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The speaker discusses the importance of renewing the mind and having knowledge of one's identity in Christ. They emphasize that having knowledge and understanding of who we are in Christ is essential for effective prayer and victorious living. They also mention the need for patience and the assurance that God is with us in every situation. The speaker encourages the audience to seek knowledge and understanding in order to walk in the fullness of their identity in Christ. Iglesia, venimos estudiando acerca de, venimos estudiando acerca de la renovación en todo nuestro ser, ¿verdad?, que seamos íntegros. Nosotros sabemos en Cristo Jesús que todo nuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, es guardado para el Señor. Leía en la semana acerca de, y escuchaba, acerca de la función de los pensamientos. Nosotros podemos estar haciendo cosas, ¿verdad?, pero la mente puede estar en otro lado, distraída, distraída o ocupada en otros asuntos. Por eso el apóstol Pablo y el apóstol Pedro siempre hablaban de que renováramos nuestra mente. Amén. Y estaba leyendo también, y Judas, también escribe en la carta a Judas y dice, quiero que contendáis arduamente acerca de nuestra fe. Y vamos a hacer un ejercicio, cada quien lo va a hacer para sí mismo. Y allí vamos a, y a partir de allí vamos a empezar a compartir la palabra, ¿sí? Porque decía la hermana Carmen que en un punto ella llegó a decir, no siento a Dios, ¿sí? Cuando nosotros nos vemos a nosotros en nuestra cotidianidad, en nuestro día a día, muchas veces cuesta pensar, Señor, ¿realmente Tú reposas en mí? ¿Realmente es Tu Espíritu? Porque el día, dijo el Señor Jesucristo, cada día trae su propio mal, cada día trae su propio azar. Entonces es necesario, ¿verdad?, que nosotros seamos renovados en nuestra mente. ¿Por qué Pablo habla de ser renovados en la mente? Porque la Biblia dice, el Señor dice que nosotros en otro tiempo fuimos extraviados en nuestra mente. Hermana Aileen, Pastora Aileen, ¿cómo es esto si a su vez Especio dice que nosotros fuimos predestinados en Cristo y apartados para este Evangelio? Sencillo. Cuando usted era niño no tenía conocimiento pleno de la herencia que usted tiene de sus padres, de la relación que usted tiene con la cultura del lugar donde usted nació, de la relación que usted puede tener con la familia, ¿sí o no? Pero cuando los ojos del entendimiento fueron abiertos, cuando nosotros llegamos a entender lo que el Señor hizo por nosotros, nuestra mente cambió, ¿sí o no? Nuestro conocimiento se elevó, dejamos de pensar como niños y dejamos de pensar de forma natural y ahora nosotros tenemos la mente de Cristo. ¿Cómo es la mente de Cristo? Diga, todo lo que es de la Palabra de Dios, todo lo que proviene de la naturaleza del Padre, eso es lo que opera en mí y esa es la mente de Cristo. La mente natural es la que se afana, la mente natural es la que se distrae, la mente natural es la que duda, la mente natural es la que nos quiere hacer ver como simples. Diga, pero en mí reposa el tesoro de la vida de Cristo. Diga, en mí reposa el Espíritu Santo de Dios que levantó a Jesucristo de entre los muertos. ¡Jaleluya! Esa es la realidad de cada uno de nosotros. ¡Amén! Y aunque vengan los dardos, los pensamientos que son contrarios a esa realidad, como un enemigo silencioso, nosotros llevamos todo pensamiento cautivo a la obediencia a Cristo Jesús. Pero eso no es así como nos decían nosotros, llevo todo pensamiento cautivo a la obediencia a Cristo Jesús. No, es que el pensamiento que viene, el pensamiento, el dardo de fuego que viene y te dice, ¿cómo quieres que Cristo reposa en ti? Mira cómo te estás comportando, mira cómo miraste, mira cómo respondiste. Llevarlo cautivo a la mente de Cristo, es decir, Señor, Tu Palabra a mí me enseña que mi amabilidad debe ser reconocida de todos los hombres, porque así dice Su Palabra. ¿Sí o no? Ahora, ¿por qué estamos poniendo esto como ejemplo? Porque hay un tema o hay temas en los distintos temas que nosotros tenemos con los que luchamos, a mí me pasa, por ejemplo, Señor, si hemos orado por tal asunto, ¿por qué no hemos visto la respuesta? ¿Por qué oramos y esperamos y no acontece lo que estamos esperando? Muchas veces ha pasado, ¿sí o no? Y el Señor traía Su realidad y Su Palabra a ese pensamiento. Y me traía a la memoria la palabra que dice, pedí y no recibí, porque pedí para vuestros deleites. Entonces decimos, ¿entonces qué Señor, no oro por mis asuntos personales? Si hay algo que nosotros tenemos en común, todos los que estamos aquí, es Cristo en nosotros, ¿sí? Y lo decía el Señor por la boca del pastor Álvaro el Domingo, ningún árbol se come su propio fruto, sino que está para que otro tome, ¿sí? Entonces, meditando en ese pensamiento y renovando el espíritu de mi mente, en ese pensamiento he entendido que cuando yo me ocupo de asuntos del hermano, del asunto de otra persona, así el Señor pone a otra persona a orar por mí. ¿Me siguen? ¿Estamos entendiendo? ¿O me estoy explicando? Creo que es la forma correcta. Y meditaba en Proverbios 19, si lo tienen en la nueva traducción viviente, por favor, diga, hoy quiero aprender el orar con una mente renovada. El orar, orar, diga conmigo, orar con la mente de Cristo, con una mente corporativa, no una mente dividida, no un ser tripartito, bueno, oro por mí, pienso en mí, y mí, mí, mí, mí, sino orar por el otro, diga, porque la forma en la que el Señor opera es orar los unos por los otros, ocuparnos los unos de los otros, ¿sí? Amén. ¿Me pueden proyectar la palabra Proverbios 19, 2 en la nueva traducción viviente si la pudieran tener? Proverbios 19, 2, nueva traducción viviente. Dice la palabra del Señor, el entusiasmo sin conocimiento, por eso quería esa versión, el entusiasmo sin conocimiento no vale nada. Es decir, yo me puedo afanar, esta es la nueva versión internacional, si encuentran la nueva traducción viviente, total, dice, el entusiasmo sin conocimiento no vale nada. Es decir, yo puedo estar fogoso, como aquellos que estaban orando por Pedro, ¿se acuerdan? En Hechos 10, que estaban orando por Pedro, y cuando Pedro vino, la Biblia dice que ellos estaban orando fervientemente, y cuando el Señor sacó a Pedro y Pedro llegó ellos dijeron, no, no puede ser, no puede ser que sea Pedro, diga, porque estaban orando de forma personal, no estaban orando por el proyecto, no estaban orando por la extensión del reino, estaban orando por un asunto personal. Entonces, dice Proverbios 19, el entusiasmo sin conocimiento no vale nada. Diga, puedo saber, perdón, puedo querer, puedo estar fogoso, puedo estar entusiasmado, pero si no oro con conocimiento, no me vale de nada, no me sirve de nada. En esta versión dice, el afán sin conocimiento también no vale nada, y dice, mucho hierra, o sea, cae en mucho error quien mucho corre. Diga, yo doy gracias al Señor por el conocimiento. Cada vez que nosotros nos exponemos a la Palabra del Señor, a este lugar donde hemos crecido en el conocimiento del Señor, estamos siendo enriquecidos. Es que quería la nueva versión, este, la NTV, sí, la NTV, el versículo 8 dice, adquirir sabiduría es amarte a ti mismo. Los que atesoran el entendimiento prosperarán. Seguimos en el 19, 8, Proverbios 19, 8. Adquirir sabiduría es amarte a ti mismo. Los que atesoran el entendimiento prosperarán. Amén. Aquí dice, el que quiere, el que adquiere, perdón, cordura, a sí mismo se ama. Diga, el conocimiento es una expresión de amor. ¿Sabe por qué, iglesia? Porque la Palabra del Señor dice, el mismo Señor Jesucristo dijo, el heredero mientras es niño. Los niños no tienen conocimiento de lo que son asuntos legales. Los niños están sujetos a un tutor. Por eso nosotros amamos el conocimiento y por eso nosotros todo lo que hacemos lo hacemos desde el conocimiento. Adquirir sabiduría, dígale al que tiene al lado. Cuando adquieres sabiduría, es una forma de expresar el amor que tienes por ti mismo. Los que atesoran el entendimiento prosperarán. Dice el 11, las personas sensatas no pierden los estribos. Las personas sensatas no pierden los estribos. Se ganan el respeto pasando por alto las ofensas. Iglesia, dice la Palabra del Señor, alabe entre otros y no tú mismo. No seas sabio en tu propia opinión. ¿Sabe qué es bonito? Que de nosotros puedan decir que somos personas sensatas porque no perdemos el estribo ante la ofensa, ante los desaires, ante la cotidianidad, sobre todo en este tiempo de verano cuando uno va a hablarle a la gente en la calle y la gente está irritada, sensible, acalorada. Pero la única forma de que nosotros podamos ser coherentes es ejercitándonos en la Palabra. Y ponía estos versículos como ejemplo porque usted sabe que toda la Palabra es impirada, toda la Escritura es impirada por Dios y es útil para corregir, para redarguir, para enseñar, para que el hombre de Dios esté enteramente preparado para toda buena obra. ¿Por qué pongo estos versículos como ejemplo o como punto de partida? Porque vamos ahora a entender la realidad en Cristo y cómo este conocimiento del que hablaba Salomón es el mismo, o sea, Salomón que dice la Palabra de Dios que no había un hombre más sabio que él en la tierra. Es lo mismo que habló el apóstol Pedro que era ante el sistema un simple pescador. Diga, pero tenían una cosa en común. Habían sido escogidos para mostrar el conocimiento del Señor. ¿Por qué pongo conocimiento, pero dijiste que ibas a hablar de oración? Porque orar sin el conocimiento de quiénes somos en Cristo, de la realidad que Él nos ha dado, es hacer vanas repeticiones. ¿Vamos a orar? Sí, porque el Señor en Mateo 6 dijo cuando ores, tú cuando ores entra a tu aposento y cerrada la puerta habla a tu padre en secreto y tu padre que escuche en lo secreto te recompensará en público. Pero yo no puedo venir a hablarle al Padre, ¿verdad? Yo no puedo venir a tener una conversación con el Padre desconociendo quién soy para Él, desconociendo lo que Él me ha hecho, desconociendo la realidad gloriosa que Él me predestinó antes de la fundación del mundo y me escogió para llevar esta verdad, no como un mensaje hablado, sino como una expresión viva del reino. Amén. Diga conmigo, hemos entendido que yo puedo tener mucho entusiasmo para orar, mucho entusiasmo para hacer cosas, pero si no tengo conocimiento, de nada me sirve. Amén. Vale, lo dijo Salomón y lo dice también Pedro. Vamos a irnos rápidamente a segunda de Pedro. Segunda de Pedro 1, del 3 en adelante. Miren lo que decía el apóstol Pedro, aquel pescador extrovertido, dirían en mi tierra salido. Miren lo que él está diciendo. Segunda de Pedro 1, 3. Como todas las cosas o como algunas cosas. Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad. La piedad no es cuando yo soy piadoso y doy limonas y ayudo, no. La piedad es en Cristo, la obra de Cristo. Diga, como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad, me van a ser dadas cuando ore. ¿Qué dice? ¿Van a ser dadas o ya han sido dadas? Diga, yo solamente tengo que ejercitarme en el conocimiento. Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad, nos han sido dadas por su divino poder. ¿Mediante qué? Mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia. Por medio de la gloria y la excelencia nos ha dado preciosas y grandísimas promesas. Ya nos las dio, ya no son promesas, ya nosotros no esperamos sino que ahora son cumplidas. Dice, para que por ellas llegásemos a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia. Vosotros también, o sea, como ya ustedes saben que ustedes ahora son participantes de una naturaleza divina y que van a disfrutar de ella mediante el conocimiento que ustedes tengan. Porque si yo no tengo conocimiento de lo que soy, como dice la canción que cantan los hermanos, lo que Dios dice que soy, eso es lo que soy. Si yo no tengo conocimiento, yo no voy a disfrutar. Si no, pregúntenle al alumno que se va a presentar a un aula de estudio y no ha estudiado, valga la redundancia. Empieza el sufrimiento. Para el que conoce, para el que sabe, va únicamente a presentar un examen. Decía el pastor Albert, hay ejercicios de matemática y en mi caso, para mí hay problemas de matemática. Porque yo con matemática, sí, me siguen hasta allí y así somos nosotros en la vida. Si yo no tengo conocimiento de quién soy en Cristo, de que el Padre me ve en Cristo, que yo soy el cuerpo de Cristo, la amada del Señor, a la que Él hizo renacer para una esperanza viva, entonces yo voy a venir a pedir con mente de mendigo, con una mentalidad empobrecida, de huérfano, de víctima. ¿Iglesia? ¿Y sabe por qué le digo esto? Porque nosotros no podemos orar como hacen, por ejemplo, mire la diferencia de, y ahorita lo vamos a leer, la diferencia de cómo ora una expresión viva de Cristo y cómo oran los musulmanes, si se puede decir. Ellos oran cinco veces al día. ¿Cuántas veces oramos nosotros? ¿Dónde estamos nosotros? En todo tiempo y en todo lugar. ¿Dónde estemos? Porque no es la posición ni el ejercicio, diga, es el conocimiento. Los musulmanes, por ejemplo, ellos oran cinco veces al día, tienen que tender la alfombrita, pasarse las manitos por la cara, ellos no se lleven, bueno, imagínense, que el tipo tiene cinco mujeres pero ora. Por eso el Señor Jesucristo dijo, no seáis como los hipócritas. Los hipócritas son los que no reconocen a Cristo Jesús. Ellos no reconocen a Cristo. Pero si yo oro, queriendo hacer de la oración que es algo vivo, porque es la comunión, el comunicarme, el hablar con el Señor desde el lugar donde yo esté, nosotros no les vamos a poner horario, uno lo hace en un entendimiento a una hora o a otra, otros lo hacen continuo. Están trabajando y hablaba de la mente dubitativa, la mente que vaga y la mente que está ejercitada en Cristo. Ahorita estoy trabajando y estoy frente a una computadora que es de las cosas que menos me gusta hacer, pero estoy, Señor Dios, de acuerdo de algún hermano, de algún asunto, padre, oro por ellos en el nombre de Cristo Jesús, y voy mecánica haciendo facturas, haciendo cuestiones, pero la mente está ocupada en el Señor. ¿Me explico? Diga, el conocimiento es lo que me hace competente. El conocimiento es lo que me lleva a orar con efectividad. Diga, el conocimiento es lo que no me deja actuar como si yo estuviera dividida, separada, perdón, del Señor. El conocimiento es de las mayores expresiones de amor que nosotros podamos experimentar. Por eso, Salomón, el sabio entre los sabios, el sabio Salomón, lo dice en el mismo, o sea, si usted lee todo el capítulo 19, usted va a ver cómo es instrucciones, cómo son instrucciones y son consejos. Y si usted lo lleva al lenguaje actual, usted va a ver cómo el apóstol Pedro dice lo mismo. El Señor Jesucristo también dijo, conocimiento quiero más que sacrificios. Porque el conocimiento es lo que me gobierna. Porque el conocimiento es lo que me gobierna. El conocer, el saber y el entender que sobre mí repose el Espíritu Santo de Dios, es lo que me va a llevar a salir victoriosa de la circunstancia por la que estoy atravesando. El apóstol Juan, que sabe de estas cosas, le escribe a los jóvenes. Vamos a ver. Dos, del 13 al 15. Primera de Juan, ahí está, gracias. Dice, os escribo a vosotros padres, o sea, les estoy dando a conocer, a ustedes padres. Porque conocéis, diga otra vez, conocimiento. No siento ni presiento ni me imagino. Mire, les escribo a vosotros padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros jóvenes. ¿Cuántos jóvenes hay aquí, aparte de mí? Diga conmigo, os escribo a vosotros jóvenes. Diga en la iglesia, lean conmigo. Os escribo a vosotros jóvenes. ¿Por qué? Os escribo a vosotros jóvenes. ¿Por qué? Conocido al Padre. Diga, lo que me hace más que vencedor es el conocimiento de quién me habita y a quién le pertenezco. ¿Sí o no? ¿Amén? Iglesia, Pedro les escribe y dice, yo quiero que ustedes tengan conocimiento. Que el que los llamó por su gloria y excelencia nos ha dado preciosas y grandísimas promesas para que por ellas lleguemos a ser participantes de la naturaleza divina. Y dice esto, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia. Vosotros también, el 5, vosotros también poniendo toda diligencia por esto mismo. O sea, cuando nosotros tenemos el conocimiento y el entendimiento de quienes somos en Cristo. Cuando nosotros conocemos y sabemos que el Espíritu Santo de Dios que le resucitó dentro de los muertos opera en nosotros. A esto mismo nosotros añadimos, dice la palabra de Dios, a esto mismo añadid a vuestra fe, porque ya nosotros operamos en la fe del Hijo, virtud. A la virtud, ¿qué le vamos a añadir? Conocimiento de que, diga, yo tengo que crecer en el conocimiento de la realidad que tengo en Cristo. ¿Sabe por qué iglesia? Para que cuando vengan los pensamientos, como dijo la hermana Carmen y estoy segura, estoy segura en el Señor, que todos tenemos esos mismos pensamientos. No me ama, me dejó, pero de una vez viene el Espíritu y nos recuerda la palabra. Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. Vosotros también, poniendo toda diligencia en esto, añadido a la fe virtud, a la virtud conocimiento. Al conocimiento dominio propio. Al conocimiento dominio propio. ¿Sabe lo que quiere decir? Que todo conocimiento que yo tengo y no camino en él, soy peor que un vago. Porque el conocimiento se nos dio para que por él andemos. Amén. Al conocimiento, diga conmigo, dominio propio. Y al dominio propio, o sea, a esa realidad que yo sé que tengo en Cristo, que soy en Cristo, que vivo en Cristo, tengo que añadirle paciencia. ¿Por qué paciencia? Porque crecer en el conocimiento y en el entendimiento, la palabra crecer, nos habla, podemos poner un ejemplo sencillo. Los niños cuando están creciendo, lo podemos ver en esta carrandanada de niñitos pavón que hay por ahí. Están caminando y se caen. Y no por eso dejan de ser niños. Perdón, no dejan de ser niños. No por eso dejan de ser amados. Se equivocan. Y no por eso nosotros los despreciamos, los desechamos. Así es el Señor con nosotros. Por eso dice, al conocimiento, añádale paciencia. Y ¿sabe qué, iglesia? La paciencia es un fruto del Espíritu. Porque yo no sé si a usted le ha pasado, a veces somos pacientes y misericordiosos con el hermano, pero somos duros con nosotros mismos. ¿Por qué me equivoqué? ¿Por qué me equivoque? ¿Por qué me equivoque? ¿Por qué me equivoque? ¿Por qué me equivoque? ¿Por qué me equivoqué? ¿Por qué lo dije? ¿Por qué lo hice? Y el Señor nos da una respuesta. Hasta que estos corruptos se visten de incorrupción, usted se va a tener que enfrentar al desafío y a la lucha de la carne contra el Espíritu. Pero aunque te tengas que enfrentar a la lucha de la carne contra el Espíritu, porque es la carne la que se revela al Espíritu, en Cristo ya eres más que vencedor. Él te ha dado la victoria. Aunque en un momento no veamos las cosas como las oramos, como las pedimos, nosotros sabemos en quién hemos creído. No por lo que vemos, sino por lo que conocemos. Y a mayor conocimiento, mayor seguridad. Por eso, aunque momentáneamente el diagnóstico del Pastor Albert sea de muerte, nosotros sabemos que la vida de Cristo opera en él. Y que no depende, no depende de un tratamiento médico. Él va y atiende el tratamiento médico. Pero nosotros sabemos en quién hemos creído. Nosotros sabemos la vida que los sostiene. Y el Pastor Albert no es la excepción. Yo no sé por qué asunto usted estará orando. Yo no sé por qué situación usted estará pasando, atravesando. Lo que sí sé es que fiel es el que te llamó. Él dijo, no te dejaré, ni te desampararé. He aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. Y si esto conocemos, y si esto sabemos, vivamos en paz. Vivamos gozosos. Porque parecemos atribulados. Pero en Cristo somos más que vencedores. Parecemos empobrecidos. Lo hablaba la otra vez en el tiempo de oración con los hermanos. Y les decía, ¿Quién es? Y no me responda. Respóndase a usted mismo. ¿Qué has dejado de comprarte? En este tiempo que realmente se ha encarecido. ¿Te ha faltado vestido? ¿Te ha faltado calzado? ¿Te ha faltado comida? Yo realmente, yo realmente creo que ninguno de nosotros ha dejado de comprarse. Y ha dejado de obtener. Porque así como en el pueblo de, perdón, en el desierto, el pueblo caminaba, caminaron 40 años, dice la palabra del Señor. Y los zapatos, dice la palabra, no se les desgastaron en sus pies. Ni el vestido se les envejecía. O sea, lo que estamos diciendo, esas cosas se escribieron para que nosotros sepamos que podemos pasar por momentos de estrechez, sí, pero no estamos desnudos. Podemos, se puede encarecer la vida, pero nosotros tenemos una fuente que nos suple. Por eso es que les hablaba de la oración sin conocimiento, como los hipócritas. Cinco veces al día para que él me escuche. Pero los que tenemos conocimiento, ¿sabe qué dice la palabra? Aún no estará la palabra en tu boca y yo habré oído. O sea, lo que te está diciendo es, antes de que me pidas, antes de que me pidas, yo sé de qué cosas tenéis necesidad. ¿Qué padre sabe qué el hijo necesita? Retiene él con lo que le puede suplir. Pero, con todo, y si el padre hiciera eso, el Señor no. Diga conmigo, conocimiento. Diga conmigo, conocimiento. El conocimiento del amor de Cristo. El conocimiento de que Él es nuestra fuente. El conocimiento de que no nos dejará. El conocimiento es lo que produce seguridad. El conocimiento es lo que tiene que gobernar nuestra vida. No el yo siento, yo creo, yo pienso, yo opino y a mí me parece. Todos esos argumentos o todas esas expresiones tienen que estar sujetas de yo sé que mi Redentor vive y aún del polvo me levantará. Yo sé quién me amó, me justificó. Yo sé quién me hizo y no me dejará avergonzado. Y aunque se tardare un momento en responder la petición que hayamos hecho, esperemos en ella. Porque fiel es el que prometió. Amén. Cierro con esto, Efesios 6, 18. Vamos a estar sobre nuestros pies y vamos a orar. Diga, toda circunstancia se sujeta al conocimiento que el Padre me ha revelado en Cristo. Amén. Vamos a estar sobre nuestros pies y vamos a leerlo. Efesios 6, 18. Amén. Vamos a estar sobre nuestros pies y vamos a leerlo. Efesios 6, 18. Dice que dejemos de orar, en ninguna manera. Dice que nos postremos, la forma en la que hacer, en ninguna manera. Pero si nos marca el momento, si nos marca el tiempo, si nos marca la forma de hacerlo, ¿sí? Se dice, orando, diga conmigo, en todo tiempo. En el tiempo de la alegría y en el tiempo de la tristeza. En el tiempo en el que veo todo claro y en el tiempo que nada me parece congruente. Diga, el tiempo en el que me salen las cosas bien y en el tiempo que parece que son contrarias. Diga, en todo tiempo, con oración y súplica en el espíritu. Y velando en ello con toda perseverancia, por todos los santos. Ora por todos los santos. Aleluya. Iglesia, oremos en todo tiempo. No en un momento, ay no, es que ya yo oré por eso y no nos pasó nada, el Señor no me respondió, no me dijo. No Iglesia, no haya esta actitud. No nos desanimemos. No nos cansemos de hacer el bien. Diga, quiero orar con conocimiento que soy acepto en Jesucristo. Que soy el cuerpo de Cristo. Diga conmigo, quiero orar sabiendo que el Padre me oye. Porque soy la realidad que Él ha hecho de mí. Y es un Hijo amado. Aleluya. Vamos a orar. Padre, gracias por Tu Palabra. Gracias Señor por Tu Espíritu. Gracias Padre Celestial por el conocimiento que tenemos en Ti, de Ti y para Ti. Padre, gracias porque Tú has abierto los ojos de nuestro entendimiento. Con lo cual nosotros no oramos como mendigos Señor, ni como huérfanos. Oramos sabiendo que Tú nos oyes. Gracias Padre Celestial. Gracias Señor porque nuestras oraciones Señor han sido contestadas. Solo los recibiremos a Tu tiempo Señor. Y en Tu tiempo esperamos con paciencia, con gozo Señor. Con plena certidumbre porque esperamos en la fe del Hijo. Aleluya. Te damos gracias Señor por el conocimiento. Señor, porque no queremos cantar, no queremos orar, no queremos hacer algo sin el pleno conocimiento de por qué lo hacemos. Gracias Padre Celestial. Porque aunque la vista nos quiera engañar, nosotros no somos de los que retroceden para perdición. Sino de los que avanzan en Cristo Jesús para gloria de su nombre. En Cristo Jesús.