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Brothers and friends, Pastor Luis Gerardo Arroyo is preaching about the presence of God. He explains that the presence of God is a manifestation, a backing, and a form of God revealing himself. He uses the example of Moses being called by God to lead the people out of Egypt. Even though God gave Moses permission, he still sought God's approval and assurance that His presence would be with him. The presence of God is not always accompanied by signs or miracles, but it is a sense of security and confidence in God's covering. The preacher emphasizes that it is important to discern between the presence of God and the backing of God. The presence of God is always with believers, providing protection, guidance, and peace. The sermon also mentions David facing Goliath, highlighting that despite feeling fear, David had confidence in God's presence and victory. The sermon concludes with the reminder that the presence of God can cause the earth to tremble. Dios les bendiga, hermanos y amigos, con ustedes la iglesia de Dios Pentecostal M.I. del barrio Yehuada de Camuy, su pastor Luis Gerardo Arroyo, con ustedes una predica dominical. El libro de Éxodo, el capítulo 33, el versículo 4. Éxodo 33, versículo 14. Pido excusas por haberme quitado el gabán, nunca lo hago, lo acostumbro, pero me siento con calor, aunque el aire está frío acá. Yo sé lo que es. Sí, Señor. Versículo 14 del libro de Éxodo, del capítulo 33. Leen el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Diga conmigo, y Él dijo, dígalo, dígalo, y Él dijo, mira el que está a su lado, dígale, y Él dijo, y Él dijo, volteense, volteense, Él dijo, mi presencia irá contigo y te daré descanso. Diga gracias, Señor, por tu palabra. Siéntese y póngase cómodo. El tema presencia de Dios. Repito, presencia de Dios. Si hay algo que tenemos que dejar claro, que eso requiere una explicación, porque hay unas cosas que es bueno entenderlas. Hay manifestaciones que pueden darse a entender como que son presencia de Dios, y en muchas ocasiones no es presencia de Dios. Puede ser ruido, puede ser alboroto, puede ser hasta la emoción. Pero vamos a describir lo que es presencia de Dios, porque en contexto bíblico, más allá del fuego, del mover del Espíritu Santo, más allá de hablar en lengua y caer postrado, llorando, que es una cosa extraordinaria, tiene una explicación. Vámonos al libro de Éxodo. Éxodo significa salida. Moisés es llamado por Dios para sacar un pueblo de aquel lugar. Y nota bien que aunque Dios lo llamó y le dijo, saca mi pueblo de este lugar, vete, yo te escojo, yo te llamé, yo te puse en alto, yo te pongo en estima. Oiga bien, Moisés no toma una decisión sin estar seguro. ¿De qué? De que quien lo envía lo va a respaldar. Y eso es bueno entenderlo, porque nosotros los seres humanos, y yo quiero que usted escuche esto y aplíquelo, porque yo lo he aplicado en montones de situaciones en mi vida. Cada vez que usted tome una decisión, tenga la aprobación de Dios, va a comprar un negocio, que Dios esté en el asunto. Va a comprar un terreno, que Dios abra puertas. Va a comprar una casa, que esté Dios en el asunto. Dios no se va a revelar, quiero aclararlo, no va a aparecer una paloma y te va a descender, pero hay unas cosas que tus ojos van a ver que tú dices, aquí está Dios, algo está sucediendo. Para eso yo quiero que usted tenga en perspectiva que lo que la palabra del Señor me enseña, que Moisés, aún teniendo el permiso de Dios, pide la aprobación de Dios. Mira a ver si va conmigo. Este mensaje estaba supuesto hace dos semanas atrás, y el Señor nos visitó, nos trajo de una forma extraordinaria, nos habló, pero hay un contenido textual que requiere una definición clara y precisa. O sea que esto venía en el corazón de Dios de hace días atrás, porque el Señor pone esa inquietud en el corazón y uno quisiera a veces predicar algo que fuera, usted entiende la verdad, que sea cómodo, pero a veces Dios pasa unos mensajes que hasta uno mismo estremece, Señor, ¿tú quieres que yo hable de eso? ¿Pero qué es la presencia de Dios? Bueno, es una manifestación, es el respaldo. Oiga, es la forma de Dios revelarse, que es la presencia de Dios, el sentir lo que nosotros reconocemos como el Espíritu Santo. Le dice el Señor, el Señor, mi presencia irá contigo. Por tanto, Moisés tenía la garantía de que Dios lo llamó, pero ahora me dice, no vas a estar solo, yo te voy a acompañar. Porque se ha montado en un avión, santo, yo lo he dicho antes, lo digo, ¿sabe que usted tiene como 30 segundos para entrar al avión en la fila? Pues ya que estoy ya en ese túnel, ¿qué le llaman? Pues ya yo voy orando. Y cuando voy a poner un pie adentro, tengo la mano aquí y le pongo la mano ahí mismo. Ay, pastor, tenga cuidado, porque está el COVID, hay un montón de gente. Está bien, pues yo estoy huyendo del avión, olvídese. Padre, guárdanos, protege a los viejos. Amén. Él lo entendió. Y luego me siento allí en la filita tranquilita y pego allí a orar. Y yo sé que soy como muchos de ustedes, que el piloto empieza a mover las alas y pega, cuidao, cuidao, cuidao, y todo el mundo pega y mira, aquí hay algo mal. Sí, porque rápido uno lo que piensa es que, ay Dios mío, esto se va a caer. De ese tipo de avión que tú estás sentado ahí y ya es hora de salir, ya cerraron todo, pero pasan 15 minutos y tú no oyes ni el piloto decir nada. Pues no se supone que saliéramos. Y pasa media hora, no se supone que diga algo el piloto. Estimados pasajeros, queremos informarles que las ruedas de atrás la están cambiando. Le dan ganas a uno de bajarse. Ya usted no se puede bajar, ya usted está ahí adentro. Para usted bajarse de ese avión necesita un protocolo, porque ya usted fue registrado. Y ellos llaman un passenger list que ya fue enviado. Diga al que está al lado suyo, ponte el cinturón. Y el más mínimo ruido que se oye en el avión, ya usted lo piensa, dice Dios mío, Padre, cuídanos, guárdanos. Ese día usted se convierte, pide perdón, quisiera llamar al que ofendió, quisiera llamar a los hijos, los nietos, a todo el mundo y pedirle disculpas. Porque lo primero que piensa es que te vas a morir. Sin embargo usted se monta en ese avión con la certeza y la seguridad que va a tener un vuelo placentero. ¿Cuántos dicen amén? Dios bendiga a los que van a viajar pronto. Se los voy a poner sencillos. Hay unas pastillitas que son relajantes. Tómesela una hora antes, media hora antes. Mire, y usted va ahí tranquilito, se cae el mundo y usted no siente nada. ¿Pastor, usted las usa? No. Porque por el más mínimo movimiento allá arriba, yo despierto. Y lo primero que hago, a ver si es que chocó con un árbol o hay un cajo pasando. Si estoy allá arriba, la mentalidad te traiciona. ¿Oye lo que estoy diciendo? ¿Por qué yo traigo esto? Si Moisés, Dios lo llama con una encomienda, le dice yo voy a estar contigo. ¿Por qué entonces él tiene miedo? Porque él quiere estar seguro. Oiga lo que digo, seguro de que la presencia de Dios va con él. La presencia de Dios es el respaldo. La presencia de Dios es la cobertura. La presencia de Dios es tener la confianza. Voy a poner esto en check mark para que usted lo analice y lo estudie. No siempre Dios te tiene que hablar. No siempre te tiene que enviar señales. No siempre se tiene que caer, como dice alguno, el cielo a favor tuyo. Tu espíritu te hace ver, te hace entender que esa cobertura de Dios está contigo. Oiga el corito, la presencia del Señor yo la siento en mí. La palabra del Señor, voy a entrar ya mismo en los textos, me hace entender que si yo estoy convertido a Cristo, el Espíritu Santo hace posada en mí. Y si hay Espíritu Santo en mí, esa es la mayor seguridad. Digo yo me voy, pero donde yo voy, voy a preparar el lugar, pero en lo que yo preparo el lugar y regreso, el Espíritu Santo estará contigo. Por eso luego en el Nuevo Testamento dice, guiados por mi Espíritu, no podéis caer. Guiados por mi Espíritu, mi Espíritu le dirá toda verdad, mi Espíritu le dirá todas las cosas que son y aún más les revelará las cosas. Pero muchas veces confundimos presencia de Dios con el respaldo de Dios. Anhelamos en que cada culto Dios se mueva. Anhelamos en que cada culto, oye no me malinterprete mi amado, mi hermana. Anhelamos en que cada culto Dios bautice, Dios sane, se convierta a gente, haya arrepentimiento de pecados, porque esa es la razón de la iglesia. Pero y el día que eso no sucede, significa que el Espíritu Santo no está ahí. Adore el Señor conmigo. Dice, si este lugar es dedicado al Señor, como estamos conscientes, aquí hay presencia de Dios en todo tiempo. Oiga, lo que nosotros hacemos es provocar manifestación del Espíritu Santo. Son dos cosas, porque cuando usted salga de aquí, usted va en el carro y se encomienda a Dios. Se va a la tienda a comprar. Señor, permite que todo salga bien. Vuelvo, regrese a su casa, de igual manera. Pero la presencia de Dios con usted. Señor, te cuida, te guarda, te protege, te libra de accidentes, de incidentes, te libra de situaciones que tú a veces ni conoces. Ahora, yo voy a empezar a desglosar unos textos, porque cuando la manifestación de la presencia de Dios está en un lugar, es otra cosa. Oiga bien lo que le dice el Señor a Moisés, le dice, mi presencia irá contigo y te daré descanso. Descanso no es otra cosa que, puedes estar en paz, puedes estar en conformidad. Escuché un mensaje, y lo comparto con usted este minuto. Un predicador decía, David se enfrentó al gigante, nunca lo llamó Goliath, ese era el nombre que se le había dado. Interesante, ¡wow! Pero todo el mundo habla de que Jehová estaba con David, pero nadie dice que David tenía miedo. Se analiza eso, y yo digo, espérate, espérate, repítelo otra vez. David era un ser humano común y corriente, pero estaba lleno de la presencia de Dios. Y se estaba enfrentando a un gigante, el cual él mismo con su boca dijo, yo te venceré, y te cortaré la cabeza y le daré tu cuerpo a las aves del cielo. Eso es Biblia. Pero en la parte humana, oiga bien, tiene que haber miedo, tiene que sentir como que el nerviosismo ese que le da todo el mundo, pero él estaba confiado de que Dios le daría la victoria. Alguien que diga conmigo, su presencia va conmigo. ¡Wow! ¡Qué lindo es el Señor! Su Biblia en el libro de los Salmos, según tengo registrado acá, gracias al hermano Juan, mientras podamos vamos a utilizar la pantalla, porque es una forma para predicar, explicar, y muchas veces lo que usted hable de la Biblia, ya yo termine el versículo, pues gracias a esta tecnología que tiene la iglesia, pues nos ayudamos. Le dice, Salmos 114, versículo 7, primero, dice, a la presencia de Jehová, ¡wow! ¿Qué dice? Tiembla la tierra. Voy a hacer un paréntesis nuevamente. ¿Qué le dijo el Señor a Moisés? De día te enviaré la nube. ¡Wow! Y de noche, no los oigo, pero vamos a explicar eso, ustedes lo saben, por el día el sol era tan fuerte, estamos hablando en el desierto, no hay árboles, no hay casas, no hay edificios, que le impide que el sol llegue directo, sino que va directo, o sea no hay sombra, y de día el Señor mandaba una nube. Toque al que está a su lado y dígale, hay una nube sobre ti. ¡Wow! ¡Ábalo! ¡Señor, ¿dónde tú estás? Estoy aquí, hijo mío! Oye, según los números, cuando usted estudia la Biblia, estamos hablando que entre 600.000 a 1.000.000 de israelitas habían salido de Egipto, o sea, no estamos hablando de una nubecita chiquita, ¡wow! Analice eso, una nube grande, ¡grande! Porque mientras aquel pueblo caminaba, la nube de Jehová. ¡Oh, gloria a Dios! Yo también en ocasiones y en determinados momentos digo, ¡Señor, no siento nada! ¡Áblame! ¡Dime algo! De día la nube, ¡wow! Para que el sol no fustigara tanto aquel pueblo llamado Israel. Y de noche, columna de fuego. ¿Usted se ha puesto a analizar qué es una columna de fuego? ¡Wow! Muy similar a un torbellino que protegía aquel pueblo, porque por las noches es todo lo contrario al calor, un frío tremendo. Para todo lo que usted está diciendo, eso está ahí, ¡estudie! Porque como no hay ni árboles, ni edificios, ni nada, ¡el viento es recio! ¡Wow! ¡La temperatura cambia! Y el frío tiene que ser tremendo. Dios bendiga a los que le encantan el frío. Los que viajan, vemos que cuando viajan, lo único que se le ve esto aquí, porque se tapa en complejo. Y eso, el frío entra. Alguien adora a Dios. De día la nube y de noche, columna de fuego. O sea, que el fuego es una forma de Dios decirle a ellos, yo estoy contigo, no estoy derramando mi espíritu. No tienes que hablar lengua, no tienes que brincar en el espíritu ni danzar, yo estoy contigo. Claro, en ese momento todavía no hay manifestación del Espíritu Santo, vamos a poner eso en perspectiva. Luego es en el Nuevo Testamento, pero había un respaldo de Dios. ¡Wow! ¡Qué lindo es el Señor! A la presencia de Jehová tiembla la tierra. O sea, hay quienes dicen que en muchos lugares cuando tiembla la tierra, es que Dios toca en ocasiones para juicio y en ocasiones toca para que la tierra se mueva, para que la gente se acuerde de Dios. Y de eso, cuando usted sale de aquí, lo primero que usted hace ¿qué? Prender el cajo y lo segundo, ponerse el cinturón a mover. ¿Por qué? Porque puede ser que haya un guardia en la esquina y de ahí, un boletito. Si usted no lo quiere, pues siga para su casa sin cinturón. El cinturón no es para el guardia, el cinturón es para protegerle la vida a usted. ¡Mire qué sencillo! Usted se pone el cinturón y ¿qué hace? Tranquilo. Pero cuando la tierra tiembla, que es lo primero que el hombre piensa, es Dios. ¡Ay, ay, ay! ¿Sí? ¡Está temblando el mundo entero! ¡Háblese rápido esa jeringa de Dios! Humanamente, cuando usted sale y se monta en el carro ¿qué hace? Esto es para evitar un boleto. Los que tienen escaleras en su casa, yo tengo una de cuatro escalones, para eso existe un pasamano. Dios bendiga a los que tienen elevador. ¡Sí! ¿Y qué es el pasamano? Para aguantarte. Si tú no te quieres aguantar, tienes gran probabilidad de qué? De caerte. Ahora bien, usted no está entendiendo esto, amado. Cuando la tierra tiembla es porque Dios la está visitando con su presencia, sea para bien o sea para mal. La Biblia dice que la tierra temblará. ¡Está temblando! ¡Está temblando! Dejen eso tranquilos, pastor. Y cada vez que tiembla la tierra a mí me da susto, y a mí también. Pero cuando la tierra tiembla mucha gente se acuerda de Dios, alabado. El libro de Bacuth, versículo 2. Y Jehová me respondió y escribe la visión y declarala en tu boca, perdón, declarala en tabla, para que corra en el que le hieres en ella. ¿De qué estamos hablando? Cuando usted pronuncia la palabra del Señor. Cuando usted ve que el Señor no está, el Señor mandó a su iglesia a caminar por fe, no por vista. Es interesante. Por eso cuando el Señor se le aparece a Tomás, le dice a Tomás, bienaventurados los que no vieron y creyeron. ¿Alguien ha visto aquí al Espíritu Santo? No. ¿Alguien ha visto aquí a Dios? No. Pero lo sentimos. Sentimos que alguien nos toca. Sentimos que alguien nos pasa la mano. Sentimos que alguien nos abraza. Yo no sé si usted lo siente, yo lo siento. Entonces la visión está en él. El profeta Bacuth dice, pero vosotros tenéis que aunque no veamos, tenemos que actuar como si estuviéramos viendo. ¿Qué le pasó a la mula de Balaam? Doble mula. Recibió un par de cantazos. Dice la Biblia que la mula vino y se quedó a sus patas. Y no se movió. La gente la asó. Y Balaam, mire, le metió un par de fuertes. Alguien adora a Dios conmigo. La mula veía lo que Balaam no veía. ¿Alaba? ¿Se está entendiendo eso, amado? Queremos ver, pero vamos a actuar por fe. Vamos a actuar por lo que creemos. Vamos a caminar por lo que sentimos. Vamos a caminar por lo que hemos aprendido, que todavía nos falta por aprender. Y la mula le dijo, ¡Ey! ¡Necio! ¿No ves que el ángel de Jehová está ahí? Alguien adora a Dios conmigo. Alaba. Con solamente ver la mula hablar, yo salgo de la mula y no hay quien me coja. Yo no sé cuántos vieron hace como tres años atrás por ahí, o antes, o más, no sé. Había un gallo en República Dominicana, un gallo, que cuando se sacaba el grito mayonero, según la gente, y está en YouTube, yo no lo he visto, fue que me hablaron, cuando él... ¿Cómo se llama eso? ¿El grito es? El canto del gallo, sería la... Según cuando él... Y el gallo, según la persona, además busqué después en YouTube y me lo... Decía, ¡Listo viene! La gente le cogió un miedo a eso, porque el gallo decía, ¡Listo viene! Y eso se volvió famoso. Alguien adora a Dios conmigo. Esto está bueno, ¿verdad? Creo que no termino el mensaje, pero sigo. ¿Tú te imaginas un animal al lado tuyo hablar? ¿La serpiente habló? ¿La serpiente por primera vez dijo una verdad? Si comieraste el árbol de la vida, fuese semejante a los dioses y tus ojos serán abiertos. Pues la tentación, perdónenme, las mujeres... ¡Fua! Cogió. Si allá fue, le dijo a Adán, Adán, puedes comer de la fruta. No me vengas a debatir si fue manzana, si fue una pera, si fue un melocotón, pero comieron. ¿Estás conmigo? Porque muchas veces queremos ver cosas, pero tenemos que adaptarnos a lo que dice la Biblia. Entonces el día que no haya fuego, el día que no haya presencia de Dios... ¡No me malinterprete amado! Dios se fue. No, Dios está ahí. Me recuerda a un hermano en la iglesia que yo estaba perseverando. Iglesia de Borinquen. Es larga. Cuando digo larga, quizá como dos besos, tres de estos. Y había un hermano que siempre se sentaba en la parte de atrás. Hombre, buena gente, buscaba a Dios, etcétera. Pero no lo hacía nadie, pasaba al frente. Y siempre se sentía atrás. Un día llegué tarde, me senté en la esquinita de atrás. Y el que estaba al frente dice, ¡Ey! ¡Venga, venga al altar! ¡Aquí está la presencia del Señor! ¡Dios está en el altar! Y el hermano se le salió del corazón y dijo, ¿Dios está acá? ¿No está? Yo no miré. Y me rasqué así la cabeza y digo, él tiene razón lo que dijo. Pero él no lo dijo públicamente, no gritó. Él lo dijo, y los que estábamos así al lado, pues lo escucharon. Y el hermano tenía razón. Porque muchas veces queremos nosotros como que manipular o controlar el que si yo estoy al frente o yo voy a ministrar la presencia de Dios para descender, y eso no es así. Pero va a estar en su santo templo, calle delante de él, toda la tierra. ¡Dios está aquí! ¡Dios está aquí! Voy a tomar un ejemplo con mucho permiso y mucho respeto. Tiene una bendición de danzar y correr y voy a utilizar este término, bailar en el espíritu. Yo desearía que todo el mundo salga brincando así. Pero para eso hay que pagar un precio. Para eso hay que tener una intimidad con Dios. Para eso hay que tomar un tiempo de oración. Ahora también de la misma manera que él cae en bendición. Hay gente que no siente nada. ¡Se cae en el mundo! Ni una lágrima botan. Cristo amado, ¿alguien puede adorar a Dios conmigo? Segunda de Crónicas, capítulo 5, versículo 14. Y no podían los sacerdotes estar allí para ministrar. ¡Guau! ¡Por causa de la nube! ¡Escuche esto! Porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Dios. ¡Levante su mano! Aquí hay presencia de Dios. El que está en pecado no puede estar envuelto en la gloria de Dios. El que está en desobediencia no puede entrar donde está la manifestación del Espíritu Santo. ¿Oye eso? El que está en rebeldía no está en la presencia de Dios. Los sacerdotes eran gente preparada, llamados por Dios para llevar a cabo un ministerio. No eran cualquier cosa. El que ministra, el que canta, el que lee la palabra, el que toca el instrumento, el que enseña. Todos debemos estar en obediencia de la palabra, delante de la presencia de Dios. ¡Uh, poderoso es el Señor! ¡No podían ministrar! ¿Sabe lo que es eso? No se les dio acceso porque Dios dijo, no, no, aquí tú no entras. Todos tenemos problemas, pero he llegado a la casa del Señor y he entrado en esa intimidad con Dios para ser ministrado por el Señor. A mí me preocupa eso, que hoy en día los que canten, los que adoren, los que ministran, los que predican, los que enseñan, estemos bien delante de Dios. Bien delante de Dios. Voy a repetirlo, bien delante de Dios. Yo le he pedido al Señor, Señor, yo doy lo que Tú me das, pero si hay algo que Tú me quieres dar, pues yo también lo doy. Si Tú cambias mi cara, yo no tengo problema. Pero quiero traer lo que Tú me das. Esto estaba en las dos semanas, amados, y desde que el Espíritu Santo ministró a la Iglesia y descendió poder y victoria sobrenatural, yo he sentido la fuerza contraria del enemigo. Yo he sentido la opresión. He sentido la batalla. Hay cosas que como pastor nunca diré y me las guardaré adentro de mi corazón, pero yo no juego con Dios. Yo no juego con estas cosas. Tenga tranquilidad, tenga confianza, confía en el Señor. Dos meses atrás Dios habló a mi corazón y me dijo, se va a levantar el enemigo, te va a atacar directamente a ti, va a llegar hasta tu familia. Prepárate, siervo. Cerré mis ojos, lloré al Señor, abrí mis ojos. ¿Alguien puede adorar a Dios? Yo no necesito que Dios me hable ni me jevele. Una sola palabra yo sé cuándo es Dios. ¿Cuánto llevo estos meses? No sé si es que me estoy quedando ciego, Dios que aprenda al diablo. Pero en esta mañana cuando yo llego al altar y me levanto, lo primero que mide fue esto que está aquí atrás. Y no es un dardo de buena suerte. Lo volví a mirar y dije, no puede ser. Mi esposa lleva como un mes que solo ha caído, como dice uno, todas las enfermedades, gracias a las hermanas que han llamado y que han testeado. No vaya a casa porque no es que no lo aceptamos, es que ella está con el catarjo ese, no se le contagie, después diga, no es influencia, no es COVID por si acaso, no es la microplasma. Pero gracias a los que han llamado. Uno como pastor siente ese ataque del enemigo. Y yo le estoy diciendo esto, ¿sabes por qué me han llamado? Porque como pastor recibo las llamadas de ustedes, los mensajes de ustedes. Y no tengo que contar los problemas de ustedes, pero ahí empecé a descifrar. La victoria está en camino, la bendición está cerca, la nube de Jehová está sobre nosotros, la columna de fuego se está manifestando. En algún momento dado, Dios va a descender con una lluvia temprana y tardía. Me voy a recordar lo que dice Ajeo capítulo 2, versículo 9, porque la gloria postrera de esta casa de Yehuada será mayor que la primera. Si hemos visto la gloria de Dios en 35 años, viendo el movimiento del Espíritu Santo, que nadie lo va a resistir, porque los va a tirar de rodillas. ¡Oh, gloria a Dios! ¡Ey! ¡Ay, Señor amado! Salmo 17, versículo 2, regáleme en 10 minutos, termino. Salmo 17, versículo 2. De tu presencia proceda mi vindicación, y vean tus ojos la rectitud. O sea, Dios ve, diga conmigo, Dios ve quién yo soy. Dios ve lo que hay dentro de mí. O sea, Dios ve, escrudiña quién soy yo. Todos hemos pecado delante del Señor, todos hemos cometido un error, todos hemos hecho quizá algo que no es lo mejor, pero que hemos dicho, Señor perdóname, Señor, discúlpame, Señor, límpiame, Señor, Señor procesame, Señor restáurame. Yo he hecho esa oración, usted no la ha hecho, yo la hago. Pero si hay algo que no quiero que tú apartes de mí, tu presencia. Yo estoy trabajando, y ahí yo siento la presencia de Dios. Claro, quizá no es el lugar para estar brincando y hablando en lengua, a menos que haya una bendición del Señor. Pero ahí vendiendo mis dulces, ahí procesando mis productos, ahí visitando clientes, yo siento las caricias del Señor. Alguien puede levantar su mano y decir, Señor, no quites tu presencia, no la quites, no la quites, no la quites. ¡Wow! Salmo 16, 11 dice, me mostrarás la senda de la vida. ¿Oye lo que dice? En tu presencia hay plenitud de gozo, delicias a tu diestra para siempre. Las hermanas que limpian en la casa, ¿qué sienten cuando están lavando, fregando, mapeando, barriendo? ¡Plenitud de gozo! ¡Tranquilidad! Algunos cuando lo están haciendo, el Espíritu Santo ministra, y utilizamos esta expresión, y quiero corregir esto. No está mal decir, se me heriza la piel. Otros utilizan otra expresión. No está mal, porque algo está sintiendo tu cuerpo, tu espíritu, que está siendo ministrado. ¿Cuánto le ha pasado eso? ¿Cuántos trabajando en la finca? Aquí hay hombres que trabajan en la finca, ¿verdad? ¿Cuántos trabajan en la conducción, en la altura, abajo? ¿Han sentido esa caricia del Espíritu? Eso es el gozo del Señor. ¡No tienes que lanzar el lengua porque va y te cae! Pero ahí está el Espíritu, y no estoy criticando ni señalando eso, es que todo tiene su lugar. Mi almadora glorifica el dulce nombre del Señor. ¿Cuántos mapean en la casa? ¿Pastor, usted mapea? ¡Sí! No todo el tiempo, pero pues sí. Sí, soy sincero. No me atrevo a preguntarle a las esposas de los esposos, porque me puedo ganar un problema después. Pero es la realidad. ¿Qué pasa cuando usted limpia, cuando usted mapea? ¿El piso qué? ¡Brilla! Así está siendo Dios con nosotros, limpiando, procesándolo, para que nosotros estemos en paz, en gozo, para que podamos sentir, amados, esa caricia del Señor. Doblegue los sentimientos. Doblegue la carácter, dobleguelo. Vaya conmigo, en la 2ª Letra de San Vicente, capítulo 1, versículo 9. Los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder. ¿Ustedes oyen eso, amados? ¡Qué interesante! ¡Porque serán excluidos! ¿De quién estoy hablando? Del que no quiera acercarse, del que no quiere buscar, del que no quiere pagar un precio. Dios lo deja ahí, tranquilo. Dios le da el libre perdido. ¿Oye bien eso, amados? Pero las obras del Señor, síguese adelante, y cada cual tiene que trabajar cada día como si Cristo fuese a venir hoy. ¿Cuánto tarda? ¡No sabemos! Pero que haya ese gozo, que haya esa plenitud, que haya ese contentamiento. ¿Me mostrará la senda de la vida? Y luego dice, de los de eterna perdición, ¿sabe cuánta gente se está perdiendo, amados? ¡Un montones! A mí me invitaron antier, yo no creo ni lo dije el martes pasado. Me llamaron. ¡Geraldo! ¡Vamos un grupo de hermanos en la fe para la cárcel! ¡Y vamos con máxima seguridad! ¿Alguien adora a Dios conmigo? ¡De la punta! Seguro que sí. Todos somos cristianos los que vamos por ahí. Y vamos con un chorro de muchachos que cometieron una atrocidad en un momento dado en su vida. Tienen doscientos años de cárcel, ciento cincuenta, que no les importa nada. Yo dije, ¡guau! Me avisa que vamos a ir. Le contaré después. Secaño, yo no voy a una cárcel, a nada, nada. Pero lo que es un intercambio deportivo, pero a la misma vez ministrarle. Porque hay un ministerio de jóvenes en el área oeste, de pastores, que juegan baloncesto. Sí, y van a la cárcel a ministrarle. ¡Geraldo, necesitamos uno alto como tú! Yo no, ese ya no está. Ya yo no soy tan grande, porque cuando jugaba baloncesto, no le tenía miedo, me enfrentaba. De hecho, todavía uno me dio un muchacho como de sangre de pie. Me hizo así, me dio un codo una vez por aquí que todavía me duele. Y eso hace años de eso, imagínense. Pero jugaba. Eso es tema aparte, eso es tema aparte. O sea, que si yo voy a la cárcel, no voy a entrar danzando, ni brincando, ni hablando lengua. La presencia de Dios va conmigo. Si voy al enfermo, no voy a entrar allí danzando ni brincando. Iré en paz. Y si me permite poner mis manos, pondré mis manos sobre él. Aquí hay capellanes y aquí hay hermanos que están estudiando capellanía, tenemos seis. O sea, se le está enseñando eso. Usted no puede llegar al hospital, y menos ahora con el COVID este. Aun gira la gente. No, eso no es así. O sea, cuando usted va a un lugar, usted es portador de la presencia de Dios. Dígalo, portador. Portador. O sea, porta, llevas contigo la presencia de Dios. Continúo. Génesis 3, 8. ¡Wow! ¡Qué lindo es el Señor! Los textos más y termino. Y oyeron la voz de Jehová, Dios, que se pasaba en el huerto, al aire de día, y el hombre y su mujer se escondieron delante de la presencia de Dios. Entre los árboles del huerto. ¿Por qué se escondieron? ¿Alguien tiene idea por qué se escondieron? Por el pecado. Porque la maldad entró en ellos. Que por culpa de ellos estamos trabajando nosotros hoy en día. ¿Cierto? Pastor, ¿pero que usted pretendía que estuviéramos como yo? Bueno, no íbamos a tener maltrato, íbamos a tener malicia. ¿Entendió? Estoy hablando con gente adulta, no malinterprete. Usted trabaja con un niño. Y el niño es sorprendente, las imaginaciones. ¿Cuántos tuvieron aquí el martes? Todavía yo me estoy riendo cuando él estaba dibujando y dibujó una mujer y dijo, y esta es María, y adentro del vientre de María tiene qué? Y acá viene un nene. A un hijo, yo me quedé. La inocencia de un niño. Yo digo, ¡wow! Cuando hay pecado, cuando hay maldad, cuando alguien no está en el camino correcto, oiga eso, en el camino correcto, huye de la presencia del Señor. Aquí hay un culto de martes de oración que se está dando tremendo. Tremendo. Tremendo. Siete a ocho estamos orando, sé que algunos llegan un poquito más tarde, pero es de oración, buenísimo. Hay un grupo que viene a orar los viernes, a buscar la presencia del Señor. Le felicitamos. Hay un ayuno congregacional que se está trabajando durante este tiempo para se le va a avisar a la iglesia, vamos a venir temprano a las siete de la mañana. Un domingo. Ese día no hay ayuno. Digo, ese día hay ayuno, no hay comida. O sea, usted quiere estar lleno de la presencia del Señor. Enriquece. Vaya el encuentro con Dios. El pecado te aleja. El no estar en comunión te aleja. Eso le pasó a Danieva. El bochorno. La incomodidad. El mismo Señor le dijo, ¿y quién le dijo a ustedes que estaban desnudos? Sus ojos fueron abiertos. Hay cosas que es mejor ni verlas. Hay cosas que es mejor ni escucharlas. Hay cosas que es mejor ni hablarlas. Sí, ¿por qué no? Todos somos de la misma mentalidad. Alguien puede adorar a Dios. Voy terminando. Santiago 4.7 dice, humillados delante del Señor. Humillados delante del Señor. Y Él los exaltará. Humillados delante de Dios. Y Él los exaltará. Yo quiero aclarar algo en esta hora. Humillarse no es venir de rodillas cinco minutos. Humillarse es caer en tiempo. Caer en tiempo. Arrepentirse. Dejar que el Espíritu Santo te haga llorar. ¿Cuántos han llorado en la presencia del Señor? Eso es lo más hermoso que hay, déjame decirte. Eso es lo más hermoso que hay. No hay bizcochos, no hay platos, comidas. No hay vacaciones. Que se compare a la visitación del Espíritu Santo. Nosotros nos arrodillamos en actitud de humillación y de respeto. Pero no necesariamente nos estamos humillando. Humillando es cuando usted se postra en tierra y reconoce su pecado o su maldad y dice, Señor, pequé. Señor, lo hice mal. Señor, me dio coraje. ¿Alguien puede adorar a Dios? ¿Alguien puede adorar a Dios? Dos minutos. Y termino. El lunes de la semana pasada, el otro día, sí, dos lunes atrás, yo le compré un seguro que tiraron en especial, muy bueno, de una compañía de renombre, a los tres carros. Al mío y a los dos de los nenes. Y el carro de nene tiene un aro y el aro se rompió. Yo tuve que llevarme el aro, mandarlo a arreglar el aro, ponerle una goma, no nueva, bastante buena. Entonces tuve que llevar a San Juan en mi carro para darle la goma. Mire, mire, a ver si va entendiendo conmigo. Me vengo en el carro del nene, pero con la respuesta. Porque buscar una gomera en la zona metro, eso es, son otros 20 pesos. Le digo al nene, papi, mira, me voy en el carro para adelantar, cuando vengo bajando por recibo, ¿qué ustedes creen que hizo? La respuesta, ¿qué creen que yo hice? Tengo un seguro, voy a llamar al seguro. Y llamé al seguro. Y llegaron como en 20 minutos una grúa y se bajó un muchacho y lo primero que me vio fue, esa goma no se puede cambiar. ¿Cómo? No se puede cambiar. Y obviamente para poder levantar el carro, pues tú necesitas jugar con el gato ese para poder levantar el carro para no dañar el spoiler. Miren dónde está el don de contingencia. O de continencia sería, o de paciencia. Cuando él me dijo eso, él no bajó el gato, él no bajó las herramientas, él nunca me saludó, no vi un deseo de ayudar. Me sigue, amados. De proveerme alternativa y para eso yo le estoy pagando a la compañía y la compañía le paga a él. Sencillo. Eso no se puede cambiar. Chicos, pero, ¿cómo que no se puede cambiar? No se puede cambiar. Yo voy y saco mi goma y lo miro aquí. Dice, no, eso no se puede cambiar. Y le digo, mira amigo, ¿sabes qué? Vete en paz, vete, yo lo hago. En paz me acostaré y así mi... Es lo importante de tener paz porque era para decirle de la abundancia de tu corazón, de la presencia de Dios. Yo quiero que Dios baje, yo quiero que Dios me llene. Pero mi carácter, yo lo sé doblegar. ¡Gloria a Dios! ¡Aleluya! ¡Gloria a Dios! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! Me recuerdo que había un bloque ahí, yo no sé cuánto tiempo llevaba para hacer el bloque, aquel bloque era para mí. A que no se me cayera el carro, porque de donde yo estoy trabajando, donde está la goma, son casi dos pies, los estoy levantando por el medio, los caballeros saben lo que estoy hablando. Puse el bloque, cambié la goma, y me quité con el cuchillo. ¡No! ¡Gloria a Dios! Amigo, yo cambié la goma. ¿Cuándo? En menos de cinco minutos. Y donde me fue, que me subió y me bajó, esa expresión es boricua, ¿verdad? Por si alguien la quiera notar. Cuando me dijo, a mí me van a pagar como quiera el haber venido aquí. Cuando me dijo eso, Dios mío, yo dije, doblegué su carácter, porque la bendición está, el fuego está, pero si usted no controla su personalidad, su ego, su fuerza, usted también pasó. Sí, por eso estoy hablándole de mí. Porque ese día cuando, oiga eso, malo, oiga eso, me cambié la goma, me fui en paz. Cuando venía bajando, me acordé que había ensayo en la iglesia, y me senté allí tranquilito, sabía que los hermanos estaban ensayando, y uno que otro le dije que aquello venía, no vine a supervisar, aunque soy el pastor, puedo venir aquí las veces que entienda necesario. Vine a coger un poquito de aire, porque el caballo no tiene aire. Y yo vengo de San Juan sin aire, y tenía todas las manos llenas de grasa, parece que no todo el mundo lo vio. Y me senté allí en una esquinita, tomé una botelita de agua con calma, y al otro día la señora del seguro me llama. Señor Luis Gerardo Arroyo, vengo a disculparme con usted. Pero como todavía aguardaba de la presencia de Dios del mar, del domingo, o sea, aguanté lunes, aguanté martes, o sea, ¿cuánto tiempo usted puede aguantar o resistir que esa presencia de Dios esté sobre usted? Porque si usted revienta, usted le está diciendo al Señor, yo hago las cosas a mi modo, mi estilo, mi forma, eso no es así. Santiago 4.7 dice, humillaos delante del Señor y Él os exaltará. Usted quiere la presencia del Señor, usted necesita la presencia del Señor, humíllese delante de Dios y dígale al Señor, si tu presencia no va conmigo, no me deje salir de casa, no deje que mis hijos vayan al trabajo, no deje que mis hijos vayan a la escuela, no deje que mis... esa es la oración. Esa es la oración. Esa es la oración. Esa es la oración. Para ti, ¿qué es la presencia de Dios? ¿El hablar lenguas? Eso es una manifestación. ¿El danzar en el espíritu? Ese es el bautismo del espíritu. Presencia de Dios es que tú tengas paz, tranquilidad, calma, que en medio de los problemas que has vivido, tú puedes estar contento porque Dios está en el control. Si hay algo que yo pudiera entender en esta mañana o ya tarde, si la presencia de Dios va conmigo, va con usted, usted haga las cosas en paz, en orden, hasta cuando está haciendo la compra, que siempre hay alguien que le quiere quitar la comunión. ¿Qué pasa? Que usted está con el cajito y vienen tres y se le cuelan al frente y uno quisiera decirle, Señor bendícelo y guárdalo bien guardado. Porque la presencia de Dios trabaja con la personalidad de uno. La presencia de Dios trabaja con el carácter. Somos seres humanos, común y corriente, podemos cometer mil errores. Nosotros, nos da forma y podemos salir llenos. Hay gente que cuando usted los toca están llenos de la presencia de Dios. Pedro era uno que cuando él caminaba, ¡guau! destilaba presencia de Dios. Los enfermos se sanaban. ¿Sabe cuando alguien tiene un perfume fuerte, pasa por un lado y pasó hace media hora y dejó el olor a perfume? Que cuando usted pasa por un lado, ¡guau! ¡Qué presencia aportaba el hermano o la hermana! ¡Guau! Cuando el hermano pasó, yo sentí algo de Dios tremendo. Entonces podemos cantar el corito. La presencia del Señor, yo la siento en mí. Yo la siento en mí. Yo la siento en mí. La presencia del Señor, yo la siento en mí. En la iglesia y donde quiera que yo voy. Cuando leo la Biblia, yo la siento. Cuando oro y canto, yo la siento. ¡Dígalo! La presencia del Señor, en la iglesia y donde quiera que yo voy. En la iglesia y donde quiera que yo voy. Porque el año pasado, para esta misma fecha, por 29 años, he hecho el mismo trabajo casi todos los días. Llego, pongo el lighter, subo la llave de paso y prendo dos hornos industriales. Yo tengo tres, pero tengo dos en funciones para poder pasar mi producto. ¡Nunca me había pasado! Pero ese día, cuando abrí la llave de paso, no sé cómo, había dejado la llave anterior, la llave anterior abierta, había dejado una llave abierta el día anterior y cuando estoy a esta distancia donde están los bongoses, que me voy a acercar, que abro la gaveta como llevaba la mecha en la mano, el viento o el vapor me tiró como a tres pies. Me quemó parte de la cara y me quemó parte del pelo. Dije, Dios, me libraste, Señor, de un peligro. Estamos hablando de un horno que tira hasta 450 grados y cuando calienta llega hasta 600. Sí, esa cosita interesante, eso es otro tema. ¿Y por qué me han tirado y por qué me acordé de ella? Porque cuando yo lo testifiqué y pedí la oración, ella, que cuando eso pasó, puso una mano, el Señor puso una mano sobre mí para que yo no me quemara. La gente que le ha pasado eso tienen serias quemaduras. Yo no estaba hablando a lengua, yo no estaba agrandándome el espíritu. No me malinterprete, pero llevaba la presencia de Dios conmigo. Cuando usted se levante, invoque la presencia de Dios. Cuando se acueste, invoque la presencia de Dios. Cuando esté en el trabajo, invoque la presencia de Dios. No, no, no, no se desconsente alabando a Dios que no sea que el vecino se moleste y le llamen y lo voten del trabajo. Eso no es. Allí donde está el ave, a Dios glorifique al Señor. Hay gente que puede trabajar con unos headphones y escuchar música cristiana y adorar a Dios. Eso no es problema, mientras otros escuchan música mundana. Está hablando gente, ser humano normal de la calle. Ellos no tienen problema, pero usted en el momento que se quite el headphone con una música cristiana le va a molestar a alguien. Termino con esto. Si tu presencia no va conmigo, no me saques de aquí. No me saques de aquí. No me saques de aquí. No me muevas. No me des salida. No me lleves al otro lado. Si tu presencia no va conmigo. Puestos de pie en la iglesia del Señor. Me estoy recordando hace unos años atrás. Puestos de pie. Termino con esto. Voy a hacer una oración general. Yo fui un día a ministrar. Eso hace como 8 o 10 años atrás. A la ciudad de Nueva York y tuve que coger un tren. La cuestión es que terminé en Times Square. En Times Square yo tenía dos bultos. Dos bultos grandes. Uno era una maleta y otro era una maleta donde yo ponía mis trajes para que no se mancharan y se doblaran. Me paré allí a esperar. No sé si era la persona que me iba a recoger. La cuestión es que cuando yo estoy allí yo empecé a ver algo que me di de cuenta que no era correcto. Al frente donde yo estaba se estacionó una patrulla delante de Nueva York, Times Square. Se bajaron dos guardias y lo primero que hicieron fue mirarme bien serio a los ojos. Yo ando con dos bultos que ellos van a pensar que voy a volar a Times Square. Después veo que pasa un policía en bicicleta y me pasa por frente. Ahí no te lo tiene que hablar el señor. Tu espíritu, tu mente, tu inteligencia. Tú dices, esta gente me está mirando con otras intenciones. No tengo que esperar que el señor, siervo mío, muévete, salte de ahí que te van a llevar preso. No. Yo estoy aquí No. Yo estoy ahí. Y yo dije, espérate, espérate, espérate. No puedo dejar los bultos porque es mi jopa. Tengo que caminar con ellos. Y empecé a caminar. Y hice como hacen las películas que tú miras para atrás y cuando mire para atrás los guardias miraron para arriba. Y yo dije, oh, ustedes creen que yo vengo con esas intenciones. Pues está bien, no hay problema. Pues me fui tranquilito, tranquilito, tranquilito. Llamé al hermano que me va a recoger. Me dice, estoy como en media hora allí. Ah, pues está bien, no hay problema. Lo esperé dos cuadras más abajo. Miré, no vi guardia. Y yo dije, gloria a Dios. Señor me guardó. Le digo al muchacho que él trabaja allí en seguridad, en Times Square, no sé exactamente adónde. Me dice, muchacho, si tú llegas a estar allí cierto tiempo, ellos van a acercar adónde ti. Van a hablar contigo y te van a pedir que si tú los puedes acompañar al cuartel de la policía. No, tú estás vacilando conmigo. Me dice, no, Gerardo, yo no estoy vacilando contigo. Times Square es considerado uno de los lugares de más seguridad. Y si tú no lo sabías, mientras tú estabas allí había ya un montón de gente mirándote por, ¿cómo se llama eso? Este, ¿ah? Cámara, pero los que apuntan, este, no, los que disparan así a distancia, se me olvida el nombre de eso. Night Bear, es Night Bear, Franco Tirador. ¿Usted lo dice, pastor? Sí, en serio. Yo le dije, wow, gracias a Dios que no me dio con chequear el bulto porque, sí, y no se sabe si mientras yo estoy allí y ellos tenían mi rostro facial y habían buscado en toda la computadora, esto es lo que venden maníes, fíjate de eso, esto no. Mira, ¿qué? Pero cuando salí de allí y me monté en el carro, me entró como un temblequeo y nerviosismo, yo digo, wow, de las cosas que Dios nos libra a nosotros. Sencillos, detalles sencillos. Eh, ¿cuánto tiempo me dan? Un minuto, ¿me dan un minuto? Vamos a ver al Señor, otro día le cuento la otra, son experiencias que marcan a uno. Levante ahí su mano, ¿dónde está? Levante su mano, levante su mano y dígale, Señor, que tu presencia me acompañe en todo momento, guarda mi entrada y mi salida, guarda mis hijos, mi familia, mi pertenencia y no nos saques de aquí hasta que tú nos hayas rendecido en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén, amén, amén. Gracias por sintonizarnos. Esta fue una predica dominical de la Iglesia de Dios Pentecostal en Meíter, en la Iglesia Quehuada de Camuy, su pastor Luis Gerardo Arroyo. Para mayor información puede contactarnos al 787-627-3250 787-627-3250 Dios les bendiga.