María wanted a costume for the carnival but her mother kept making excuses. Finally, her mother took her to her grandmother's house where they found a special trunk filled with costumes. However, none of the costumes fit Maria's vision of what she wanted to wear. Just as she was about to give up, her mother revealed a package containing beautiful fairy wings that Maria's grandmother had made long ago. Maria was ecstatic and wore the wings all day at the carnival, making her the happiest girl there. After the carnival, Maria's mother tried on the wings and saw herself as a magical child once again.
Buenas tardes, te doy la más calienta y cordial bienvenida a este podcast, la historia del carnaval, el baúl de los disfraces. Soy Isabel Areja, el carnaval se festeja el 2 y 3 de febrero y así es la historia. María llevaba persiguiendo a su mamá varios días con una petición, necesitaba un disfraz para carnaval. La guardaba todas horas, pero su madre siempre tenía una excusa para no hacerle caso. Hay que hacer deberes, tengo que preparar la cena, ahora voy a la compra, tu hermanito me necesita.
Quedaban solo 5 días para la fiesta de colegio y María todavía no tenía nada que ponerse. A 4 días de la celebración, su madre seguía azariada y no le ayudaba con el disfraz. Cuando quedaban solo 2 días, María no pudo más y se rompió a llorar desesperadamente. ¿Qué te ocurre María?, preguntó su madre. Mamá, llevo varios días pidiéndote un disfraz para mi fiesta de disfraces de carnaval y no me haces caso. Protestó entre ella y la niña.
La madre se sintió realmente mal por no haberle prestado atención, pero tenía una solución que pudiera otra vez una sonrisa en la carita de María. Vamos a la casa de la abuela. No te he enseñado nunca, pero en el stand hay un baúl muy especial. Ahí guardamos todos los disfraces que la abuela me hizo cuando yo era pequeña. Y son muchos porque me encantaban a jugar al disfrazarme. Te van a encantar, son preciosos. Los ojos de María aún con lágrimas se abrieron como platos al escuchar las palabras mayas.
Baúl y disfraz. María y su mamá se dirigieron a la casa de la abuela. Cuando abuela abrió la puerta, María se puso como una ilusión, casi sin saludar, y subió en dos en dos los escalones hasta llegar al antefón. Su mamá corrió tras ella y la abuela iba detrás impactante por saber qué ocurría. La mamá retiró algunas cajas y un antiguo baúl de madera apareció ante sus ojos como si un tesoro pirata se tratara. Al abrirlo aparecieron pequeños disfraces.
Todos ellos doblaron con esmero, aunque un cierto dolor de ajuntina. Quiero probarme de ese bailarina, dijo María, pero unos segundos después se dio cuenta que estaba enorme. Lo intentaré con este de payaso, insistió aunque había perdido los colores y se vio un poco despeinado. A este de princesa gritó con entusiasmo, pero no pudo meterse dentro porque era muy pequeño. María iba perdiendo la paciencia y la ilusión mientras sacaba uno y otro disfraz y veía que ninguno encajaba con el vestido de carnaval que ella quería.
Se había sentado en el suelo desconsolada cuando su madre dijo en voz alta Mi disfraz de hada con los ojos de mamá parecieron volver a tener siete años mientras sacaba el pequeño paquete que quedaba al final del baúl. Al abrirlo salieron unos preciosos alas que conservaban perfectamente en su jardina los dibujos que abuela había hecho de tantos años atrás. Cuántas veces se había puesto aquellas preciosas alas. Había imaginado ser una hada que podía hacer magia ahí por donde pasara.
María se levantó del suelo con ansiedad y corrió a poner las alas. Soy una mariposa, soy una hada, soy una mariposada decía el niño riendo mientras corría alrededor de su abuela y de su mamá. María no se quitó de las alas todo el día. De hecho, su madre tuvo que convencerla para que no se durmiera con ellas que no se fueran a escupir. El día de la fiesta de carnaval en el colegio fue uno de los mejores para María.
Le daba igual que sus amigas llevaran vistosos de trajes nuevos de león, astronauta o personajes del cuento. Ella era la niña más feliz del mundo con sus alas mágicas y mariposas de hada y no paró de agitar su varita mágica intentando hacer realizar los deseos de sus amigas. Pero ahí no se acabaría. ¿Ustedes saben lo que ocurrió después de la fiesta? No se lo día a nadie. Mamá cogió las alas y se miró al espejo. Por un momento le pareció ver a aquella niña que enseñaba a hacer magia.
Y gracias con esto me despido.