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Solo un momento en la vida de una persona, en su lucha con el mismo.
Solo un momento en la vida de una persona, en su lucha con el mismo.
Listen to Ansiedad/ pensamiento by javier lopez MP3 song. Ansiedad/ pensamiento song from javier lopez is available on Audio.com. The duration of song is 10:56. This high-quality MP3 track has 2116.8 kbps bitrate and was uploaded on 26 Jul 2023. Stream and download Ansiedad/ pensamiento by javier lopez for free on Audio.com – your ultimate destination for MP3 music.
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A young man walks through the city at night, ignoring the pain in his legs. He follows a familiar route, passing by places he knows. He feels a sense of belonging and leaves a piece of his heart in each place. He encounters the sights and sounds of the city at night, including mariachis and women working the streets. He climbs a hill and reflects on childhood memories. He reaches the top and takes a moment to appreciate the view before heading back down. He arrives home, but still feels the urge to continue walking. The night is still young. Ansiedad. Los pasos se escuchan en el escenvero de tierra y grava. Su cuerpo emite el calor de un deportista que acaba de recorrer cuatro kilĂłmetros sin parar. El dolor en sus pantorrillas es insoportable, pero no tiene tiempo de parar y descansar. Su pierna derecha parece que le explotará en algĂşn momento, pero Ă©l continĂşa caminando rápido, constante. Planea su ruta en su mente. Ya sabe las cosas que mirará. No hay nada nuevo en el camino que está frente a Ă©l, pero siente en su pecho una desesperaciĂłn por cumplir con la ruta que se ha fijado como meta. El sudor recorre su espalda mientras camina un paso tras otro. El calor de la noche hace que el aire se sienta pesado al respirar, pero Ă©l continĂşa caminando. El dolor en su espinilla y pantorrilla ya no está. VenciĂł la mente al cuerpo. La primera parada es un callejĂłn. Lo mira y baja por las escaleras. Pasa por afuera de la casa de su amada, pero no está a la vista, y continĂşa caminando. Los lugares que frecuenta diariamente ya están cerrados. Dirige su mirada hacia atrás de vez en cuando, en busca de alguien que podrĂa estarlo siguiendo. Eso lo hace por precauciĂłn. Pero no hay nadie. Pasa por una de las galerĂas de juegos, y como era de esperarse, cerrado. DespuĂ©s se dirige a la plaza en donde sĂłlo algunos pocos adultos caminan o están sentados. Él era parte de esa pequeña reuniĂłn de personas en esa plaza. Respiraciones agitadas, temores reprimidos, muertes y desesperaciĂłn, pero no. Él no lo sabĂa, pues aĂşn con su cuerpo joven, ignoraba todo eso y aprovechaba el poder de su juventud para sacar todo lo malo a la fuerza que su mente pudiera tener. Da la vuelta a la plaza y continĂşa su camino. No ha parado, sĂłlo una vez para orinar tras ese escenario comunitario, y continĂşa caminando sin parar. A veces se pregunta, Âżde dĂłnde saca tanta fuerza? ÂżQuĂ© lo impulsa a caminar asĂ? Ni Ă©l lo sabe. SĂłlo sabe que si camina, el miedo se marcha, el corazĂłn se calma, y el cansancio en algĂşn momento llega y puede dormir. Pero para eso aĂşn falta mucho. La noche aĂşn es joven. Mientras camina, toma la decisiĂłn de quĂ© camino seguir, para dĂłnde ir. Él conoce toda la ciudad a la perfecciĂłn, y gracias a su madre y a sus continuos cambios de domicilio, se habĂa creado un mapa casi perfecto de toda la ciudad en donde vivĂa. AsĂ que era fácil querer mirar algĂşn lugar en donde alguna vez ha estado antes. No importa si eso apenas pasĂł la semana pasada. Él sĂłlo querĂa estar ahĂ. Un sentimiento de pertenencia sentĂa cuando estaba sentado en la misma banqueta en donde ha estado viviendo antes. Dejaba un pedazo de su corazĂłn en cada hogar donde viviĂł en algĂşn momento. Eso le ayudaba a recordar y tomar decisiones. No importaba que fuera. SĂłlo eso a Ă©l le ayudaba. Ahora se dirige al boulevard. El camino es largo, pero no piensa en lo que le falta, sino en caminar. Mira los árboles repletos de tordos dormidos. Se encuentra con algĂşn borracho derrotado por el alcohol, y lo revisa para saber si trae algo de valor. Pero no trae nada. SĂłlo unos cuantos cigarros, los cuales toma. El camino continĂşa, y despuĂ©s de media hora llega a los lĂmites de la ciudad, y es en donde la actividad de la noche aĂşn está presente. El sonido de las guitarras y trompetas de los mariachis resuenan en todos lados. Las risas de las señoras de la noche sin pudor retumban en las esquinas y en los oĂdos de hombres que ni con dinero podrĂan ganar los favores de una de estas mujeres, que si bien ahora rĂen por dentro, Ă©l sabe que lloran. A estos hombres sĂłlo les queda mirar desde lejos. Por un momento se distrae al mirar una cantina en donde algĂşn familiar trabajĂł años atrás. Algunos recuerdos llegan, pero Ă©l sabe que tiene que continuar. ÂżPero la ciudad? ÂżYa se terminĂł? ÂżNo hay más camino? Y toca regresar. Pero Ă©l jamás lo hace por el mismo lugar. Puede ser que eso es lo que lo mantenga con vida, noche tras noche, mientras camina por el ardiente piso de la ciudad. Ha decidido subir la colina. Son muchos escalones y el tramo para llegar ahĂ es largo. Pero no importa. Caminar es algo que se le da bien. Ha tomado esa decisiĂłn porque logrĂł mirar la cima desde lejos. No hay nada en ese lugar nuevo. SĂłlo ha decidido ir por ahĂ. ÂżPor quĂ©? Ni Ă©l lo sabe, pero continĂşa su camino. Hay una subida muy larga y pronunciada. Comienza a subir por esa calle hasta llegar a la cima, y justo cuando comienza a bajar, no puede disfrutar de esa sensaciĂłn de la gravedad a la inversa, pues el callejĂłn que los llevará al cerro ha comenzado a su izquierda. Al pasar por ahĂ, recuerda que de niño Ă©l jugaba en esa calle, con algunos amiguitos, y la recuerda a ella, a la niña que le gustaba y que jamás volverá a ver en su vida. Piense en ello un momento. Se recarga en su pared por un instante. Cierra los ojos y guarda su recuerdo en su corazĂłn, pero Ă©l sabe que ahĂ ya no hay nada. SĂłlo el recuerdo de un amor puro e inocente de dos pequeños niños. Toma ese recuerdo y lo deja ahĂ para el prĂłximo dĂa cuando pase caminando otra vez. Comienza a subir escalĂłn tras escalĂłn. Llega a la mitad del camino. Siempre intenta contarlos, pero no es bueno contando cosas, y pierde la cuenta. A veces se regresa para comenzar otra vez, pero en cada ocasiĂłn algo lo distrae y pierde la cuenta de nuevo. Eso es algo que ya dejĂł atrás. Pasa el Ăşltimo escalĂłn y llega a la casa de una exnovia de su hermano. Mira la casa en donde ya no hay nadie. Se sienta, cierra los ojos y recuerda a la familia de esa mujer preparando la comida en donde alguna vez fue una cocina. Ahora sĂłlo quedan los restos de los cimientos. No es algo que le afecte mucho, claro, pero es un recuerdo que tiene de un momento maravilloso. ContinĂşa caminando. Pasa por lugares un poco desagradables. Los recuerdos de las peleas, los insultos y los pleitos llegan. No todo es bueno en el camino. Y asĂ llega a la cima. Se para en el pequeño parque, mejor conocido como Mirador, y mira. Respira. Siente un momento el aire de la montaña. Y despuĂ©s de un par de minutos, Ă©l sabe que es hora de regresar. Comienza su camino de regreso, pero esta vez bajará por la calle, que sĂłlo usan los automĂłviles, pues bajar en zig-zag es mucho más largo que bajar por las escaleras. Pero a Ă©l eso no le importa. Ya ha decidido tomar ese camino. El camino es largo y continĂşa caminando. AĂşn no está cansado. A veces, cuando se acuerda, nota el ardor en sus pies, pero ha logrado ignorar. Siempre esa sensaciĂłn molesta. ContinĂşa bajando sin parar hasta llegar, asĂ, a su colonia. Llega a la calle. Camina por donde ha vivido una serie interminable de cosas. Los recuerdos llegan, como siempre, algunos buenos y otros malos. Pasa por ese lugar rápidamente. El caracterĂstico tope de la iglesia le trae un recuerdo, el recuerdo de un camiĂłn de volteo que intentĂł pasarlo cargado de arena y que se prendiĂł en un fuego por forzarlo. Esa fue la primera vez que mirĂł un auto tan grande, prendido en llamas. Guarda su recuerdo. ContinĂşa caminando. Llega a una esquina en donde ya ha pasado, pero no hay otro camino. AsĂ que rompe su regla de no pasar por el mismo lugar dos veces. Pero por primera vez en la noche, se siente incĂłmodo. Esa decisiĂłn no le ha gustado. Y camina un poco más rápido. Pasa por el callejĂłn y se encamina hacia el centro. Llega a la galerĂa nuevamente y continĂşa su camino hacia el centro de la ciudad, en donde se encuentra el mercado. Pocos lugares han estado abiertos aĂşn. Un tipo le pide un peso, pero Ă©l lo ignora y continĂşa caminando. Llega a la segunda avenida, gira a la izquierda, continĂşa caminando hasta llegar a la esquina de su casa. Abre la puerta y se encuentra con su madre que aĂşn está despierta, mirando la televisiĂłn. Frente a Ă©l está el reloj y marca apenas las once de la noche. AĂşn queda mucha noche por vivir. Toma una bocanada de aire mientras piensa en que aĂşn puede salir a caminar un rato. SubtĂtulos por la comunidad de Amara.org
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