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The speaker expresses gratitude for life and the light it brings. They discuss the seventh habit of a life dedicated to God, which is forgiving others. They reference a passage from Ephesians about not letting anger lead to sin and the importance of removing bitterness and malice from one's life. They emphasize that living a life dedicated to God requires the habit of forgiveness. The speaker concludes the series on the seven habits and encourages the listener to make the decision to practice these habits themselves. They highlight the importance of a personal relationship with Jesus and invite the listener to accept Him into their life. They encourage the listener to start living a dedicated life and to begin practicing the seven habits. Gracias a Dios por la vida, con luz en nuestra alegría, luz de ganas y luz de eternidad. Gracias a Dios por la vida, con la mente en nuestra vida, en la manera de la compañera de la gran heridonía. A-Amén. A-Amén. A-Amén. ¿Soy una persona consagrada a Dios? El séptimo hábito del que voy a hablar en esta mañana es el hábito de perdonar a otros. Una vida consagrada a Dios es una vida que tiene el hábito de perdonar. Pablo escribió en Efesios 4.26, No permitan que la ira los haga cometer pecados, que la noche no los sorprenda enojados. No le den ninguna oportunidad al diablo para que los derrote. No hagan poner triste al Espíritu Santo, quien es la garantía para su completa liberación en el día señalado. Saquen de su vida la amargura, el enojo, los insultos, los gritos y toda clase de maldad. Sean amables y considerados unos con otros y perdónense como Dios los ha perdonado a través de Cristo. Es horrible ser traicionado, herido, defraudado u ofendido más por aquellos a quienes uno se ha brindado. Pero para tener una vida consagrada a Dios hay que tener el hábito de perdonar. Hoy estoy terminando, como les decía hace un momento, esta serie de los 7 hábitos de una vida consagrada a Dios. Ahora, dejame decirte esto. La decisión de practicar estos hábitos es tuya. Nadie lo puede hacer por vos. Una vida consagrada a Dios no sucede por casualidad. No es tampoco por ir a las reuniones del domingo de vez en cuando. No ocurre tampoco automáticamente ni es por antigüedad. Uno elige vivir una vida consagrada a Dios. ¿Cómo? Bueno, practicando el orar cada día, el confiar en Dios cada día, el meditar en la palabra de Dios cada día, en obedecer a Dios cada día, en depender del Espíritu Santo cada día, en dar como un estilo de vida y en perdonar siempre. La buena noticia es que hoy puedes empezar a vivir una vida consagrada a Dios y ser bendecido o bendecida de innumerables maneras. Pero, eso sí, para aquellos que no tienen a Cristo, es imposible ser bendecido de esta manera. Por eso el primer paso que tienes que dar, si todavía no le entregaste tu vida a Jesucristo, es hacerlo hoy mismo. Confesarle al Señor tus pecados y entregarle a Él tu vida para ser salvo, para ser salva, poniendo tu confianza en lo que Cristo hizo por vos en la cruz del Calvario y en la resurrección de Cristo al tercer día de entre los muertos, lo cual te asegura su presencia en tu vida. Y hoy puedes dar este primer paso y comenzar a practicar estos siete hábitos de una vida consagrada a Dios. ¿Qué estás esperando? ¡Hazlo!