántica. Los procesos que atraen en funcionamiento en la lectura y en la escritura requieren de cierta maduración, al igual que de una integración adecuada en los procesos del sistema nervioso central y de las recepciones sensoriales periféricas. Esta es una condición que se adquiere en la tercera infancia. Si bien los procesos de lectura y de escritura parten del lenguaje oral, estos se van volviendo más complejos. En efecto, con el propio desarrollo de los niños y niñas, no solamente tendrán que decodificar contenido, sino que al leer y al escribir también deberán realizar el trabajo de imaginar la realidad, de plasmarla, de comprobarla y de darle un orden mental coherente al significado global de un determinado texto. Al adquirir el lenguaje oral, es decir, cuando se quiere hablar, también se logran los conocimientos fonológicos, sintácticos, semánticos y pragmáticos, tal como observamos hasta la segunda infancia. Sin embargo, al momento de adquirir el lenguaje escrito y a partir de la estructura educativa, los niños ya comparan las reglas de la fonología y de la sintáctica y de la gramática, que son plasmadas en la escritura. La lectura y la escritura, a su vez, implican procesos de generalización y de abstracción, que dependen también del desafío cognitivo logrado por los niños hasta ese momento. En la escuela, los maestros utilizan diferentes metodologías de enseñanza para el aprendizaje de la lectura y de la escritura. Entre esas metodologías, desde las más tradicionales hasta las más actualizadas, podemos destacar los métodos alfabéticos y fonéticos, que a veces limitan a la simple codificación y decodificación de palabras, dejando de lado el proceso mismo de la comprensión y otros basados en el enfoque lenguado e integral que utiliza la mente visual. En la actualidad, muchos expertos recomiendan la combinación de enfoques puestos que con los enfoques fonéticos. Los niños y las niñas se limitan a decodificar, en tanto que con un enfoque integral logran comprender un texto en su globalidad. Como afirman algunos autores, las niñas que comprenden leer y escribir combinadas estrategias visuales y fonéticas, recuperando visualmente las palabras conocidas y decodificando fonéticamente las palabras nuevas, son lectoras mejores y más versátiles. El desarrollo psicomotor en la tercera infancia. En general, el crecimiento físico de los niños y niñas de 6 a 9 años es más lento hasta el inicio de la pubertad, si bien existen diferencias individuales en los estándares de crecimiento que dependen de la herencia, de los hábitos de nutrición, de la salud inclusiva y de la cultura a la que se pertenece. Como referencia se tiene que los niños de este grupo de edad crecen entre 5 y 7 centímetros y medio por año, en tanto que su peso aumenta casi el doble entre 6 y los 11 años. En la tercera infancia, uno de los cambios físicos destacados en los niños es la pelea de sus dientes de leche y la aparición de sus dientes permanentes. Por otra parte, a medida que los niños van creciendo, físicamente aumenta su masa corporal y incrementa su habilidad motriz. También se vuelven más fuertes, pueden saltar y correr más rápido, más perfeccionan su coordinación y sus habilidades motrices. Les gusta ejercitar su cuerpo, aprender nuevas destrezas como manejar bicicleta, patinar, lograr un cierto equilibrio y se incrementa su habilidad motriz fina. Este último ocurre gracias a que existe una mayor coordinación de los músculos pequeños, hecho que les permite a su vez una mejor coordinación entre el ojo y la mano y les facilita dibujar, pintar y escribir. En este periodo y hasta los 8 años, se pasa definitivamente el movimiento global al diferenciado, lo que aporta en el desarrollo del control postural y respiratorio en la afirmación definitiva en la diferenciación de los hemicuerpos izquierdo y derecho y en la dependencia de los brazos. Asimismo, los niños y niñas consolidan la noción espacio-temporal y adquieren el ritmo. Esta última habilidad les permite incorporar acciones de velocidad, de intensidad y de límites, que son elementos favorecedores para la lectura y escritura. Entre los 6 y 9 años, el juego es considerado como uno de los principales elementos de relación y de interacción con el entorno. Según Papalia y sus colaboradores, el juego físico vivoroso alcanza su expresión máxima en la tercera infancia. Esto se debe a que tiene importantes beneficios adaptativos a fines de desarrollo muscular y esquelético. E inclusive canaliza la agresión y la competitividad. El juego informal es espontáneo, característico de la tercera edad, tercera infancia. Ayuda a desarrollar a los niños sus habilidades físicas y sociales. De hecho, los juegos de los varones son más corporales, en tanto que los de las niñas son más verbales. Por ello, es común observar que en las escuelas primarias hay niños moviendo de un lugar a otro, saltando, compitiendo y en juegos que implican más esfuerzo y moviéndose más fuertes y precisos. Mientras que los de las niñas se reúnen a conversar y para compartir algunos comentarios. El desarrollo socioemocional en la tercera infancia. En la tercera infancia es la parte de lo que Sigmund denominó como el periodo de la latencia. Se extiende hasta los 12 años aproximadamente. Lo esencial en esta fase es el traslado de la energía psíquica hasta las actividades sociales y escolares. Este periodo es una gran etapa en la que los niños descubren que son capaces de producir algo. Gracias a ello pueden llegar a experimentar sentimientos y autoestima y ser aceptados socialmente al ser productivo. Tienen ser características de tipo material, como ayudarnos con el cuidado del jardín intelectual, el ser buen estudiante o comportamiento mental. Es frecuente escuchar a los niños de 6 a 12 años referirse a sí mismo respecto a su desempeño escolar. En efecto, empiezan a desarrollar un concepto de su yo más angelista y admirar que no son tan capaces en algunas áreas como entre otras. Por ello suelen decir, soy muy bueno en matemáticas pero no tanto en idioma. Soy bueno en deporte pero no me gusta la matemática. Es decir, empiezan a tomar conciencia de sus fortalezas y de sus debilidades. Los niños no logran descubrir sus potenciales para la productividad. El resultado podría ser un sentimiento de inferioridad. En este aspecto, en consecuencia, es determinante el desempeño de sus padres, de sus familiares y de su entorno social. El autoestima, tal como se presenta en este periodo de edad, refleja que en los menos tres espacios que se combinan en una impresión general, el académico, el físico y el social, el autoestima puede aumentar o disminuir en función de las comparaciones de los niños que existen entre diferentes espacios. Otra de las características de la tercera infancia está relacionada con la apertura de la perspectiva hacia lo demás. Esto significa que los niños comprenden que otras personas pueden interpretar un mismo suceso de manera diferente, lo que favorece a mejorar la capacidad de sus estrategias por solución de los problemas sociales. Los niños de seis y nueve años se caracterizan por formar grupos sociales, principalmente de tipo informal, en lo que las relaciones se basan en disponibilidad, en la casualidad y en los intereses comunes. De ahí el grupo de padres empieza a tener importancia, ya que en esa interacción los niños descubren sus actitudes y además con ellos miren sus cualidades y se dan valor como personas, lo que permite desarrollar autoconcepto y su autoestima. Durante la tercera infancia los niños adquieren mayor empatía y se inclinan hacia la conducta personal, profesional, prosocial. Es decir, pueden actuar de modo apropiado en situaciones sociales y afrontar con más facilidad algunos conflictos con sus compañeros, en la escuela, con sus amigos, en el barrio, con sus hermanos, en familia. Por otra parte, en esta etapa suelen ocurrir problemas de ajuste social que surgen cuando se producen cambios drásticos. Uno de los cambios importantes entre los seis y nueve años es la exigencia de la escuela, que demanda más esfuerzo, mayor capacidad de la escuela. Otro cambio significativo está relacionado a las relaciones de niños y niñas con sus padres. El conflicto se centra en el desarrollo de la autonomía y en la manera en que su padre se asume este avance en consecuencia cuando se experimentan fallas respecto a tales cambios de los niños y niñas. Suelen generar defensas que conducen a problemas de comportamiento, agresividad, timidez, baja autoestima, resentimiento, entre otras formas que obviamente afectan en el género integral. Por lo anterior, en la tercera infancia el factor psicosocial surge como un aspecto fundamental en tener en cuenta para promover un desarrollo saludable entre los niños y niñas. Cuanto a los requerimientos de esta etapa en función a las necesidades psicosociales, podemos mencionar los siguientes esquemas. Afecto, valoración, comprensión, atención, respeto, orientación. Análisis de esta etapa de aprendizaje. La tercera infancia coincide en etapas escolares. En este periodo de escuela se constituye en un espacio muy importante para el desarrollo de los niños, ya que en ella van adquiriendo conocimiento y desarrollando actitudes como habilidad a partir de la interacción en ese entorno social. Entre los 6 y 9 años los niños superan el egocentrismo, característica de las anteriores etapas. Para iniciar una nueva fase de la socialización implica convivir con otras personas, maestros, maestras, compañeros, compañeras de curso en la escuela. Y en otros grupos a partir de ellos deben aceptar las opiniones ajenas e interactuar en beneficio propio y en beneficio de los demás. También necesitan integrarse a un grupo por lo que deben tolerar la presencia de otros niños sin agresiones ni frustraciones. Esta etapa es de equilibrio en el desarrollo. De hecho las niñas logran y niños logran cierta armonía y proporcionalidad en el aspecto físico, consolidan el desarrollo del movimiento y la coordinación de sus cuerpos. En general gracias a que su estructura corporal se fortalece y pueden realizar actividades que exhiben movimientos precisos. Por las características de la tercera infancia, los niños ya poseen la habilidad suficiente para la manipulación, el armado y el desarmado, así como la acción de manualidad en general. De seis a nueve años los niños utilizan de mejor manera su lenguaje, incrementan su comportamiento lingüístico extendiéndolo hacia la lectura y la escritura. Por otra parte inician a manifestar sus habilidades metalingüísticas que profundizan la adquisición del lenguaje tanto oral como escrito. Asimismo ya manejan la estructura gramatical y la amplia hacia otros elementos morfosintácticos y emplean adecuadamente los verbos, las conjunciones y los pronombres. A partir de los seis a siete años se produce un cambio importante en la inteligencia de los niños y disminuye gradualmente el egocentrismo dando lugar al sentimiento crítico a nivel del pensamiento. Los niños y las niñas de esta edad buscan explicaciones lógicas a los sucesos observados y comprenden cómo todo está compuesto por partes. Igualmente su memoria aumenta drásticamente por lo que ya son capaces de memorizar toda clase de información. También mejora su proceso de atención en tiempo y calidad. En esta etapa los niños adquieren las nociones de espacio y tiempo, aunque aún muestran dificultades para mejorar el concepto relativo a la velocidad, a la densidad y al volumen generalmente para manejar datos abstractos. Por último, la tercera infancia aporta de los niños una autonomía de razón, por lo que ya tienen la capacidad para tomar decisiones, aunque todavía con cierta dificultad. Bueno, me voy a quedar hasta la página 101. ¡Gracias por ver el video!

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