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Predicación Cómo Vivir En Estos Últimos Tiempos 29 de Octubre de 2023 - No. 115

Predicación Cómo Vivir En Estos Últimos Tiempos 29 de Octubre de 2023 - No. 115

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Bueno, muy bien, listo, bueno, gracias niños por estar con nosotros, por acompañarnos en este tiempo de alabanza. Pueden bajar a su clase de niños, despues del dominical. Eso, muy bien, listo. Muy bien. Muy bien, muy bien. Pero espérame, bueno. Listo. Vamos. Listo, bueno, muy bien. Gracias por acompañarnos el día de hoy, es un día de votaciones acá en Colombia. Así que tenemos la responsabilidad de acercarnos a las urnas para votar. Y, bueno, para empezar, quiero invitarles a buscar en sus Biblias el Salmo 119, Salmo 119, versículo 170. Ayúdenme por favor buscando este pasaje. Por favor. Salmo 119, verso 170. Dice, Llegué mi súplica delante de ti, líbrame conforme a tu palabra. Llegué mi súplica delante de ti, líbrame conforme a tu palabra. Ayúdame conforme a tu palabra. Hazme entender conforme a tu palabra. Sálvame conforme a tu palabra. Provéeme conforme a tu palabra. Fíjense que el salmista está diciendo que la fuente de lo que él quiere recibir, la forma como él quiere recibir cualquier tipo de salvación de Dios, sea conforme a su palabra. ¿Ok? Y nos gusta, nos gusta tener este tipo de, estos pasajes nos ayudan a entender la importancia de la palabra de Dios, lo necesario que es la palabra de Dios para nosotros porque nos van encaminando hacia lo que viene, hacia el tiempo de predicación. Y yo quiero animarles a que tengamos un tiempo de oración, tiempo de oración individual donde cada uno de nosotros le pidamos al Señor, líbrame conforme a tu palabra. ¿De qué? ¿Líbrame de qué? Cada quien sabe. Cada quien, cada uno de nosotros tiene una situación en la que necesitamos la intervención de Dios, la dirección de Dios. Así que pensando en esas cosas, pidiéndole a Dios, Dios líbrame conforme a tu palabra. ¿Ok? Y también tengamos un tiempo de confesión de pecados. Necesitamos, necesitamos ponernos a cuentas con el Señor. ¿Vale? Entonces tengamos un momentito, cada uno de nosotros pidiéndole, líbrame conforme a tu palabra y poniéndonos a cuentas con el Señor. ¿Ok? Gracias. Padre gracias por esta mañana y gracias por tu cuidado y gracias porque tu palabra es lumbrera en nuestro camino, es luz, es lo que nos permite conocerte, entender quién eres. Tu palabra no es solamente para conocerla teóricamente, no es para conocerla en nuestra mente, tu palabra es para vivirla, tu palabra es para que ella penetre en todo lo que hacemos, en todo lo que somos y que nuestra vida refleje, que la creemos, que nuestra vida refleje tu palabra. Señor yo te pido que esta mañana nos ayudes a entender lo que tú tienes para nosotros a través de ella y que tu Espíritu Santo esté hablando a nuestros corazones. Por favor, te lo pedimos, líbranos conforme a tu palabra y perdónanos Señor nuestros pecados, Señor te los suplicamos. En nombre de tu Hijo lo pedimos, amén y amén. Bueno, muy bien. Seguimos con nuestro estudio a la carta de Santiago, ¿verdad? Hemos estudiado el mensaje de Dios a través de la carta de Santiago y ha sido muy, muy, muy interesante, de mucha bendición, ha sido muy, muy especial. Y hemos tocado muchos temas, ¿verdad? ¿Cómo afrontar las pruebas? Arrancamos por ahí. También estamos considerando el tema de las tentaciones, ¿qué hacemos con las tentaciones que nos llegan a la vida, que vienen de nosotros mismos, de nuestra propia concupiscencia? Consideramos también la importancia de la palabra de Dios, lo importante que es la palabra de Dios para nosotros, para todos. La fe verdadera, la diferencia entre la fe falsa y la fe verdadera, el hecho de que la fe verdadera se expresa en nuestra vida a través de lo que hacemos, a través de lo que somos, no que ganamos nuestra salvación, porque la salvación no se puede ganar, la salvación es un regalo de Dios, es un don de Dios, pero si tenemos fe verdadera efectivamente vamos a obrar conforme a la voluntad de Dios. Consideramos también cómo debe ser nuestro trato con nuestros hermanos, algunas evidencias de orgullo y el mensaje de Dios para los ricos incrédulos, el mensaje de Dios para los ricos incrédulos. Y esta mañana vamos a considerar la perspectiva que debemos tener en mente. Que debemos tener en mente y la ética que debemos practicar hasta la venida de nuestro Señor. Dos cosas, perspectiva que debemos tener hasta la venida de nuestro Señor y la ética con la que debemos vivir hasta la venida de nuestro Señor. Y recordemos que hemos dicho que luego de que creemos en Jesús como nuestro Salvador, tú y yo somos llamados a vivir para adorar a Dios, para agradar a Dios, teniendo siempre una esperanza muy firme. O sea, somos llamados a agradar a Dios, adorar a Dios, pero con una esperanza, mirando hacia el futuro. Algo muy importante, y eso es el pronto regreso de nuestro Señor Jesucristo. Jesús está en el cielo, está en la presencia de nuestro Señor, de Dios Padre, pero Jesús va a volver, Jesús dijo que va a regresar. Así que tú y yo tenemos que entender que eso es una realidad, eso se va a cumplir. Tanto como la Biblia habló de la primera venida del Señor y efectivamente se cumplió, podemos estar seguros de que todo lo que la Palabra de Dios dice acerca de su segunda venida, se va a cumplir. ¿Por qué? Su regreso es inminente. Su regreso es inminente, el regreso de nuestro Señor es inminente. Y es muy importante que veamos, teniendo en perspectiva, esto de que Jesús, nuestro Señor, va a regresar. Es tremendamente importante que lo tengamos en perspectiva. ¿Por qué? Pues porque ese va a ser un momento de gloria para nuestro Señor Jesús, pero también va a ser un momento de gloria para nosotros, los que somos hijos de Dios y hemos creído en Jesús. Cuando se habla de guerras, en estos tiempos de guerras, ahora que hay guerra en Israel, en Palestina, cuando empezó la guerra en Rusia, en Ucrania, y se hablan de guerras, es fácil que todos o muchos oradores cristianos empiecen a hablar acerca de que ya es el fin del mundo, de que ya estamos en los últimos tiempos, de que ya el regreso de Cristo va a suceder muy pronto. Y la verdad es que los últimos tiempos empezaron desde cuando Jesús murió en la cruz, resucitó y ascendió al Cielo. Desde ahí empezaron los últimos tiempos. Y cada día que pasa, estamos efectivamente más cerca del regreso de nuestro Señor. Y es muy importante que tengamos en perspectiva esto. Así que pensando en esto tan importante del regreso de nuestro Señor, Santiago nos llama a considerar la perspectiva que debemos tener en este mundo, en este momento, en este tiempo que vivimos, y nos llama a la ética, que debemos mostrar cómo debemos vivir acá mientras nuestro Señor regresa. Así que yo quiero animarles a que busquemos Santiago capítulo 5, versos 7 al 12. Santiago capítulo 5, versos 7 al 12, que son los pasajes que vamos a considerar el día de hoy. Santiago capítulo 5, versos 7 al 12. ¿Qué? Entonces, dice, Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros paciencia, afirmad vuestros corazones, porque la venida del Señor se acerca. Hermanos, no os quejéis unos contra otros para que no seáis condenados. He aquí el juez está delante de la puerta. Hermanos míos, Tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia los profetas que hablaron en nombre del Señor. He aquí tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy miger y cordioso y compasivo. Pero sobre todo, hermanos míos, no juréis ni por el cielo, ni por la tierra, ni por ningún otro juramento, sino que vuestro sí sea sí y vuestro no sea no, para que no caigas en condenación. Muy bien, este es el pasaje que vamos a leer. Hay varias cosas que necesitamos sacar de este pasaje. Varios puntos vamos a considerar la mañana de hoy. El primero es el hecho inminente de la venida del Señor, la venida de nuestro Señor Jesucristo. Lo vemos en la primera frase de Santiago, en el versículo 7. Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Pregunta, Santiago está diciendo, ¿hasta cuando tal vez nuestro Señor venga? ¿Hasta cuando de pronto nuestro Señor quiera venir? ¿Lo pone así como en términos de probabilidad de algo posible, o lo plantea como un hecho? Lo plantea como un hecho. Él lo da por sentado, hasta la venida del Señor. Y estamos, en los últimos tiempos, esperando la venida de nuestro Señor. Y como hijos de Dios beneficiados por su primera venida, anhelamos que Jesús regrese. Anhelamos que Jesús regrese a esta tierra. Jesús está vivo, Jesús no quedó muerto, Jesús no quedó en la cruz, Jesús resucitó, resucitó con un cuerpo de gloria, glorioso. Un cuerpo que le permitió comer, un cuerpo que le permitió hablar, un cuerpo que las personas vieron, un cuerpo que le permitió comunicarse con todos y que todos fueran testigos de que Él había resucitado. Tal, una apariencia muy parecida a la que tenía antes de morir. Por eso la gente lo reconoció. En ese mismo sentido, nosotros podemos esperar que el regreso de Jesús sea inminente y lo podamos ver, y lo podamos oír, lo podamos percibir. Y nosotros esperamos su segunda venida. Ahora, ¿cómo debemos esperar este momento? Y esto es algo que debemos considerar muy cuidadosamente. ¿Por qué? Porque cuando hablamos del regreso de Jesús, lo vemos como lejos, como que si ya pasaron dos mil años y Jesús no volvió, pues quién sabe cuándo sea. Y como que no lo consideramos algo muy importante para nuestros tiempos. Pero sí, sí lo es. Sí es importante porque aunque Jesús se demore en venir, 100 años, 200 años, 500 años, tú y yo vamos a vivir en esta tierra máximo 40, 50, 60, 70 años. Y necesitamos vivir en esta tierra conforme a esta esperanza que Santiago nos dice que debemos tener. Entonces, ¿cómo debemos esperar ese momento? Santiago nos dice, aguárdenlo con paciencia. ¿Tengan qué? Paciencia hasta la venida del Señor. Y la segunda parte del versículo 7 dice, Santiago, ilustrándonos la paciencia que debemos tener, porque a Santiago le encanta ilustrar sus ideas, y el Espíritu de Dios usa bastante bien esas ilustraciones, de hecho él las inspiró, dice, mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardándolo con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. ¿Cómo espera un labrador? ¿El labrador qué hace? ¿El agricultor qué hace? Prepara su tierra, compra las semillas, siembra las semillas, las cuida, las protege, está ahí trabajando en su tierra y en sus semillas. Pero, ¿él tiene algo que ver en el proceso de germinación de las semillas? ¿Él se encarga de hacer que la semilla brote? No. ¿Él depende completamente de quién? De Dios. Y además, ¿las semillas qué necesitan para brotar, para germinar? ¿Qué necesitan? Agua. Agua. Y aunque ahora, con la tecnología, muchos agricultores logran regar de agua todos sus campos, con agua que ellos consiguen, lo mejor que ellos pueden recibir es ¿qué? Lluvia. Lluvia. Lluvia en el momento propicio, ¿ok? Y Santiago nos llama a tener paciencia, a esperar, a esperar. ¿Pero una paciencia con qué? Con anhelo. Porque el labrador espera sin ningún sentido, espera sin ninguna esperanza. No, el labrador está esperando que su cosecha sea una realidad. El labrador está esperando que lo que sembró germine, florezca, dé fruto. ¿Para qué? Para que pueda cosecharlo, pueda vender su cosecha y pueda recibir el pago por su cosecha. Él está esperando con anhelo. Anhelo de que su cosecha va a ser buena, de que lo que sembró le va a producir mucho fruto. Y Santiago nos está diciendo que tenemos que esperar con anhelo. Que tenemos que esperar con anhelo. Esperar el regreso de Jesús, esperar que suceda lo necesario para ese momento, tal como el labrador espera la lluvia temprana y tardía necesaria para su cosecha. Ahora, Santiago nos llama, una vez más, a tener paciencia. Y el versículo 8, la primera parte, nos dice, O sea, con esta, queridos amigos, es la tercera vez que se repite una palabra. ¿Cuál es? Paciencia. Y sabemos que cuando algo se repite en la palabra de Dios es porque es muy importante. Porque es algo que en serio necesitamos considerar, que en serio necesitamos atender. ¿Ok? Y es que la paciencia es una de las virtudes más valiosas que expresamos cuando vivimos para agradar al Señor. Tú y yo no vamos a expresar paciencia si nuestro propósito no es agradar a Dios. Si nuestro propósito no es vivir conforme a la voluntad de Dios, lo que va a dominar en nuestra vida es la impaciencia. Impaciencia. Ha venido un jefe que me decía, eres muy impaciente. Y yo le decía, yo pensaba en mi corazón que a él le gustaba que yo fuera paciente en las cosas que a mi jefe le convenían y no tanto a mí. En las cosas que a mi jefe no le convenían ahí, él sí no era muy paciente. Él sí era igual que yo. Impaciente. ¿Verdad? Pues bueno, esta es una virtud muy importante, la paciencia. Y la vamos a expresar si estamos interesados en vivir para agradar al Señor. ¿Ok? Y es muy necesaria. La paciencia es muy necesaria para estos últimos tiempos. Para los tiempos que estamos viviendo ahora, en este instante. ¿Ok? ¿Pero cómo se expresa la paciencia? ¿Qué es la paciencia? ¿Ustedes cómo saben cuando una persona está siendo paciente? ¿Cómo se nota? ¿Cómo es evidente en esa persona? ¿Está calmado? ¿Está tranquilo? ¿Está en paz? ¿En medio de la playa? ¿En medio de las vacaciones? ¿En medio del sol? ¿En medio de la brisa? Ahí cualquiera está en paz y está en calma y está en espera. ¿Cierto? Tranquilo. ¿En qué momento se ve esa paz, esa tranquilidad? ¿En qué momentos? ¿Momentos de dificultad? ¿Verdad? ¿Momentos de angustia? Pues así es. La virtud de la paciencia se expresa como en una calma que viene de la confianza que tenemos en Dios. ¿Ok? Y como una calma que proviene de ese deseo que tenemos todos de someternos o que debemos tener de someternos al plan de Dios. La paciencia viene como resultado de confiar en Dios y saber que los planes de Dios para mí son buenos. Son buenos. Son los mejores. ¿Ok? Y esta es la virtud que se nos ordena reflejar en estos tiempos. ¿Ok? Ahora, la paciencia no brota en medio de la playa, como ya dijimos. La paciencia es forjada en medio del horno de las pruebas y resulta gracias a la fe en Dios y su palabra. De ahí que Santiago nos llame a qué. A afirmar nuestros corazones. ¿Cómo resulta la paciencia? ¿Cómo se forja la paciencia? En medio de situaciones difíciles, como las que estamos viviendo hoy. ¿Ok? Pero, ¿solo necesito situaciones difíciles para la paciencia? No. ¿Necesito qué? Necesito su palabra. Porque entonces, ¿con base en qué voy a confiar? ¿Con base en qué voy a tener esperanza? Pues, necesito algo que me dé a mí la seguridad. Ese balduarte, esa firmeza. Yo necesito, ¿y qué es eso? La palabra del Señor. Por eso, Santiago nos dice, afirmen sus corazones. Tengan paciencia, pero afirmen también sus corazones. ¿Para qué? Para que puedan tener esa paciencia que necesitan. De ahí que en el versículo 8 se nos diga. Tened también vosotros paciencia y afirmad vuestros corazones. Porque, una vez más, la venida del Señor se acerca. Queridos amigos, noticia de hoy. La venida del Señor se acerca. Cada día estamos más cerca. Hoy estamos más cerca del regreso de nuestro Señor. Puede ser en un minuto, puede ser en cinco minutos, en una hora. Hoy puede ser el regreso de nuestro Señor. Andréita, ¿te podrías salvar de un semejante trabajo que tienes más tarde, si el Señor viene en un rato? El Señor puede venir ahorita, ya, en este instante. No sabemos cuándo, pero puede ser en cualquier momento. Entonces, ¿qué? Necesitamos afirmar nuestros corazones en la palabra del Señor. Y afirmar nuestros corazones tiene la idea de fortalecer nuestro corazón. Fortalecer nuestro corazón. Es decir, ¿tengo que salir a trotar todas las mañanas para fortalecer mi corazón y afirmar mi corazón? No. ¿Cómo es que lo fortalezco? Espiritualmente. Espiritualmente. Fortalezco mi corazón. Afirmar el corazón significa fortalecerlo. Significa asegurar mi fe en Dios. Mi fe en Jesús. Cimentar mi fe. Tener firme mi corazón en la palabra del Señor. Corregir aquello que no es conforme a la palabra de Dios en mi vida, en mi corazón. Ahorita le pregunté a Michael. Michael, ¿cómo vas? ¿Qué pasó con... cómo vas en el cole? Bueno, estoy luchando con religión, me dijo Michael. Y entonces me dijo, pues es que allá me enseñan no la religión cristiana. O sea, es que la materia que estoy viendo ahorita de religión se enfoque en la religión cristiana, se enfoque en la palabra de Dios, sino que me están enseñando todo tipo de religiones. Budismo, hinduismo, judaísmo. Y bueno, pues a esa edad cualquiera se puede confundir con tantas religiones, ¿verdad? Y yo me acuerdo que yo estudiaba en un colegio católico. Y a los 11 años había una influencia muy fuerte del catolicismo en el colegio. Y yo tuve que ir a la iglesia, a mi iglesia, y decirle a mi pastor. Pastor, me están enseñando acerca de la Virgen María. ¿Eso qué es? ¿Cómo así? ¿Cómo así? Sí, no, creo. Esto es conforme a la palabra de Dios. ¿Qué pensamos? ¿Qué creemos nosotros? Y ellos, muy diligentemente, se sentaron conmigo, yo tenía 11 años, se sentaron conmigo a explicarme lo que la palabra de Dios dice con respecto a María. ¿Verdad? Y afirmaron mi corazón en torno a mi fe. ¿Ok? Y eso es lo que tú y yo necesitamos. Afirmar nuestro corazón en la fe en Dios, en la palabra de Dios. ¿Por qué? Porque en estos últimos tiempos vendrán, ¿qué? Lobos, mentirosos, personas que dicen hablar en nombre del Señor, pero son engañadores. ¿Y qué necesitamos? Estar muy firmes en la enseñanza de la palabra de Dios. Afirmar nuestro corazón. ¿Ok? Muy bien. Ahora, se nos ordena tener paciencia y afirmar nuestros corazones. Esas son las dos órdenes que tenemos para estos tiempos. ¿Serán órdenes que podemos cumplir mañana, o pasado mañana, o la otra semana? No. En el original tienes la idea de que son órdenes que tenemos que empezar a cumplir. ¡Ya! ¡Ya, ya, ya! Es urgente, es importantísimo, es necesario que afirmemos nuestro corazón ¡ya! Es decir, cuanta oportunidad tengamos de aprender la palabra de Dios, ¡ya! Necesitamos meternos en eso. Cuanta oportunidad tengamos de conocer a Dios, Tenemos que meternos como más podamos en eso para afirmar nuestro corazón en la palabra del Señor. Y así podamos tener paciencia para estos tiempos. ¿Ok? Pero pregunta, hasta aquí, ¿se han preguntado por qué paciencia? ¿Por qué paciencia? ¿Por qué tenemos, o por qué debemos tener paciencia y afirmar nuestros corazones? ¿Por qué no se nos dice, en estos últimos tiempos administren bien su dinero? ¿O por qué no se nos dice, en estos últimos tiempos cuiden lo que vengan? ¿Por qué en vez de decirnos eso, se nos habla de tener paciencia y afirmar nuestros corazones? ¿Por qué? Santiago nos lo dice. Y la razón, queridos amigos, es porque vamos a sufrir. Vamos a sufrir. Esa es la razón. Queridos hermanos, no tenemos una expectativa en esta tierra de calma, tranquilidad, playa, brisa y mar. No. Lo que nos espera, mientras estamos acá, aguardando el regreso de nuestro Señor, es una cosa. Es sufrimiento. Por eso, Santiago nos llama a tener, ¿qué? Paciencia. Y afirmar nuestros corazones. Es lo que vemos en el versículo 10, verso 10. Dice, hermanos míos, tomad como ejemplo, ¿de qué? ¿De fiesta y disfrute? No. ¿De qué? De aflicción. Y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor. Y aquí tenemos por bienaventurados, ¿a quiénes? ¿A los más ricos? ¿A los que viajan de vacaciones a París cada vez que quieren? No. ¿A quién? A los que sufren. ¿Perdón? ¿Bienaventurados a quiénes? Pero, ¿bienaventurados a quiénes? A los que sufren. Habéis oído la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo. Queridos amigos, en estos tiempos, debemos tener en perspectiva el sufrimiento. Vamos a sufrir. Vamos a sufrir. Va a haber sufrimiento. En nosotros, alrededor de nosotros, va a haber sufrimiento. Por eso necesitamos tener paciencia. ¿Por qué? Porque vamos a sufrir. Porque vamos a sufrir. Porque nuestros hijos nos hacen sufrir. Porque nuestra pareja nos hace sufrir. Porque nuestros padres nos hacen sufrir. Nuestros compañeros de trabajo. Nuestros líderes, nuestros gobernantes. Ellos nos producen sufrimiento muchas veces. ¿Por qué? Es porque ellos son pecadores. Como tú y como yo somos pecadores. Vivimos en un mundo pecaminoso. Y la paga del pecado es muerte, sufrimiento, dolor. Y estamos, amigos, como en una espiral. En una espiral que no es ascendente. Estamos como en una espiral que es descendente. ¿Como resultado de qué? ¿De los malos políticos? ¿De la pobreza? Como resultado de la rebeldía contra Dios. ¿Ok? Eso es. De ahí que debamos corregir nuestras expectativas. ¿Por qué? Todos, ¿qué esperamos? Que nuestra vida sea una montaña ascendente hacia la plenitud y gozo acá en la tierra. No, no es así. Debemos corregir nuestras expectativas. ¿Por qué? Porque vamos a sufrir. Y en vez de luchar al máximo por evitar el sufrimiento, debemos luchar por afirmar nuestra fe en el Señor. Porque por más de que tú y yo nos esforcemos para no sufrir, algo nos va a hacer sufrir. Algo. No podemos evitarlo. Nos va a tocar. De alguna manera nos va a llegar algo que nos va a poner a sufrir. ¿Y entonces qué? Evitamos a toda costa cualquier cosa que nos haga sufrir. No podemos. ¿Qué necesitamos? Afirmar nuestra fe en el Señor. Para entender que cualquier cosa que nos haga sufrir, si Dios la permite, es porque va a ser algo bueno para los que amamos a Dios. Es porque va a ser algo bueno para nosotros. Es porque va a producir algo bueno en ti y en mí. ¿Ok? Ahora. Ahora. No solamente sufrimos porque el mundo es pecado y tú y yo somos pecadores. También sufrimos o vamos a sufrir porque somos creyentes en Jesús. Porque creemos en Jesús. Juan. Capítulo Juan. Digo, Evangelio de Juan. Juan 15-20. Juan 15-20 que nos dice. Juan 15-20 nos dice. ¿Cómo? Si hicieron sufrir a Jesús, a nuestro Señor, ¿Entonces qué podemos esperar tú y yo? Que también nos vayan a perseguir. Que también nos vayan a buscar para hacernos sufrir. ¿Sólo por qué? Por creer en Jesús. Yo no sé quienes ya han enfrentado oposición en su familia por creer en Jesús. Pero es de las primeras cosas que pasan. Cuando uno recién empieza a creer en Jesús, empieza a conocer a Jesús, empieza a vivir conforme a la voluntad de Dios, normalmente quienes son los primeros que se lanzan en contra de nosotros. Nuestra familia. Nuestra familia. Porque estamos yendo en contra de la tradición familiar, estamos negando la fe familiar, estamos yendo en contra de un montón de cosas. Y como eso, la oficina. La oficina también. Muchas cosas también. ¿Qué? Y para darnos perspectiva y consuelo para estos tiempos, Santiago nos dice que, tomemos como ejemplo a los profetas que hablaron en el nombre del Señor. ¿Ellos será que vivieron en Miami? ¿O vivieron en el equivalente a Australia, el mejor país vividero del mundo? ¿O a Suiza? ¿Ellos vivieron en la mejor condición posible los profetas de Dios? No. Ellos sufrieron. ¿Sufrieron por qué? ¿Sufrieron por qué? Por ser fieles al Señor. Mire, muchos profetas anunciaron la palabra de Dios, anunciaron palabra de juicio, y terminaron desterrados, terminaron golpeados, terminaron apedreados, terminaron mal. ¿Por qué? Por ser fieles al Señor. ¿Ok? Pero ellos se mantuvieron fieles. Ellos se mantuvieron afirmes, firmes en su fe en el Señor, en la palabra de Dios. Y eso es lo que nos llama Santiago a hacer. Pensar en los profetas y tomar como ejemplo los profetas. ¿Ok? Y también, Santiago nos llama a considerar que los que sufren son tenidos por bienaventurados. Los que sufren son bienaventurados, dice Santiago. Recibirán misericordia y compasión del Señor. Mateo capítulo 5, verso 4, nos ayuda a entender esto. Dice, Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. ¿Por qué podemos considerarnos bienaventurados al sufrir? Porque vamos a recibir consuelo de Dios. Vamos a ser consolados por Dios. Y el verso 10 y 11 de Mateo 5, dice, Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos, porque así persiguieron a quienes, a los profetas, que fueron antes de vosotros. Amigos, le damos muy poco valor al sufrimiento. Es más, le huimos al sufrimiento. Cuando vemos a alguien que está sufriendo, nos compadecemos y decimos, ¡No, Dios mío! ¡Ay, estás en la peor circunstancia que puede pasar! ¿Por qué? Porque entendemos el sufrimiento como algo muy malo. Y sí, es insoportable, es difícil, es duro. Pero a los ojos de Dios, el que sufre para la gloria de Dios, o el que sufre por Dios o por el nombre de Dios, es un bienaventurado. Es alguien dichoso. Es alguien que va a recibir grandes galardones del Señor. Entonces debemos ser masoquistas. Se nos llama ser masoquistas y a irnos de mártires y luchar por allá, como la gente de algunos otros países, que, mejor dicho, entonces tenemos que hacernos daño y autoflagelarnos nosotros mismos. Obvio no. Obvio no. Pero sí tenemos que entender que el sufrimiento tiene una perspectiva diferente para Dios. Tiene un entendimiento diferente para Dios. Y si sufrimos para la gloria de Dios, si sufrimos por el nombre de Dios, somos bienaventurados. Somos bienaventurados. Tanto que nos recuerda el ejemplo de Job. ¿Saben quién fue Job? Job. Job fue un hombre justificado por Dios debido a su fe en Dios. Pero sufrió. Sufrió. ¿Cómo sufrió? ¿Lo perdió todo? Hasta su salud la perdió. Pero, hay esperanza. Ustedes dirán, no, ¿para qué video? ¿Qué mensaje, Dios mío? Esta semana yo decía, ¿qué mensaje, Señor? ¿Cómo es que? ¿Cómo es que? Tenemos que entender esto. Pero lo podemos entender a la luz, a la esperanza que hay para los que sufrimos en el nombre de Dios, por Dios, para la gloria de Dios. Yo quiero que leamos Job. Vamos a buscar Job rápidamente. Job 1, capítulo 1, versos 13 al 19 para poder tener en contexto qué le pasó a Job. Job 1, 13 al 19 dice, Y un día aconteció que sus hijos e hijas comían y bebían vino en casa de su hermano, el primogénito, el primogénito de Job, los hijos de Job. Y vino un mensajero a Job y le dijo, Estaban arando los bueyes y las asmas pasiendo cerca de ellos y acometieron los sabios, eran una población, y los tomaron y mataron a los criados a filo de espada. Solamente escapé yo para darte la noticia. Aún estaba este hablando cuando vino otro que dijo, Fuego de Dios cayó del cielo y quemó las ovejas y a los pastores, y los consumió. Solamente escapé yo para darte la noticia. ¿Ya perdió qué? Ya perdió las ovejas, ya perdió los bueyes, ya perdió las asmas. En un abrir y cerrar de ojos todo lo que Job tenía, que era muchísimo, porque Job era rico, lo perdió. Y dice, Y vino otro que dijo, Fuego de Dios cayó del cielo y acometieron los sabios, y los tomaron y mataron a los criados a filo de espada. Solamente escapé yo para darte la noticia. ¿Perdió además qué? Los camellos. Entre tanto que este hablaba vino otro que dijo, Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano el primogénito, y un gran viento vino del lado del desierto y rompió en las cuatro esquinas la casa la cual cayó sobre los jóvenes y murieron. Y solamente escapé yo para darte la noticia. En un abrir y cerrar de ojos Job perdió todo. Todo. Bueno, no todo, porque tenía qué? Salud. Y tenía su esposa. Y uno dice, bueno, está bien, ¿cierto? Lo pierdo todo, cualquier cosa, pero si tengo salud, estoy bien. ¿Qué creen que pasó? Job capítulo 2 versículo 7 Entonces salió Satanás la presencia de Jehová e hirió a Job con una zarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza. Y tomaba Job un tiesto para rascarse con él y estaba sentado en medio de ceniza. Entonces le dijo su mujer, ¿aún retienes tu integridad? ¡Maldice a Dios y muérete! Y él le dijo, como suele hablar cualquiera de las mujeres patuas, has hablado, ¿qué? Recibiremos de Dios el bien y el mal no lo recibiremos. En todo esto no pecó Job con sus labios. Lo perdió todo, todas sus posiciones, perdió su salud y le quedó su esposa. ¿Su esposa era de gran ayuda para él? No. Le dijo lo peor. Lo llamó a maldecir a Dios. O sea, bueno, habría sido una buena idea que se llevaran a la esposa de Job un rato mientras él sufría para que él no le hiciera más peso. Para que ella no le hiciera más peso a Job, pero se la dejaran. Haciendo todavía más peso a Job. O sea, todavía era peor. Y Santiago nos llama a tomar como ejemplo ¿a quién? A Job. ¿Por qué? Porque vamos a sufrir. Todo el sufrimiento es la realidad. Pero, hay esperanza. ¿Por qué? Santiago nos dice, ¡Ojo! ¡Ojo! ¡Ojo! ¿Por qué? Para que reciban, van a sufrir. ¡Vamos a sufrir! ¡Tengan paciencia! ¡Afirmen su corazón! Pero ¡Ojo! ¡Ojo! ¿Por qué? Porque vamos a recibir la misericordia y compasión del Señor. Vamos a recibir la misericordia y compasión del Señor. ¡Sí! ¿Qué le pasó a Job? Job, capítulo 42. ¿Cómo terminó Job? Capítulo 42, 10 y 17. Luego de su sufrimiento, luego de tener que lidiar con semejante carga tan difícil, con semejante sufrimiento tan fuerte, luego de haberlo perdido todo, hasta sus hijos, su salud, todo. Pero él se mantuvo fiel al Señor, firme al Señor, obedeciendo al Señor, creyendo en Él. ¿Cómo terminó Job? Dice, terminó disfrutando de la misericordia y compasión del Señor. Dice, permitió Jehová la aflicción de Job. Capítulo 42, verso 10. Cuando él hubo orado por sus amigos, aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job. Y vinieron a él todos sus hermanos, y todas sus hermanas, y todos los que antes le habían conocido, y comieron con él pan en su casa, y se condolieron de él, y le consularon de todo aquel mal que Jehová había traído sobre él. Y cada uno de ellos le dio una pieza de dinero y un anillo de oro. Y bendijo Jehová el postrer estado, el último estado de Job, más que el primero, porque tuvo catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes, y mil asnas. Mucho más recibió Job después de su sufrimiento, en comparación con lo que tenía antes. Y tuvo siete hijos y tres hijas. O sea, Dios hasta le multiplicó los hijos. Le dio muchos más hijos e hijas. Llamó el nombre de la primera, Jemima, el de la segunda, Cesia, y el de la tercera, Keren-Habuk. Y no había mujeres tan hermosas como las hijas de Job en toda la tierra. Y les dio su padre herencia entre sus hermanos. Después de esto, vivió Job ciento cuarenta años. Y vivió a sus hijos, y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación, y murió Job viejo y lleno de días. Así es. Job sufrió. Pero, ¿qué experimentó Job? La misericordia y compasión de Dios. Queridos amigos, vamos a sufrir. Vamos a sufrir. Pero, vamos a experimentar la compasión y misericordia de Dios por nosotros. Lo vamos a hacer tal vez acá en este mundo. Tal vez lo vamos a experimentar acá en tierra, en la tierra. Y será maravilloso, será glorioso, será precioso. Pero, si no lo hacemos acá, ténganlo por seguro, tengámoslo por seguro, que vamos a experimentar la compasión y misericordia de Dios en la eternidad. Y ahí también seremos receptores de la misericordia y compasión de Dios para contigo y para contigo. Así que sufrimos, pero sufrimos con una esperanza, sufrimos con propósito, sufrimos viendo algo precioso, maravilloso. Sufrimos sabiendo que nos espera la compasión y misericordia de Dios. Que nos espera la glorificación, que Dios nos va a glorificar, nos va a exaltar, como lo hizo con Jesús. Nos espera algo mucho más grande, mucho más valioso que lo que tenemos acá o que podamos considerar tan valioso acá. Y por eso, queridos amigos, tenemos que tener paciencia y afirmar nuestro corazón. Paciencia para el sufrimiento y afirmar nuestro corazón pensando en la hermosa herencia, pensando en que vamos a recibir la misericordia y compasión de Dios, como lo hizo Job. Job recibió la misericordia y compasión de Dios. Y yo quiero que cantemos una canción, se llama Océanos, y esa canción dice, descansaré en tu poder, tu gracia abunda en la tormenta. Y es justo lo que necesitamos para este tiempo. Vamos a cantar. Océanos Tu voz me llama a las aguas donde mis pies pueden fallar. Y ahí te encuentro en lo incierto. Caminaré sobre el mar. Y en tu nombre clamaré En ti mis ojos fijaré en de empezar. Descansaré en tu poder pues tú y yo soy hasta el final. Tu gracia abunda en la tormenta. Tu mano Dios me guiará. Cuando hay temor en mi camino tú eres fiel y no cambiará. Y en tu nombre clamaré En ti mis ojos fijaré en de empezar. Descansaré en tu poder pues tú y yo soy hasta el final. Y en tu nombre clamaré En ti mis ojos fijaré en de empezar. Y en tu nombre clamaré En ti mis ojos fijaré en de empezar. Y en tu nombre clamaré En ti mis ojos fijaré en de empezar. Y en tu nombre clamaré En ti mis ojos fijaré en de empezar. Y en tu nombre clamaré En ti mis ojos fijaré en de empezar. En tu nombre clamaré En ti mis ojos fijaré en de empezar. Y en tu nombre clamaré En tu nombre clamaré En ti mis ojos fijaré en de empezar. Y en tu nombre clamaré En ti mis ojos fijaré en de empezar. Y en tu nombre clamaré En ti mis ojos fijaré en de empezar. Y en tu nombre clamaré En ti mis ojos fijaré en de empezar. Y en tu nombre clamaré En ti mis ojos fijaré en de empezar. Y en tu nombre clamaré En ti mis ojos fijaré En ti mis ojos fijaré En En tu nombre clamaré En ti mis ojos fijaré En tu nombre clamaré En ti mis ojos fijaré En tu nombre En tu nombre clamaré En ti mis ojos fijaré En tu nombre clamaré En ti mis ojos fijaré En tu nombre Clamaré En ti mis ojos fijaré En ti mis ojos fijaré En tu nombre clamaré En ti mis ojos fijaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre Clamaré En tu nombre

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