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Entrevista con Claudia Hernández: Mercados y gestión cultural

Entrevista con Claudia Hernández: Mercados y gestión cultural

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"Voces desde y para los mercados" es parte del proyecto postdoctoral "Popular infrastructural politics: Connecting grassroots knowledge and practice on marketplace governance" (ES/W005476/1, ESRC, Departament of Urban Studies and Planning, University of Sheffield). Este episodio utiliza la siguiente pieza: "Town Market" de Blue Dot Sessions (https://freemusicarchive.org/music/Blue_Dot_Sessions/), bajo licencia CC BY-NC 4.0. Más información en https://infrapolitics.org.

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Don Felipe Tellez Contreras, a postdoctoral researcher at the University of Sheffield, interviews Claudia Hernández Castillo, a market trader and cultural manager. Claudia discusses her family's history in the market and her work as an activist for public markets in Mexico City. She talks about the cultural significance of markets and how she has organized workshops and performances within them. Claudia shares her passion for combining commerce and culture and discusses the challenges and successes of her work. She also mentions her involvement in creating short films and organizing a festival to showcase cultural activities in markets. Hola, mi nombre es Don Felipe Tellez Contreras y soy investigador postdoctoral en el Departamento de Estudios Urbanos y Planeación de la Universidad de Sheffield en el Reino Unido. En este tercer episodio de Voces desde y para los Mercados, tengo como invitada a Claudia Hernández Castillo. Claudia es comerciante del mercado Peña Manterola, también conocido como Cartagena, y entre otras cosas ella es gestora cultural. Por esta doble experiencia, hoy tendremos la oportunidad de platicar con Claudia sobre su trayectoria en el mercado y como activista por los mercados públicos de la Ciudad de México. De manera particular, charlaremos sobre su intensa labor como gestora cultural en y para los mercados. Y bueno, para comenzar, me gustaría que nos cuentes quién es Claudia Hernández Castillo. Bueno, soy Claudia Hernández Castillo, soy una mujer de 54 años que nació en el barrio de Tacubaya, en la alcaldía Miguel Hidalgo de la Ciudad de México. Mi madre es comerciante en ese tiempo del mercado, siendo ella la tercera generación que llegó migrando del estado de Guanajuato, mi bisabuela. Llegan aquí a la Ciudad de México con el movimiento social que empezaba pre-revolucionario del siglo pasado y se establecen en el barrio de Tacubaya, porque el barrio de Tacubaya tenía, digamos, una zona comercial bastante amplia porque era la orilla de lo que se conocía como la capital. Ahí pasaban los trenes que iban hacia Toluca y también era un punto de convergencia, llegaban de Toluca, igual podían tomar un tranvía hacia el centro, hacia el sur, hacia la zona norte-oriente como Tacuba, esos pueblos que ya estaban emergiendo comercialmente. Entonces tenía mesones la zona de Tacubaya y tenía muchísimo comercio, muchísimo. De hecho, el comercio me contaba mi abuela todavía que se hacía las 24 horas del día, ¿no? Esto acarreaba muchísima gente que también había lugares de baile, lugares de prostitución, que toda la noche estaban vivos porque a cualquier hora podían llegar estas personas que iban a viajar y entonces había que ofrecerles de todo. Entonces, establece mi familia y se establece en Tacubaya. Posteriormente, cuando viene toda esta remodelación del regente Uruchurtu, que empiezan a hacer los mercados públicos como un ente comercial primeramente, después viene todo un tema que tiene que ser social. Y empiezan a edificar y a poner a la gente que ejercía el comercio en las calles en los mercados. Y a mi mamá, a mi abuela, bisabuela, les toca en este mercado que se conocía como Mercado Cartagena porque estaba la Plaza Cartagena en la zona comercial. Posteriormente, en la inauguración, se le pone el nombre de Gonzalo Peña Manterola, que fue el primer jefe de estos mercados que se edificaron y que además era del barrio de Tacubaya. Es súper interesante porque ustedes llegaron a Tacubaya y el programa de construcción de mercados públicos de los años 50 terminó marcando de forma profunda su arraigo al mercado y al barrio. Vaya, al final es una historia que atraviesa ya varias generaciones de tu familia. O sea, si alguien me pregunta qué es el mercado, el mercado es mi vida. Las casas donde uno viene a pernoctar, más bien parece eso, un hotel, porque la vida se desarrolla dentro del mercado. Cuando tú me dices quién es Claudia, pues es Claudia es una mujer que vive, respira, exhala mercado. Mi mercado ha sido todo, mi familia, mi casa, mi vida. O sea, no tengo otro espacio donde yo pueda sentirme tan a gusto y tan feliz como mi mercado. Entonces, cuando yo tengo uso de conciencia, a por ahí de los 3, 4 años, que mi mamá nos llevaba al mercado desde las 5, 6 de la mañana, de ahí nos íbamos a la escuela, regresábamos, el mercado era la vida. O sea, el mercado me parecía un espacio grande, yo lo recorría, los colores, los olores, la gente, ¿no? O sea, esa es tu familia, esa es tu vida. Yo no conozco otro espacio como una casa que no sea mi mercado. Qué forma tan poderosa de ponerlo, Claudia. El mercado es mi vida, mi mercado lo ha sido todo, el mercado era la vida, ¿no? Es tu familia, esa comunidad de comerciantes con toda su complejidad. Y esto me recuerda algo que dijiste hace un momento a propósito de que el programa de mercados de la Ciudad de México no puede ser visto solamente como un ente comercial, sino que es necesario aproximarse a él como ese ente social complejo, anclado en diferentes partes de la ciudad. Yo quisiera preguntarte ahora sobre un aspecto de tu vida en el mercado y que es la del activismo. Como comerciante y gestora cultural, tú has desarrollado una serie de actividades en y por el mercado Peña Manterola y por los mercados de la Ciudad de México en general. Bueno, a mí me, yo antes que nada soy teatrera. Yo pertenezco a un grupo de teatro desde hace 30 años. Entonces cuando viene todo este boom cultural en la Ciudad de México, que empieza a haber las tomas de las calles para hacer diferentes espectáculos, que tiene que ver con un poco con el contexto político y la llegada de personajes a las áreas de cultura donde se expanden los eventos culturales. Entonces yo decía, bueno, es que yo, cómo me gustaría a mí poder llevar actividades culturales al interior de los mercados. Entonces esta situación se dio, pues de manera fortuita en el 2000, no, no, perdón, perdón, perdón, estoy mintiendo. Como por ahí del 2005 que tuvimos oportunidad de, con el taller de teatro, de presentar una obra de teatro en la Plaza Charles de Gaulle. Y a partir de ahí, entonces yo empecé a buscar diferentes espacios donde poder llevar a cabo actividades culturales para mis comerciantes, mis compañeros comerciantes, que es mi familia. Porque la cuestión del comercio tiene que ver con estos espacios que son tu casa, pero es tu centro de trabajo, es tu vida. Y entonces llegas a las 6 de la mañana y te vas a las 10 de la noche. Entonces pasas la mayor parte del tiempo ahí. Entonces yo decía, bueno, es que, cómo estos papás van a poder salirse de estos espacios, que además eran tiempos que los mercados tenían mucha afluencia comercial y había pues mucha actividad. Entonces era difícil que un papá o una mamá llevárase a su niño a una clase de karate, a una clase de danza, a una clase de baile, ¿no? Yo dije, es que aquí se puede hacer. Entonces los mercados tienen unos espacios que son las guarderías, después se les llamaron TENDI, Centros de Desarrollo Infantil. En su edificación estaban diseñados con las guarderías para los hijos de los propios comerciantes, ¿no? Estaban pensados tener. Pero en el caso muy particular del mercado donde yo estoy, por una situación que abrieron otro lugar, sacaron a los niños. Esto fue en el 2009 y el espacio queda vacío. Entonces yo digo, bueno, ¿qué puedo hacer aquí? Y a partir de ahí, del 2009, empecé a ocupar yo ese espacio con diferentes actividades sociales, talleres, y ya posteriormente pude entrar a una convocatoria, o sea, buscando, buscando, buscando. Con la facilidad de estar inmiscuida en el área cultural, logramos un proyecto que se llama Colectivos Culturales y fui pionera en poder hacer actividades culturales al interior del mercado. Entonces el primer trabajo se dio con talleres de teatro y de danza. Y entonces empezamos a tener actividades con los hijos de los comerciantes, pero también de los comerciantes que están ejerciendo en la vía pública y los vecinos. Entonces fue una situación que a mí, a partir de ahí, me maravilló, me abrió un panorama y fue cuando yo dije, esto es lo que yo quiero hacer, esto es lo que yo esperé durante toda mi vida, creo que es lo mejor que me ha pasado, poder combinar el comercio y la cultura. Y me enamoré, en ese momento me enamoré. Oye Claudia, pues ya son 17 años de activismo en el mercado Peña Manterola por los mercados de la Ciudad de México y es súper interesante cómo capitalizaron el boom cultural de la Ciudad de México de principios del siglo XXI para llevar actividades culturales a los mercados, para los comerciantes, pero también para las comunidades a las que los mercados sirven. Y en ese sentido creo que es importante enfatizar que esta labor de gestión cultural para los mercados, en los mercados, pues le devuelve centralidad a estos espacios del comercio popular. Vaya, al final es una forma de colocar al mercado al centro de la actividad local. En términos generales, para mí el mercado es parte de la identidad de nuestra ciudad, porque cuando uno camina un mercado y lo empieza a analizar, a observar detenidamente, se enamora más. Entonces para mí un mercado, los mercados de la Ciudad de México son la identidad y son una historia del propio comercio en la ciudad, porque al final todos, en su mayoría, empezaron a construirse a partir de 1954 e inaugurándose en el 1957. Entonces somos todo un entramado, o sea, es la misma historia en un mercado de tacubaya que en un mercado de azcapotzalco, que en un mercado de pepito, porque ese es el comercio que estaba en las calles y lo meten a los mercados. Entonces es la misma cuestión generacional, la misma cuestión de la historia de la propia familia, del propio barrio. Entonces dentro de los mercados es un tema de identidad, somos únicos porque te lo decía, nosotros los de los mercados somos únicos porque tenemos todo. El mercado es el comercio, la forma de vivir, pero también es la forma de estar y de pertenecer, es todo un conjunto. Es fascinante cómo esto que nos cuentas nos permite mirar cómo la materialidad de la ciudad y la construcción de identidades se conjugan y en particular cómo se articulan a la historia de decenas de miles de comerciantes de la Ciudad de México. Y yo creo que al mismo tiempo tú encarnas este orgullo profundo de los comerciantes por su identidad. Y yo me quiero colgar de este tema para preguntarte algo más. Como nos decías, tú eres teatrera y esto tiene que ver con tu historia personal como gestora cultural, como amante de las artes. Y yo quisiera que nos cuentes un poquito más sobre esta faceta tuya y sobre el trabajo que has venido realizando en los últimos años como promotora de la cultura en y desde los mercados. Yo sé que tú has generado productos, contenidos que rescatan las voces y las experiencias de los comerciantes. Y yo creo que sería interesante escuchar cómo es que te involucraste en estos procesos de gestión cultural. Bueno, primero que nada ya te había puesto el contexto, que fue cuando yo vi un espacio solo arriba del mercado, que es donde estaba la guardería. Entonces yo dije, bueno, es que aquí podríamos hacer lo que nunca nadie ha hecho. Talleres, o sea, yo lo traía en la cabeza de mucho tiempo porque yo iba y venía a diferentes lugares. En el Centro Cultural San Ángel iba a haber un taller de no sé qué, entonces yo me desplazaba. Yo decía, bueno, ¿por qué no podría hacerlo en un mercado? Y esa oportunidad que se dio cuando se cerró ese Sendy, que te digo que fue por 2009, llega otro delegado y llegó primero con un taller de desarrollo humano. Y entonces yo le comenté a la persona del área de desarrollo social, le digo, oye, ¿por qué no me llevas este taller? Esta chica me parece maravillosa. ¿Por qué no me llevas este taller al mercado? ¿A dónde? Le dije, pues ahí donde era el Sendy. A ver, vamos a verlo. Y entonces llegó y dijo, oye, pues está maravilloso, podemos hacer aquí actividades. Le dije, va. Y yo empecé con ese taller. El trabajo como tal empezó con un taller de desarrollo humano, ahí. Que fueron sesiones de 20 horas, fueron 5 o 6 talleres, ¿no? Que yo invitaba a la gente con mucho trabajo y por favor vaya y mire. Ese es parte del activismo, ¿no? De llegar y convencer a la gente. Mire, es que no puedo dejar solo, ¿no? Pero también el proceso que va entrando donde el mercado va bajando su actividad comercial, que ya no es con tanta fluencia. Entonces eso me ha permitido también poder trabajar en mi mercado, ¿no? Y yo creo que eso es lo que me ha ayudado a mejorar en cuanto a que la gente pueda participar. Porque yo te puedo asegurar que si yo hubiera querido hacer esto hace 30, 40 años, donde el mercado tenía una actividad impresionante, o sea, nadie me hubiera apelado. Por supuesto, ¿no? Me hubieran dicho, no, no sé de qué hablas, con permiso, quítate, ¿no? Tengo que atender una clienta. A partir de ahí, cuando yo les planteo que si podemos entrar a colectivos culturales y hacer talleres de teatro con mis compañeros teatreros que terminaron la carrera, ¡ah, pues órale! Entonces mi directora del taller de teatro se pone a armar el proyecto, ella es la que me enseña, ¿no? O sea, a ver, es que yo quiero saber cómo, porque eso es muy importante, ¿cómo se arma un proyecto? Ah, pues mira, vamos a leer las reglas de la convocatoria, tienes que poner esto, tienes que hacer esto, hay que hacer esto, tienes que cuadrar, tienes que empezar, eso hoy lo hacen la gente que estudia gestión cultural. Entonces mi directora empieza a armar el proyecto, lo metemos a la Secretaría de Cultura y gana. Esto fue a partir de 2006, 9, en el 10, en el 2010. A partir del 2010 empezamos a trabajar ahí, y entonces tuvimos talleres de teatro maravillosos con la comunidad de los niños, con la comunidad también adolescente, porque no son los mismos, no trabajas igual, y también con adultos. Entonces eso ha sido un proceso enriquecedor, maravilloso, para mí, que fue cuando yo te dije, esto es lo que quiero hacer, esto es lo que yo andaba buscando en mi vida, ¿no? Porque yo seguía siendo comerciante. Entonces, a partir de ahí, me vinculo más con la Secretaría de Cultura y empiezo a traer talleres. Oye, pues fíjate que yo quisiera un taller, porque tú me dices cómo se hace, pues vas buscando el camino. Hola, buenas tardes, me llamo Claudia, soy de un mercado, yo quisiera saber con quién puedo hablar para que me puedan llevar un taller de piñatas, porque vi que lo tenían en un parque, y vi ahí la lona que decía Secretaría de Cultura, y pues tenían dos niños, ¿no? Le dije yo en el mercado y empecé a promocionarme yo sola. Y entonces a partir de ahí me empecé a vincular con mucha gente que ya me buscaba para poder hacer talleres ahí. Empezamos el primer taller con un taller de catrinas, con talleres de piñatas, posteriormente volví a entrar a colectivos culturales a través de PACNI, que es Proyecto de Apoyo a la Cultura, que es federal, para hacer la memoria histórica. Fui conociendo gente en el camino, alguien te decía de pronto, oye, por ahí anda otra loca, como tú, que quiere hacer cosas adentro de los mercados, ¿no? Y eso nos ha llevado para el día de hoy a tener una red impresionante de personas que trabajamos en los mercados públicos en actividades culturales. Esa es la gestión cultural y la promoción propia que nos ha llevado a que hoy en día tengamos alrededor de 10, 15 proyectos en los mercados públicos. Eso hoy en día nos ha dado un nombre de ser anonimato, o sea, alguien dice, es que mercados públicos, talleres de fotografía, exposiciones, presentaciones de ópera, de danza, ¿en un mercado? ¿Cómo? Y entonces empiezas a aventarles los videos, las fotos y todo. Que justamente todo este trabajo es lo que son más de 10 años, es lo que ha derivado hoy en poder llevar a cabo el primer festival de mercados en el espacio cultural de Los Pinos. Ese es ahorita el punto donde vamos a llegar. Va a ser impresionante como lo tenemos dimensionado, ¿no? Claudia, me fascina tu entusiasmo, tu energía, y me quedo pensando en el arduo trabajo individual y colectivo que han venido desarrollando a lo largo de todos estos años. Y bueno, cómo no sentirse emocionado, ¿no? Claro, la emoción que parte, o sea, el tema de los talleres, pues lo haces en espacios, digamos, un poco cerrados, que también los podemos hacer al aire libre, ¿no? En los pasillos de los mercados, hemos trabajado así. Pero aquí en la Alcaldía Miguel Hidalgo, por ahí del 2012, llegó un proyecto que se llamaba Ópera Urbana. Entonces, lo llevan a los parques, a las unidades habitacionales, y salían cuatro, cinco personas, seis personas. Y entonces yo decía, ¿por qué se desperdicia estas cosas tan hermosas? Porque además era un grupo como de diez cantantes, ¿no? Que interpretaban diferentes extractos de las óperas. Y yo decía, bueno, pero ¿por qué si se tira la basura, no? Deja tú el dinero, el trabajo. Entonces hablé con el director de cultura en ese momento, que se llama Juan Carlos Bonet. Él fue el que me acompañó, porque él también es actor. Era el director de cultura, pero es actor. Le dije, oye, Juan Carlos, neta, está desperdiciado, es maravilloso este proyecto. Y si me lo llevas a los mercados. Dijo, ¿al mercado? Le dije, sí. Porque, mira, es una combinación de, deja tú de lo novedoso. Es un escenario donde se presta para que la gente te vea. No, pero ¿cómo? ¿Dónde? Le dije, a ver, vamos, vamos a un mercado. Lo paré en un mercado un sábado a las 12 del día, que fue el mercado de Takubaya, que es el hermano del mercado Peña Manterola, donde yo estoy. Y me dice, ¿y toda esta gente viene todos los sábados? Digo, sí, y también entre semana. Pero la mecánica es diferente. En la semana vienen a las 7, 8 de la mañana. Sábado y domingo vienen más tarde, porque se levantan tarde. Vienen a comprar, pues, para hacer la comidita del sábado en familia. Compran carne, compran verdura, compran... Y ahí es donde me quedé. Compran verdura, compran... Y hay un punto, ¿no?, donde la gente se ve. Y me dice, ¿y crees que lo podamos hacer aquí? Le dije, claro, yo así como muy dueña y señora del mercado, ¿no? Y me dice, ¿y dónde ponemos la bocina? Acá, o sea, te ayuda que has trabajado todo eso, ¿no? Le dije, mira, la bocina puede rebotar aquí el audio, podemos poner hasta unas luces. Me dijo, no, no, maestra, a ver, espérate. Nada más los cantantes y el audio, ¿no? Yo ya estaba imaginando hasta la escenografía, ¿no? Pero me dijo, no, a ver, el presupuesto es este. Órale. Y entonces, cuando se los propone él a los cantantes, a los cantantes les brillan así los ojos, ¿no? Y dice, oye, no, es que eso ha estado así y así adelante. Y entonces plantamos a una adentro de un puesto de jitomates, al otro adentro de un puesto de carne. Y se empezaron a dar esas actividades o espectáculos que para mí fue un bálsamo en mi corazón, fue algo que me dio una felicidad cuando yo veía la cara de la gente cuando empezaba a escuchar eso, ¿no? Quizá algunas personas se maravillaron, oye, ¿qué es esto? Pero, ¿qué es esto? ¿no? Y ellos, los cantantes, ver la cara de la gente, recuerdo mucho un compañero que vendía porque ya falleció, y gritó, hasta parece que estoy en Bellas Artes. ¿No? Y entonces de ahí se empezaron a dar esas cosas, ¿no? O sea, más allá de que funcionara para ellos como autoridad, para mí fue la puerta a que los mercados fueran un escenario para lo que quisieran. Y a partir de ahí hemos tenido danza, hemos tenido circo, estos chavos que hacen malabares, ¿no? Hemos tenido cantantes, y ha sido maravilloso. Eso ha sido para mí de las satisfacciones más grandes que yo puedo tener porque logré conjuntar. Esa parte que te hablo, cuando se empiezan a dar, y entonces me los empiezo a llevar al mercado de Tacuba, al mercado Anáhuac, al mercado Chorrito, al mercado Escandón, entonces tú das el espectáculo para los clientes, para los propios brucatarios. Pues esa combinación ha sido maravillosa. Y vaya que ha sido una tarea ardua para convencer a la gente y desarrollar las habilidades que permitan desarrollar y financiar estos proyectos. Y bueno, en ese sentido yo quisiera preguntarte sobre los productos concretos que has desarrollado en este punto de intersección entre los mercados y la gestión cultural. Al final estamos hablando de 10 años de trabajo, y bueno, yo sé que tú has desarrollado cortometrajes, que has participado en exposiciones fotográficas, que está en desarrollo este festival que busca condensar diversas experiencias de gestión cultural alrededor de los mercados. Para ir cerrando con este episodio, Claudia, a mí me gustaría que nos cuentes un poquito más sobre los cortometrajes. Yo sé que tú tienes un interés fuerte por capturar, preservar la memoria colectiva de los comerciantes, la historia de los mercados, y bueno, este formato te ha servido a ti para crear nuevas conexiones, y a mí me gustaría que nos cuentes sobre esta experiencia en particular. En estos últimos tres años, me habla también la directora de cultura de la alcaldía y me dice, oye, tengo unos talleres de procine, son para llegar, es teoría, práctica y la culminación de un material de 7 minutos, del tema que ustedes quieran, es para chavos de 18 a 23 años. Le dije, no, bueno, y además eran como 50 horas, no recuerdo ahorita, porque eran, no, 60 horas, tres semanas. Le dije, bueno, mira, la gente de esta edad está en la escuela o está trabajando, difícilmente vamos a poder conjuntar la edad que pide la convocatoria de procine. Entonces, ¿qué te parece si lo hacemos abierto? Invitamos comerciantes, invitamos al público en general, y me dice, déjame ver si quieren, ya me regresa y me dice, oye, pues que sí. Y eso me permitió invitar gente, en este caso, por ejemplo, mis directores de teatro que son adultos de 70 años, compañeros de 50, yo de 50, y logramos de verdad, y cuando además dijimos, bueno, pues, ¿qué les parece si el tema de estos cortos sea en los mercados? Maravilloso, entonces se empezó a añadir siempre de los mercados públicos, donde terminamos con siete cortos sobre los mercados públicos. Ese es el resultado, ahí están los cortos de cine, que presentaron en el festival de cortometraje que fue por todo el mundo, y esa es la oportunidad de saber lo que hicimos nosotros con estos cortos, es enseñarle al público en general, qué hay adentro de los mercados. No solo es un puesto de verduras, un puesto de comida, ¿no? ¿Qué historias hay atrás de eso? Claudia, son horas y horas de trabajo, de crear nuevas conexiones, de convencer a las personas de que es importante llevar las artes a los mercados y convertir a los mercados mismos en espacios de actividad cultural que beneficien a comunidades diversas, incluyendo la comunidad de los comerciantes. Yo quisiera agradecerte profundamente por haber estado en este tercer episodio de Voces desde y para los mercados, porque estas iniciativas generan escuela, generan una fuerza colectiva que ha permitido que estas actividades se repliquen a lo largo y ancho de la red de mercados públicos de la Ciudad de México. No me queda más que agradecerte por habernos compartido con esa fuerza, con ese entusiasmo, tu visión, tu experiencia y conocimiento sobre la gestión cultural y los mercados. Voces desde y para los mercados es parte del proyecto postdoctoral Popular Infrastructural Politics, Connecting Grassroots Knowledge and Practice on Marketplace Governance que es financiado por el Economic and Social Research Council del Reino Unido. Este proyecto es realizado en el Departamento de Estudios Urbanos y Planeación de la Universidad de Sheffield.

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